angustia al empujar la puerta, casi esperando ser interpelada desde el interior; pero el lugar estaba a oscuras y vacio.

Un estuche encerrado en el armario, le habia dicho la Hermana Erminet... Cyllan cruzo cuidadosamente la estancia, evitando la mesa maciza colocada en su centro, y encontro el adornado armario de madera tallada a un lado de la chimenea. El tirador no cedio cuando ella trato de abrirlo, por lo que, maldiciendo en voz baja, empezo a buscar algo con lo que pudiese forzar la cerradura. La oscuridad dificultaba su busqueda, pero no tenia nada con lo que alumbrarse, aun que tam poco se hubiese atrevido a hacerlo. Buscando a tientas sobre la mesa, tropezo con un tintero que se volco con un chasquido, derramando su contenido sobre la mesa y el suelo. Cyllan se quedo paralizada y empezo a sudar copiosamente, pero nadie acudio a investigar la causa del ruido y, al cabo de un minuto, siguio buscando.

No encontro nada util encima de la mesa y solo cuando reparo en el cajon dio con un cuchillo. La hoja era fina y brillo como pizarra mojada en la oscuridad cuando ella lo saco de su funda; pero penso que le serviria. No habia tiempo para andarse con contemplaciones y forzo la cerradura con tres fuertes movimientos; abrio la puerta y palpo en el interior en busca de su objetivo.

Una botella de cristal, un fajo de papeles... y el estuche. Cyllan lo saco y lo deposito en el suelo agachandose para apalancar la tapa con el cuchillo. Al igual que el armario, el estuche estaba cerrado, pero era de estano forrado de plomo y cedio al segundo intento. Levanto la tapa... y miro, fascinada, el contenido.

La piedra del Caos estaba sola en el estuche y resplandecia con luz propia: una radiacion fria y palida que hizo que las manos de Cyllan pareciesen las de un fantasma. Por un momento, se resistio a la idea de tocarla; pero despues hizo acopio de valor, introdujo la mano en el estuche y sus dedos se cerraron sobre la gema. La invadio una desconcertante sensacion de jubilo al notar sus duros contornos en la palma de la mano; sintio un cosquilleo en el brazo y, por un breve instante, experimento un fuerte sentimiento de poder, como si una fuerza inexplicable hubiese pasado a su mente desde el corazon de la piedra. Se esforzo por dominar su euforia, pues todavia no habia triunfado y el alborozo podia esperar, y cerro apresuradamente el estuche, lo dejo de nuevo en el armario y cerro lo mejor que pudo la estropeada puerta. Llevando la piedra en la mano, tomo el cuchillo una vez mas. Lo guardaria, al menos hasta que Tarod y ella estuviesen a salvo...

Al dirigirse a la puerta, tropezo ruidosamente con una silla, pero tambien ahora el ruido fue insuficiente para provocar alarma. Espero a que se calmase su corazon y entonces abrio la puerta...

El pasillo parecia brillantemente iluminado en contraste con la oscuridad del estudio. Cyllan salio...

Y una figura se cruzo en su camino.

Los ojos de Cyllan se desorbitaron de espanto. Trato de volver a las habitaciones del Sumo Iniciado, pero era demasiado tarde: el la habia visto, se habia detenido y la habia reconocido cuando la capucha habia caido atras y habia descubierto los palidos e inconfundibles cabellos..., y Cyllan se quedo paralizada ante la mirada pasmada de Drachea Rannak.

— ?No!—grito, con una voz que ni ella misma reconocia—. No... , por Yandros, ?no!

Tambien Drachea habia blasfemado en voz alta, llevandose inmediatamente la mano a la espada corta que recientemente se habia acostumbrado a portar. Se habia escabullido del banquete, aburrido y, tenia que confesarselo, bastante celoso del Sumo Iniciado, y estaba paseando malhumorado por el corredor cuando, por pura casualidad, habia salido Cyllan con el producto de su robo. Ahora estaban cara a cara y, superada la impresion inicial que les habia paralizado a los dos, Cyllan vio en los ojos alarmados de Drachea que este se daba perfecta cuenta de lo que estaba ocurriendo.

— ?Dioses! — Drachea desenvaino la espada—. Perra, ?como has podido... ? ?Oh, no!

Levanto la hoja en un furioso movimiento cuando Cyllan tomaba desesperadamente impulso para huir, y entonces ella retrocedio contra la pared para librarse de la estocada mortal.

—?Oh, no! —dijo de nuevo Drachea, con voz ronca—. Esta vez no, demonio, ?esta vez no! —Y grito por encima del hombro—: ?Auxilio! Criados, venid... ?Deprisa!

