por encontrarla. Se maldijo en silencio; al extraviarse habia perdido un tiempo precioso, y el Sumo Iniciado se le habia adelantado. Sintio un nudo de furia y frustracion en el estomago: tenia que hacer saber de alguna manera a Tarod que estaba libre, pues, mientras no estuviera seguro de ello, no haria nada que pudiese ponerla en peligro. Pero no habia forma de hacerlo. Ni siquiera podia llegar a uno de los almacenes y esconderse en el con la esperanza de que cambiase la guardia y descuidasen a Tarod unos minutos; en el momento en que saliera de la escalera, la verian y la prenderian. Y no podia permanecer aqui, indecisa: era demasiado expuesto; bastaria con que un hombre bajase por la escalera y estaria atrapada. Y despues de lo que le habia ocurrido a Drachea, probablemente la mataria sin pensarlo dos veces... Como un espectro, se volvio y subio la escalera para volver por donde habia venido. Su mente trabajaba freneticamente, pero no podia ver ninguna solucion; sin embargo, tenia que encontrar una manera, tenia que encontrarla...

Una pequena sombra se cruzo en su camino y Cyllan se estremecio violentamente, mordiendose la lengua y a punto estuvo de perder el equilibrio y rodar por la escalera. La forma se detuvo tambien y despues levanto la cabeza y lanzo un suave y curioso maullido. El agitado pulso de Cyllan se calmo al reconocer uno de los gatos telepaticos que moraban en el Castillo. Habia encontrado ya a dos de ellos en su camino y habia sentido que escudrinaban su mente. Su telepatia se parecia un poco a la de los fanaani acuaticos, aunque no era tan aguda, y a punto estaba de seguir su camino cuando sintio que los delicados hilos de los pensamientos del animal penetraban en su mente y se mezclaban con los suyos. Vacilo y, de pronto, su vision interior le mostro una imagen confusa de la cara de la Hermana Erminet. El gato maullo, esta vez con tono apremiante...

— ?Que quieres, pequeno? — murmuro Cyllan, temerosa de que el eco de su voz pudiese llegar al tunel—. ?Que estas tratando de decirme?

Se habia agachado, y el gato se levanto sobre las patas de atras y maullo de nuevo. Cyllan sintio que su corazon empezaba a palpitar con fuerza y trato de calmar sus pensamientos para dejar la mente abierta a los intentos de comunicacion de aquella criatura.

—Dime, pequeno —dijo en voz baja—. Te escucho...

Diablillo, el gato adoptado por la Hermana Erminet, supo que habia encontrado a la persona que buscaba. Habia salido de la habitacion de la anciana por el camino acostumbrado, a traves de la ventana y a lo largo de un vertiginoso laberinto de cornisas increiblemente estrechas, hasta llegar al suelo, y entonces, siguiendo instrucciones que a duras penas podia comprender, se habia dirigido al sotano.

El hecho de que las camaras subterraneas del Castillo gustaran al gato, con su pletora de rincones inexplorados y de fascinantes olores, le habia persuadido a realizar la mision que le habia sido confiada; esto, y la inconfundible urgencia de su amiga humana en sus intentos de comunicacion. Estaba durmiendo en su cama cuando ella habia vuelto, y no le habia gustado que le molestasen. Pero habia percibido una mezcla de autoridad y de lisonja, y esto habia despertado su curiosidad. La anciana queria que encontrase a alguien, y la mente de la criatura concibio una imagen de otro ser humano, de color gris y amarillo palido y de ojos ambarinos que se parecian un poco a los suyos.

Y las camaras del sotano... , le gustaban las camaras del sotano. Y asi, cuando por fin su duena se nego a darle de comer y a hablarle, cruzo de mala gana la habitacion, salto al antepecho de la ventana y salio a la noche.

Ahora habia encontrado el objeto de su busqueda e inmediatamente percibio una mente con la que podia comunicar mucho mas facilmente que con la de la Hermana Erminet. Y esta mente necesitaba una ayuda que comprendio que solo el podia ser capaz de darle. Una mano se alargo en su direccion y le acaricio la dura cabecita, y el ser humano empezo a proyectar la imagen de alguien a quien el gato conocia...

Cyllan no sabia la relacion que tenia el gato con la Hermana Erminet, pero comprendio lo bastante de su naturaleza para agarrarse a esta debil esperanza como se agarra un naufrago a un madero. Ella no podia llegar hasta Tarod, pero podia hacerlo el animal. Nadie pensaria en detener a un gato en una de sus exploraciones secretas. Y si podia hacerle comprender el mensaje que queria que transmitiese y persuadirle de que encontrase el camino hasta Tarod, habia una posibilidad —rezo fervientemente para que fuese mas que una posibilidad— de que Tarod captase suficientemente el mensaje de la mente extrana y caprichosa de aquella criatura para darse cuenta de lo que se estaba tramando.

