incluso, que Anghara penso que olia a temor—. Ten en cuenta mi consejo, porque yo se —anadio Imyssa llena de misterio.

El enojo se apodero de nuevo de Anghara.

—?Que es lo que sabes? —exigio—. Dimelo, Imyssa: ?que es lo que sabes exactamente sobre la Torre de los Pesares?

Imyssa apreto los labios.

—Nada, excepto la ley que nadie ha infringido jamas; y no la pongo en duda. ?Criaturas mejores que tu han obedecido esa ley desde el principio del tiempo, y si deseas ser una persona sensata, seguiras su ejemplo!

Habia de repente tanto enfasis en su voz, que Anghara se sintio impresionada. En muy pocas ocasiones habia oido a Imyssa hablar con tal fiereza; la naturaleza de la anciana era demasiado apacible y carinosa para tener tan feo defecto, y su manifestacion ahora resultaba inquietante. Un sentimiento de culpabilidad siguio al de disgusto; no habia tenido intencion de trastornar a Imyssa ni de hacerle pagar su mal humor, y de pronto lamentaba su arrebato.

La nodriza vio como la llameante luz de desafio se apagaba poco a poco en el rostro de Anghara y, agradecida por no tener que hacer hincapie en un tema desagradable, se volvio hacia una mesita baja situada cerca de la mesa. Sobre la mesilla habia un reloj; un ornamentado y complejo objeto de delicadas ampollas y tubos de cristal soplado en un armazon de filigrana de plata. Un liquido de color corria por el cristal en un intrincado diseno, filtrandose despacio en las pequenas ampollas y llenandolas, una por cada hora que transcurria. Cuando habian transcurrido doce horas, se hacia girar la estructura en su armazon y todo el proceso se iniciaba de nuevo. El reloj habia sido un regalo de cumpleanos hecho a Anghara por la familia de la reina Imogen, quien valoraba en mucho tales invenciones, pero la princesa compartia —aunque en privado— la opinion de Kalig de que era un juguete cursi y que la hora podia saberse mucho mas facilmente y de una forma mucho mas conveniente con solo contemplar el cielo.

Imyssa golpeo la estructura de filigrana con una una, y el reloj dejo escapar un suave y debil repiqueteo.

—?Mira la hora! —dijo, agradecida por tener un nuevo topico con que distraer la atencion de ambas—. Manana habra una fiesta para celebrar el inicio de la nueva temporada de caza, y tendras que tocar para los invitados del rey. ?En que estado estaras si no duermes?

—Estare en forma. —Pero el resentimiento de Anghara empezaba a desvanecerse, y habia un matiz de afecto en su voz—. Por favor, Imyssa querida, dejame ahora.

La anciana arrugo la frente.

—Bueno..., entonces te preparare una bebida para calmarte. —Miro a su pupila—. Algo para poner fin a esas tempestuosas ideas que tienes en la cabeza.

Resultaria facil apaciguarla, y quizas incluso la paz artificial de una pocima seria mejor que el tormento de la insatisfaccion. Anghara asintio.

—Muy bien.

Satisfecha, Imyssa cruzo deprisa la puerta baja que separaba el dormitorio de Anghara del suyo. Mientras preparaba la pocion somnifera de una coleccion de hierbas que guardaba en un pequeno morral que llevaba siempre con ella a todas partes, su voz, reprendiendola carinosamente, atraveso el abierto umbral, entremezclada con el ritmico golpeteo de la mano de mortero en el almirez.

—?Ya debieras poder hacer esto por ti misma, nina mia, en lugar de confiar en que la vieja Imyssa lo haga por ti! ?Los huesos y espiritus de mis abuelas saben que he intentado ensenarte mis habilidades desde que apenas andabas, y saben, tambien, que posees el talento con tanta seguridad como cualquier mujer sabia que jamas haya existido! Pero no; nunca te has aplicado a tus estudios, como una chica obediente. Demasiado ocupada en montar a caballo, cazar y correr con los muchachos... ?No me asombra que tu pobre madre, la reina, se desespere por ti algunas veces! —Se oyo el sonido del liquido al ser vertido, luego una cuchara de plata que se agito con rapidez y mucho ruido en una copa de barro.

—Madre no se desespera conmigo —la contradijo Anghara—. Me acepta tal y como soy, querida Imyssa. Ademas, ?de que me serviran los conocimientos de brujeria cuando este casada?

