Pronuncio su nombre una y otra vez, como si fuese un talisman y el la llevo hacia el lugar donde unos brezos enmaranados formaban un refugio natural y las hojas caidas de los pinos simulaban una suave alfombra sobre el cesped. Se sentaron juntos en aquel lecho improvisado y al fin ella levanto la cabeza y le miro.

—Crei que nunca volveria a verte. —Sus dedos tocaron indecisos la cara de el, como si no confiase en lo que veian sus ojos—. Te estuve buscando escuchando todos los rumores, esperando... Creia que tenias que estar vivo, pero...

—Silencio. —Tarod la beso, conmovido por la dolorosa familiaridad de su piel bajo los labios—. No digas nada.

Los cabellos de Cyllan le rozaron la cara y el los aparto a un lado, resiguiendo con los dedos el contorno de su rostro. Ella se sentia muy pequena, muy vulnerable.. , y cuando el la beso de nuevo, volvio la cabeza para que su boca se encontrara con la de ella, y el la atrajo mas hacia si, de modo que la capa que llevaba les envolvio a los dos. A pesar de la fatiga, despertaban en el unos sentimientos que no podia y no queria contener; impulsado por una comprension que no se atrevia todavia a reconocer, la necesitaba y la deseaba con una fuerza desconocida antes de aquel momento.

Ella iba a hablar, pero los labios de el le impusieron silencio, y Tarod sintio que ella le respondia, vacilante al principio pero despues con creciente fervor, mientras los recientes terrores cedian a las emociones del momento. El caballo resoplo junto al arbol y Cyllan se sobresalto nerviosamente; Tarod le sonrio y la estrecho con mas fuerza.

—No temas, amor mio —dijo suavemente—. Nada puede danarte. Ahora no...

Mucho mas tarde, Cyllan se desperto de un sueno intranquilo y vio que Tarod estaba de pie en el borde del bosque, su silueta se recortaba contra un cielo impregnado de luz gris de plata. Ambas lunas estaban en lo alto, pero poco mas que en cuarto creciente; se habia levantado un viento insidioso que agitaba los arboles floridos y apartaba los negros cabellos de la cara de Tarod, dando a su perfil un relieve anguloso. A su lado estaba el bayo, con la cabeza gacha y dormitando; en cambio, Tarod no habia dormido, segun pudo ver Cyllan por la curvatura de sus hombros; su inquietud era un aura palpable.

Ella se puso silenciosamente en pie, recogiendo la capa con que la habia cubierto el, y se le acerco despacio. Al oirla, Tarod se volvio, y ella vio que tenia algo en la mano, algo que brillaba friamente. Su sonrisa estaba matizada de tristeza.

—Deberias seguir durmiendo.

—No estoy cansada, ya no. —Le toco la mano; estaba helada, y Cyllan le envolvio en la manta—. ?Y tu...?

—Creo que no podria dormir aunque quisiera.

Sus dedos se movieron inquietos y la piedra del Caos capto y reflejo un vivo destello de luz. Durante casi dos horas, Tarod estuvo contemplando el paisaje de perspectivas deformadas por las lunas, buscando en su mente la respuesta a un dilema que sabia que no podia resolver, y se sintio incapaz de expresar a Cyllan los sentimientos que le agitaban. Se habia creido inmune a la influencia de la piedra del Caos, pero se habia equivocado; los lamentables sucesos del dia anterior lo habian demostrado sin dar lugar a dudas. El antiguo poder habia vuelto a el y lo habia empleado sin reparar en las consecuencias... , y ahora se debatia entre su aversion a la piedra y el embriagador conocimiento de que volvia a estar entero. Por muy maligna que pudiese ser la joya, fuese cual fuere su herencia caotica, contenia su alma, era parte integrante de el y, sin ella, habria sido poco mas que una cascara vacia.

La noche pasada, cuando habia hecho el amor con Cyllan le pasmo la intensidad de sus propias emociones. Los largos y solitarios dias en que se habia sentido vacio y sin alma dejaron su huella, y casi habia olvidado lo grande que podia ser la fuerza de las pasiones humanas, buenas o malas. Era como si su existencia tomase dimension, una dimension en que cada sentido, cada sentimiento, cada pensamiento, eran mas brillantes, claros y agudos. Una vez dijo a Cyllan que, hasta que recobrase su alma, no podia amar ni entregarse de la manera que realmente deseaba, y ahora se daba cuenta de lo verdaderas que fueron sus palabras. Sin embargo, la piedra, sin la cual estaba solamente vivo a medias, le imbuia una maldad a la que habia ya sucumbido una vez y a la que, sin duda, volveria a sucumbir. Esta era la naturaleza del dilema, y a Tarod le resultaba dificil vivir consigo mismo.

