Bruali salto a un lado cuando la yegua se lanzo hacia adelante. Tarod se dio perfecta cuenta de que estaba llamando la atencion a todos los que se hallaban en el patio; pero, si querian detenerle, habian esperado demasiado. Retuvo a la bestia a pura fuerza de brazos hasta que estuvieron cerca de la puerta del Castillo; entonces le dio rienda suelta.
El ruido de los cascos sobre la piedra fue casi ensordecedor cuando la yegua salio disparada bajo el gran arco hasta el cesped que se extendia mas alla. Cruzaron a velocidad vertiginosa el Laberinto, y los contornos de la vasta costa del norte parecieron surgir, de pronto, de ninguna parte, mientras el animal galopaba sobre el peligroso camino del puente.
A Tarod no le habria importado que la yegua, en su furiosa carrera, le hubiese arrojado sobre el borde del estrecho puente de granito al mar embravecido que rugia abajo. Ahora chillaba a su montura, inclinado sobre su cuello y ordenandole que fuese mas de prisa, casi incitandola a que les matase a los dos. Pero ella llego sin tropiezo al otro lado, cruzo al galope la Peninsula y, a medida que se alejaban del Castillo, la ciega y rabiosa locura que se habia apoderado de Tarod iba desvaneciendose, siendo reemplazada por una emocion que le atormentaba en lo mas intimo.
Habia dejado atras todo lo que habia conocido, habia roto los lazos que le habian atado desde la infancia. Ellos habian despreciado su lealtad, le habian maldecido, le habian condenado... El ya no era parte de su mundo, sino un proscrito. La amistad se habia convertido en fiera enemistad de la noche a la manana; su unica amiga y protectora habia muerto... y el Circulo no guardaba nada para el, salvo dolor.
?Adonde podia ir? El Circulo habia sido su vida; no tenia parientes ni amigos mas alla de sus confines. Lo unico que tenia era una sola fe, una sola esperanza.
Sashka. Ahora debia de haber salido de la casa de su padre para volver a la Residencia de la Tierra Alta del Oeste y esperarle alli. En una cosa no se hacia ilusiones: en cuanto circulase la noticia, la Senora Kael Amion le condenaria con tanta vehemencia como cualquier Iniciado del Circulo; pero la Senora Kael no era madre ni tutora de Sashka. Y su hermosa, fiel y testaruda novia no prestaria atencion a las advertencias o consejos de los viejos, sino que seguiria los impulsos de su corazon.
Ahora la necesitaba mas que nunca. En cuanto estuviesen de nuevo juntos, podrian trazar planes y decidir lo que habia que hacer: su futuro seria ahora muy diferente, pero, pasara lo que pasara, nunca volverian a separarse...
La yegua, calmado su frenesi, habia ralentizado su andadura. Mas amablemente que antes, pero con mayor resolucion, Tarod levanto las riendas y la condujo hacia adelante, en direccion al estrecho y peligroso camino que se adentraba hasta el corazon de las montanas.
CAPITULO 15
Aunque se acercaba lo mas crudo del invierno y los pocos arboles que crecian tan al norte se habian despojado de sus hojas, el jardin de la Residencia de la Hermandad de la Tierra Alta del Oeste era un lugar agradable para pasar en el un par de horas. Sashka habia salido del salon de recreo, donde se presumia que ella y las otras Novicias pas a-rian los ratos de ocio divirtiendose con pasatiempos propios de muchachas de su posicion, y se alegraba de haberse librado de lo que consideraba tonterias de sus companeras. Durante la visita a sus padres, casi habia olvidado lo aburrida que podia ser la vida en la Residencia. Dondequiera que volvie se la cara, se encontraba con alguna forma de autoridad, y para una joven acostumbrada a hacer su voluntad en todo, el reglamento de la Residencia podia ser, ciertamente, muy irritable.
Sonrio en su fuero interno mientras bajaba por uno de los senderos empedrados del jardin, deteniendose para cortar una flor tardia de uno de los bien cuidados arbustos. En verdad, tenia que confesarse que otros factores habian influido en su rapido cambio de actitud en lo tocante a la Hermandad. Tarod le habia hecho ver horizontes que se extendian mucho mas lejos de lo que anteriormente habia imaginado; ahora, la Hermandad, que habia sido su ambicion suprema, parecia un palido sustituto, comparada con lo que habia visto del Circulo y sus costumbres.
