Cualquier respuesta que Anghara hubiera podido dar quedo eclipsada por un clamor apabullante que casi lanzo por los aires el techo de la sala cuando la cancion toco a su fin. En el momento de relativa calma que siguio, el rey Kalig golpeo la mesa con los punos pidiendo silencio, mientras platos y cubiertos tintineaban aun por doquier.

—?Cushmagar! —aullo el rey—. ?Que venga Cushmagar!

Los que estaban lo bastante cerca para oirlo repitieron su grito, y Anghara sonrio al tiempo que unia su voz a la de ellos.—?Cushmagar! ?Cushmagar!

En respuesta a los gritos, las puertas del otro extremo de la sala se abrieron desde fuera. Una rafaga de aire frio agito la atmosfera sobrecargada e hizo humear al enorme fuego, a la vez que anunciaba la entrada de un hombre de cierta edad que cruzo despacio el umbral, apoyado en el brazo de un criado todavia muy joven. Tras ellos aparecieron otros dos criados que transportaban entre ambos un arpa cuatro veces el tamano de la de Anghara, moviendola con tanto cuidado como si estuviera hecha de cristal. Los gritos que saludaron su llegada eran ensordecedores; incluso Kalig se puso en pie y aplaudio mientras la pequena procesion avanzaba lentamente por el pasillo central de la sala en direccion a la mesa presidencial.

—?Cushmagar! ?Cushmagar!

El anciano sonrio timidamente, inclinando la cabeza a derecha y a izquierda en reconocimiento a la aprobacion que le demostraban. Su joven ayudante levanto los ojos hacia Kalig, recibio un gesto de asentimiento, y condujo al anciano al lugar reservado para el a los pies de su rey.

Cushmagar el arpista se acomodo con solemne dignidad en el monton de almohadas, y espero a que colocaran su enorme instrumento frente a el. Era un hombre enjuto y fuerte, todo musculo y energia, sin un apice de carne de mas y, con su melena, blanca pero abundante a pesar de sus anos, parecia un viejo y nudoso endrino todavia floreciente. Diez anos atras una afeccion de cataratas en ambos ojos le habia robado la vision, pero sus otros sentidos, quizas en parte para compensarlo de esa perdida, poseian aun toda su agudeza. Todo hombre, mujer y nino de las Islas Meridionales conocia a Cushmagar y reverenciaba su nombre. Era el arpista privado del rey, el bardo de bardos; y en sus conocimientos del folclore y los mitos del lejano sur no tenia rival.

Colocaron el arpa con cuidado delante del anciano, y mientras Cushmagar flexionaba los dedos, Anghara sintio como un profundo escalofrio recorria su cuerpo. Este era el momento que habia aguardado con las mayores ansias; el punto culminante de la tradicional fiesta de apertura de la temporada de caza, cuando el mundo temporal y corporeo de la comida y la bebida y de la diversion quedaba rezagado por un tiempo para dar paso al mundo de la magia y el misterio, cosas que no podian tocarse pero que palpitaban y circulaban por las profundas cavernas de la memoria ancestral. La princesa contuvo el aliento para no romper el hechizo. Un gran silencio reinaba en la sala. Cushmagar sonrio. Sus dedos tocaron las cuerdas del arpa y una oleada de sonido broto del instrumento, conjurando el murmullo del agua al correr sobre las piedras y el de las voces sobrenaturales, por entre los arboles en pleno verano. Pronto una reluciente cascada de notas rompio el expectante silencio e inundo la gran sala como una potente marea. Un suspiro intenso e involuntario surgio de entre los reunidos como contrapunto a la energia de la musica, y Anghara cerro los ojos, entregandose por completo al impetuoso lamento del mar que fluia de los dedos del anciano arpista.

Ese era el momento mas importante de las celebraciones; el momento en que se rendia tributo a las fuerzas implacables de la naturaleza a las que toda criatura viviente debia lealtad. El deber del arpista mayor habia sido siempre ofrecer el tributo a su manera, y Anghara creia que jamas ningun hombre igualaria ni podria rivalizar con Cushmagar en su invocacion de esta lealtad. Al anciano bardo lo inspiraba algo que estaba mas alla del alcance del mortal ordinario. Su arpa abria de par en par las puertas de la sala y hacia aparecer la gran panoramica del mundo: los elevados acantilados y los encrespados estrechos marinos que separaban las dispersas islas, la moteada y pensativa paz de los senderos forestales, la belleza salvaje de la tundra meridional y el hechizado y resonante vacio de las enormes llanuras heladas situadas mas alla. Mientras escuchaba, extasiada, Anghara encontro tiempo para sentirse profundamente agradecida porque su epoca y la de Cushmagar se habian superpuesto; agradecida, tambien, por el gran privilegio de haberlo tenido como maestro. El talento de la muchacha jamas se acercaria al de el, pero lo habia alimentado y le habia mostrado como conjurar lo mejor de si misma, y esa era una bendicion que jamas podria compensar.

