Parece que casi has terminado los preparativos.
—Si, Senor. Hay un par de cosillas por arreglar, pero pueden esperar hasta mas tarde.
—Bien. ?Donde esta la Senora Sashka?
Gyneth le dirigio una extrana mirada que, penso, tenia un debil matiz de desaprobacion.
—Se retiro a sus habitaciones, Senor. Me dijo que te dijese que estaba empaquetando sus cosas para el viaje.
—?Sus cosas? —Keridil se quedo perplejo—. ?Pero si habiamos quedado en que no me acompanaria!
—Cierto, Senor. Sin embargo, pense que yo no era quien para decirlo.
—No...
La relacion entre Sashka y Gyneth era incomoda en el mejor de los casos; Sashka no disimulaba su antipatia por el viejo y su recelo de la influencia que tenia sobre Keridil, y aunque nada induciria a Gyneth a confesarlo, Keridil sospechaba que aquel sentimiento era mutuo. Pero Gyneth era un servidor demasiado educado para publicar sus sentimientos, y la conviccion de que Sashka seria pronto consor te del Sumo Iniciado le hacia doblemente respetuoso en su actitud hacia ella: no se habria atrevido a discutir. Sin embargo, Sashka estuvo de acuerdo, ante la insistencia de Keridil, en que el largo viaje era demasiado pesado y posiblemente demasiado peligroso para que ella lo emprendiese. Y si el podia arriesgar su propia seguridad, nada en el mundo le habria inducido a poner en peligro la de ella, y habia pensado que el asunto estaba resuelto.
—?Quieres enviar recado a la Senora de que deseas verla, Senor?
La voz de Gyneth interrumpio sus pensamientos.
— ?Oh! No, Gyneth; dejemos esto por ahora. Mas tarde hablare con ella y vere lo que hay que hacer.
—Muy bien, Sumo Iniciado. Entonces, con tu permiso, ire a ver a Fin Tivan Bruall para lo referente a los caballos.
Keridil asintio con la cabeza, para darle las gracias y despedirle, y cuando el viejo hubo salido de la estancia, se sento en la cama, apartando a un lado las cuidadosamente plegadas prendas que habia sobre ella. Al dia siguiente tenia que emprender un viaje del que podia depender el futuro de toda la Tierra... y en ese momento habria dado casi todo lo que tenia para que retrocediese el tiempo y pudiese anular la decision que habia tomado esta manana al salir el sol.
Habia pasado toda la noche arrodillado delante de la llama votiva que ardia perpetuamente en su estudio, y habia rezado fervorosamente en solicitud de guia. El amanecer le encontro exhausto y con los ojos fatigados, pero con la profunda certidumbre de lo que tenia que hacer. Rigido por el cansancio, se habia sentado a su mesa y tomado las dos cartas que habia sobre ella, releyendolas por centesima vez, aunque se sabia de memoria el contenido: la peticion formal de la Matriarca Ilyaya Kimi de que convocase un Conclave de los Tres, y el rigido pergamino que habia llegado el dia siguiente, con el sello de la Corte de la Isla del Verano y de puno y letra del Alto Margrave, Penar Ele-car, con identica peticion.
Keridil sabia que lo mas facil habria sido acatar el veredicto de la mayoria y convocar el Conclave sin pensarlo mas. Pero tenia un vivo sentimiento de su responsabilidad como custodio de las leyes del mundo espiritual y primer vehiculo de la palabra y de la voluntad de los dioses. En toda la larga historia, desde la caida de los Ancianos, no se habia convocado nunca un Conclave, y estaba claramente escrito que solo debia convocarse en caso de un peligro mortal que ningun otro poder pudiese conjurar.
?Era esta la ocasion? ?O acaso el despertar de los antiguos y dormidos temores se habia apoderado con demasiada fuerza de ellos y habia deformado exageradamente la verdad? Keridil sabia que nunca podria estar seguro de la respuesta; debia confiar en su propio juicio. El Conclave seria poco mas que una formalidad; su resultado estaba previsto de antemano, y el, como Sumo Iniciado, deberia subir al santuario de la Isla Blanca, abrir el cofre sagrado y estar preparado para encontrarse cara a cara con Aeoris.
Llamar al gran dios para que volviese al mundo.. , era una responsabilidad que le helaba la sangre. Si el juicio del Conclave era equivocado, ?de que colera seria el victima? ?Que castigos caerian sobre todos ellos? Jugar con un dios era la insensatez suprema... ?Que pasaria si la decision de abrir el cofre resultaba un error?
