Keridil estuvo mirando al frente, hacia el lugar donde la monstruosa escalera seguia subiendo por el flanco de la montana. El cielo era casi negro, pero todavia podia distinguir el amenazador pico truncado del antiguo crater en la cima del volcan. Subirian aquellos terribles escalones, seguirian subiendo, y cuando al fin llegasen a lo mas alto, solo el propio Santuario se levantaria ante ellos. Ahora miro a Sashka, buscando en su cara senales de miedo y no encontro ninguna. Con ella a su lado, no se sentiria tan espantosamente solo.

—Te dejaran —dijo—. Es decir.., si tu lo quieres.

Ella casi le compadecio por ser tan ingenuo como para pensar que no aprovecharia la vertiginosa ocasion. Ella, Sashka Veyyil, seria testigo de la apertura del cofre, y cuando los historiadores escribiesen sus relatos de esa noche trascendental, su nombre apareceria inscrito junto al de Keridil, como consorte del Sumo Iniciado que habia llamado a Aeoris al mundo.

Estrecho su mano con mas fuerza entre las suyas y le dirigio una de aquellas dulces sonrisas con que se apoderaba siempre de su voluntad.

—Claro que quiero, amor mio —dijo suavemente—. ?Nada me privaria ahora de estar a tu lado!

Cyllan subia, con un Iniciado delante de ella y otro detras, privandola de toda posibilidad de huida, pero era incapaz de prestar atencion a todo lo que no fuese la enorme e interminable escalera. Parecia que habia estado subiendo durante horas, significando cada escalon una tension que hacia protestar a sus musculos, y su mente estaba aturdida con el incesante y duro esfuerzo. Keridil iba en cabeza, flanqueado por dos de los zombies vestidos de blanco, una mini escolta, pues parecia que solamente unos pocos y cuidadosamente elegidos, fuese cual fuere su jerarquia, estaban autorizados a llegar a la cima de la montana. Detras de el iba el Alto Margrave y, despues, la Matriarca, ahora transportada en un extrano sillon tallado por otros dos Guardianes. Las antorchas brillaban como pequenos ojos salvajes, una serpiente de luces reptando arriba y arriba en la noche, empequenecida por aquel pico amenazador.

? Y que pasaria cuando llegasen al Santuario? Habia dejado de rezar para que Tarod no viniese a ella, pues el miedo que empezo a corroerla cuando salieron de la camara se habia apoderado ahora de ella con tal fuerza que no podia luchar contra el. Estaba demasiado sola, demasiado perdida y demasiado amenazada para no ansiar su presencia, pues nadie mas podia ayudarla. Y si llegaba demasiado tarde (ni por un instante penso que no vendria) ella estaria muerta, y su alma, infiel al Orden y al Caos, estaria condenada para siempre.

Tan absorta estaba en sus tristes pensamientos que no se dio cuenta de que la comitiva se habia detenido hasta que choco con el Guardian que la precedia. Cyllan pestaneo y miro hacia arriba.

El cono del volcan, que antes le parecio tan lejano que era como irreal, se alzaba ahora terriblemente proximo delante de ella. Podia ver el crater como una boca enorme, de locura, bordeada de mellados dientes que dijerase que trataban de devorar el cielo; podia ver la fea cicatriz de una fisura donde milenios atras la lava habia surgido como un rio de fuego del corazon de la tierra, y las rocas habian sido deformadas, rasgadas, retorcidas y fundidas por un calor y una presion inverosimiles. Era algo prehistorico, salvaje, una aberracion, y su miedo empezo a transformarse en vertigo palpitante.

Parecia que estaban esperando alguna senal y, efectivamente, llego al cabo de un largo rato. Un cuerno sonando en algun lugar proximo al corazon del propio crater, amplificado por las gigantescas paredes de roca que resonaban como la llamada de algun ciudadano sobrenatural de un mundo fantasma. El sonido vibro y vibro, hasta que al fin se disipo sobre el mar y fue engullido por la noche, y al extinguirse el ultimo eco, el grupo se puso de nuevo en movimiento, lentamente y con mas resolucion que antes. Adelante, arriba.., y termino la gigantesca escalera.

La puerta estaba tallada en la cara rocosa del crater; una puerta sencilla y cuadrada, con un macizo dintel sostenido por jambas perfectamente angulares. En el centro exacto del dintel habia sido tallado un dibujo y rellenado de oro: un ojo abierto de cuyo iris emanaba un rayo. Era el signo supremo del Orden, el sello del propio Aeoris, y marcaba la entrada al corazon del crater y al Santuario.

Los dos Guardianes que iban en cabeza con Keridil se apartaron a un lado y tomaron nuevas posiciones, uno a cada lado de la enorme puerta. Sus companeros se reunieron con ellos y las figuras vestidas de blanco formaron una rigida guardia de honor en la entrada.

