El Margrave sacudio la cabeza.

—No, se ha negado a hablar desde que fue aprehendida. Permanece sentada y mira airadamente a cuantos se le acercan. —Se estremecio delicadamente—. No es una mirada que desease yo ver demasiado a menudo. Si la mitad de lo que se cuenta de ella es verdad, prefiero no pensar en lo que seria capaz de hacer. —Hizo una pausa— Pero estoy divagando; tendre tiempo mas tarde de explicarte el resto, y he olvidado ya la cortesia mas elemental. Debes tener la boca seca despues de tanto cabalgar, especialmente cuando abunda el polvo en el camino. Permite que al menos te ofrezca una copa de vino.

Era dificil rehusar el ofrecimiento, y si mostraba demasiado interes en ver a la prisionera, el anciano podria sospechar de sus motivos. Forzo una sonrisa.

—Lo apreciare mucho, Margrave; gracias.

Seguido a cortes distancia por su pequeno sequito, el Margrave condujo a Tarod a lo largo de los frescos pasillos del palacio de justicia hasta una antesala dispuesta para recibir a invitados importantes. Tarod tuvo que dominar su inquieta impaciencia cuando el anciano ordeno a un criado que trajese, no solamente vino, sino tambien comi da, y se esforzo en comer unos manjares exquisitos que su estomago no le pedia, mientras el Margrave se extendia contando las circunstancias de la detencion de su prisionera. Las Hermanas, dijo, habian intentado dirigirse al norte y llevar a su cautiva a la Peninsula de la Estrella, pero en cuanto tuvo el noticia de ello, insistio en que la empresa era demasiado peligrosa. Era mucho mas seguro comunicarlo al Circulo, para que este pudiese enviar una escolta de confianza; pero el mensaje habia sido enviado por medio de una de las nuevas aves correo aquella misma manana, y de ahi el asombro del Margrave de ver llegar tan pronto a un Adepto a la ciudad. Tarod escucho cortesmente el torrente de palabras, asintiendo ocasionalmente con la cabeza o murmurando su aprobacion, pero en el fondo, se sentia incapaz de aguantar mas. Si la muchacha capturada era Cyllan, cosa, se recordo, que aun estaba por ver, el tiempo apremiaba; el ave mensajera entregaria la carta del Margrave en el Castillo al dia siguiente a lo mas tarde, y Keridil no perderia un momento en actuar en consecuencia. Tenia que interrumpir la palabreria del Margrave sin manifestar su intencion.

De pronto se dio cuenta de que el anciano le habia hecho una pregunta que, sumido en sus propios pensamientos, no habia comprendido. Levanto rapidamente la cabeza.

—Perdon, ?que has dicho?

—Te he preguntado, senor, si has visto alguna vez a esa muchacha. Tengo entendido que estuvo presa algun tiempo en el Castillo de la Peninsula de la Estrella.

—Si... La vi una o dos veces.

—Entonces, ?la reconocerias si la vieses de nuevo?

—Ciertamente. —Tarod aprovecho la oportunidad que, sin darse cuenta, le ofrecia el Margrave—. En realidad, senor, creo que seria conveniente que la viese sin perdida de tiempo.

El Margrave parecio vacilar.

—No deseo importunarte, Adepto. Debes de estar cansado...

—Me siento mucho mejor, gracias a tu hospitalidad.

—Bueno... , si asi lo deseas, podras hacerlo.

El Margrave se levanto, rigidamente, y le condujo fuera de la antesala y, a lo largo de mas corredores, a la parte de atras del edificio. Mientras caminaban, Tarod le pregunto de pronto:

—Margrave, ?que ha sido de la joya que llevaba la muchacha? Confio en que estara a buen recaudo.

—Asi es. La Hermana Liss Kaya Trevire la tiene en su poder y tengo entendido que ha tomado precauciones contra su influencia.

—Muy prudente de su parte. ?Y donde esta ahora la Hermana Liss?

—Ella y sus companeras se alojan aqui, en el palacio de justicia. —El Margrave parecio afligido—. No es un lugar adecuado para unas Hermanas de Aeoris, pero ellas insistieron en estar cerca de la prisionera.

Tarod asintio con la cabeza y no hizo comentarios. Habian llegado a una puerta atrancada, por debajo de la cual se filtraba la luz del dia. Un hombre montaba guardia y, a un ademan del Margrave, se apresuro a levantar la barra y abrir la puerta.

Salieron a un pequeno patio amurallado, lleno de luz de sol. Un arbol florido en un rincon habia tendido una alfombra de petalos blancos sobre las losas y sobre una tosca jaula de madera emplazada cerca de el. Algo se movia dentro de la jaula, pero la vista de Tarod estaba bloqueada por dos personas de habito blanco que se hallaban de pie delante de la jaula y parecian introducir algo entre los barrotes. Las dos Hermanas de Aeoris se volvieron al oir chirriar la puerta y, al reconocer al Margrave, se irguieron y se volvieron hacia el.

