ido.
Nada le dijo ella del plan que habia estado meditando durante toda la tarde, pues sabia que, si se lo decia, el le impediria salir de casa. En vez de esto, permanecio despierta hasta asegurarse de que el dormia y, despues, se puso su ropa vieja y salio de la posada por la puerta trasera.
El se enfadaria cuando descubriese lo que habia hecho, pero su colera se deberia unicamente a su preocupacion por ella y duraria poco cuando viese lo que habia conseguido. Cuando lograse deshacer el fastidioso nudo, sacaria la barca del puerto y remaria hasta alguna cala desierta, lejos de Shu-Nhadek. Y manana podria volver a buscarla y dirigirse en ella a la Isla Blanca sin que nadie se enterase.
Sus dedos resbalaron de pronto, y lanzo un juramento cuando la cuerda le raspo la mano. Ahora empezaba a ceder, despacio pero indefectiblemente. Otro esfuerzo seria suficiente y...
El silencio fue interrumpido por un griterio y un ruido de pisadas, y Cyllan se irguio de un salto y casi perdio pie en los resbaladizos escalones. Recobrando el equilibrio, miro por encima de la pared del muelle y vio a varios hombres que salian corriendo de un callejon y venian en direccion a ella. Asustada, trato de agacharse de nuevo.., pero fue demasiado tarde.
—?Alli! —grito una voz ronca—. ?Alli esta!
Las pisadas resonaron con mas fuerza y Cyllan miro desesperadamente a su alrededor, buscando la manera de escapar. Saltar al agua era el unico camino, a menos que...
—? Le rompere la cabeza! —grito una voz por encima de las otras—. Robar mi barca, ?eh? ?Voy a despellejarle vivo!
Surgieron unas siluetas encima de ella, y los hombres corrieron hacia la escalera. En menos de un segundo, calculo Cyllan la distancia entre ella y la barca mas proxima, y, presa de panico, salto. Cayo sobre la borda de un bote que se balanceo terriblemente, casi arrojandola a las negras aguas, y confiando solamente en su suerte, subio a la borda opuesta y salvo de un salto el espantoso espacio que la separaba de la barca siguiente. No sabia adonde iba; su unica idea era alejarse lo mas posible de sus perseguidores, y al saltar y encaramarse sobre el costado de la tercera barca, se dio cuenta de que no podia pasar de alli. Delante de ella una gran extension de mar parecia esperarla amenazadora mente; detras, un marinero empezaba a saltar en las barcas oscilantes, persiguiendola, mientras los otros se reian y gritaban en el muelle. Estaba atrapada.
Se volvio, enfrentandose a su atacante y cerrando los punos, sabiendo que no podia luchar contra el, pero dispuesta a pesar de todo a intentarlo. Pero el hombre se habia detenido y permanecia de pie en la barca proxima, sonriendo amplia y desagradablemente. Y entonces sintio Cyllan que la barca en que se hallaba se balanceaba bruscamente y empezaba a moverse.
Hubiese debido darse cuenta de lo que harian ellos, y la mortificacion se mezclo con el miedo que sentia. Pero lo unico que podia hacer era agarrarse impotente a los lados del bote mientras los hombres del muelle, que agarraban la cuerda de amarre, empezaron a tirar de ella hacia la pared.
El bote choco contra la piedra del muelle, y unos dedos rudos tiraron del cuello de la camisa de Cyllan y la levantaron, pataleando y debatiendose, hasta la tierra firme. Cayo de bruces en el muelle, jadeo al recibir una patada en la espalda y vio que unas pesadas botas se acercaban a ella. Entonces, alguien dijo, con voz sorprendida:
—Que los estrechos nos lleven a todos, ?es una mujer!
Retrocedieron confusos y ella aprovecho la unica oportunidad que se le ofrecia. Contrayendo violentamente los musculos, se levanto de un salto y echo a correr, pasando entre sus capturadores antes de que estos pudiesen recobrarse de su sorpresa y corriendo desesperadamente hacia el negro refugio del callejon.
Y a punto estaba de conseguirlo cuando alguien salio de la oscuridad para cerrarle el paso, y ella, incapaz de esquivarle, choco contra el. Unas manos se cerraron sobre sus brazos y ella maldijo en voz alta, pero la blasfemia se extinguio en sus labios cuando levanto la mirada y vio los ojos colericos y triunfantes de Keridil Toln.
— ?No!
