hechicero, y sabia como emplear las propias armas del Senor de las Tinieblas contra el. La idea de que Cyllan, inexperta y sin proteccion, se habia enfrentado con aquel poder, le estremecio hasta la medula.
Sin saber como expresar sus sentimientos con palabras, dijo:
— ?Pero... , como pudo el llegar hasta aqui? Estaba desterrado.
Cyllan cruzo con fuerza los brazos.
—Yo le llame... , supongo que tu dirias que le rogue... y el me respondio. Es cuanto se. Aparecio en mi habitacion y... y accedio a ayudarme.
Cerro los ojos, tratando de expulsar de la memoria aquella sensacion de poder espantoso y el miedo paralizador que podia todavia engendrar.
Tarod lanzo un fuerte y largo suspiro, dominando el impulso de maldecir el mundo y todo lo que habia en el.
—Cyllan... Cyllan, ?lo que hiciste fue una locura! ?Por que a:-tuaste tan temerariamente?
Ella se volvio al fin, con los ojos brillantes.
—?Y que otra cosa podia hacer? Tu ibas a morir, y Yandros era el unico, aparte de mi, que queria que vivieses. —Una extrana y amarga sonrisa deformo su semblante—. ?Crees que Aeoris habria intervenido para salvarte la vida?
—?Odiarte? —Hizo una pausa, despues la asio y, cuando ella trato de resistirse, la estrecho con fuerza entre sus brazos—. ?Acaso no me conoces, Cyllan? —Su tono era ardiente—. Lo unico que importa, lo unico que me preocupa, es el riesgo que corriste. Conozco a Yan-dros, y se que no da absolutamente nada sin tomar en pago mas de lo que recibe. —La terrible idea que habia tratado de no expresar broto subitamente de sus labios— ?Que le prometiste a cambio de su ayuda?
Cyllan levanto la mirada y pestaneo.
—Mi lealtad.
—Lealtad...
—Fue todo lo que me pidio. —Rio en un tono extrano, entrecortado—. Dijo que ya me habia condenado a los ojos de mis propios dioses al llamarle; por consiguiente, ?que tenia que perder?
Esta generosidad no era propia de la naturaleza de Yandros. Tenia que haber tenido otro motivo y ese motivo era de mal aguero...
—El quiere que vivas, Tarod —dijo Cyllan—. Asi me lo dijo. Y parece que quiere que yo sobreviva tambien... , al menos por ahora. — Sonrio, aunque tristemente—. Le pedi que me matase, para librarte del pacto que habias hecho con el Sumo Iniciado, pero se nego. Dijo... dijo que yo podia serle util. Y asi cerramos el trato.
El le acaricio amablemente la cara y la emocion nublo sus ojos verdes.
—No se que decirte; las palabras son insuficientes. Tanto amor, tanto valor...
Ella sacudio la cabeza.
—No fui valiente. Tenia miedo de el... y todavia lo tengo. —Le miro a la cara —. ?Tengo tanto miedo de lo que pueda ocurrir si le defraudo!
La mente de el se puso en contacto con la de ella, y percibio la profundidad de aquel miedo. Entrecerro los ojos, y, durante un momento enervante, su expresion recordo demasiado a Cyllan la del Senor del Caos.
—Yandros no te hara dano —dijo suavemente Tarod—. Por mas que diga, su poder en este mundo es limitado. Le venci una vez, y puedo hacerlo de nuevo. —Su tono se endurecio—. Si te amenaza le destruire. Puedes creerlo, Cyllan.
No sabia si ella habia quedado convencida por sus palabras, y no quiso poner en tela de juicio su propia creencia en ellas, pero despues de unos momentos, menguo un poco la resistencia que habia percibido en sus musculos, aunque el cuerpo seguia dolorosamente tenso.
—?Que vamos a hacer ahora? —pregunto ella.
