— Cyllan.
Grito impresionada y casi se mordio la lengua al oir una voz extrana y argentina que pronunciaba su nombre en el vacio. Y en el mismo instante, tuvo una terrible premonicion, la horrible certidumbre de que habia algo detras de ella, en la habitacion, observandola...
Tenia la garganta tan contraida que apenas podia respirar. Y los contornos de la habitacion estaban cambiando, perdiendo su solidez, creciendo de un modo extrano y espantoso... Unos colores raros centellearon en los bordes de su percepcion, y sintio un frio que llenaba el aire y penetraba hasta sus huesos... Furiosamente, luchando contra la amenaza de un terror ciego, obligo a sus musculos a obedecerla y volvio la cabeza.
La habitacion estaba vacia. Demasiado vacia..., como si el mundo real hubiese dejado de existir, dejandola extraviada en una media dimension de engano y fantasmagoria. Y a pesar de lo que le decian sus ojos, todavia podia sentir la presencia de otra inteligencia en la estancia. La estaba observando, burlandose de su incapacidad de ver..., y Cyllan sintio la fria y afilada hoja del cuchillo del mal...
Un solo y subito estampido, tan fuerte que superaba las facultades del oido, resono en el interior de su cabeza. Entre una niebla de dolor, vio que empezaba a ondularse la puerta de su habitacion, alabeandose en formas imposibles. Aparecio un aura a su alrededor como un halo de pesadilla, y chillones colores se agitaron furiosamente, casi cegandola. Algo se estaba acercando; lo sentia... , algo que podia aplas tarla y matarla, como un nino distraido podia aplastar un insecto con el pie.
Sin otro aviso, la puerta se desintegro y aparecio en su lugar una luz negra. Cyllan lucho desesperadamente contra el terror de lo que sabia que tenia que ser una espantosa y poderosa alucinacion, pero la razon no podia combatir la imagen de la figura no del todo humana que se estaba formando en el corazon de aquella luz, ni la larga y delgada mano que se tendio lentamente, autoritariamente, hacia ella.
Cyllan grito, y supo que ningun sonido habia brotado de sus labios. Todos los musculos de su cuerpo se contrajeron en un rictus y un solo y fuerte espasmo la sacudio de los pies a la cabeza antes de derrumbarse, inconsciente, entre las piedras desparramadas en el suelo.
A Drachea le palpitaba el corazon con molesta rapidez, mientras descendia por la amplia escalera principal del Castillo. Estaba excitado por la perspectiva que veia abrirse ante el, satisfecho de haber resuelto emprender una accion positiva, en vez de esperar pasivamente los acontecimientos; y sin embargo, aquella satisfaccion estaba fuertemente entrelazada con una aprension que iba en aumento a medida que se alejaba de la segura habitacion de Cyllan.
Al llegar al pie de la escalera, vacilo y miro recelosamente a su alrededor para asegurarse de que no habia senales de Tarod. Mas alla de la puerta entreabierta, el patio parecia sombrio y hostil, con el fulgor rojo de sangre intensificado por la negrura contrastante de las paredes y de las losas del suelo, y el valor de Drachea empezo a flaquear. Hubiese querido, aunque por nada del mundo lo habria confesado, que le acompanara Cyllan. El habia recibido su negativa con indiferencia, diciendose que no necesitaba ayuda, pero ahora, en el deprimente silencio, el Castillo parecia amenazador, como un enemigo que esperase solamente el momento oportuno para atacarle.
Tambien, y por encima de todo, estaba ansioso por evitar otro encuentro con Tarod. Sus bravatas no podian ocultar el miedo fundamental que sentia del Adepto, y se imaginaba que Tarod no veria con buenos ojos su intento de descubrir los secretos del Castillo. El recuerdo de lo que habia sucedido en el patio le hizo vacilar momentaneamente; pero, con este sentimiento, renacio su colera, y cuando paso el acceso de terror, se sintio mejor, animado por la ira que empezaba a germinar en un deseo de venganza. Si Cyllan preferia esconderse en aquella mohosa habitacion, ?alla ella! El encontraria las respuestas que necesitaba y le mostraria que un hijo de Margrave no requeria la ayuda de una campesina conductora de ganado.
Salio al exterior y contemplo la Torre del Norte, que se recortaba contra el cielo uniforme de estano. Ya no se veia luz en una de las ventanas mas altas, pero Drachea sospecho que Tarod estaba en aquella habitacion. Asi era mejor; el se dirigia a otra parte y la idea de que era improbable que el Adepto se cruzase en su camino reforzo su confianza.
A la derecha de la escalinata que conducia al patio habia una columnata, con una puerta en su extremo. Drachea penso que era extrano que existiese otra entrada en el Castillo tan cerca de la puerta principal... Esto parecia indicar algun proposito ulterior.
