A esas horas la Barca habria llegado ya a su destino... Tarod, reflexivamente, volvio al lugar donde unos cantos rodados le ofrecian un sitio en el que descansar. Creia que Cyllan debia estar todavia viva e indemne; conociendo como conocia a Keridil, dudaba de que el Sumo Iniciado tomase una decision apresurada sobre su destino. Mas bien la consideraria como el senuelo perfecto para atraer a su enemigo a la Isla... , y estaba en lo cierto, aunque la llegada de Tarod seria muy diferente de la que Keridil preveia.

?Y que haria cuando llegase?, se pregunto. Habia trazado sus planes y estaba resuelto a ponerlos en practica; pero antes de este momento habia rehuido siempre considerar demasiado profundamente las consecuencias de lo que pretendia hacer. Sin embargo ahora, con la larga tarde por delante y nada que hacer salvo estar sentado y contemplar el mar, tenia pocas defensas contra las preguntas y las aprensiones que rondaban en el fondo de su mente esperando una respuesta.

Estaba jugando, no solamente con su vida, sino tambien con su propia alma, con la esperanza de que podria apelar al arbitro supremo y ser escuchado con misericordia. Pero habian ocurrido tantas cosas desde que juro entregar la piedra del Caos en la Isla Blanca que ya no estaba seguro de poder confiar en su criterio. Personas inocentes habian muerto a sus manos y a las de Cyllan y, por muy grande que fuese su justicia y su clemencia, era posible que ni siquiera Aeoris pudiese pasar por alto o perdonar aquellos hechos. Su palabra debia prevalecer contra la de Keridil cuando hiciese su alegato... ?Querria el mas grande de los Siete Dioses escuchar a un acusado siervo del Caos cuando el acusador era su Sumo Iniciado?

Tarod se volvio bruscamente, irritado por sus pensamientos. No habia espacio para la duda; no podia dejar que esta tomase posiciones, pues, si lo hacia, arraigaria y creceria demasiado aprisa para ser dominada. Tomo su decision y no debia vacilar; ademas, la alternativa era clara. El Orden o el Caos: no habia termino medio. Habia emprendido su camino; tenia que llegar al fin.

Sin embargo, su estado de animo estaba muy lejos de ser satisfactorio cuando volvio a las rocas y se sento para la larga espera.

Mas tarde se dio cuenta de que habia dormido durante buena parte de la tarde, y cuando se desperto, la ultima luz resplandecia triste en occidente, prendiendo fuego a los bordes del acantilado. La cala estaba sumida en sombras; con la marea menguante, parecia humeda, helada e inhospita, y el frio se filtraba a traves de la fina camisa de Tarod.

Este se levanto, flexionando los miembros para aliviar el entumecimiento de los musculos, y descendio lentamente por la playa hasta el borde del agua. La espuma formaba en la orilla una palida franja, pero, mas alla, las olas eran oscuras y el mar y el cielo ya no podian distinguirse. Se pregunto cuando vendrian los fanaani y domino un escalofrio que poco tenia que ver con el aire cortante.

Tarod no podia calcular el tiempo que estuvo en la playa mientras se desvanecia la luz y era finalmente reemplazada por una oscuridad total. Pero al fin oyo una nota debil, dulce y misteriosa, muy lejana pero discernible en medio del murmullo del mar. Momentos mas tarde, se le unieron otra y otra nota, en una armonia pura que era como un lamento y que le estremecio hasta la medula e hizo que sintiese un nudo en la garganta. La cancion de los fanaani... Estaban aqui, esperandole.

Tarod lanzo un profundo suspiro y abrio su mente a los primeros tanteos de unos pensamientos ajenos que sondaban los suyos. Al principio solo estaban compuestos de extranas y fantasmagoricas imagenes marinas, pero gradualmente se fundieron hasta que unas palabras claras tomaron forma en la mente de Tarod.

Ven..., unete a nosotros... unete a nosotros...

La oscuridad era casi absoluta, pero cuando una ola se levanto para romper a sus pies, pudo verles; unas formas mas negras contra el oleaje. Le asaltaron la duda y el miedo, pero reprimio estos sentimientos y camino hacia delante.

