—No puedes evitarlo, Indigo. Debes enfrentarte a tu segundo encuentro.

No podia responder, no podia protestar. El viajero seguia andando hacia ella, su andar vacilante, irregular, como si se tambaleara por un desquiciado y solitario sueno. No advertia la presencia de Indigo; aunque parecia como si la mirara directamente a ella, sus ojos contemplaban otro mundo, y lo que reflejaban la hizo echarse hacia atras horrorizada. Sus manos empujaban algo invisible que parecia impedirle el paso, era como un nadador que se debatiera en aguas profundas. Y sangraba. La sangre manaba de las heridas de su cuerpo, de sus piernas; caia de una abertura en su palido y demudado rostro, enmaranaba sus negros cabellos; fluia sin cesar un inagotable rio carmesi que a su paso no dejaba ni manchas ni rastros en el suelo.

La paralisis provocada por el choque se desvanecio y de la garganta de Indigo surgio un grito desgarrador.

—?Fenran!

Antes de que el emisario pudiera detenerla se lanzo hacia adelante, con los brazos extendidos y dando manotazos, en direccion a su novio muerto. Salio de la carretera y se estrello contra una barrera intangible, solida como una pared de piedra, que la lanzo hacia atras estupefacta. Retrocedio entre alaridos al ver, tan solo por un instante, una fugaz vision de otro mundo mas alla de la barrera: un mundo de cielos aullantes y nieblas sulfurosas, en el que unos arboles deformes retorcian sus podridas ramas en el interior de un espeso y hediondo bosquecillo por entre el que se debatia Fenran como una mosca en la tela de una arana. Entonces la espantosa vision desaparecio y solo quedo la figura destrozada de Fenran dando tumbos como un mimo enloquecido junto a la interminable carretera.

Unas manos frias sujetaron a Indigo cuando intento de nuevo dirigirse hacia su amor. No tenia fuerzas suficientes para luchar contra el emisario, y tuvo que limitarse a contemplar como Fenran seguia adelante arrastrando los pies, sin darse cuenta de su presencia, luchando por abrirse paso por entre los sofocantes y monstruosos arboles que solo el podia ver.

—Pero esta muerto —susurro Indigo—. Yo lo vi morir...

—Vive, pero no en la forma en que tu comprendes la vida. —La criatura resplandeciente observo con profunda compasion a la abatida figura que se alejaba—. Y en eso radica tu esperanza. Los demonios puede que hayan mutilado el cuerpo de Fenran, pero no pudieron destruir su espiritu. Esta atrapado en su reino, una dimension mas alla de este mundo. Si tienes exito en la tarea que te ha impuesto la Madre Tierra, entonces se lo podra liberar de su cautiverio y serte devuelto, pero solo si tienes exito; porque hasta que los siete demonios no hayan sido destruidos Fenran es y seguira siendo su prisionero.

Indigo contemplo con tristeza a la figura que se alejaba, luego cerro los ojos abrumada por el pensamiento de los tormentos que debia de sufrir su amado. Desesperada, musito con los dientes apretados:

—?Como puede ser tan cruel la Madre Tierra?

—Ella no fue la que infligio a Fenran sus sufrimientos, Indigo —repuso el ente con voz muy seria y una nota de severidad—. Los demonios son creacion del hombre, no Suya; Ella no puede controlarlos, y Ella tampoco puede liberar a tu amado. Solo tu tienes el poder para hacerlo, si asi lo deseas.

—?Si asi lo deseo? —Llena de amargura, Indigo se volvio contra el ser—. ?Piensas acaso que no daria mi vida, mi alma, por salvarlo? ?Crees que me importa otra cosa?

—Conozco tus sentimientos mejor quiza de lo que los conoces tu misma, criatura. Y en ellos esta tu mayor peligro, ya que en tu deseo por salvar al hombre a quien amas, puedes olvidar con demasiada facilidad la tarea mas importante. Eso es lo que quise decir cuando dije que el segundo viajero de este camino simbolizaria tu salvacion o tu perdicion.

Empezo a comprender. Con gran deliberacion y un gran esfuerzo para no volver la cabeza de nuevo en la direccion que el espectro de Fenran habia tomado, dijo:

—?Responderas a una pregunta?

El emisario inclino la cabeza.

—Lo hare.

—?Como puedo encontrar y destruir a los siete demonios?

El ente lanzo un suspiro.