La decision no fue facil..., pero la bravura de Cyllan y el miedo que esta sentia ahora como resultado de lo que habia hecho, sirvieron para reforzar la resolucion de Tarod. Apreto la cara contra los cabellos de ella y dijo:
—Iremos a Shu-Nhadek, como siempre habiamos pensado hacer. Encontraremos, de algun modo, la manera de ir a la Isla Blanca...
—Pero...
—No, escuchame, amor mio. Encontraremos la manera de ir a la Isla Blanca, y alli apelaremos directamente al unico poder del mundo capaz de ayudarnos.
Cyllan le miro con terrible desaliento, pero no dijo nada.
—Solamente Aeoris puede contrarrestar el mal de la piedra del Caos —siguio diciendo Tarod—. Yandros puso pie en este mundo a traves de mi, y solamente yo puedo tomar la decision de cambiar las cosas. No soy lo bastante fuerte para luchar solo contra el. Debo entregar la piedra a los Senores Blancos... Es la unica manera.
—Pero es mas que una joya, Tarod; es tu propia alma.
—Lo se. Pero ya has visto la locura que se ha apoderado de la Tierra. Directa o indirectamente, es obra de Yandros; es como una epidemia que corroe a todos y todo, y si no la detenemos, pronto no habra remedio. Ha que hacerlo, Cyllan. Al menos encontraremos en manos de Aeoris la justicia que nos nego el Circulo.
Ella no podia discutir su razonamiento; pero tampoco podia silenciar la vocecilla que murmuraba una advertencia en lo mas recondito de su mente. Estaba cansada, demasiado cansada para pensar con coherencia, a pesar de lo que habia dicho a Tarod, y podia ver la necesidad de dormir en los ojos de el, aunque el no la advirtiese. Se echo atras, desprendiendose de los brazos de el pero sin soltar su mano, y miro por encima del hombro los oscuros y nebulosos montes.
—Vuelve al refugio conmigo. —Su voz era dulce—. Las lunas estan declinando; pronto amanecera. Deberiamos descansar mientras podamos.
El la siguio, al dirigirse ella a su escondrijo. El sueno seria una bendicion, si podia conciliario, y cuando se tumbaron en el suelo, hizo que ella se acercase mas y cubrio a los dos con su capa. Ella apoyo la cabeza en el brazo de el y Tarod penso que se habia dormido cuando su voz, en tono grave, le sorprendio.
—Tarod... Cuando esto termine..., si es que termina...
—Cuando termine, amor mio. Piensa solamente en el cuando.
Un ligero movimiento le dijo que ella asentia con la cabeza.
—Cuando esto termine.., espero que podre ver de nuevo a la Hermana Erminet. Fue tan buena, tan amable... Sin ella, te habria perdido, y creo que nunca podre pagarle esta deuda.
—Se lo que hizo. —El recuerdo de la cara de la anciana Hermana aparecio vivo y claro en la mente de Tarod, y su voz temblo al pronunciar la ultima palabra. Cyllan se volvio entre sus brazos.
— ?Que pasa?
Habria podido ocultarle la verdad, al menos por esa noche, pero le parecio que seria un insulto para Erminet, que apreciaba la sinceridad por encima de todo.
—Erminet murio —dijo sencillamente.
—?Como?
—El Circulo descubrio lo que habia hecho para ayudarnos, y fue detenida. Ella se quito la vida mientras estaba bajo vigilancia en el Castillo. —Tarod se dio cuenta de que su voz sonaba hueca, remota, indiferente; algo muy distinto de lo que sentia—. Era una herbolaria muy competente —prosiguio, impresionado por la inquietante sensacion de que hablaba en un vacio—. No debio sentir dolor, ningun sufrimiento... ?Aunque saben los dioses que eso no es un gran consuelo! —Su tono se volvio furioso y lo domino con dificultad—. No se merecia ese destino. Y su muerte es una mas a cargar en mi cuenta.
— No. En la de Keridil —dijo Cyllan, con voz debil.
El suspiro.