La piedra del Caos vibro subitamente calida en la mano de Cyllan y un arrebato de ferocidad cruel cobro vida dentro de ella. Drachea la habia hecho fracasar una vez; habia sido la causa de la ruina de Tarod..., ,pero no volveria a suceder! ?Nunca, nunca mas! Como una vision percibida a la luz instantanea de un relampago, su mente evoco la cara orgullosa y sarcastica de Yandros, y los ojos de este parecieron reflejar la radiacion incolora de la gema...

Drachea dio un salto cuando ella levanto la mano y de entre sus dedos surgio subitamente un rayo de luz. Iba a gritar de nuevo para pedir auxilio, pero las palabras se extinguieron en su garganta, y, cuando trato de cobrar aliento, sus pulmones parecieron llenarse de hielo. Se tambaleo... y Cyllan dio un paso adelante, blandiendo la piedra como un arma, y su cara iluminada por la gema era la de una loca, la de una insensata. Drachea trato una vez mas de gritar; su voz se quebro en un ronco alarido, y al resonar este en el pasillo, Cyllan salto sobre el y descargo un golpe mortal con el cuchillo que llevaba en la mano derecha, clavandolo en el estomago de Drachea y rasgando la carne hasta el esternon. El grito de Drachea se convirtio en un ahogado aullido de dolor y el joven se doblo, giro en redondo y a punto estuvo de caer sobre su propia espada. Al verle en el suelo, sintio Cyllan una explosion de ira y se lanzo por segunda vez sobre el, hundiendo la hoja del cuchillo en su hombro.

Habia perdido la razon, impulsada por algo que no podia comprender ni dominar; algo que despertaba un afan inhumano de matar, de destruir, de vengarse...

Un chillido que no habia sido lanzado por ella ni por Drachea resono en su cabeza enloquecida, y Cyllan salto atras, como si hubiesen tirado de ella con una cuerda. Dos criados, un hombre y una mujer, habian llegado corriendo en respuesta al grito de auxilio de Drachea y, al doblar la esquina del pasillo, habian visto lo que parecia un demonio de rostro palido, manchadas de sangre la cara y las manos, golpeando con un cuchillo ensangrentado el cuerpo caido de Drachea. La mujer se desmayo y el hombre miro fijamente a Cyllan, boquiabierto, y despues respiro hondo para pedir auxilio a voz en grito La cordura volvio a Cyllan con una violenta sacudida. Drachea yacia entre sus pies, muerto o moribundo. La piedra del Caos era ahora fria como el hielo en su mano izquierda; el cuchillo estaba pegajoso y resbaladizo en su derecha; su vestido era una confusion de manchas carmesies... Cyllan sintio nauseas y, galvanizada por un instinto animal, se volvio y echo a correr. El pasillo daba locamente vueltas delante de ella y, a su espalda, menguando pero resonando como redobles de tambor en su cabeza, podia oir la voz estridente y frenetica del criado lanzando desespera dos gritos de alarma.

CAPITULO 15

La musica de la galeria era lo bastante fuerte para ahogar cualquier ruido de mas alla de las macizas puertas del comedor, y los interpretes habian trocado las piezas lentas y formales por musica de baile mas ligera pero tambien mas vigorosa. Unas pocas parejas habian salido ya a la pista y el baile iria en auge en el transcurso de la noche, continuando hasta la madrugada, cuando se serviria vino caliente con especias antes de terminar el jolgorio.

De momento, Keridil no advirtio que dos hombres habian entrado en el salon y se abrian apremiantemente paso entre la multitud. Estaba conversando con el padre de Sashka, mientras reflexionaba en privado sobre el exito de la velada, y solo cuando Sashka le toco el brazo y dijo, con voz extrana, «Keridil...», levanto la mirada y vio a los que se acercaban.

Las expresiones de su semblante eran suficientemente expresivas para decirle que algo andaba mal, y cuando los hombres llegaron hasta el, se puso en pie. Algunos curiosos trataron de escuchar la breve conversacion, mantenida en voz baja, pero ni siquiera Sashka se habia enterado de ella cuando Keridil se disculpo apresuradamente y salio del comedor con los dos hombres pisandole los talones.

El criado que habia dado la voz de alarma estaba sentado en el suelo y apoyado la espalda en la pared del corredor, tapandose la cara con las manos y temblando a sacudidas, como afectado de paralisis. Un mayordomo estaba agachado junto a el, hablandole en voz baja y apremiante, mientras otro hombre, de rostro palido, intentaba cubrir un cuerpo con su capa. Habia sangre en el suelo y en la pared, y una fea y oscura mancha se estaba extendiendo en la capa.

—Espera —dijo Keridil al hombre que se disponia a cubrir la cara del cadaver.

El criado se echo atras y el Sumo Iniciado contemplo a la victima.

No necesito que Grevard le dijese que Drachea estaba muerto. Los ojos del joven estaban entreabiertos y

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