Estaba dando vueltas y mas vueltas a la piedra en su mano, cuando de pronto sintio que los dedos de Cyllan se entrelazaban con los suyos, deteniendo el movimiento.

—Tus pensamientos no son felices, Tarod —dijo ella a media voz—. ?Estabas pensando en lo que sucedio en Perspectiva?

El la miro y suspiro.

—Si. Y me estaba preguntando que veria en tus ojos cuando te despertases, y si podria resistirlo.

— ?Por que no habrias de poder? ?Tanto crees que he cambiado?

Tarod sacudio la cabeza. Hizo un indeciso intento de retirar la mano, pero ella no la solto.

—Ayer viste por primera vez la fuerza que realmente me anima, Cyllan —dijo—. Viste mi alma, y esta alma no es humana. Viste el Caos.

—Vi a Tarod como veo a Tarod ahora... y como he tocado y he sentido a Tarod esta noche.

—Entonces tal vez no comprendes todavia lo que realmente soy.

La cara de ella estaba parcialmente cubierta por la cortina de sus cabellos, pero incluso en la penumbra pudo ver el una extrana y ardiente intensidad en sus ojos.

—Oh, si, creo que lo comprendo —dijo obstinadamente ella—. Se que me amas lo bastante para haberme salvado la vida, sin importarte el precio que habrias de pagar por ello. En cuanto a si el motivo procede del Orden o del Caos, ?esto no importa, Tarod! Es un sentimiento humano, una emocion de mortal. —Le apreto con fuerza los dedos—. ?No demuestra esto donde esta la verdad real? Si; mataste a alguien. Pero lo hiciste para salvarme. ?Y no seria hipocrita si te condenase por no haber hecho mas de lo que hice yo?

Tarod comprendio lo que ella estaba diciendo y, al fin, vio confirmado algo que habia oido pero de lo que dudaba. Se desconcerto un poco al descubrir que esta confirmacion no le pillo por sorpresa.

—Entonces es verdad, tu mataste a Drachea Rannak... —dijo.

Cyllan se aparto de el.

—Si. Yo le mate, y no puedo lamentarlo. He tratado de sentir remordimiento, pero no he podido; no, despues de lo que el trato de hacernos. —Al fin le solto la mano y camino hacia el borde del bosque, contemplando los montes de Perspectiva, pero sin captar nada del paisaje—. Emplee la piedra para matarle, y la emplearia de nuevo..., la emplearia ahora, si tuviese que hacerlo. ?Hace esto que sea mala?

—No. Pero...

—Tarod, si te cuesta reconciliarte con tu conciencia, entonces solo puedo rezar para que comprendas y me perdones por lo que he hecho...

El se acerco a ella.

—Sabes que no hay nada que perdonar. Si...

Ella le interrumpio de nuevo, con voz inesperadamente dura.

—No me refiero solamente a Drachea. Hay mas.

—Mas —Tarod vacilo; despues apoyo las manos en los hombros de ella, atrayendola hacia si, aunque ella todavia no quiso mirarle—. Dimelo.

Sintio que Cyllan temblaba, y esta vez parecio que tenia que hacer un gran esfuerzo de voluntad para hablar.

—Tu rechazaste tu propia alma porque no querias tener parte de una herencia maligna —dijo—. Yo, en cambio, no pude seguir tu principio, y creo que esto me hace mucho mas mala que tu. Mira.., hice un pacto con el Caos para conseguir tu libertad.

Los dedos de Tarod apretaron reflexivamente los musculos de su hombro, pero esta fue la unica senal externa de la impresion que sentia. Cyllan levanto poco a poco el brazo izquierdo y volvio hacia arri ba la palma de la mano, para que se arremangase la manga de su chaqueta. Incluso en la penumbra, pudo ver el la oscura cicatriz que, como una quemadura, manchaba su piel.

—Yandros hizo esta marca —le dijo Cyllan pausadamente—. Beso mi muneca para sellar nuestro pacto.

Tarod, pasmado, le asio el brazo, pero lo hizo con amabilidad. La piel estaba arrugada y, al tocar la cicatriz, pudo sentir su origen; era un estigma que el tiempo no podria borrar. Recordo con terrible claridad la cara de Yandros; la boca orgullosa y sonriente, los ojos siempre cambiantes, el poder que desafiaba los conceptos mortales... El habia retado a Yandros una vez, y le habia vencido; pero comprendia al Caos mejor que cualquier otro

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