mas joven, sorprendentemente familiar. Un nimbo palido que era el concepto gatuno de los cabellos humanos; unos ojos con destellos ambarinos..., ,y una sensacion; no una palabra, ni siquiera una idea, sino una nocion fundamental, primordial. Libertad, libertad...

El gato estaba tratando de decirle que Cyllan habia escapado. Tarod sintio que su pulso se aceleraba hasta que pudo oir el ritmo de su propia sangre en los oidos. Si habia interpretado acertadamente la conciencia de aquella criatura y si el mensaje que le traia era cierto, ?por que habia enviado Erminet el gato a decirselo? No habia guardias en la celda, o al menos asi lo creia, y la vieja Hermana habia dicho que Cyllan tendria la llave e iria a buscarle.

Se irguio, inquieto. Algo habia fallado. Aunque Erminet hubiese logrado liberar a Cyllan, y Tarod no confiaba enteramente en las confusas imagenes de la mente del gato, algo impedia que llegase hasta el, y hasta que estuviese seguro de que se hallaba a salvo, no se atreveria a intentar ninguna accion. Ademas, sin la piedra-alma, era todavia vulnerable. Liberado de la influencia del narcotico, habia recobrado toda su inteligencia y buena parte de su antigua energia, pero no sabia hasta donde llegarian sus poderes. No era el hechicero que habia sido antes...

Miro de nuevo al gato. Este no habia reanudado la tarea de lavarse, sino que seguia mirandole fijamente, captando sin duda la emocion que le invadia. Al encontrarse sus miradas, maullo, ahora con fuerza, y Tarod se agacho de nuevo.

— Tranquilo, Diablillo. — Alargo una mano y le acaricio la cabeza, mientras le calmaba mentalmente—. Te comprendo. Pero esto no es bastante. No me atrevo...

Se interrumpio al oir chirriar una llave en la cerradura de la puerta de la celda.

Diablillo gruno y se escondio en un rincon. Tarod se volvio, todavia medio agachado, pillado por sorpresa mientras la esperanza y el recelo se disputaban la prioridad. Entonces se abrio la puerta y se encontro cara a cara con un hombre corpulento que llevaba la insignia de Iniciado sobre el hombro.

—?Aeoris! —exclamo el Iniciado apretando los dientes—. ?Ven aqui, Brahen! Ese diablo tenia que estar inconsciente, pero...

No pudo continuar. Tarod no tenia tiempo de tomar una decision consciente, y el instinto, junto con un subito y violento resurgimiento de la colera que habia tratado de dominar durante tantos dias, se apoderaron de el. En un rapido y agil movimiento, se puso en pie y levanto la mano izquierda en un ademan que le era tan familiar como el acto de respirar, llamando y concentrando un poder que brotaba de lo mas profundo de su conciencia como un terrible Warp. Resplandecio una luz roja en la celda, iluminando de modo impresionante las paredes y el techo y los montones de escombros, y, cuando el rayo alcanzo al Iniciado, este lanzo un grito, y su cuerpo se convirtio en una loca silueta de miembros desmadejados en el sangriento instante en que aquel relampago estallo. La oscuridad cayo como una losa al extinguirse la luz, y Tarod tuvo tiempo de ver fugazmente una forma inmovil en el suelo antes de que otra luz, mas debil y natural, bailase en el umbral: era el segundo guardia, que habia agarrado una antorcha y llegaba corriendo por el pasillo.

A la luz vacilante de la tea que sostenia, el guardia superviviente vio algo que le hizo estremecerse de terror. Su companero yacia como un muneco roto junto a la pared de la celda, mientras Tarod, que hubiese debido yacer sin sentido en su jergon, se erguia como un negro angel de la muerte, con los ojos brillantes y una expresion asesina en su rostro.

Pasmado e incapaz de pensar con claridad o prudencia, el guardia desenvaino ruidosamente la espada. Tarod se puso tenso como un felino predador; estaba desarmado y el rayo de energia que habia conjurado le habia agotado; no tenia tiempo de hacer el acopio de fuerza necesario para lanzar otro. Por lo tanto, salto.

El Iniciado no habia esperado este ataque y levanto torpemente la espada, estorbado por la antorcha que llevaba en la otra mano. Todo fue tan rapido que no tuvo tiempo de reaccionar; la mano derecha de Tarod le arrebato la antorcha y despues, con un furioso movimiento del brazo, aplasto el extremo encendido en la cara del hombre. El guardia aullo de dolor y giro en redondo, dejando caer la espada y llevandose ambas manos a los ojos. Tarod sabia que el golpe habia sido suficiente para dejarle fuera de combate, pero la furia se habia apoderado de el y no pudo detenerse. Agarro la espada, que era un arma pesada y mortal si estaba en manos vigorosas, y mientras el guardia se tambaleaba de un lado a otro en un loco zigzag, Tarod descargo el golpe como hubiese descargado su hacha un lenador. Sintio una fuerte sacudida en los brazos y los hombros al cortar la hoja carne y huesos, y el cuerpo del Iniciado se estrello, decapitado, contra el suelo.

