—?Crees que me falta valor para enfrentarme con el peligro?
—No... no, ?claro que no! Pero...
— Crees que puedo estar esperando aqui, sin saber donde estas ni cual es tu suerte? ?Que haria yo durante tu ausencia?
—Tu padre va a regresar a Han. Vete con el, amor mio. Estaras mas segura en tu casa.
—Ahora, mi casa es el Castillo. Si me fuese a Han, me volveria loca con la espera y la inquietud —arguyo Sashka.
Entrelazo los dedos en los de el, consciente de que el empezaba a flaquear. Sabia que la queria con el, y estaba resuelta a acallar sus protestas. Keridil estaba a punto de embarcarse en la empresa mas trascendental que acometiese un Sumo Iniciado y, cuando la hubiese terminado, seria famoso en toda la Historia como salvador de su pueblo: el hombre que habia salvado al mundo de la amenaza del Caos. Ninguna fuerza en la Tierra podria impedir que estuviese a su lado cuando se realizase la hazana.
—Escuchame, Keridil —dijo, en tono suave pero persuasivo—, no podria soportar separarme de ti, no ahora, no cuando llevas esta carga sobre tus hombros. —Sus dedos trazaron una delicada linea alrededor de su barbilla, y vio, con satisfaccion, la sonrisa vacilante con que el le respondia—. Una vez, cuando estaba tan desesperada despues de... , bueno, despues de los sucesos con que se inicio este desgraciado asunto, me diste tu fuerza y tu amor, cuando yo pensaba que la vida no valia la pena de ser vivida. Y nunca, hasta este momento, he podido pagarte la deuda que contraje contigo.
Keridil sacudio la cabeza, aunque todavia estaba sonriendo.
—Te me diste tu misma, amor mio. No podias hacerme un honor mas grande.
—Pero no es bastante, no al menos para mi. —Sashka estaba satisfecha de su estratagema, que por lo visto daba resultado—. Ahora quiero demostrarte que, si tu me ayudaste cuando tan desesperadamente lo necesitaba, puedo, a cambio de ello, ser para ti un firme puntal. Por favor, Keridil... No temo lo que pueda pasar. Solo temo que pueda ocurrirte algun mal, y quiero estar a tu lado para impedirlo.
Keridil recordo el dia en que Tarod fue traido al Castillo, cautivo, drogado e insensible. Sashka habia estado prometida en matrimonio con el, y ademas habia mostrado, creia Keridil, un enorme valor al superar su dolor y su desesperacion ante las revelaciones sobre el. Estaba desconsolada, y el trato de consolarla al enfrentarse con la triste verdad. La habia hecho reir.. , un pequeno principio, pero de buen aguero... , y poco a poco, ella habia olvidado su afliccion y su amor habia florecido...
El queria que estuviese a su lado. Su presencia le daria fuerza, como habia dicho ella, y mantendria a raya las dudas y el miedo. Y si tan resuelta estaba a acompanarle, ya no tenia mas argumentos para disuadirla.
Y dijo:
—Sashka..., si estas segura...
La expresion de ella se deshizo en una deslumbrante sonrisa, y le rodeo el cuello con los brazos.
—?Muy segura! ?Claro que estoy segura! —Le solto con una expresion de alivio y de triunfo en el semblante, y su sonrisa se troco en otra de profunda preocupacion—. Deberias descansar un poco mas — dijo, solicita—. Si vamos a partir manana al amanecer, necesitaras de todas tus fuerzas.
—No tengo tiempo. Gyneth volvera pronto y...
— ?No te preocupes de Gyneth! Si encuentra cerrada la puerta, te dejara en paz. —Se levanto, cruzo graciosamente la estancia y el oyo que corria un cerrojo—. Ya esta. Ahora nadie vendra a molestarnos. —Volvio a la cama y se tumbo en ella, rodeando calida y posesivamente a Keridil con sus brazos—. Estamos juntos, y seguiremos juntos de ahora en adelante. —Su voz era suave y persuasiva—. Eso es lo unico que importa.
El gran caballo bayo marchaba en un facil medio galope, levantando remolinos de polvo en el camino. Desde que se habia separado de la caravana de madereros, en la orilla del bosque que se extendia junto a la frontera entre Han y Wishet, Tarod mantuvo una buena velocidad cabalgando hacia el sur y cruzaba ahora los llanos cultivables de Perspectiva. El tiempo era casi perfecto, con un cielo alto y brillante y un viento vivo y seco que soplaba del este, pero el franco optimismo de los elementos ofrecia un obsceno contraste con las cosas que habia presenciado en el camino.