—Hermanas...

El Margrave se adelanto, pero Tarod se quedo atras, incapaz de mirar mas de cerca la jaula. El viejo estaba explicando las circunstancias de la llegada del Adepto, y al fin se volvio a Tarod y dijo:

—Adepto, permite que te presente a la Hermana Liss Kaya Trevire y a la Hermana-Vidente Jennat Brynd.

Ambas mujeres se inclinaron en una reverencia que solia emplearse en los contactos de la Hermandad con el Circulo, y Tarod miro primero a Liss, rubia y entrada en anos, y despues a la mas joven y morena, Jennat. Supo instantaneamente que la vidente era habil; a diferencia de muchas de su clase que eran promovidas por la Hermandad por razones politicas mas que espirituales, esta tenia verdadero talento. Tendria que andarse con cuidado...

—Hermanas. —Saludo sucesivamente a las dos—. El Margrave me ha dicho que habeis aprehendido a uno de nuestros fugitivos. Si es verdad, el Circulo habra contraido una importante deuda con vosotras.

Jennat le estaba observando atentamente y Tarod detecto un des a-fio en sus ojos; pero fue la Hermana Liss quien hablo.

—Creo que puede haber muy pocas dudas sobre la identidad de la joven, Adepto.

Tarod no podia demorar mas el temido momento. Se volvio y miro directamente la jaula de madera, y una mano parecio cerrarse sobre su corazon y sus pulmones, estrujandolos hasta cortarle la respiracion.

Ella estaba sucia, manchada de barro, y en sus cabellos se advertia una chocante mezcla de rubio y castano cobrizo; pero la cara menuda y contraida y los grandes ojos ambarinos le eran tan dolorosamente familiares que el reconocimiento fue como un golpe fisico. Sus miradas se encontraron, se entrelazaron y ella se llevo una mano a la boca con incredulidad, y despues se tapo la cara y el oyo su respiracion jadeante y profunda.

Parecia casi exactamente igual como cuando habia cruzado la barrera del tiempo para llegar, mojada y agotada, al Castillo, y punzantes recuerdos se agolparon en la mente de Tarod. Con ellos surgio la primera oleada de colera al ver lo que estaba sufriendo Cyllan y comprendio que, a menos que pudiese dominarla por entero, la ira podria ser mas poderosa que el. Sin embargo, la contuvo y se dio cuenta de que el Margrave y las dos Hermanas le estaban observando.

—?Y bien, Adepto? —El Margrave se paso la lengua por los labios, vacilando—. ?Es esta la muchacha que esta buscando el Circulo?

No podia negarlo. Las Hermanas habian demostrado la identidad de Cyllan sin la menor sombra de duda y estaban esperando solamente su confirmacion. Poco a poco, Tarod se acerco a la jaula y en el mismo instante, Cyllan aparto las manos de su cara. Ocultando su gesto al Margrave y a las Hermanas, hizo con la mano izquierda una pequena senal de advertencia, esperando que ella la comprendiese.

—Si —dijo, con voz serena—. Esta es la muchacha.

Cuando el pequeno grupo se alejo de su prision, Cyllan siguio con la mirada a Tarod, con un ansia y un afan que la hicieron temblar irremisiblemente. Desde que empezara la pesadilla de su captura, habia pensado solamente en el, atormentandose con visiones de un futuro tan breve que habia perdido toda esperanza de volver a verle. Antes de su llegada a Ciudad de Perspectiva, habia hecho dos intentos de escapar de las Hermanas, pero en ambos habia fracasado, y aunque no era propio del caracter de Cyllan darse por vencida, se dio cuenta de que cualquier otro intento de fuga habria sido inutil. Aunque pudiese escapar, cosa muy improbable, no podia esperar recuperar la piedra del Caos y, sin ella, la causa de Tarod estaba perdida. Ella no tenia poder propio; solo podia desafiar y maldecir en silencio a las que la habian capturado mientras esperaba que la llevasen a la muerte.

Pero ahora... Se froto furiosamente los ojos, todavia medio convencida de que habia estado dormida y sonando, pero la alta figura de Tarod no oscilo ni se desvanecio. Parecia demacrado, cansado, desalinado; pero estaba vivo y habia venido a ella. De alguna manera habia enganado a las Hermanas y al Margrave y, por primera vez desde que se habia descubierto su propio engano, sintio Cyllan que renacia su esperanza. Si el pudiese encontrar la manera de...

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