aqui poder, y el no puede venir sobre el agua en tu rescate. —Hizo una pausa y acentuo su sonrisa—. Si, llamale. Deja que te siga, si es lo bastante imbecil... ?y si se atreve!

Se volvio y se marcho, y ella le siguio con mirada afligida. Desde luego, eso era exactamente lo que queria el Sumo Iniciado: que Tarod fuese atraido a la Isla Blanca, a la fuente absoluta del poder de Aeoris, en su persecucion. Y Tarod les seguiria y, cuando llegase, ?que encontraria esperandole?

Volvio la cabeza a un lado, mirando por encima de la barandilla de la barca el mar oscuro como la pizarra. No lloraria, nada la induciria a darles la satisfaccion de ver sus lagrimas; pero por dentro, tenia destrozada el alma.

?Tarod!

El grito que resono en su mente era tan fuerte como si alguien hubiese gritado su nombre en la habitacion. Violentamente despertado de su sueno, Tarod se incorporo, vi brando todavia aquel sonido en su conciencia, y en el mismo instante en que reconocio aquella voz angustiada, se dio cuenta de que Cyllan no estaba ya a su lado.

— Cyllan...

El nombre se formo en sus labios en una aguda exclamacion de alarma, y Tarod se levanto rapida y agilmente de la cama, atraido por un instinto inadvertido hacia la ventana, donde levanto la cortina.

La calle y la plaza del mercado estaban vacias. La primera luna se habia hundido detras de los tejados, y el segundo y mas pequeno satelite que la seguia era una palida media luna en el oeste. La aurora no estaba lejos, pero salvo unas pocas estrellas desparramadas de las que las luces que que daban encendidas en el puerto parecian un reflejo, nada podia ver.

Tarod giro en redondo y contemplo las frias sombras de la estancia. Busco mentalmente el origen de aquel grito, pero no encontro nada. Lo unico que sabia de cierto era que Cyllan se habia ido. Rapidamente concentro su atencion en la posada, dejando que su mente sondease y buscase. Otros huespedes dormian en sus camas: una pareja, vuelta de espaldas, que se habia peleado antes de retirarse a descansar; un austero mercader que compartia la cama con una prostituta del muelle a la que introdujo disimuladamente; el dueno de la posada, cuyo jergon le resultaba incomodo por las monedas guardadas debajo de el... Y abajo, la cerveceria desierta y el silencioso comedor; fuera, los establos llenos de caballos adormilados... , pero ni rastro de Cyllan.

La mano izquierda de Tarod se estremecio de pronto y la piedra del anillo resplandecio, llamandole la atencion. Simultaneamente, una intuicion que no era humana le puso la piel de gallina, diciendole que, dondequiera que estuviese Cyllan, no la encontraria por medios normales. Se tumbo de nuevo en la revuelta cama, tapando el anillo con la mano derecha. Era reacio a valerse de la hechiceria, pero no tenia otra alternativa si queria encontrarla. Y asi (tuvo que endurecerse para soportar la idea) sabria si estaba viva o muerta.

Cerro los ojos verdes y sintio que el antiguo poder empezaba a despertar en el. Era algo doloroso y exquisitamente familiar y, a pesar de sus presentimientos, lo recibio de buen grado, dejando que se elevase a traves de los muchos niveles de conocimiento y se apoderase al fin de su conciencia. Entreabrio de nuevo los ojos, estrechas rendijas esmeraldas que brillaron ahora con una inteligencia extrana al mezclar se primero, y eliminar despues, la comprension nacida del Caos a la comprension mundana. La adivinacion era un talento que habia desarrollado durante sus anos de Adepto, pero lo de ahora no se parecia en nada a las practicas seguidas en el Circulo. No necesitaba ningun cristal ni invocaciones, y los planos en que se movia su mente estaban mucho mas alla de los que sus colegas de antano habrian podido aspirar a alcanzar.

Oscuridad. La oscuridad se movia, lenta y ritmicamente, como el flanco de algun enorme y amorfo animal al respirar. Una hoja de cuchillo de luz fria la perforo, temblando y rompiendose como en un oleaje, y supo que estaba contemplando el mar bajo los ultimos rayos de la luna.

Navegaba en el mar y sin embargo, no podia alcanzarla... Sentia la presencia de algo alli, en lo profundo, pero habia un obstaculo que estaba protegido por una fuerza que resistia a su voluntad, y asi se le escapaba, burlon, cuando el creia que lo habia agarrado. La colera lamio su mente como una llama; la colera soberbia y fria de un ente que no podia tolerar verse frustrado. Sintio que su poder crecia al romper los ultimos lazos que le unian al cuerpo humano en la posada de Shu-Nhadek, y por fin capto triunfalmente que la elusiva presencia en el mar no era mortal.

