fallecido, como era su deber. Y cuando las lamentaciones tocaran a su fin habria mucho mas trabajo. Deberian reconstruirse las vidas destrozadas y tambien escoger un nuevo rey que se sentase en el trono de las Islas Meridionales. Cushmagar, como arpista real, tendria que presidir esta triste tarea; se sentaria a la cabecera de lo que quedaba del consejo, y se haria venir a las mujeres sabias del bosque para que anadieran sus opiniones e hicieran sus adivinaciones, y por ultimo tendria lugar la eleccion. Pero por ahora el bardo conducia a su gente tan solo con la musica, y la musica siguio fluyendo hasta alcanzar cada rincon de Carn Caille. Lleno la habitacion que habia sido de Kalig e Imogen: una habitacion vacia a excepcion de un aislado rayo de sol, y un caballete de pintor sobre el que reposaba la obra maestra de Breym, el pintor, cuyo cadaver yacia ahora, velado por su hermana, en otro lugar de la fortaleza. Las figuras de Kalig e Imogen, Kirra y Anghara, capturadas para siempre por los colores del artista, aparecian enmarcadas por tapices de color Indigo.
Indigo no sabia cuanto tiempo habian andado. La criatura era incansable, y tambien, por lo que parecia, lo era ella; no sentia la menor fatiga, solo apatia, un vacio interior que reflejaba lo desertico del sendero y del campo que los rodeaban. Sus pies se movian, sus pulmones aspiraban aire, pero aparte de esto toda otra sensacion estaba como muerta. Y la carretera no cambiaba.
Hasta que, tan a lo lejos que le costo convencerse de que no era nada mas que una ilusion, vio a una figura que los aguardaba.
Su pulso se acelero. El distante y solitario vigia resultaba incongruente, como si mancillara la interminable uniformidad de la llanura y adquiriese un aspecto en cierta forma antinatural en aquel mundo sin forma. Indigo recordo las ultimas palabras del emisario, y apresuro el paso —la criatura iba un poco mas adelante— para alcanzarlo.
—Alguien nos espera —dijo cuando lo alcanzo.
—Si.
—?Es este el primero de los viajeros con los que nos hemos de encontrar?
—Si. —Su companero no le dio ninguna otra explicacion y continuo por el camino, y ella no pudo hacer otra cosa que seguirlo.
Poco a poco se fueron acercando a la lejana figura, hasta que Indigo pudo ver que el viajero era humano; o al menos tenia forma humana. Una persona menuda, penso; quizas un nino incluso..., el corazon le dio un brinco con un repentino recuerdo espontaneo, pero aparto aquel pensamiento de su mente. No aqui, con toda seguridad no en este mundo vacio. Pero sus pasos se hicieron mas lentos a medida que un terrible presentimiento se apoderaba de ella, y con el una renuencia a seguir adelante.
—La criatura.
El ser resplandeciente la miro, y ella se dio cuenta de que se habia detenido.
—No..., no puedo —La voz de Indigo sono aspera; contemplaba fijamente a la figura que los aguardaba mas adelante junto al camino.
—Debes hacerlo.
—?No! —Sintio un doloroso bloqueo en la garganta, y el suelo parecio bambolearse bajo sus pies mientras el panico bullia en su cerebro.
—Debes hacerlo.
Sus ojos se encontraron con los del emisario, y se encontro dirigiendose hacia adelante, obligada a moverse a pesar de su terror. Intento protestar pero no tenia voz. Seguia su avance y entonces pudo ver lo que la esperaba, lo que habia temido.
Una criatura de cabellos y ojos plateados estaba de pie sobre el marchito suelo junto a la interminable carretera. Llevaba puesto unicamente un sencillo tabardo gris, y la rodeaba una inquietante y fantasmagorica aureola. Sonreia, mostrando unos dientes felinos, y la sonrisa era cruel, malevola, monstruosa.
