colera, pero en una forma mas tranquila—. A menos, desde luego, que Tarod viniese aqui a buscarme. Esto podria satisfacer tus deseos de nuevos conocimientos.

Isyn rio entre dientes.

— ?Espero que no sea asi! Pero dime una cosa y solamente te lo pregunto con animo de comprension, ?no tienes miedo?

—?Miedo? —dijo lentamente Cyllan.

El senalo la puerta del subterraneo.

—De lo que te espera. falta de una palabra mejor, de tu destino.

Cyllan comprendio de pronto que para Isyn, tal vez para todos ellos, era una curiosidad, como los desgraciados mutantes que eran a veces exhibidos en las ferias del Primer Dia del Trimestre; algo a lo que atormentar, o por lo que mostrar asombro, o que discutir en lenguaje erudito, segun las inclinaciones del espectador; pero no una criatura que podia pensar y sentir por derecho propio. Con frecuencia se habia unido en el pasado a los mirones de plaza de mercado; ahora sabia lo que debian sentir aquellos mutantes. Y de pronto comprendio, como nunca hasta entonces, el desprecio que sentia Tarod por todos ellos: el Circulo, los Margraviatos y las Hermandades. Debia conservar esta impresion; pasara lo que pasase, debia conservarla.

—No, no tengo miedo —dijo con dignidad.

La fria indiferencia de Cyllan disuadio al fin a Tsyri, y Sashka no hizo mas esfuerzos para hostigarla; la dejaron sola con sus pensamientos, mientras los otros se mantenian ostensiblemente apartados. Y Cyllan no pudo calcular el tiempo que paso antes de que el ruido de una llave girando en la cerradura atrajese la atencion de todos los que estaban en la camara.

Dos Guardianes aparecieron en el umbral; detras de ellos, Cyllan pudo ver al menos otros dos en el tunel. Uno de ellos hablo con la monotonia que ahora les era familiar.

—El Conclave esta tocando a su fin. Se requiere la asistencia de los que han acompanado al triunvirato.

Se intercambiaron miradas; poco a poco, los ocupantes de la camara se pusieron en pie. Solamente Cyllan no respondio, y uno de los Guardianes avanzo y se planto delante de ella.

—Se requiere la asistencia de todos. No hay excepcion.

Miro a la pared mientras hablaba, y Cyllan sintio el impulso de darle una patada, solamente para ver si era posible provocar una reaccion en uno de aquellos zombies sin sangre. Lo resistio, asi como la tentacion de hacer caso omiso de el y seguir sentada, negandose a colaborar. Si no iba con el grupo voluntariamente, sin duda la obligarian a hacerlo por la fuerza, y no valia la pena perder su dignidad por una vana satisfaccion de resistir.

Se puso en pie con dificultad, estorbada por la ligadura de sus munecas, y siguio al resto del grupo a traves de la puerta y por el largo tunel oscuro.

Al salir de la boca de este, fueron banados por la palida y enganosa luz que precede al crepusculo. Todo el dia habia transcurrido mientras esperaban en la penumbra del subterraneo y el sol era una furiosa esfera carmesi contra el lobrego telon de fondo del cielo.

El Guardian que les conducia miro directamente aquel rojo infierno durante unos instantes; despues se volvio a las personas que estaban a su cargo y senalo la gigantesca escalera que seguia subiendo y subiendo. Cyllan contemplo el tramo que se extendia delante y encima de ella, remontando la espalda encorvada de la Isla, y vio que parecia terminar en un risco afilado como una navaja, apenas discernible bajo la luz menguante. Mas alla del risco, una pared de roca gris pardusca se erguia hacia el cielo, perdiendose su cima en la cada vez mas oscura niebla. Era el crater de un antiguo y largo tiempo extinguido volcan... , y sabia que alli estaba el sacrosanto santuario y el cofre que habia permanecido cerrado desde que los siete Senores del Orden libraron la ultima batalla contra el Caos.

El Conclave habia terminado y se habia tomado la decision. Se haria de noche mucho antes de que el grupo llegase a la dormida cima, pero entonces sabria lo que habian decidido y, tambien, el destino que le esperaba a ella... y a Tarod si caia en la trampa que habian montado para el.

Hasta ahora se habia aferrado a un fiero orgullo y a la resolucion de no desfallecer, y estos le sostuvieron durante todo el largo viaje a la Isla y la prolongada espera en la camara. Pero ahora, al contemplar la implacable y muerta falda del volcan, y sabiendo lo que habia mas alla, sintio que el miedo la roia en lo mas hondo de su alma.