Noto como los dedos de Fenran se posaban suaves sobre los suyos mientras la dedicatoria de Cushmagar continuaba, y se dio cuenta de que tambien el se sentia atrapado en la musica. Permanecieron asi, con las manos unidas pero sin que ninguno moviera ni un solo musculo, hasta que, al cabo de un tiempo que ninguno de los presentes en la sala hubiera sido capaz de determinar, las ultimas notas ondulantes se fusionaron en un acorde conmovedor que floto un buen rato en el aire antes de desvanecerse. Durante unos instantes, los presentes permanecieron en completo silencio. Luego, con los ultimos ecos del arpa, un gradual movimiento sonoro, un murmullo que crecia por momentos se dejo oir cuando ciertos hombres y mujeres soltaron la respiracion contenida mientras duro el hechizo de la musica.

Cushmagar levanto sus ojos ciegos hacia la mesa del rey y sonrio de nuevo, una debil sonrisa algo timida que rompio con toda deliberacion el encantamiento y marco el regreso al mundo real. La ceremonia aun no habia terminado por completo, pero lo que seguiria seria mundano; el tradicional y esperado reconocimiento a sus habilidades. La magia habia finalizado.

Kalig se puso en pie, y a su senal todos los presentes hicieron lo mismo. El rey tomo una bandeja de estano batido con gran deliberacion y empezo a llenarla de exquisitos manjares de su propia mesa. Cuando estuvo llena casi a rebosar vertio aguamiel en una copa, y tras abandonar su lugar, avanzo con protocolaria dignidad hasta donde Cushmagar estaba sentado. Se detuvo ante el anciano arpista, se inclino ceremoniosamente, y coloco la bandeja y la copa a los pies del hombre como si hiciera una ofrenda a una deidad. La aprobacion resono por toda la sala; luego un tumulto de voces reemprendio el grito que habian lanzado al entrar el musico. —?Cushmagar! ?Cushmagar! ?Cushmagar! Sonriente todavia, timido como siempre, Cushmagar espero a que su joven paje se adelantara y pusiera la copa de aguamiel en una de sus manos mientras guiaba la otra hasta la bandeja. Tomo un buen trago de la bebida y luego clavo los dientes, fuertes y afilados, en un muslo de pollo. Todo el mundo lo observo con atencion mientras masticaba y tragaba; luego el anciano dejo las provisiones en el plato y su entusiasmado suspiro de satisfaccion se elevo hasta el enmaderado del techo.

Hubo mas vitores de una naturaleza mas general cuando el rey Kalig regresaba a su asiento, y en ellos estaba presente un inconfundible elemento de alivio. El ritual se habia llevado a cabo y todo estaba bien; la musica del arpista habia alejado a los espiritus sombrios que de otra forma hubieran atormentado los pasos de los cazadores en aquella nueva temporada; el rey habia ofrecido la recompensa apropiada al arpista, y este la habia encontrado a su gusto. Todo estaba bien, y ahora la parte mas simple de la tarea de Cushmagar podria empezar.

—?Una historia, Cushmagar! —El principe Kirra se inclino hacia adelante con ansiedad, gesticulando con su copa de vino a pesar de que el anciano no podia verlo—. ?Cuentanos una historia para iluminar nuestro camino hasta el lecho esta noche!

Cushmagar lanzo un ligero cloqueo, y sus dedos acariciaron el arpa, arrancando un fino y tembloroso gemido a las cuerdas. —?Que clase de relato, mi alteza real? —Tenia una voz de baritono que la edad no habia apenas estropeado—. ?Una fabula de los mares? ?O de los bosques? ?O...?

—No —interrumpio Anghara sin darse cuenta de lo que hacia, y cuando Cushmagar volvio la cabeza en direccion al lugar del que habia salido su voz, se sintio llena de confusion. Sus ojos se encontraron con los ojos ciegos del anciano y tuvo la desconcertante sensacion de que, a pesar de su ceguera, la veia tan bien como lo habia hecho siempre antes de que sus ojos perdieran la luz. Y entonces ella se dio cuenta de que era lo que la impulsaba, y que era lo que queria escuchar.

—Princesa. —La voz de Cushmagar se lleno de afecto—. Mi pequena interprete de canciones y luchadora en cien batallas, ?has dejado sueltos tus cabellos esta noche, mi pequena ave canora? ?Y esta tu arpa bien afinada, y la madera lustrada y alimentada con cera de abeja, como yo te ensene?

Anghara sonrio, reprimiendo la emocion que los recuerdos del anciano le traian.

—Si y si, Cushmagar.

El arpista asintio en senal de aprobacion.

—Entonces te has ganado una historia. ?Cual quieres escuchar?

—Hablame de la Torre de los Pesares, Cushmagar. Esa es la historia que me gustaria escuchar esta noche.

Su hermano le susurro a modo de advertencia:

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