fin que ya podian descansar sin peligro. La estratagema, al parecer, habia funcionado; no habia habido senal de sus perseguidores y el bosque permanecia tranquilo y silencioso; no obstante, mientras trepaba orilla arriba la loba mantuvo la cautela, las orejas erguidas y alerta, deteniendose en la parte mas alta para observar y escuchar antes de permitir a Indigo que la siguiera.

En aquellos momentos, Indigo estaba totalmente desorientada. Los arboles se extendian de manera indefinida al parecer, y a juzgar por el tono verdoso de la luz imagino que debian de estar en lo mas profundo del corazon del enorme bosque. Si hubiera estado sola, podria haber vagado por el una eternidad sin encontrar jamas la salida; si todavia le quedaban algunas dudas sobre lo acertado de confiar en Grimya, no podia hacer otra cosa mas que desalojarlas de su mente.

La loba ya se habia puesto en marcha por entre los arboles, y ella la siguio. Despues de alrededor de diez minutos —el tiempo resultaba dificil de calcular en aquel lugar tan silencioso y tranquilo— llegaron a un barranco poco profundo formado mucho tiempo atras por un deslizamiento de tierras. Robles enormes sobresalian por encima del desnivel, y sus raices, expuestas parcialmente al aire libre, formaban un refugio natural en la pendiente cubierta de musgo.

—Aqui descansamos —dijo Grimya—. Es seguro.

Habia una repisa bajo las raices de un roble, lo bastante grande como para que pudieran acomodarse las dos. Indigo se dejo caer con la espalda apoyada contra la pared del barranco, agradecida de poder dar un descanso a sus doloridas piernas. Grimya se asomo un poco, olfateo el aire con minucia y por fin dijo: —Todo esta bien. Los hombres muy lejos para oler. Seguro. —Se volvio para mirar a Indigo, sus ojos parecian pedir una seguridad de que la muchacha confiaba en ella.

Indigo estiro una mano y, aunque todavia un poco vacilante, la coloco sobre el lomo del animal.

—No se como darte las gracias, Grimya. Tengo una gran deuda contigo.

La boca de Grimya se abrio y la lengua le colgo fuera de ella en senal de alegria, y su cola golpeo una raiz retorcida. Luego se volvio para estudiar de nuevo el bosque.

—Tu que-da aqui —dijo con voz gutural—. Espera.

—?Adonde vas?

Los cuartos traseros de la loba sufrieron una pequena crispacion.

—Cazar —respondio.

Sono casi como un ladrido. Y antes de que Indigo pudiera decir nada mas, ya se habia introducido por entre las arqueadas raices del arbol y trepaba por la ladera del barranco. Durante un momento permanecio inmovil en la cima, una elegante silueta entre los arboles, luego desaparecio, alejandose de un salto sin el menor ruido.

Indigo se echo hacia atras y cerro los ojos. Se sentia agradecida por aquel descanso en su huida, por poder olvidar durante algun tiempo el temor a ser capturada y a lo que eso hubiera significado. Y por primera vez desde que todo aquello habia empezado tenia la posibilidad de recapacitar sobre los extranos acontecimientos de las ultimas horas.

El hecho de que su vida habia sido salvada —dos veces— por una loba ya era algo que en si mismo hubiera resultado dificil de considerar, pero incluso esto se veia eclipsado por la extraordinaria naturaleza del animal mismo. Aun tenia que averiguar la historia de Grimya, pero estaba segura de una cosa: la loba era el unico miembro de una raza. Un proscrito, un paria quizas; una superviviente solitaria que solo podia confiar en sus propios recursos. Los paralelismos entre las dos estaban dolorosamente claros.

No por primera vez, volvieron a la mente de Indigo las palabras de despedida del emisario de la Madre Tierra. Un nuevo amigo, en quien podria confiar. Durante los dias que siguieron a aquel extrano encuentro no habia tenido motivo para considerar aquella idea, pero de repente resultaba muy oportuno hacerlo.

Una loba cuya mente habia tocado la suya con un sentimiento de simpatia y camaraderia. Una criatura que la habia salvado, guiado, ayudado... Indigo sonrio para si. Habia creido que la autentica amistad, cuando la encontrara, seria en forma humana.

Al parecer se habia equivocado.