Los fanaani le abandonaron cuando las cumbres de la Isla aparecieron en la oscuridad y las olas chocaban con blanco resplandor contra las abruptas vertientes. Habia sentido que sus resbaladizos cuerpos se deslizaban debajo de sus manos y oyo una estremecedora cascada de notas sobre el rugido del mar. Despues nado hacia las imponentes rocas por sus propios medios. Una fuerte corriente lo atrapo y lo llevo a tremenda velocidad hacia la amenazadora abertura en el acantilado, donde unas piedras titanicas rompian su simetria en un derrumbamiento acaecido milenios atras. Vio la boca abierta de una cueva medio sumergida en la marea y, entonces, surgieron rocas aguzadas de la oscuridad y tuvo que ejercer toda su fuerza fisica para no ser lanzado contra ellas. Viendo momentaneamente agua clara delante de el, nado hacia la fisura del acantilado; otra ola, al romper, le empujo hacia tierra, y retorciendose en el ultimo momento, sintio que sus manos rozaban una roca al apartarse del acantilado. La roca era aspera y lo bastante quebrada para que pudiese agarrarse a ella; resistio como pudo al absorberle la fuerte resaca y, antes de que pudiese romper la ola siguiente, logro salir del mar con gran esfuerzo.

Estaba sobre una abrupta e inclinada cornisa y, afirmando el pie, trepo mas arriba hasta alcanzar un punto en que el oleaje ya no podia alcanzarle y tirar de el. Chorreaba agua salada de sus cabellos; la ropa se pegaba a su cuerpo y estaba contuso y dolorido por el impacto; durante algunos minutos se quedo agachado en la precaria cornisa, luchando por respirar.

Un sonido, debil pero claro, se mezclo con el trueno del mar; era el canto tembloroso de despedida de los fanaani que se alejaban de la Isla, en direccion a las extranas profundidades o costas que eran para ellos un hogar. Tarod levanto una mano en saludo de gracias, aunque sabia que ya no podian verle, y entonces se extinguieron poco a poco sus voces agridulces.

Ambas lunas salieron; una de ellas como un fino y frio arco; la otra, mas grande, como una esfera mas oscura y plena. La rapidez con que las criaturas marinas le habian traido aqui fue asombrosa; faltaban todavia horas para que empezase a amanecer, y levanto la cabeza, contemplando las murallas de piedra que se elevaban detras de el. El volcan inactivo del centro de la Isla era invisible, oculto por la noche y los cantiles, pero estos podian ser escalados, y sabia que podria alcanzar su destino final antes de que el sol asomase en el este y delatase su presencia.

Sintio un hormigueo de poder en la mano izquierda al resplandecer con subito brillo la piedra de su anillo. Si... aqui podia confiar en emplear la fuerza del Caos, sabiendo que no podria alcanzarle ni desviarle de su meta. Doblo los dedos y sintio una energia nueva e inhumana en la sangre, que le salvaba del cansancio y del agotamiento. Sonrio y, poniendose en pie, avanzo sin ruido por la cornisa hacia el lugar donde la fisura del acantilado se abria tentadora.

CAPITULO 12

El Alto Margrave Fenar Alacar se levanto del sillon de en medio de los tres tallados en piedra. La luz peculiar que iluminaba la camara sin ventanas y que olia a moho proyectaba lineas de sombra sobre su cara joven, haciendo que pareciese mas viejo de lo que correspondia a sus anos; pero no podia disimular la incertidumbre de su mirada al carraspear y despues, nerviosamente y con frecuentes vacilaciones, pronunciar las palabras rituales que ponian fin al Conclave:

—Yo, Penar Alacar, elevado por la gracia de nuestro senor Aeoris a la dignidad de Alto Margrave, declaro que el triunvirato se ha pronunciado unanimemente y que todos hemos sellado esta resolucion. El Conclave ha decidido que sea abierto el cofre de Aeoris. Y encargo y ruego al Sumo Iniciado, Keridil Toln, que sea el instrumento a traves del cual sera realizada esta sagrada tarea.

Su mirada se poso vacilante en el rostro impasible de Keridil y se paso nerviosamente la lengua por los labios, seguro de que habia pronunciado correctamente las palabras, pero todavia inseguro de si mismo en presencia de sus mas viejos y mas experimentados semejantes.

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