—La Madre Tierra desearia que la respuesta fuera tan sencilla como la pregunta. Todo lo que puedo decirte es esto: encontraras a los siete demonios uno a uno, aunque la naturaleza de cada encuentro puede variar. A algunos los encontraras bajo la forma de maldad humana; otros puede que te conduzcan a reinos astrales. Es cosa tuya el enfrentarte y destruir a esos mensajeros del mal con los recursos de tu propia mente y de tu corazon; pero con cada triunfo tu poder crecera. —El ser sonrio comprensivo—. Sera un largo camino, Indigo. Veras cambiar al mundo a tu alrededor mientras tu permaneces inalterable, sin envejecer. Pero aunque no puedas morir de muerte natural, debes, sin embargo, permanecer alerta, ya que eres vulnerable a otras fuerzas. Pero reconoceras a tus enemigos cuando los encuentres; y puedes triunfar, si utilizas lo que posees con sensatez y no tienes miedo. Tienes el poder para redimirte a ti y a tu amor. Todo eso te lo concede la Madre Tierra, y de buen grado.

Indigo bajo la mirada hacia el polvoriento suelo a sus pies.

—Intentas ofrecerme algo de esperanza —dijo por fin, con voz marchita—. Ojala pudiera encontrar consuelo en ella.

—Con el tiempo, quizas, aprenderas a hacerlo. —El ser extendio una mano hacia ella—. Debemos irnos. El final del camino no esta muy lejos.

No se atrevio a mirar por encima del hombro, ya que no sabia que temia mas: si volver a ver la figura tambaleante y mutilada de Fenran, o no ver nada mas que una carretera vacia. Se pusieron en marcha, uno junto al otro.

Y de improviso, frente a ellos aparecio una puerta. Un momento antes no habia habido nada mas que la interminable carretera, y al siguiente, un arco de palida luz cobro forma directamente frente a ellos. Lo que fuera que hubiera en el interior del arco quedaba oscurecido por una cambiante y densa neblina, e Indigo vacilo indecisa, pero el ser sonrio.

—No vaciles, criatura. Aqui acaba nuestro camino juntos.

Se acercaron al arco, y a medida que se acercaban la neblina empezo a agitarse, deshaciendose para revelar un enrejado de ramas y del vivo color verde de las hojas tiernas. Algo en aquella escena que emergia ante ella hizo que Indigo sintiera una dolorosa sensacion de familiaridad, y al cabo de un instante habian cruzado ya el arco y estaban de pie sobre una hierba suave y abundante, con la luz del sol penetrando por entre los arboles, que formaban un dosel sobre sus cabezas.

—Hemos regresado a tu mundo —explico el ente—. Estos bosques estan a un dia y medio de camino del Puerto de Ranna. Ahora te dejare, para regresar a mi propio reino, y tu deberas ir a Ranna y embarcarte para abandonar las Islas Meridionales.

Indigo contemplo la que seria una de sus ultimas imagenes de los grandes bosques de su pais; luego se detuvo. Sus nudillos se volvieron blancos al crispar inconscientemente los punos.

—Pero... —De nuevo volvio a pasear la mirada en derredor suyo, frenetica esta vez como si creyera ver alucinaciones. Pero sus ojos no la enganaban. Las hojas de los arboles que la rodeaban eran tiernas, acababan de brotar; demasiado brillantes para ser hojas de otono.

—Es primavera... —Su voz sono gutural a causa de la sorpresa de su descubrimiento—. Y cuando abandone Carn Caille, era...

—Lo se. Pero ya te dije que el curso del tiempo fluye de forma diferente en el sendero por el que hemos viajado. Mientras nosotros andabamos, en la Tierra han transcurrido siete meses.

El rostro de Indigo se torno gris.

—?Siete meses...?

—Si. El mundo ha girado sobre si mismo, y empieza a brotar vida nueva. —El ser sonrio bondadoso—. Es tiempo de esperanza.

?Esperanza?, penso abatida. En algun lugar, un pajaro lanzo un agudo y estridente gorjeo en una exuberante melodia y noto como sus labios se movian para formar una inesperada sonrisa ironica, aunque la verdad es que no sabia si reir o llorar.

El emisario le dijo:

—Es la hora de partir, Indigo. Recoge tus cosas.

Fue entonces cuando vio por primera vez las dos bolsas que descansaban sobre la hierba a unos pocos

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