CAPITULO 13

Grimya regreso una hora mas tarde, con el cuerpo de una liebre colgando de sus mandibulas. El hambre que Indigo sentia se vio mitigado por su reluctancia a encender fuego; el humo de la madera podria detectarse desde lejos, y aunque su estomago protestaba ruidosamente, el riesgo era demasiado grande. Cuando explico todo esto a Grimya, anadiendo que preferia no comer carne cruda, la consternacion de la loba fue enorme, pero finalmente acepto comerse ella la pieza mientras que Indigo hacia una comida nutritiva pero poco apetitosa a base de brotes y algunas zanahorias silvestres tiernas.

Una vez convencida de que su amiga se las podria arreglar bien sin carne, Grimya se dedico a devorar su comida haciendo gala de una inocente e ingenua falta de inhibicion. Indigo, por no mirarla ni escuchar el ruido que hacia, se dedico a contemplar el techo del bosque y examino la situacion en silencio.

Sus posibilidades de poder regresar a Linsk ahora eran muy remotas. Si, como Shen-Liv habia dado a entender, los hombres del poblado comerciaban en el puerto, no se atrevia a arriesgarse a aparecer por alli. Podia apanarselas sin las posesiones que habia dejado atras; tenia consigo su arpa, su cuchillo y su ballesta, el yesquero y una chaqueta de abrigo —suficiente, en otras palabras, para satisfacer sus necesidades basicas de subsistencia— y podria encontrar o hacer recambios para las saetas perdidas cuando quisiera. Pero sin un caballo no podria moverse con facilidad.

Desde luego, no existia la menor posibilidad de recuperar a la yegua del poblado de los vaqueros, ni de intentar robar un caballo de las manadas del llano. Cualquiera de las dos cosas resultaria demasiado peligrosa. Pero como viajero de a pie solitario y mal armado resultaria vulnerable; especialmente mientras los cazadores de Tarn- Shen siguieran buscandola. Hasta que pudiera abandonar el Pais de los Caballos, era y seguiria siendo una fugitiva.

Suspiro, y Grimya levanto los ojos. Las mandibulas de la loba estaban rojas.

—?Estas... pr-preocupada?

—No; no —Indigo sacudio la cabeza—. Solo pensaba, Grimya.

—Tenemos... mucho que decir. Pero hablar asi me cu... cuesta mucho. Cuando tu... —los costados de Grimya se agitaron con el esfuerzo y lanzo un grunido como si protestara por su propia insuficiencia—. Cuando duermas, entonces podemos... hablar.

Indigo levanto la vista hacia lo poco que podia ver del cielo a traves de la espesa marana de ramas que habia sobre sus cabezas. Dudo de que hubiera transcurrido mas de la mitad del dia; la idea de dormir a aquella hora del dia parecia disparatada, pero Grimya tenia razon; tenian mucho que contarse, y mientras ella estuviese despierta cualquier cosa que no fuera una comunicacion muy unilateral era imposible. El tiempo, ademas, estaba en contra de ellas; los cazadores podrian haber abandonado la caza por ahora, pero no dejarian de buscarla.

Grimya habia regresado a su presa. Se escucho un crujir de huesos, e Indigo se volvio y reacomodo el cuerpo hasta que pudo tumbarse de forma bastante comoda. A pesar de sus dudas descubrio que tenia sueno; era una templada manana primaveral y se sentia a gusto dentro de su chaqueta y, al menos por el momento, a salvo. Cerro los ojos y un silencioso verdor parecio envolverla, puntuado por los apenas perceptibles y subliminales sonidos del bosque. Hojas que susurraban, pajaros que trinaban con alegria y cuyas voces resonaban en la distancia, el debil zumbido de una abeja en busca de las primeras flores no muy lejos de alli... los sonidos se mezclaron, se

debilitaron, y por ultimo se desvanecieron en el silencio del sueno.

«?Me oyes, Indigo?»

La voz mental de Grimya, suave y sin inflexiones penetro en sus suenos y sintio como su mente se alzaba a traves de las capas mas profundas de la conciencia hasta flotar, como lo habia hecho antes, a medio camino entre el sueno y la vigilia.

—Te oigo, Grimya.

«Has dormido mucho rato. La luz empieza a desvanecerse en el cielo.»

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