que haber enviado su carta la misma noche de la sesion en el Salon de Marmol.

— ?Decia algo mas? — pregunto.

—Solamente que... el Sumo Iniciado pedia a la Senora Kael que me avisase del peligro...

—Si —dijo reflexivamente Tarod—, me imagino que diria esto...

Los hombros de Sashka subieron y bajaron al compas de sus sollozos.

—Tarod, la Senora me dijo que nuestra boda no puede celebrarse, que si me casara contigo, ambos lo perderiamos todo y nos convertiriamos en proscritos. Por favor.. , por favor, ?dime que no es verdad!

El no podia mentirle. Habria sido muy facil, viendo su cara suplicante, asegurarle que todo acabaria bien, marcharse ahora con ella y llevarla consigo al exilio... , pero no podia hacerlo. Ella merecia mas que nadie que le dijese la verdad.

—Sashka, tengo que contarte toda la historia. —La solto suavemente y fue en busca de una silla. Tenia que sentarse; su cuerpo agotado no podia aguantar mas—. He cabalgado desde la Peninsula sin detenerme; pero, antes de descansar, debo contartelo todo. —Miro hacia la puerta—. ?Estamos seguros aqui?

— Mas seguros que en cualquier otra parte... Las habitaciones de las Novicias son sagradas.

—Entonces, escucha. Despues de que saliera la carta, ocurrieron mas cosas... La noche siguiente mate a un hombre...

— ?Tu..! ?Oh, no! ?No puedo creerlo!

Tienes que creerlo, ?porque es verdad!

Deliberadamente, habia hecho esta revelacion en un tono frio y duro, sabiendo que todo disimulo habria sido mas perjudicial que beneficioso. Ahora, al ver que ella le miraba fijamente, relato todo lo sucedido hasta sus ultimos y mas dolorosos detalles, sin emocion y sin cruzar su mirada con la de ella. Tenia la impresion de que se estaba desnudando enteramente en su presencia, pero era la unica manera: ocultarle cualquier cosa habria sido una terrible injusticia. Solamente podia confiar en su propia creencia de que ella le seria fiel.

Asi le expuso toda la historia, y ella guardo silencio, un silencio que se le hizo insoportable.

—Y ahora —dijo Tarod— han puesto precio a mi cabeza, Sashka. Soy peor que un proscrito..., soy un hombre condenado a muerte.

—?Oh, Tarod...!

Estrujandose desesperadamente las manos, se volvio y se dirigio a la ventana. Pregunto, temblandole la voz:

— ?Que vas a hacer?

—No lo se... Eso depende de ti.

— ?De mi... ?

—Sashka, ?tu eres la unica que se que no me traicionaria! Tienes mi vida en tus manos. Puedo vivir... , puedo ir hasta el lejano sur y empezar de nuevo; como saben los dioses, es facil crearse una nueva identidad. Es un trabajo baladi para cualquier Adepto. Pero, sin ti, no tendria nada para lo que vivir. La Senora Kael tiene razon: lo perderias todo: tu clan, tus amigos, tu posicion... Pero estariamos juntos. ?No es esto lo unico que importa?

Ella respiro profundamente durante lo que parecio un rato muy largo. Despues dijo, muy despacio:

—Si..., es lo unico que importa, amor mio.

Tarod tuvo ganas de llorar, por el alivio que sentia. La miro, vuelta de espaldas a el, y aunque le dolia mirarla, aceptaba de buen grado ese dolor. Se levanto.

— Entonces...

—No —dijo ella. Se volvio, se acerco a el y apoyo las manos en sus brazos—. Nada, hasta que hayas descansado. Me has dicho que has cabalgado sin parar... ?Desde cuando no has comido?

No lo habia hecho desde la muerte de Themila... Hizo un ademan negativo.

—Esto no tiene importancia.

— ?Si que tiene importancia! A juzgar por tu aspecto, creo que no podrias sostenerte sobre un caballo, y menos cabalgar en el. Tienes que esperar aqui. Ire a buscar comida; despues, dormiras, y mas tarde, nos marcharemos rapido y en silencio, antes de que nadie sospeche nada. —Senalo hacia la ventana —. Ha dejado de llover. Si el cielo se despeja, sera peligroso salir antes de que se ponga la segunda luna.

El vacilo. Teniendo la libertad tan cerca, se resistia a demorar su fuga por cualquier razon; pero su propio cuerpo le decia que Sashka tenia razon. Estaba derrengado, demasiado agotado para pensar en algo que no fuese el mas inmediato presente; necesitaba recobrar sus fuerzas, para ser capaz de cualquier cosa...

