—La has llamado Cyllan...
—Y ella me ha respondido. Creo que, si mi cristal no me engana, su nombre completo es Cyllan Anassan.
Fanal lanzo un debil grito sobresaltado y Liss abrio mucho los
ojos.
—Jennat, no querras decir...
—?Y sus cabellos! —la interrumpio Jennat, senalando los—. ?Son tan castanos como los mios! Es rubia, tan rubia que es casi albina. Y mi cristal me mostro una gema que guarda oculta, una verdadera joya. Registradla, Hermanas, ?y creo que encontrareis la piedra que esta buscando el Circulo!
La impresion hizo que Cyllan echase raices en el sitio donde estaba, pero de pronto se dio cuenta de que estaba perdida. No podia desmentir las acusaciones de Jennat; su unica esperanza estaba en la huida.
Dio un frenetico salto para subir a su poney, pero mientras se deslizaba a horcajadas sobre su lomo, Jennat corrio hacia ella y la agarro de un brazo. Cyllan la sacudio violentamente, el poney salto hacia delante y ella, perdiendo el equilibrio, sintio que resbalaba de la silla. Cayo al suelo con un ruido sordo, los cascos del poney no le dieron por un pelo en el craneo al retroceder espantado el animal, y la caida le corto la respiracion. Antes de que pudiese levantarse, tres de las Hermanas se arrodillaron a su lado y la sujetaron.
—?Que no se mueva! —grito Jennat con voz ahogada, esquivando los golpes que daba Cyllan con el brazo—. Pronto sabremos la verdad.
—?Alto! —grito la Hermana Liss, consternada—. ?Esto es indecoroso, Jennat! Eres una Hermana de Aeoris, ?no una moza pendenciera de taberna! ?Levantate en seguida!
Jennat no le presto atencion, habia introducido una mano debajo de la camisa de Cyllan, rasgando la tela, y cerro los dedos sobre la piedra-alma. Cyllan se debatia como un gato salvaje, pero no podia soltarse, y Jennat se puso triunfalmente en pie.
—?Hermana Liss!
Una radiacion fria y blanca broto de la palma de Jennat cuando abrio la mano para mostrar la joya, la otra mujer se estremecio e hizo rapidamente la Senal de Aeoris.
— ?Que los dioses nos amparen!
Las Hermanas que no sujetaban a Cyllan contra el suelo acudieron, lanzando exclamaciones. Una de ellas alargo una mano como para tocar la piedra, pero la retiro rapidamente. Liss se volvio para mirar a la muchacha que yacia sobre la hierba, y el mudo desafio que vio en los ojos de Cyllan desterro sus ultimas dudas.
—Conque hemos estado todo el tiempo amparando a una serpiente —dijo, con voz insegura—. ?Que los dioses nos ayuden! Apenas puedo creerlo... —Entonces contrajo los labios en una dura linea—. Esconde esa joya, Jennat. Es una cosa maligna, y no debemos arriesgarnos a que nos contagie. Envuelvela en un pano. No tiene que volver a ver la luz del dia hasta que la pongamos en manos del Sumo Iniciado.
Jennat miro la piedra y se paso la lengua por los labios, inquieta.
—?Y la muchacha? ?Que vamos a hacer con ella?
—?Pobre nina! —Liss siguio mirando gravemente a Cyllan—. ?Como puede una mujer tan joven estar tan corrompida...?
—?Vamos a llevarla a la ciudad mas proxima para que la juzguen? —pregunto Fanal.
—No; esto no es competencia de los ancianos locales, ni siquiera del Margrave de la provincia. Debe ser entregada en el Castillo de la Peninsula de la Estrella, para que la juzgue el propio Circulo. —Su mirada se fijo un momento mas en Cyllan, y despues sacudio la cabeza y se volvio, diciendo—: Y pensar que ha podido enganarnos de esa manera.
—Incluso el Sumo Iniciado se dejo enganar por estos endemoniados —le recordo solemnemente Fanal—. No debemos reprocharnos nada, Hermana.
