Un sonoro crujido hendio el aire sobre sus cabezas, y
La Torre de los Pesares se derrumbaba. Se habia partido en dos desde el techo hasta los cimientos, como un tronco partido por el hacha del lenador. Y desde sus desmoronadas ruinas se elevaba lo que parecia una nube espesa de humo negro, abriendose paso hacia el cielo y alzandose ya muy por encima de sus cabezas. Pero no se trataba de humo. Se veian formas en la oscuridad, cosas retorcidas, cosas aullantes con ojos dementes, manos que eran como garras, alas negras que azotaban el aire y removian aquella sustancia negra que les daba vida para sacar de ella nuevas y aun mas monstruosas formas. Una legion de horrores inhumanos, fantasmas, pesadillas, que caian sobre el mundo del que habian estado excluidos durante innumerables siglos.
La torre lanzo un definitivo suspiro, un sonido aterradoramente humano, y empezo a hundirse sobre si misma. La negra columna se hizo mas potente, lanzandose con mas impetu hacia el cielo al tiempo que se extendia como un negro dosel. Y de repente Anghara comprendio hacia donde se dirigia.
Tiro de las riendas —habia perdido la fusta— y azoto el costado de
—Debierais habermelo dicho antes. —Kalig hablaba en voz baja para no alertar a Imogen, que conversaba con una de sus damas y por lo tanto desconocia por completo las noticias que traia Kirra.
—Lo siento, padre. No vimos motivo para alarmarte, o enojarte, sin una buena razon.
—
La fiesta habia empezado hacia poco, y los sirvientes corrian de un lado a otro de la enorme sala transportando platos. Cerca del hogar un arpista, un tanedor de laud y un flautista habian iniciado una melodia; junto a ellos estaba la gran arpa de Cushmagar, pero el anciano bardo no habia aparecido aun.
—Ya estaba enojado, para empezar, solo de pensar que tu hermana no asistia deliberadamente a la fiesta por un arranque de malhumor. Pero esto... —Kalig meneo la cabeza—. Debierais habermelo dicho.
—Mi senor, debo responsabilizarme por nuestro silencio —intervino Fenran. El rostro del joven norteno mostraba una palidez enfermiza, que destacaba aun mas en contraste con la calida luz que reinaba en la sala—. El principe Kirra deseaba informaros de inmediato, pero yo insisti en que debiamos aguardar. —Dejo caer los hombros y clavo con tristeza los ojos en el suelo—. Ahora creo que fue un error estupido.
El rey lo contemplo durante uno o dos segundos sin que su expresion revelara nada. Luego dijo:
—Sensato o estupido, esta hecho y no puede deshacerse ahora. Pero no quiero perder mas tiempo. Kirra, abandona la sala con discrecion; que tu madre no se de cuenta. Busca a Creagin, el capitan de la guardia, y cuentale lo que me has contado. Es el hombre mas adecuado para organizar la busqueda de Anghara.
Fenran repuso:
—?Me dais vuestro permiso para acompanar al principe Kirra, senor?
—Si, ve, Fenran. Me reunire con vosotros tan pronto como... —y Kalig se interrumpio pues en aquel momento sono un discordante gemido procedente del lugar donde estaba la enorme chimenea.
Todos los demas sonidos de la sala se apagaron al instante. Los musicos que habian estado cerca del arpa de Cushmagar dieron un salto atras —uno incluso estuvo a punto de caer al fuego— y Kalig volvio la cabeza a tiempo para ver que las cuerdas del arpa vibraban todavia mientras el espantoso acorde que habia lanzado se desvanecia lentamente.
—Traed a Cushmagar. —Kalig apenas si reconocio su propia voz; se sentia como si se asfixiara— . Y a Creagin. ?En nombre de la Madre, encontradlos!