Cyllan se retorcio y tal vez habria podido escapar, pero al volverse, una silueta se irguio delante de ella. Algo (parecia una jarra de cerveza vacia) lanzo un destello metalico bajo la luz de la luna, pero antes de que su mente presa de vertigo pudiese identificarlo, golpeo su frente con terrible violencia, y ella se hundio en una nada silenciosa y oscura.
Keridil miro fijamente la despatarrada figura y, al ver que el dueno de la Bailarina Azul se disponia a dar otra patada a Cyllan, levanto una mano autoritaria.
—No. No le hagas mas dano.
El hombre le miro echando chispas por los ojos y uno de sus companeros escupio con punteria sobre la muchacha inconsciente.
—Arrojadla al agua. Es el mejor sitio para los vagabundos; nadie echara en falta a esa zorra.
—He dicho no.
Keridil no habia querido revelar su autoridad, pero los marineros estaban sedientos de sangre y por eso echo atras su capa de manera que fuese claramente visible sobre su hombro la insignia de oro del Sumo Iniciado. Los marineros tardaron unos momentos en captar el significado de la insignia, pero, cuando lo hicieron, el que llevaba la voz cantante lanzo un juramento, se disculpo e hizo la senal de Aeoris delante de su cara.
—Esa muchacha —dijo Keridil, mirando friamente a Cyllan— ha sido reclamada por el Circulo. Es una criminal y una fugitiva. — Levanto la mirada—. Creo que con eso basta.
Los hombres comprendieron y dieron, temerosos, un paso atras, y uno de ellos murmuro algo que le sono a Keridil como un ensalmo contra el mal. Sonrio debilmente.
—Lamento haberos enganado, pero no tenia tiempo para dar explicaciones. Desde luego, os recompensare por vuestro trabajo. — Toco la bolsa colgada del cinto y las monedas sonaron agradablemente—. La muchacha no os hara ningun dano; por tanto, no debeis temerle. Quiero que la lleveis a la residencia del Margrave antes de que recobre el conocimiento. De esta manera...
Se interrumpio al oir un sonido, procedente del Oeste, grave y estremecedor, lejano pero persistente en el aire tranquilo; el etereo sonido de un cuerno dando un toque de aviso.
Todos los marineros volvieron la cabeza al oir aquella llamada misteriosa y sus rojos semblantes palidecieron. Keridil, que no habia oido nunca un sonido como aquel, sintio un escalofrio de alarma en la espina dorsal, y entonces se dio cuenta de que todos los hombres le estaban mirando con pasmado respeto.
—La Barca Blanca... —dijo el dueno de la Bailarina en un tenso murmullo, en el mismo instante en que el significado de aquel cuerno se hacia claro en la mente de Keridil.
Hubiese debido preverlo: los Guardianes, que evitaban todo contacto que no fuese absolutamente necesario con el continente, dificilmente habrian traido de la Isla Blanca su extrana embarcacion para que la viesen todos los hombres, mujeres y ninos de Shu-Nhadek. La plena noche era mas adecuada a su manera de actuar, y les importaba poco la conveniencia de sus pasajeros, por muy distinguidos que fueren estos.
El cuerno sono de nuevo, lugubremente, y Keridil se estremecio. No queria mirar hacia el oceano, pero su fascinacion era demasiado grande, y si aguzaba la vista hasta el limite, penso ( simplemente se lo imagino) que podia ver un brillo nacarado a lo lejos, en alta mar; un fantasma amorfo que enganaba a sus ojos, apareciendo un instante para desvanecerse en seguida en la oscuridad.
No habran oido el cuerno en la residencia del Margrave; habia que avisarles sin perdida de tiempo. El sentido comun fue en ayuda de Keridil, librandole del vago temor que le infundio el cuerno y el barco lejano. Se volvio al dueno de la Bailarina Azul.
—Debo enviar un mensaje al Margraviato...
—Cuidaremos de esto, senor.
El marinero parecia inquieto.
Keridil habia informado a un criado; el hombre era lo bastante inteligente para decir a sus companeros donde podian encontrarle... Asintio.
—?Llegara la Barca al muelle? —pregunto.
El hombre sacudio la cabeza.
—Creo que no, senor. —Encogio los hombros y se metio las manos en los bolsillos de la chaqueta—. Hace casi cinco anos que no se ha acercado a tierra firme; desde la ultima vez que nos devolvieron las mujeres... Anclara a una milla de la costa. —Se paso la lengua por los labios—. Seria un honor para mi llevarte alli en la Bailarina, si no te importa el olor a pescado de la barca.
Keridil tuvo la impresion de que el hombre se ofrecia de mala gana, pero no estaba dispuesto a rehusar la