—No. No, tal vez tienes razon. Aunque, ahora que lo pienso, de no haber sido por la Hermana Jennat..., bueno, dejemos esto. Debemos prestar nuestra atencion a lo practico. Necesitaremos una escolta armada que nos conduzca a la Peninsula de la Estrella, y si hubiese algunos Adeptos visitando la provincia que pudiesen ayudarnos, me sentiria mucho mas tranquila para el viaje. —Recogio la engorrosa falda de su habito—. Atad a la muchacha, Hermanas, y sujetadla bien sobre la silla del poney. Descansaremos esta noche en la poblacion mas proxima y manana nos dirigiremos hacia el norte.
CAPITULO 6
Keridil Toln observo el halcon que partia hasta que no fue mas que un punto diminuto en el cielo, indistinguible entre los jirones de nubes que salpicaban el azul. Si podia confiar en los calculos del halconero Faramor, y la experiencia le decia que podia hacerlo, el mensaje vital llegaria a su primer destino en menos de dos dias, y seria entregado en el segundo el dia despues.
Dio las gracias a Faramor, pero atajo toda ulterior con versacion; ahora tenia demasiado en que pensar para perder el tiempo en chanzas. Subio rapidamente la escalinata de la entrada del Castillo y cruzo la puerta, estremeciendose involuntariamente al sentir el vivo contraste entre el calor del interior y el frio de la manana. Despues se dirigio a sus habitaciones.
El estudio estaba vacio, pero pudo oir que alguien se movia en los aposentos privados contiguos. Keridil se detuvo un instante para calentarse las manos en el hogar y, despues, abrio la puerta de sus habitaciones, pensando que encontraria a Sashka esperandole. Pero, en vez de ella, vio a Gyneth Linto, el viejo mayordomo que habia estado antes al servicio de su padre. Gyneth estaba inclinado sobre un arcon en el rincon mas lejano de la estancia, y al entrar Keridil, se irguio e hizo una profunda reverencia.
—?Ha partido el halcon sin novedad, Senor?
—Si.
Keridil cruzo la habitacion y contemplo con cierto disgusto los articulos que el viejo estaba sacando del arca. Una capa larga con grandes bordados en hilo de oro... , un broche de oro macizo con su sello..., una diadema de oro..., el cetro de Sumo Iniciado...
—La diadema esta un poco deslustrada, Senor —dijo Gyneth, acercandosela para que la inspeccionase—. Pero nada que no pueda arreglarse puliendola un poco.
—Esta bien. —Keridil desdeno la diadema con un ademan, no queriendo pensar en los atributos de su cargo hasta que las circunstancias le obligaran a ello—. Quiero viajar ligero, Gyneth —anadio—.
Sin mucho equipaje, ni muchos acompanantes. El tiempo es esencial en este viaje.
Las palabras brotaron de su boca mas secamente de lo que habia pretendido y el viejo le miro unos momentos antes de responder placidamente:
—Desde luego, Senor. —Volvio a colocar cuidadosamente la diadema sobre la capa plegada y despues, con un discreto tono de timidez, anadio—: ?Algun contratiempo, Senor? ?Puedo atreverme a decir que pareces turbado?
La astucia y la experiencia habian dado a Gyneth una percepcion mas exacta que la de cualquier vidente, y Keridil suspiro.
—Nada importante. Pero observar el vuelo de aquel pajaro, sabiendo que ya no habia manera de volver atras... me hizo dudar de mi propio juicio. Ojala hubiesen querido los dioses que mi padre estuviese aun con vida.
Gyneth fruncio los labios. Raras veces se atrevia a dar una opinion sobre materias del Circulo, pero le entristecia ver a su senor tan inquieto.
—El antiguo Sumo Iniciado era un hombre muy sabio, Senor. En todos los anos que le servi, nunca le vi tomar una decision precipitada o imprudente. —Su mirada se fijo en la de Keridil—. Creo que, de haberse hallado en tu lugar, habria actuado exactamente como tu.
Keridil sonrio debilmente.
—Gracias, Gyneth. Aprecio tu fidelidad, tanto si tienes razon como si no la tienes. —Se restrego las todavia frias manos y dio a su voz una vivacidad que no sentia—. Sin duda podriamos discutir sobre esto durante todo el dia, pero no puedo permitirmelo. Lo hecho, hecho esta, y debemos pensar en el futuro. —Miro a su alrededor—.