—?De que? —la voz de Imyssa aumento de potencia en el momento en que aparecio en la puerta con la pocion en la mano—. ?De todo aquello que se te ocurra, y podria nombrarte unas cien cosas sin detenerme para respirar! Puedes ver mas alla, puedes predecir el tiempo, tienes un don con los caballos y los perros que es la envidia de todos los habitantes de Carn Caille; ?y no creas que no te he visto utilizar esos truquillos que te ensene para doblegar la voluntad de cualquiera sin que se de cuenta! Ademas esta...

—Si, si —interrumpio Anghara con precipitacion, consciente de que Imyssa podia y cumpliria su promesa de nombrar un centenar de diferentes posibilidades si no se lo impedia—. Pero no las necesito. —Sonrio—. No hace falta magia para convencer a Fenran de que piense como yo.

La nodriza sonrio burlona pero, dandose cuenta de que Anghara necesitaba mas dormir que debatir, no hizo otro comentario y se limito a entregarle la copa—. Ahi tienes. Bebe, y a la cama. —

Y en voz baja mascullo—: ?No los necesita, dice!

Anghara se tomo la pocion, que estaba mezclada con zumo de manzana endulzado con miel y tenia un sabor delicioso, y no protesto cuando Imyssa corrio el tapiz-cortina sobre su ventana y bajo la mecha de su lampara hasta dejarla en una punta apenas resplandeciente. Dejo que la vieja nodriza la empujara hasta la cama, y, mientras la cubria con la colcha hasta los hombros, Imyssa le dijo, con mas dulzura:

—No te preocupes, pequena. Tienes cosas mas alegres en las que pensar que antiguas leyendas. Buenas noches, mi nina.

Imyssa despedia un agradable perfume a hojas frescas y a miel y al aroma prensado de las flores de las tierras bajas; aromas que transportaban recuerdos de la infancia; y Anghara extendio su brazo y con la suya apreto la mano arrugada de la mujer antes de que esta apagara la lampara y la habitacion se sumiera en la reluciente semioscuridad de una noche de verano meridional.

CAPITULO 2

Para demostrar su alegria ante el inminente matrimonio, el rey Kalig habia concedido a Fenran y a Anghara el excepcional honor de iniciar el baile en la fiesta de apertura de la temporada de caza. Al contemplarlos, mientras se dirigian al centro de la habitacion ante el aplauso de todos los reunidos, Kalig se recosto en su asiento y sonrio, orgulloso de la imagen que ofrecian y muy satisfecho de la vida en general.

El baile de etiqueta era otra de las innovaciones que la reina Imogen habia traido a la ignorante corte de Carn Caille. Se contaba entre sus entretenimientos favoritos, y al casarse habia estado decidida a no verse privada de el. Le habia costado mucha paciencia y tenacidad influir en Kalig y sus nobles para que refinaran el caotico y bullicioso retozar que acompanaba a veces las mas embriagadas celebraciones de la corte; por ultimo se llego a un feliz compromiso al introducir algunos pasos fijos y un cierto elemento de gracia en las mas bellas danzas populares antiguas. El «nuevo entretenimiento» alcanzo una sorprendente popularidad, e Imogen habia descubierto un inesperado aliado en Fenran, que habia disfrutado mucho de la musica y el baile en casa de su propio padre.

Mientras contemplaba como la pareja se movia y giraba por todo el enorme salon cuyo techo cruzaban grandes vigas, Imogen penso en la esplendida pareja que hacian. Anghara desdenaba el convencionalismo de llevar el pelo trenzado y lo lucia tal y como le sentaba mejor: suelto y cayendole sobre los hombros en una catarata cobriza que realzaba las sencillas lineas de su ajustado vestido verde. Era alta y delgada, elegante como un joven sauce; hacia honor a su sangre real. Y Fenran resultaba el complemento perfecto, la imagen de la elegante sobriedad en negro y gris, pero con una inteligencia en la mirada y una expresion resuelta, obstinada —quizas incluso ligeramente imprudente— en su rostro moreno que compensaban su aparente austeridad. El matrimonio entre aquellos dos jovenes prometia un resultado mejor de lo que Imogen habia esperado en un principio, ya que bajo el torrido fuego de la pasion que ardia en ellos, existia ahora un firme nucleo de compatibilidad e igualdad de ideas que mantendria la llama encendida aun cuando la edad convirtiera la pasion en un agradable recuerdo.

Es curioso, penso Imogen, como un acontecimiento tan insignificante como la llegada de Fenran a Carn Caille

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