Mientras rompia el atemorizado silencio, se escucho una repentina agitacion junto a la puerta principal de la sala y, como si la voz del rey al pronunciar su nombre lo hubiera hecho aparecer desde su puesto, Creagin penetro en ella. Avanzo con rapidez por el pasillo central en direccion a la mesa principal; entonces, con cierto retraso, sus ojos registraron las expresiones de sorpresa de todos los presentes y vacilo.
—?Mi senor? —El desconcierto arrugo el rostro de Creagin.
Fenran, que se sujetaba al respaldo de su silla para evitar que se le doblaran las rodillas, comprendio que el capitan de la guardia no podia saber lo que acababa de suceder alli. Su llegada se debia a pura coincidencia. O —e intercambio una temerosa mirada con Kirra— a algo mucho mas siniestro...
Kalig consiguio recuperar su agitada serenidad y, con un gran esfuerzo, descendio de la plataforma para ir al encuentro del capitan.
—Os pido perdon por la intrusion, mi senor. —Creagin, rechoncho y moreno y bastante mas bajo que el rey, realizo una torpe reverencia, pero su mirada siguio su inquieto paseo por la sala.
—Creagin —Kalig hablo sucintamente—. ?Que sucede?
—Algo raro acontece en el sur, senor. He pensado que era mejor informaros en lugar de esperar a averiguar mas cosas.
Un agitado murmullo se elevo de aquellos que estaban lo bastante cerca para haberlos escuchado, y Fenran noto un vacio en el estomago. Kalig acallo los murmullos con una severa mirada.
—?Que tipo de cosa extrana, Creagin?
—No lo se con exactitud, senor. El centinela que lo vio primero penso que tenia que ver con el clima, pero...
—?El clima? —interpuso Kirra, con voz temblorosa.
—Si, senor. Una tormenta, pero de una fuerza inhabitual. Unas nubes negras como jamas las habia visto antes, solo que no son nubes —Creagin se agito incomodo cambiando el peso del cuerpo de un pie a otro; militar como era, no comprendia mas alla de las cosas que poseyesen un fundamento logico, e intentar explicar aquello era obvio que no le gustaba—. No se exactamente lo que es, pero viene desde el sur a toda velocidad, tal y como lo veo no tardaremos en quedar en medio de ello.
Kalig murmuro:
—Que la Madre Tierra nos ayude... —y cuando se volvio para mirar a Fenran y a Kirra su rostro habia perdido todo rastro de color.
—?Senor? —Creagin no se dejo anonadar—. ?Hay algo...?
El rey lo interrumpio a mitad de la frase.
—Si, Creagin, lo hay. Kirra, Fenran —giro sobre sus talones y su voz se elevo como un rugido en medio de la sala—; todos aquellos de vosotros que esteis en condiciones y podais empunar un arma: ?id al torreon!
Los bancos aranaron el suelo mientras los hombres y un gran numero de mujeres se ponian en pie precipitadamente, y una tremenda algarabia se alzo en la estancia cuya atmosfera se recargo de tension. Kalig escucho a su espalda como Imogen intentaba calmar a sus doncellas, pero no tenia tiempo para volverse a mirarla. Creagin, aun sin comprender, pero dandose cuenta de la urgencia con el instinto de un soldado, se unio al grupo que se precipitaba hacia la puerta, y siguio a Fenran y a Kirra, quienes corrian detras del rey hacia afuera de la sala.
Kalig corrio por el helado y mal iluminado pasillo situado al otro lado de la puerta, y mientras lo hacia saco su espada en un reflejo automatico; no era su pesada espada de combate de doble mango, pero tendria que servir en una emergencia. Se percato con alivio de que Fenran y Kirra tambien iban armados; otros se dirigian a toda prisa hacia el arsenal a buscar mas armas, y Kalig encontro tiempo para agradecer que la superflua tradicion que en epoca de su padre habia asegurado una reaccion rapida ante la menor provacion, hubiera resultado ser una costumbre dificil de abandonar.