El sobresalto la hizo maldecir con ferocidad, y se volvio en redondo con todos los musculos en tension. El resplandeciente emisario se detuvo y volvio la cabeza, y comprendio que los ojos de la muchacha revivian los terribles sucesos acaecidos. Indigo giro otra vez muy despacio, sin pensar ni detenerse a recordar la anterior exhortacion del ser, y siseo por entre sus apretados dientes:
Una risa suave y maligna susurro junto a ella, pero el nino de los ojos plateados no se movio, no dio la menor senal de darse cuenta de la presencia de la muchacha. El emisario repuso:
—?No reconoces su naturaleza, Indigo? Pues debieras, ya que fuiste tu quien le dio vida.
—?7o?
—Si. Es tu propia nemesis. Una manifestacion de aquella parte de ti misma que te llevo a penetrar en la Torre de los Pesares y a liberar a los demonios alli encarcelados. —El ser contemplo a la criatura, que seguia sonriendo, y una expresion que combinaba la compasion con la repugnancia aparecio en su hermoso rostro—. Mientras permaneces en este camino, no puede hacerte el menor dano; no tiene ninguna fuerza aqui, y lo que ves ahora es tan solo un reflejo. Pero cuando abandones el camino, tu nemesis sera tu enemigo mas mortal, de todos los demonios a los que has de enfrentarte, el es el peor.
El rostro de Indigo se puso rigido y su boca se torcio.
—?Matare a esa cosa asquerosa! ?La destruire! —Con la violencia presente en cada uno de sus movimientos hizo intencion de dirigirse hacia la criatura de ojos plateados, pero el emisario la retuvo.
—No puedes matarlo, Indigo. Es parte de ti, a pesar de que haya cobrado una existencia independiente. Y no puedes escapar de el, ya que dondequiera que vayas, el seguira tus pasos. Sigue adelante, muchacha. Sigue junto a mi, y no intentes salirte del camino.
La joven siguio adelante con pasos vacilantes, pero su venenosa mirada no se aparto del rostro de la aparicion ni por un instante.
—Esta criatura no tiene mas que una meta: frustrar tu busqueda —le dijo el ser con voz grave—.
Y es un demonio de gran poder. Aparecera ante ti bajo muchos disfraces, pero siempre,
El corazon de Indigo latia con fuerza bajo sus costillas. Con voz ronca, replico: —?Si no puedo matarlo, ni siquiera reconocerlo, no podre enfrentarme a el!
—Si que podras. Tiene un punto flaco: no puede manifestarse sin mostrar alguna parte de su figura de color plata. Ojos plateados, cabellos plateados, o incluso adornos de plata, hasta puede que un diente de plata. Guardate de la plata, Indigo; porque el plateado es el color de tu nemesis.
La muchacha dirigio una furtiva mirada a su companero.
—?Por que? ?Por que plata?
Este sacudio la cabeza.
—No mas preguntas ahora. Hemos de seguir nuestro camino.
Indigo quiso replicar. Volvio la cabeza, miro de nuevo en direccion a la diabolica criatura...
No habia nada mas que la vacia carretera.
No sabia cuanto tiempo habian vuelto a andar despues de aquel primer encuentro. El paisaje seguia inalterable ante sus ojos, la luz mate jamas variaba de intensidad, la carretera resultaba interminable. Entonces alla a lo lejos, delante de ellos, Indigo vio una forma que se movia despacio, como atormentada por el cansancio o el dolor, en direccion a ellos.
El segundo encuentro. La boca se le seco al recordar el odiado rostro del nino diabolico, y se pregunto que le esperaba ahora.
La lejana figura estaba cada vez mas cerca, y se dio cuenta de que, al igual que su nemesis, no avanzaba por la carretera sino que andaba por la arida tierra que bordeaba el sendero. Una vez mas una intuicion que no podia definir le dijo, mucho antes de que el viajero quedara claramente visible, que cuando sus caminos se cruzaran resultaria ser alguien a quien ella conocia.
Y la sensacion de reconocimiento, cuando llego, resulto mas aterradora de lo que jamas podria haberlo sido su nemesis.
Un horrible sonido broto de su garganta y se cubrio la boca con el dorso de una mano, mordiendo la carne mientras su mente intentaba rechazar lo que sus ojos le decian. El emisario se detuvo y volvio la mirada hacia ella.