—?Tarod! —Su grito se perdio en la cacofonia del cielo—. ?Ta

rod!

El la vio, pero no podia alcanzarla; dos hombres le estaban atacando y, en aquella confusion, apenas si podia defenderse, y mucho menos perder tiempo en otras consideraciones. La cabeza le daba vueltas; sentia que surgia energia en su interior, alimentada por la locura del Warp, pero era una energia salvaje, incontrolable; no podia dominarla. Esquivo una furiosa estocada y, con la mano izquierda, agarro la muneca de su atacante, retorciendola, aplastandola... Sintio que se rompia un hueso, pero el segundo Iniciado venia de nuevo contra el.

?Tarod!

Esta vez, el grito de Cyllan fue un toque de alarma, al ver que Keridil, que habia recobrado su propia espada, corria hacia ella con Fin y otro hombre pisandole los talones. El caballo se encabrito de nuevo, casi desarzonandola, y ella, agarrando las riendas, le hizo brincar de lado en el momento en que el Sumo Iniciado le lanzaba una estocada. La hoja no le dio por un pelo, pero produjo una herida superficial aunque extensa en el flanco de la montura.

El caballo relincho. Arqueo el cuerpo, pataleo y, presa de panico, emprendio el galope. Brotaron chispas de debajo de sus cascos al cruzar el patio, impulsado por su instinto a escapar del Castillo donde veia la fuente de su terror. Cyllan se inclino peligrosamente sobre la silla, tirando de las riendas; pero era inutil: el caballo se dirigia a la puerta de salida y el portero habia abandonado su puesto para ayudar a sus companeros. La verja todavia estaba abierta en parte, y el corcel galopo bajo el arco, dirigiendose en linea recta al prado de cesped y a la libertad.

Cyllan vio lo que habia delante de ella, vio el arremolinado caos de luz negra y colores imposibles que asolaba el mundo mas alla del Laberinto. Vio los torturados riscos de las montanas retorciendose sobre ellos mismos, moldeados por los horribles caprichos del Warp, y, aterrorizada, azoto a su montura, tratando de detener su carrera antes de que fuese demasiado tarde.

El caballo cruzo al galope el Laberinto, y el relincho que lanzo al salir al otro lado fue ahogado por el rugido del Warp al caer sobre ellos con la fuerza de una ola gigantesca. Cyllan tuvo la impresion de que su cuerpo estaba siendo hecho pedazos; vino una oscuridad salpicada de chispas de plata y tuvo una sensacion de agonia en todos sus nervios antes de que el mundo estallase en el olvido.

Keridil se tambaleo al ponerse de pie, aturdido por la fuerza con que habia golpeado el suelo al librarse de los furiosos cascos del caballo. Al correr Fin Tivan Bruall para ayudarle, miro hacia las puertas y el torbellino de mas alla, con el semblante palido por la impresion recibida.

— Aeoris... — Hizo una senal sobre su corazon—. Fin, ella... ella...

Fin no le respondio. Estaba mirando por encima del hombro hacia la escalinata, y lo que veia le llenaba de espanto. Tarod permanecia inmovil, y su rigida actitud indicaba claramente que tambien el habia visto el horrible final de Cyllan. Uno de los atacantes yacia a sus pies, encorvado y moviendose debilmente. El otro retrocedia, bajando lentamente de espaldas la escalera, con la espada levantada como para protegerse de algo que nadie mas podia ver; estaba aterrorizado.

Fin agarro de un hombro a Keridil.

—Sumo Iniciado...

Keridil se volvio, azotado por el viento aullador, y su rostro se contrajo. Entonces echo a correr, tambaleandose, en direccion a la figura inmovil sobre la escalinata. Siguiendo su ejemplo, los otros espadachines hicieron acopio de valor y se dispusieron a atacar... Entonces Tarod volvio la cabeza.

Si habia sido humano, penso Keridil, ahora su expresion lo desmentia. La cara de Tarod estaba enloquecida y sus ojos verdes ardian con una luz infernal. Movio los labios y pronuncio una palabra, aunque Keridil no pudo oirla en el fragor de la tormenta. Despues levanto la mano izquierda... y el Sumo Iniciado sintio terror en lo mas hondo de su alma.

Ella se habia ido. Tarod lucho contra esta certidumbre, pero no podia negarlo, habia ocurrido, ,y el no habia podido evitarlo. Se habia ido; el Warp se la habia llevado, la habia arrojado en la inconcebible voragine de pesadilla, fuera cual fuese, que habia detras de el. Podia estar muerta.., o viva y atrapada en algun monstruoso limbo... Y el habia estado cerca de ella y la habia perdido una vez mas. Y el dolor que le devoraba, mucho mas cruento que el que habia sentido cuando la muerte de Themila Gan Lin, o la de Erminet, fue el catalizador que en definitiva desperto toda la fuerza que tenia en su interior. Cyllan se habia ido y el solo podia pensar en vengarla. Por ella queria matar, destrozar, destruir todo lo que se pusiera en su camino. Y el foco de su odio ardiente era un hombre, su amigo de antano. El traidor. Su enemigo...