Introdujo una mano en la bolsa colgada de su cinto y, por quincuagesima vez, acaricio la insignia de oro que conservaba en ella. Recordaba con satisfaccion la reaccion de su padre a la prenda de su noviazgo; habia sido su triunfo final sobre cualquier desaprobacion o duda que hubiese podido existir todavia, y desde que habia mostrado orgullosamente la insignia, solo habia oido alabanzas del Adepto de alto grado que iba a honrar a su clan con su apellido, y suplicas apremiantes de que le diese la bienvenida en su casa a la primera oportunidad posible.
Lo unico que la desconcertaba un poco era que Tarod no habia cumplido todavia su promesa de venir a buscarla. Esto habia motivado en parte su subita decision de regresar a la Tierra Alta del Oeste; la insistencia de sus padres se estaba haciendo engorrosa, y habia deseado la relativa soledad de la Residencia en su valle aislado. Seguia estando segura de que el vendria en cuanto pudiese, pero no estaria mal que, cuando llegase a la casa de su padre, se encontrase con que ella se habia ido. Una promesa, pensaba Sashka, era una promesa; si los asuntos del Circulo le habian retenido en la Peninsula de la Estrella mas tiempo del previsto, tendria que aprender que lo que necesitaba ella tenia preferencia sobre todo lo que pudiese exigirle el Castillo.
Sin embargo, no habia tardado en darse cuenta de que estaba tan inquieta en la Residencia como lo habia estado en la casa de sus padres. Y su inquietud mental no era en modo alguno remediada por la curiosidad de sus companeras Novicias, que no paraban de hacerle preguntas banales sobre el Adepto a quien se habia prometido, ni por la tacita pero inconfundible desaprobacion de la Hermana Superiora, la Senora Kael Amion.
Sashka recordaba con cierto malestar la conversacion sostenida en el despacho de la Senora Kael. Esta la habia felicitado, pensando sin duda que no podia hacer otra cosa, pero su actitud habia sido distante, casi fria. Sashka se habia atrevido a preguntarle sin ambages si desaprobaba su noviazgo y la Senora Kael habia estado a punto de perder los estribos, cosa muy rara en una persona normalmente estoica.
—La conveniencia o no de tu matrimonio, Sashka, es de incumbencia de tu clan —habia respondido secamente—. Lo unico que puedo decir es que, como Novicia de esta Hermandad, tendrias que haber aprendido una prudencia y un buen criterio que les son negados a mujeres menos afortunadas. Espero que los emplees para tu bien.
Sashka habia reflexionado sobre las palabras de la anciana Supe-riora durante unos dias, antes de decidir que era la envidia la que habia dictado su consejo. La Senora Kael no se habia casado nunca y las jovenes se preguntaban sobre las desilusiones que habria sufrido en su juventud. A Sashka le divertia pensar que, si Kael hubiese sido cincuenta anos mas joven, probablemente le habria echado el anzuelo a Tarod.
—?Saska! —le grito una voz ahogada desde cierta distancia, y Sashka se detuvo y se volvio.
Vetke Ansyllin, su mas intima amiga y companera de estudios en la Residencia, avanzaba resoplando en su direccion, agobiada por las largas faldas y por su exceso de peso. Tenia la cara enrojecida y parecia muy agitada.
Sashka, despiadadamente, no trato de aliviar el sofoco de Vetke yendo a su encuentro. Se quedo simplemente donde estaba, deshojando la flor que habia cortado, hasta que la rolliza muchacha se detuvo jadeando junto a ella.
— Sashka, las Novicias te han estado buscando por todas partes. La Senora quiere que vayas a su despacho, ?inmediatamente!
—?La Senora...?
Sashka fruncio el ceno. ?Que podia querer de ella la Senora Kael?
—?Oh, Sashka, espero que no sean malas noticias!
Vetke estaba enloquecida de curiosidad. Sashka, inquieta, la aparto a un lado.
—Buenas o malas, pronto lo sabras, dada la rapidez con que circulan los chismes en este lugar...
Echo a andar por el camino. Vetke la siguio. Pero las largas zancadas de Sashka la dejaron pronto atras, y cuando esta llego al pasillo vacio de la Residencia, corrio hasta llegar a la puerta de la Superiora. Su llamada fue contestada inmediatamente. Entro y encontro a Kael Amion sentada a su mesa, palido el semblante. Tenia en la mano una carta desplegada y, antes de que la dejase sobre la mesa, Sashka creyo ver el sello del Sumo Iniciado en el dorso.
— ?Me has enviado a buscar, Senora?
A pesar de su reconocido desden por la autoridad, Sashka observaba automaticamente las normas de