Keridil miro de nuevo las dos cartas y, despues, el creciente monton de informes y declaraciones que habian llegado de casi todas las provincias, traidos por aves mensajeras o por mensajeros a caballo. Juicios, acusaciones, ejecuciones; inundaciones y cosechas perdidas; terrores inarticulados y suplicas de ayuda o de consejo al Circulo... El miedo al Caos cundia por toda la Tierra, y nada, salvo la destruccion de aquellas fuerzas del mal, podia detenerlo. Los Adeptos habian probado todo lo que sabian para descubrir a los fugitivos y, con ellos, la piedra del Caos; pero sus ritos y conjuros habian resultado inutiles, y eso bastaba para convencer a Keridil de la gravedad del peligro con el que se enfrentaban.
En una ocasion, habia mirado a la cara al Caos, y el recuerdo se habia grabado para siempre en su cerebro. Yandros, la quintaesencia del mal, con sus cabellos de oro y sus ojos siempre cambiantes y su bella y maligna sonrisa... Yandros, que se habia burlado del Circulo y les habia desafiado a plantarle cara, si se atrevian, cuando se alzasen sus fuerzas para conquistar el mundo... Yandros, que habia llamado hermano a Tarod...
No, penso Keridil, no jugaria con un dios... , pero tampoco jugaria con el Caos. Y si la piedra-alma no era encontrada y destruida, las puertas que habian estado cerradas durante tantos siglos contra los poderes de las tinieblas serian derribadas, y el mundo se sumergiria en la locura.
Y asi, con mano no del todo firme, habia tomado pluma y pergamino, y escrito las palabras vitales que le comprometerian irrevocablemente en su decision. Solamente el Sumo Iniciado tenia autoridad para convocar el Conclave, y al estampar el sello sobre el papel, la inseguridad de su mano se habia convertido en un temblor de apoplejico, hasta el punto de que la cera caliente salpico toda la superficie del pergamino.
Ya estaba hecho. Dentro de unos minutos, el mensaje podria estar en camino, llevado a su destino por un halcon. Podia enviar a buscar al halconero... o rasgar el pergamino, quemar los fragmentos y olvidar que habia considerado aquella accion.
Keridil se paso la lengua por los secos labios y toco una campanilla que tenia sobre la mesa. Cuando Gyneth respondio a la llamada, levanto la cabeza y dijo:
—Gyneth, ?quieres enviar a buscar al halconero Faramor y pedirle que se reuna inmediatamente conmigo en el patio?
Ahora ya no podia volver atras. En cuanto llegase su mensaje a la Residencia de la Matriarca en Chaun del Sur, Ilyaya Kimi empezaria los preparativos para el viaje a Shu Nhadek. Y un dia o dos mas tarde, un barco zarparia de la Isla de Verano, llevando al joven Alto Margrave y a su sequito. Keridil emprenderia el viaje por la manana y, con unos pocos companeros elegidos, cabalgaria velozmente hacia el sur para encontrarse con sus iguales.
Miro friamente las prendas que Gyneth habia sacado del arca y se dio cuenta de lo cansado que estaba. Este era el precio de una noche sin dormir e incluso de noches anteriores, cuando habiendo buscado refugio en la cama habia sido hostigado por las pesadillas. No estaria en condiciones de emprender un viaje de ocho dias, a menos que pudiese descansar un rato, y hasta que volviese mas tarde Gyneth, estaria a salvo de interrupciones.
Aparto a un lado las prendas plegadas, haciendo sitio en la cama, y se tumbo en ella. Durante unos minutos, siguieron asaltandole ideas inquietantes; despues, gracias a los dioses, se sumio en un profundo sueno.
Keridil fue despertado dos horas mas tarde por el ligero contacto de una mano en su frente. Se movio y, despues, abrio los ojos y vio a Sashka sentada a su lado, con una dulce sonrisa en el semblante.
—Has dormido, amor mio —dijo ella, apartando un mechon de cabellos de su boca.
Keridil pestaneo y se incorporo haciendo un esfuerzo.
—?Que hora es?
—Mas de mediodia. Habria venido mas pronto, pero estaba con mis padres en nuestras habitaciones. —Hizo una pausa y despues anadio—: Preparando el equipaje.
El recordo lo que le habia dicho Gyneth y alargo una mano para asir la de ella y estrecharla.
—No estaras pensando en venir conmigo, Sashka. Despues de todo lo que dijimos...
—Se lo que dijimos, Keridil. Pero, ?crees realmente que voy a dejar que te marches sin mi? Quiero estar a tu lado, y tengo la impresion de que me necesitaras.
Tiene mas razon de lo que cree, penso Keridil; pero no podia acceder.
—No, amor mio —le dijo—. Es un viaje demasiado largo, y demasiado peligroso. Todo el mundo esta alborotado, y solo los dioses saben lo que vamos a encontrar en el camino hacia el sur. Si los poderes del Caos supiesen lo que se esta preparando, tratarian de impedir que llegasemos a nuestro destino, y si te ocurriese algun mal por mi causa, ?no me lo perdonaria nunca!
Los ojos de ella brillaron de enojo.