Con otra rapida mirada hacia la torre, bajo corriendo los peldanos y se dirigio a aquella puerta. Esta se abrio facilmente cuando levanto la aldaba, y esto contrario a Drachea: si condujese a algun lugar importante, ?no habria sido cerrada con mas cuidado? Presumiendo que aquello no seria mas que un almacen o algo parecido, atisbo hacia el interior y vio un largo y estrecho pasillo que descendia en pendiente hacia lo que debian ser las entranas del Castillo. Durante la primera veintena de pasos, el resplandor carmesi llego hasta alli, iluminando viejas manchas de humedad... Despues el pasillo quedo enteramente a oscuras.
La idea de aventurarse en aquella negrura basto, al principio, para socavar la resolucion de Drachea. Si Cyllan hubiese estado con el... No, se dijo. No la necesitaba. Sus ojos se acostumbrarian pronto a la oscuridad, y si, como sospechaba, este pasadizo le acercaba a alguno de los secretos del Castillo, pronto podria contar a Cyllan una historia que le abriria los ojos a la verdad.
Respirando hondo (?que desagradable era el olor a moho que flotaba en el aire!) cruzo la puerta, cuidando de dejarla abierta de par en par a su espalda. El suelo del pasadizo era bastante regular y al avanzar, su vision empezo a acomodarse gradualmente a la oscuridad, hasta que pudo distinguir los vagos contornos de las paredes que tenia delante. Estas parecian prolongarse indefinidamente y siempre hacia abajo... Vacilo y despues apreto el paso, luchando contra su inquietud.
El suave ruido de sus pisadas llego a hacerse casi hipnotico a medida que avanzaba a lo largo del pasillo. De vez en cuando, algun fenomeno acustico casi le convencia de que oia otras pisadas detras de el, ligeramente desacornpasadas con las suyas. En una ocasion se detuvo en seco; creyo oir que los pasos ilusorios se paraban detras de el, y el sudor broto de su frente y de su cuello. Pero cuando se volvio, alli no habia nada...
Imaginaciones. La mente hacia toda clase de jugarretas en circunstancias como esta. Aqui no podia haber fantasmas... Drachea siguio andando, resistiendo la tentacion de silbar para darse valor, y de pronto el pasillo termino al pie de un tramo de escalones. Se detuvo, tanteando cautelosamente el primer peldano, y de nuevo miro por encima del hombro. Nada...
La escalera era empinada y Drachea tuvo la impresion de que se estaba acercando a su meta. Pero en ese momento sintio una oleada de excitacion al ver que, delante de el, la escalera terminaba en otra puerta. Estaba abierta, como si alguien hubiese pasado descuidadamente por ella momentos antes, y mas alla, una palida luz iluminaba debilmente un gran salon abovedado. Drachea cruzo rapidamente la puerta y, al entrar en el sotano, tropezo con algo que habia en el suelo y cayo cuan largo era. Maldijo en voz alta y su voz resono con fuerza, aumentando su impresion, y al sentarse aturdido en el duro suelo de piedra vio lo que le habia hecho caer.
Libros. Cientos de ellos, desparramados sobre las losas. Dondequiera que mirase, dondequiera que pusiese las manos, habia volumenes y manuscritos y rollos de pergamino, algunos enteros, otros rasgados y hechos trizas. Y al debil resplandor que iluminaba la estancia, pudo ver estantes adosados a las paredes, muchos de ellos rotos, pero algunos conteniendo todavia libros en equilibrio inestable que parecia que iban a resbalar y caer a la menor provocacion. Era como si algun erudito se hubiese vuelto loco en su propia biblioteca...
Desde luego, ?era la biblioteca del Castillo! Y esta revelacion hizo que Drachea olvidase inmediatamente su primitiva intencion, pasmado por el hecho sorprendente de que, por pura casualidad, hubiese tropezado literalmente con el mas grande deposito de conocimientos arcanos del mundo. Alargo una mano y tomo el libro caido que tenia mas cerca, estremeciendose cuando varias hojas se soltaron y cayeron revoloteando al suelo. Todos los secretos del Circulo, su ciencia, sus practicas, estaban al alcance de su mirada sin nadie que lo prohibiese... ?Era mas de lo que nunca se habria atrevido a sonar!
Drachea abrio el libro al azar y empezo a estudiarlo. La escritura era muy apretada y dificil de leer bajo aquella luz tan debil, pero descifro lo suficiente para que su pulso se acelerase. Ritos de iniciacion;
todas las formulas estaban alli; las oraciones, los conjuros... Tomo otro volumen al azar y volvio febrilmente las paginas. Este era mas antiguo, todavia mas dificil de leer... Lo dejo a un lado y tomo uno de los rollos. Era de pergamino y la tinta estaba tan descolorida que calculo que habia sido escrito hacia siglos, antes de que se inventase el procedimiento de emplear pasta de madera para hacer un material mas fino que sustituyese la piel animal. Casi devotamente, Drachea lo aparto con el primer volumen y despues se levanto, mirando enloquecido. Podia pasar alli toda una vida. Podia estudiar ano tras ano hasta que sus cabellos se volviesen grises, sin saciar su sed de conocimientos ocultos. Sintio envidia de los Iniciados que habian tenido libre acceso a este increible lugar, y entonces se rehizo, casi burlandose de su propio absurdo. El tenia ahora libre acceso a la biblioteca, ?no habia un