Keridil se dio cuenta de que aquellos hombres extranos no seguirian adelante. Desde ahora, el y sus companeros estarian solos. Miro al frente y vio un tunel que era como un abismo, extendiendose a lo lejos, iluminado por un debil y mate resplandor que parecia brotar de la roca misma. Entonces oyo movimiento a su lado: el Alto Margrave y la Matriarca, que se habia apeado de la improvisada litera, avanzaron hasta su altura. Keridil trago saliva, respiro hondo y miro al mas proximo de los tiesos Guardianes; y con lo que podia ser (a menos que le enganase su imaginacion) la sombra de una sonrisa, el hombre alzo la mano derecha e hizo la Senal de Aeoris.

Era la senal para emprender la ultima etapa de su viaje ritual, y Keridil sabia que no podia demorarse por mas tiempo. Cruzo el portal abierto como unas fauces, oyo a Fenar e Ilyaya a un paso detras de el y reprimio el subito miedo que amenazaba con apoderarse de el. Habia que hacerlo, se haria. Apretando el paso al dominar su resolucion a su miedo, Keridil se adentro en la sima.

La grieta que hacia milenios se abrio en el lado del volcan por una erupcion de lava, y que ahora formaba la unica entrada al antiguo crater, no era un pasadizo largo. Atravesaba directamente el cono, siguiendo un camino extranamente recto, y al cabo de solo unos minutos, vio Keridil un punto de luz al frente. No pudo identificar su origen, aunque el instinto y el conocimiento de las tradiciones populares le impulsaron a adivinarlo, y la aprension le hizo un nudo en la garganta. Un breve trecho mas y...

El abismo se abrio bruscamente y salieron a una ancha cornisa que dominaba una vista impresionante por su misma sencillez.

A su alrededor, se elevaban las paredes del crater en grandes mi-rallas, llenas de hoyos y melladuras y creando una terrible sensacion de vertigo. Tal vez a doscientos o trescientos pies, el fondo de piedra pomez y basalto se confundia en increibles dibujos y era iluminado por la debil radiacion nocturna que descendia del despejado cielo. En el centro de la taza habia un solo y gigantesco bloque de piedra volcanica que alguna mano muerta hacia tiempo tallo en un cubo perfecto, para formar un altar, y alli, el punto de luz que observo Keridil desde el tunel se manifestaba como un caliz de oro en el que ardia una llama blanca, eterna y nunca vacilante. Sabia que esta lampara votiva brillaba desde que Aeoris y sus hermanos habian dejado su impresionante regalo al mundo; era mision de los Guardianes mantenerla viva, y nunca dejaron de hacerlo. Y delante del caliz, resplandeciendo de un modo cegador bajo su luz, habia un sencillo cofre, no mayor que el puno de un hombre, hecho tambien de oro macizo. El cofre de Aeoris..

Fenar Alacar hizo la senal con atemorizada y torpe precipitacion, mientras la Matriarca se llevaba un borde del velo a los labios y lo besaba, murmurando una oracion. Keridil no podria expresar los sentimientos que le producia su primera vision del Santuario: temor, si, y miedo y reverencia, pero tambien un sentido del destino que era imposible traducir en palabras, pero que le hacia olvidar todo lo que no fuese el breve ritual, y su culminacion, que habia que practicar.

Desde la cornisa, un sendero empinado pero practicable serpenteaba hasta el fondo del crater, y el Sumo Iniciado se volvio a sus acompanantes.

—Los que quieran presenciar de cerca el ritual pueden venir conmigo al Santuario —dijo pausadamente—. Pero si alguno de vosotros prefiere quedarse aqui y observarlo desde lejos, esta en perfecta libertad de hacerlo.

Sus palabras fueron recibidas en silencio. Aunque tuvo la impresion de que uno o dos de los del grupo se sentian inquietos, nadie queria ser el primero en echarse atras. Solamente Cyllan parecia imperturbable, custodiada por dos de los Iniciados de Keridil; su mirada, cuando el fijo de mala gana la suya en ella, era vacia e inexpresiva.

—Muy bien. Solo pido que todos guardeis silencio hasta que el rito haya terminado.

Y despues de inclinarse brevemente ante Fenar y ante Ilyaya, empezo a descender hacia el fondo del crater.

Mas alla de la pared del volcan, los Guardianes que escoltaron al triunvirato y a sus acompanantes permanecian aun en dos rigidas filas en el portal. Habian conducido hasta alli a las personas a su cargo, pero las leyes dictadas siglos atras para este acontecimiento les prohibian ir mas lejos. Su deber era ahora esperar, y lo cumplirian con el mismo estoicismo impasible con que iniciaban cada tarea. Si sentian curiosidad o aprension por lo que podia ocurrir antes de que se hiciese de dia, no lo delataban sus expresiones remotas.

Un ligero movimiento en la sombra, unos minutos despues de que el ultimo de la comitiva desapareciera en

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