Mientras miraba como un animal acosado a Tarod, Keridil sintio la presencia de Fin Tivan Bruall a su lado. No era un gran alivio.

— Trate de detenerla — dijo, reconociendo apenas su propia voz.

Tarod torcio los labios con una mueca despectiva, pero freno su

mano.

Trataste de matarla.

—No... —Y Keridil no protesto mas, dandose cuenta de que Tarod no le creeria.

Tenia una oportunidad, penso; solo una oportunidad: distraerle el tiempo suficiente para que interviniesen los otros Iniciados y le pillasen por sorpresa. Era una esperanza debil, y la idea de lo que podia hacerle Tarod si fallaba su maniobra le estremecia en los mas hondo.

—Los dos hemos perdido, Tarod —grito en medio del vendaval—. Ya lo ves: ella se ha llevado la piedra del Caos. Por tanto, tu alma se ha ido para siempre... —Se paso nerviosamente la lengua por los labios—. No creo que sin ella puedas vencemos.

Los ojos de Tarod se entrecerraron en dos terribles rendijas, y Keridil vio que, tal como habia esperado, los otros hombres habian aprovechado el breve respiro para acercarse. Uno de ellos hizo un subito y torpe movimiento; la cabeza de Tarod se volvio en redondo...

—?Prendedle! —grito el Sumo Iniciado, aguijoneado en el mismo instante por la subita y desesperada premonicion de que era demasiado tarde. Prendedle, antes de que...

La frase fue violentamente cortada por un enorme destello de luz roja como la sangre que estallo en el lugar donde estaba Tarod. Tomo la forma de una espada gigantesca, de dos veces la altura de un hombre y que resplandecia con luz propia, y Tarod la enarbolo con ambas manos, como si no pesara nada. Uno de los Iniciados lanzo un grito inarticulado y retrocedio tambaleandose. Iluminada por el resplandor de aquella espada sobrenatural, la cara de Tarod era una mascara malefica. Entonces giro sobre los talones y la hoja describio un arco sibilante que derribo a los dos espadachines mas proximos antes de que pudiesen escapar. La sangre salpico la cara y los brazos de Tarod cuando cayeron al suelo los dos cuerpos mutilados. Al enfrentarse Tarod nuevamente con Keridil, con la espada incandescente resplandeciendo ferozmente en sus manos, el Sumo Iniciado retrocedio horrorizado. Habia enviado a dos Adeptos a la muerte, los otros se retiraban ahora con la mirada fija en la hoja monstruosa, y a la luz proyectada por la espada, vio su propio castigo en los ojos inhumanos de Tarod.

Momentaneamente parecio amainar el estruendo del Warp y, en el relativo silencio, Keridil oyo deslizarse sobre las losas los pies de Tarod, que iniciaba su lento avance. La hoja latia, centelleaba, cegandole, y entonces, sin previo aviso, una onda de pura y desatada energia cayo sobre el como un puno invisible, haciendole caer violentamente al suelo.. Con una rapidez ante la que no tuvo tiempo para reaccionar, Tarod salto los peldanos en su direccion, y al aclararse su aturdida mente, Keridil se encontro con que la monstruosa y resplandeciente espada estaba a solo unas pulgadas de su rostro.

Se mordio la cara interna de las mejillas, para dominar el panico que amenazaba con apoderarse de el. Los filosofos decian que, cuando un hombre se hallaba a las puertas de la muerte, recordaba los sucesos de su vida en una rapida sucesion de imagenes como de sueno. Keridil no tuvo esta experiencia; fue como si hubiese perdido la memoria y solo pudo contemplar, impotente, la espada y la silueta del personaje que la blandia.

Por el rabillo del ojo vio que uno de los Iniciados supervivientes hacia un brusco movimiento en su direccion, y Keridil levanto un brazo para contenerle.

— ?No te muevas!

El hombre vacilo y despues obedecio, y Keridil dejo escapar lentamente el aliento entre los dientes apretados. Cuando hablo, se sorprendio al descubrir que su voz era firme.

— ?Acaba de una vez! — La tormenta arreciaba de nuevo, pero el sabia que su adversario le oia bien—. No me espanta morir. ?Acaba de una vez, Tarod!

Tarod le miro fijamente. La espada que tenia en la mano no temblaba, pero la locura que se habia apoderado de su mente empezaba a dar paso a una razon mas clara y mas fria. Podia destruir a Keridil. Y si la espada le

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