El miedo que habia sentido Tarod, de que la supersticion que se extendia sobre la Tierra despues del aviso del Circulo acabaria estallando y alcanzaria proporciones inconcebibles, habia resultado plenamente justificado. La locura se apoderaba del campo, convirtiendo a vecinos hasta ahora justos y serenos en aterrorizados vengadores de males imaginarios. Tres hombres habian sido ahorcados en la ultima poblacion que habia cruzado, no sabia Tarod por que delito; se habia detenido para contemplar, horrorizado, los cadaveres que oscilaban, rigidos y grotescos, colgados de la horca, como advertencia a todos los demas, y habia visto signos contra el mal de ojo dibujados sobre sus sombras en el suelo. Siguiendo su camino, habia oido contar que unos mercaderes cayeron en una emboscada y fueron asesinados en la orilla del bosque; se decia que demonios alados se materializaron en el aire llevandose a las victimas que aun podian gritar, mientras espiritus necrofagos se daban un banquete con los muertos. Plantios de los que se sospechaba que albergaban seres infernales que salian de los campos por la noche eran quemados por sus aterrorizados duenos, sin pensar en el hambre a que condenaban a sus familias; tres veces habia visto ya una lejana columna de humo que anunciaba que los medios de vida de un agricultor se habian convertido en cenizas. Y no hacia media hora que habia pasado junto a un carro de mercado quemado, con el caballo yaciendo degollado entre las varas, mientras otras formas ennegrecidas, por fortuna indistinguibles, estaban medio ocultas bajo las ruedas rotas. Tambien aqui habia signos contra el mal de ojo en el camino, pintados al parecer con la sangre del caballo... No investigo mas.
Reprimio estas ideas, haciendo un gran esfuerzo. Fresco en la mente el horror de todo lo que habia visto, seria facil sucumbir a la duda, y esta duda serviria a los fines de Yandros. Pero, de no haber sido por las maquinaciones del Senor del Caos, el mundo estaria todavia en paz; tenia que mantener firme su confianza en los dioses del Orden, aferrarse a su propia resolucion y no permitir que la incertidumbre hiciese presa en el. En cuanto encontrase a Cyllan y recobrase su piedra-alma, trataria de poner fin a esa locura...
Estimulado por esta idea, espoleo su montura, satisfecho de sentir debajo de el la espontanea respuesta de los poderosos musculos del animal. El camino estaba tranquilo (nadie viajaba ahora, a menos que fuese indispensable) y asi, cuando vio delante de el una delatora nube de polvo que se elevaba contra el telon de fondo de los campos, puso su caballo al trote corto, haciendo visera con la mano para resguardar los ojos de la luz del sol y ver de que se trataba.
La nube de polvo se fue acercando y al fin Tarod pudo ver las siluetas de varios jinetes. Hubo un brillo de luz sobre metal y presumio que los recien llegados seran milicianos de alguna poblacion proxima. Sin duda le detendrian, y esto significaria un retraso para el; pero la insignia de Iniciado le mantendria en buena posicion, como hasta ahora.
Su prevision resulto acertada y, al cabo de unos minutos, el jefe del grupo le dio el alto. Le rodearon ocho hombres nerviosos, recelosos, inexpertos, algunos poco mas que adolescentes.
—Declara tu nombre, senor, y el objeto de tu viaje.
El jefe, indudablemente elegido como tal por ser el mayor en edad, grito la orden, pero sin verdadera conviccion. Tarod cruzo su mirada con la del hombre, ejercitando un poco su fuerza de voluntad, y el jefe vio un forastero de cabellos castanos y ojos grises y sin nada notable en su aspecto; una cara que mas tarde no recordaria. Tarod sonrio debilmente y desplego su capa de modo que la insignia de oro brillase a la luz del sol.
—Asuntos del Circulo —dijo vivamente—. Confio en que esto no me hara sospechoso, capitan.
Halagado por el tratamiento, pero todavia contrariado por su error, el hombre se sonrojo.
—No, senor... , ?claro que no! Lo siento, senor, pero es que acabamos de recibir la orden, del propio Margrave, ?sabes?, de dar el alto a todos los desconocidos que transiten por este camino y... bueno, comprobar si son realmente lo que parecen, senor, si es que me entiendes.
—Tu Margrave hace bien en tomar estas precauciones —dijo Tarod—. Y ahora dime, ?que noticias hay en Perspectiva? Vengo cabalgando del norte y, en los tres ultimos dias, no he oido ningun relato que sea digno de confianza.