El mar formo remolinos alrededor de sus tobillos, alrededor de sus rodillas. La playa descendio rapidamente y la primera ola que rompio sobre el era fria como el hielo y le produjo escalofrios. Tarod espero la ola siguiente y se sumergio en ella, emergiendo despues y sacudiendose el agua de los cabellos y los ojos. Echo una ultima mirada a la cala silenciosa y dormida; despues empezo a nadar vigorosamente hacia el mar abierto. Los fanaani salieron a su encuentro cuando dejo atras el acantilado; como antes, eran tres, aunque no habria podido decir si eran las mismas criaturas con quienes se comunico en el puerto de Shu-Nhadek. Unos cuerpos lisos y resbaladizos le rodearon y sintio que un animal rozaba el suyo; pataleando, alargo un brazo y lo paso sobre el lomo de aquel para agarrarse al hombro poderoso y de tupido pelaje, mientras un segundo fanaan se colocaba al otro lado como un tercer eslabon. Ahora pudo ver claramente delante de ellos al tercer animal, mas grande que los otros, de pelambre moteado y unos ojos que, al volverse a mirarle, parecian serenos y sabios. Tarod sonrio, formando palabras de agradecimiento en su mente, y el fanaan que iba en cabeza emitio una serie de notas temblorosas y argentinas en una escala extrana. Como si el sonido fuese una senal, las dos criaturas que iban al lado de Tarod nadaron hacia delante. El sintio que los fuertes musculos se contraian debajo de sus manos, vio que el mar se hinchaba saliendo a su encuentro y entonces los fanaani nadaron facil y rapidamente, llevandole hacia el negro y vacio horizonte.

CAPITULO 11

Lo mas fantastico de todo, penso Cyllan, era el profundo silencio con que la Barca Blanca entro lentamente en el puerto. No hubo gritos ni voces de la extrana tripulacion, ni chasquidos y estrepito al ser plegadas las enormes velas y tensadas las cuerdas; casi parecia que la nave tenia vida y voluntad propias, por la facilidad con que maniobro hacia su lugar de amarre y se detuvo al fin junto al muelle.

Un Guardian demacrado, indiferente, aflojo los nudos de las cuerdas que sujetaban los tobillos de Cyllan y, aunque sus munecas siguieron atadas, pudo arrodillarse sobre la cubierta y observar como se acercaba la isla sagrada a las primeras luces frias de la aurora. La niebla la envolvio hasta que el barco estuvo casi llegando a su abrigo; entonces los debiles rayos del sol que llegaban oblicuos desde el este habian rasgado la niebla, y la Isla se habia elevado ante ellos con impresionante claridad. Rocas amenazadoras que al parecer no ofrecian posibilidad de desembarcar en ellas surgian del mar, dominadas por un solo y titanico risco en el centro de la isla; era la enorme concha de un volcan largo tiempo dormido, una negra silueta contra el palido cielo. Cyllan habia sentido el aura que irradiaba del lugar y volvio la cabeza con un estremecimiento de terror.

La Barca siguio navegando, indiferente su tripulacion a los traidores arrecifes que acechaban debajo de la superficie del oceano y mostraban a veces unos dientes salvajes sobre el agua espumosa. Entonces, sin previo aviso, viro hacia tierra, en direccion a la cara del acantilado, haciendo que Cyllan cerrase los ojos y murmurase una imprecacion en voz baja. Pero no se produjo ningun chirrido, ningun choque violento, y cuando se atrevio a mirar de nuevo, vio que la enorme roca delante de ella se habia partido hacia innumerables siglos para crear un estrecho canal a traves del cual pasaba el oleaje, y que la Barca iba a meterse en sus fauces. Se deslizaron entre gigantescos cantiles mojados por la espuma y que Cyllan creyo que casi podia tocar con alargar la mano; entonces, el oleaje se calmo gradualmente, hasta que la Barca navego en aguas profundas y tranquilas, silenciosa como un fantasma blanco.

Y ante ellos estaba su punto de destino.

En lo alto se alzaban los cantiles y casi se tocaban, y el cielo era un fino y cruel punal resplandeciente. Las sombras eran tan profundas que el muelle junto al que se habia detenido la Barca quedaba medio oculto en la penumbra; pero Cyllan pudo ver que, en aquel puerto, todo habia sido tallado a una escala que no guardaba relacion con las dimensiones humanas. Las piedras del muelle eran bloques monstruosos que un ejercito de obreros se habria visto en dificultades para mover una pulgada, y ahora unos hombres, palidos como fantasmas, estaban saliendo de algun lugar invisible para amarrar la embarcacion a un gigantesco noray que empequenecia sus figuras. Detras de ellos, un tramo de escalones habia sido cortado en la cara de la roca, una escalera tan enorme que tenia que haber sido obra de gigantes; y Cyllan se estremecio al imaginar la naturaleza de los pies inhumanos que pisaron aquellos escalones un milenio atras.

Hubo movimiento sobre la cubierta y, al volver la cabeza, vio que los otros pasajeros de la Barca salian de las habitaciones, fuesen cuales fueren, que ocupaban abajo. Al principio no reconocio a Keridil Toln; este habia cambiado su ropa por un atuendo mas formal y se cubria los hombros con una gruesa capa de ceremonia cuyo tejido era invisible bajo el peso de sus bordados con hilo de oro. El cuello alto de la capa ocultaba su cara, pero ella pudo ver la diadema de oro que cenia los rubios cabellos, asi como el baston de mando de Sumo Iniciado que

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