—Saska...

Su incertidumbre se reflejo en su voz, y ella se inclino para besarle dulcemente. Sus labios se demoraron en los de el, despertando ie-cuerdos de los dias que habian pasado juntos en el Castillo.

—No temas, amor mio —murmuro—. Todo ira bien. Confia en

mi...

El cerro los ojos y asintio con la cabeza, demasiado fatigado para responder. Ella le aliso los cabellos con la mano y dijo: — Espera aqui. Ire a buscar comida, y despues podras dormir.

Se dirigio a hurtadillas a la puerta, la abrio y observo al pasillo, que estaba desierto. Mirando hacia atras vio que Tarod estaba ya dando cabezadas, y salio al corredor. En cuanto se hubo cerrado la puerta a su espalda, se apoyo en la pared, cerro con fuerza los ojos e hizo la senal de Aeoris sobre el pecho. Su corazon palpitaba de nuevo, con una mezcla de espanto por las revelaciones de Tarod y de alivio por haber huido de la habitacion. No lo habia creido; habia fingido aceptar lo que le decia la Senora, pero rebelandose en secreto contra la noticia; pero ahora, sus ideas y sus sentimientos habian sufrido un cambio violento.

La amargura y el desencanto la embargaban. Habia tenido tantas esperanzas, tantos suenos... y de repente, en una noche aciaga, todo habia sido destruido. Un hombre condenado a muerte..., un Adepto de septimo grado con la cabeza puesta a precio, acusado de contubernio con el Caos... No pretendia comprender la mitad de las implicaciones de todo esto, pues le resultaba irritante; pero las consecuencias es taban bastante claras. Y el queria que se marchasen juntos esta noche, que se fugasen, para enfrentarse con un futuro que nada podia ofrecerles...

Habia sido una tonta. Hubiese debido darse cuenta desde el principio de que no habia humo sin fuego y, en vez de especular y preocuparse e inquietarse por la injusticia hecha a Tarod, hubiese debido pensar mas en la que se le hacia a ella. Pero ahora su camino estaba claro. Y el tono de la carta del Sumo Iniciado, el mensaje que le habia impartido personalmente, le daba nuevas esperanzas...

Agotado como estaba, el sueno de Tarod estaba poblado de pesadillas que no le permitian un verdadero descanso. Se desperto a medias varias veces, consciente de la habitacion extrana y desconcertado por ella, para sumirse de nuevo en un sueno agitado e insatisfactorio.

En la cuarta de estas ocasiones, algo mas que las pesadillas le saco de su inquieto estado. Apenas podia abrir los parpados y, cuando lo hizo, la habitacion le parecio brumosa y confusa, y alguien se estaba moviendo hacia el...

Tarod pestaneo, tratando de ver con mas claridad. Eran varias figuras vestidas de blanco, y Sashka las precedia...

Trato de hablarle, pero confundio la realidad con el sueno y solo pronuncio mentalmente las palabras. Ella se planto delante de el; llevaba algo en la mano; le parecio que era un baston... La intuicion acabo de despertarle, pero no a tiempo. Solo pudo ver un instante la furiosa, medio aterrorizada y medio vengativa cara de Sashka, antes de que el garrote golpease su craneo y un dolor increible sumiese su conciencia en el olvido.

La Senora Kael Amion, apoyandose pesadamente en el brazo de la rolliza Maestra de Novicias, se abrio paso entre el grupo de mujeres que, murmurando y con los ojos muy abiertos, se apretujaban en el umbral y contemplaban la figura inmovil del hombre derrumbado en el sillon de Sashka. Una mancha amoratada habia aparecido ya en su frente, en el sitio donde habia sido alcanzado por el garrote, y Tarod, empapado, desgrenado y desmayado como estaba, parecia incapaz de cualquier atrocidad. De momento, Kael volvio a verle como el nino flaco y herido de anos atras; pero entonces recordo el contenido de la carta de Keridil, asi como sus propias premoniciones, y endurecio su corazon.

—Has hecho bien, hija mia. —Se volvio dificultosamente para mirar a Sashka—. Has tenido que tomar una terrible decision; pero era lo unico que podias hacer.

— Gracias, Senora.

Sashka esquivo la mirada de Kael. Tenia el semblante enrojecido y su voz temblaba con una colera que apenas trataba de disimular y que no habia menguado desde el momento en que habia irrumpido en el refectorio y

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