Velas blancas se hinchaban fantasticamente en la oscuridad, mientras el blanco casco rompia el agua negra. Las lenguas de fuego de la colera que sentia Tarod fueron de odio y desprecio al chocar el aura del barco con la suya propia; era enemiga de aquello en que el se habia convertido, vehiculo y simbolo de su aborrecido enemigo, y sola mente toda su fuerza de voluntad impidio que retrocediese asqueado.

No podia ver ningun detalle del barco, pero no lo necesitaba: su imagen astral era suficiente. Los pasajeros habian embarcado en plena noche y, ahora, la barca navegaba hacia la Isla Blanca y el Conclave de los Tres. Y Cyllan estaba a bordo...

La furia acometio a Tarod mientras su mente volvia al cuerpo que habia dejado en la oscura habitacion. Sus musculos se contrajeron y le hicieron ponerse en pie de un salto, y un aura negra cobro vida y resplandecio a su alrededor. No podia contener su ira; era demasiado fuerte, demasiado inhumana, incontrolable..., pero tenia que reprimirla, tenia que aferrarse a su humanidad, luchar contra la voluntad del Caos.

Con un grito ahogado, se tambaleo hacia atras y cayo sobre la cama, y cuando su cuerpo choco con el jergon, algo parecio salir de su craneo y desintegrarse con un ruido que no era ruido, una sensacion discordante, mareante. Le dio vueltas la cabeza y se agarro a la almohada, buscando ansiosamente algo real y terreno que le sirviese de ancora. Despues de unos momentos ceso el vertigo, aunque le dejo mareado y agotado. Lenta y dolorosamente, se sento en la cama.

No habia estado preparado para el poder del odio primigenio que habia surgido dentro de el al encontrar la Barca Blanca de Aeoris. La enemistad era demasiado antigua para comprenderla, y el habia reaccionado con todo el aborrecimiento y el desprecio contenidos en milenios de recuerdos preternaturales. Aferrandose al fin a su identidad, habia luchado contra aquel poder y habia vencido, pero habia pagado cara la victoria. Y aunque pudiese haber encontrado a Cyllan, no podia cruzar la barrera que los separaba.

Todavia aturdido y sin saber apenas lo que estaba haciendo, cogio su ropa y empezo a vestirse. Todo requeria demasiado tiempo; tenia viva conciencia de que le estorbaban las limitaciones de un cuerpo fisico, y el recuerdo del poder que, aunque dormido ahora, se escondia en su alma, le desgarraba.

Seria tan sencillo... Se detuvo, mirando fijamente el anillo en su mano izquierda. El Caos era una fuerza titanica, pero en este plano terrenal, el era dueno del Caos. Una vez habia desterrado a Yandros, destruyendo su unica cabeza de puente en este mundo, y el Senor de los Cabellos de Oro no podia volver a menos que Tarod revocase la orden de destierro y le llamase de nuevo. Si lo hacia, la Barca Blanca y toda su tripulacion no serian enemigo para semejante adversario.

Un horrorizado rechazo llego pisando los talones de la idea, y Tarod se espanto al darse cuenta de lo cerca que habia estado de caer en la tentacion. Con las secuelas de la fuerza del Caos haciendole cosquillas en la piel, habia sentido resurgir antiguas afinidades; habia deseado la presencia de Yandros como aliado y companero por mucho tiempo.. , y sabia que esta tentacion era la oportunidad que habia estado esperando el Senor del Caos. Yandros responderia a la llamada, si el la hacia. Y con su regreso, toda la esperanza de Tarod de reconciliarse con Aeoris quedaria destruida. Si tenia que demostrar su fidelidad al Orden, llamar ahora al Caos, incluso en una situacion desesperada, seria la mas grave de las traiciones.

?Incluso para salvar la vida de Cyllan?

Esta muda pregunta era tan insidiosa como enganosa. Llamar a Yandros podria salvar a Cyllan del peligro en que se hallaba en la Barca, pero, aparte de esto, no serviria de nada. El Circulo no le haria dano... por ahora; con la Isla Blanca y el Conclave tan cerca, Keridil tendria otros planes para ella. Y esto daba tiempo a Tarod; poco tiempo, ciertamente, pero suficiente.

Sus manos estaban mas firmes cuando siguio vistiendose. Aunque habia desterrado las sacrilegas ideas, parecian reinar las tinieblas en la estancia; si no hubiese sabido que no podia ser, se habria imaginado que una presencia permanecia inmovil en la sombra del ultimo rincon, acechando; si podia poner su mente a tono casi podria convencerse de que no estaba enteramente solo.

Fue a coger su capa, pero lo penso mejor. Ahora no tenia necesidad de disfrazarse. Al dirigirse sin ruido a la puerta, se detuvo y sonrio hacia el oscuro y silencioso rincon.

Dijo en voz baja:

—Esta vez no, Yandros...

La puerta se cerro suavemente a su espalda.

El arco deformado de la segunda luna se estaba hundiendo en el mar y, como faltaba menos de una hora

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