Tarod respiro con fuerza en el silencio roto solamente por el desagradable sonido de la sangre del cadaver vertiendose sobre las losas. Solto la espada, que cayo ruidosamente al suelo, y se dirigio a la puerta, imperterrito ante la vision de los dos muertos. A sus pies la antorcha chisporroteaba; la piso y de nuevo le envolvio la oscuridad.

Habia faltado a la promesa que habia hecho a Erminet. Penso en esto de pronto, y lo lamento. No la muerte de los dos Iniciados, pues sabia que estaban dispuestos a matarle, si el no hubiese golpeado el primero. Pero habia dado su palabra de que no haria dano a nadie, y le repugnaba haber tenido que faltar a ella.

Sin embargo, era cosa hecha... y nada ganaria con sentir remordimientos ahora. Salio sin ruido al pasillo, cerrando la puerta de la celda a su espalda. Era un lugar tan recondito en las profundidades del Castillo que nadie habria podido oir los gritos de los guardias, y de momento parecia improbable que se tropezase con alguien mas. Bueno, esto le daba el tiempo que necesitaba. El hecho de que Keridil hubiese enviado hombres para vigilarle, cuando antes no lo habia hecho, desmostraba que algo habia fallado en el plan de Erminet, y sospecho que la ausencia de Cyllan habia sido descubierta y se habia dado la alarma. ?Estaria buscandola todavia el Circulo, o la habria capturado de nuevo? No estaba familiarizado con el laberinto de habitaciones y corredores del Castillo y el sabia que no podria burlar durante mucho tiempo una busqueda en gran escala. Tenia que encontrar a Cyllan y, con o sin la piedra, salir con ella del Castillo.

Penso que Erminet era su mayor esperanza. Si habia empezado la caza, Cyllan estaria demasiado asustada y preocupada para que el pudiese establecer contacto con ella y guiarla. Pero Erminet podia saber su paradero.

Tarod conocia todas las vueltas y revueltas del Castillo y podia cruzarlo sin tropezarse con las patrullas de Keridil. De momento, tenia tambien la ventaja de que el Circulo ignoraba todavia su fuga. Si podia llegar hasta Erminet antes de que fuesen descubiertos los dos guardias muertos, las probabilidades a su favor se verian aumentadas...

Echo a andar silenciosamente por el pasillo, pero entonces vacilo y, cediendo a un impulso, volvio atras y entro en la celda. El olor a sangre hizo que se ensanchasen las venas de su nariz al cruzar la puerta; evito tropezar con el cuerpo sin cabeza y se planto junto al Iniciado al que habia fulminado. El hombre estaba muerto, pero el cuerpo habia sufrido relativamente pocos danos, y Tarod se inclino para desabrochar la capa de cuero que habia llevado el guardia como proteccion contra el frio humedo del sotano. Debajo de ella, resplandecio la insignia de oro de Iniciado; la desprendio y la sujeto sobre su propio hombro, sonriendo debilmente al pensar en el tiempo transcurrido desde que habia llevado un emblema parecido. Entonces se envolvio en la capa; dificilmente podia considerarse un disfraz, pero hacia menos ostensibles su camisa y sus pantalones negros, y salio de la celda silenciosa, que olia a muerte.

CAPITULO 16

Tarod emergio del laberinto de pasadizos del subterraneo del Castillo por un camino solamente conocido por los mas aventureros de los que se habian criado dentro de sus confines. El patio estaba a oscuras, pero las lunas se habian puesto y las estrellas empezaban a desvanecerse en el Este, anunciando que tardaria menos de una hora en amanecer el dia. De momento permanecio oculto entre las hojas de la parra que trepaba por las antiguas y negras paredes, saboreando la dulzura del aire puro despues de su confinamiento. Entonces avanzo con cautela al amparo de la parra, y se echo apresuradamente atras cuando se abrio una puerta cercana y de ella salieron tres hombres armados. Pasaron a poca distancia del lugar donde permanecia inmovil, y espero oir algo que le diese una idea de la situacion en que podia hallarse Cyllan; pero no hablaron. En cuanto se hubieron ido, se alejo deslizandose en las espesas sombras. No sabia donde estaba la habitacion de Erminet, ni siquiera si ella estaria alli, pero presumio que le habrian destinado una de las normalmente reservadas a las Hermanas de mas categoria en el Ala Este.

Al cruzar el patio ahora desierto en direccion a una pequena puerta que conducia a un pasillo poco usado, se dio cuenta de que reinaba ciertamente una actividad desacostumbrada en el Castillo. Aunque estaban encendidas

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