Se puso de rodillas y miro al gato a los ojos, abriendo sus pensamientos a su escrutinio mental. El animal sentia curiosidad, y esto era un buen comienzo. Proyecto una imagen de la cara de Tarod y vio que los bigotes del gato temblaban con interes; despues, aunque no sabia si el felino podia comprender conceptos humanos, trato de inculcarle la idea de que estaba libre.

—Dile... —y repitio en silencio las palabras para reforzar lo que pensaba—. Dile, pequeno, que estoy en libertad. ?Estoy en libertad!

Diablillo cerro y abrio los brillantes ojos en un largo y lento pestaneo. Si este gesto significaba algo, Cyllan no pudo interpretarlo. Despues lanzo su peculiar y debil maullido, agito la cola y, antes de que Cyllan pudiese detenerle o hablarle de nuevo, dio media vuelta, se alejo rapidamente, mezclandose con la oscuridad, y desaparecio.

Ella se sento contra la pared, sin saber que pensar. No podia juzgar si el gato habia comprendido el mensaje que habia tratado de imbuir en su mente, o si, en caso afirmativo, querria transmitirlo o, con la perversidad de los de su especie, se interesaria en otra cosa y olvidaria su mision. Pero dio gracias en silencio a la Hermana Erminet por su ingenio y su bondad al enviarle aquella criatura. Era una posibili dad remota, pero podia tener exito, y por esto era mas imperativo que encontrase un escondrijo donde pudiera estar a salvo hasta que supiese si el gato habia dado su mensaje a Tarod. Si lo habia hecho, la encontraria. La encontraria de alguna manera...

La escalera estaba en silencio; las profundas sombras, inmoviles. Cyllan se puso de pie y empezo a subir de nuevo, alerta a cualquier ruido o senal de movimiento. Si podia encontrar un refugio antes del amanecer podria esperar segura, al menos durante un tiempo, y pronto sabria el resultado. La espera seria un tormento... pero, al menos, volvia a brillar un destello de esperanza.

Tarod se desperto inquieto con el eco de un sueno en su mente y, durante un momento, sus sentidos estuvieron confusos. Despues, cuando su vision se aclaro, recordo donde estaba.

Habia intentado no dejarse vencer por el sueno... Esta noche era la del banquete y la Hermana Erminet le habia dicho que seria su unica oportunidad de liberar a Cyllan. Sin embargo, no habia recibido ninguna noticia y presumio que la noche debia estar ya muy avanzada. Habia tantos posibles escollos en el plan de Erminet que temio que hubiese fallado algo, y el miedo le produjo una fuerte sensacion de angustia en la boca del estomago. Se levanto, nervioso, estirando los rigidos miembros, y empezo a pasear de un lado a otro de la celda, maldiciendo que no hubiera una ventana que le permitiese ver el cielo y calcular la hora.

Habia una copa vacia en el suelo —Erminet habia hecho la comedia de traerle la dosis normal de la droga prescrita por Grevard, para no despertar sospechas— y tropezo con ella en la oscuridad, haciendola rodar ruidosamente sobre las losas. Cuando ceso el ruido oyo un maullido apagado que procedia de las sombras a las que habia ido a parar la taza, y Tarod giro en redondo, frunciendo los ojos verdes. Algo se movia alli, y un gatito gris plata salio de detras de un monton de sacos viejos. Tenia la pelambre cubiertas de polvo y telaranas en el bigote. Se detuvo, le miro y maullo en tono de resentimiento y de protesta.

— Diablillo... — dijo Tarod en voz baja, reconociendo a la criatura.

Se agacho y alargo una mano, el gato se acerco cautelosamente y le olio los dedos; despues dejo que Tarod le quitase las molestas telaranas de la cara, sacudiendo la cabeza y estornudando. Entonces se sento y empezo a lamerse energicamente.

Tarod le observo reflexivamente. Por muchos agujeros y grietas que hubiese en las viejas paredes, no era facil que, incluso un animal tan pequeno y tan agil, encontrase el camino desde la celda contigua, y sospecho que el gato debia tener algun motivo para hacerle una visita. En el pasado, habia conocido una manera de influir en la mayoria de los animales; los caballos mas resabiados se habian doblegado a su voluntad, y los gatos telepaticos, aunque menos faciles de gobernar, eran muy receptivos a sus pensamientos. No sabia si conservaba todavia esta facultad... , pero habia percibido ya un efluvio apremiante e imperativo en la mente del gato, que este pretendia perversamente ignorar, y no podia perder tiempo esperando.

— Diablillo.

Esta vez su voz fue menos zalamera y el gato le miro rapidamente, sacando la punta de la sonrosada lengua. Tarod concentro su mente, aliviado al descubrir que gran parte de la antigua agudeza acerada continuaba alli, esperando la oportunidad de entrar en accion, y retuvo la mirada del animal. Las pupilas de este se dilataron en dos circulos negros, y el gato escudrino su peculiar conciencia, buscando la motivacion que le habia traido aqui.

Una imagen: deformada pero reconocible..., una cara vieja arrugada que, bruscamente, cambio volviendose

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