habia encontrado desagradable gran parte de la tortura; preferia metodos mas limpios cuando se trataba de desquitarse. Una ejecucion rapida y la eliminacion del cuerpo le parecian ahora lo mas

justo. Pero Indigo opinaba de otra manera. Para ella, la muerte de Quinas no seria suficiente.

Un tardio destello de humanidad intento abrirse paso por entre el paralizante cansancio, e intento razonar con ella.

—Dejadlo morir. Dejad que se vaya al infierno que merece y acabemos con esto.

Indigo no respondio de inmediato, sino que se quedo contemplando al hombre del pozo. Pero no veia el cuerpo destrozado de Quinas; en su mente, veia el rostro desfigurado de Chrysiva, y sintio como el pequeno broche de estano le quemaba la piel bajo los pliegues de sus ropas. Entonces el rostro de la difunta se transformo y se convirtio en el de Fenran, su propio amor, desgarrado, sangrante, los ojos inexpresivos por el dolor y el horror. Finalmente sus facciones se deshicieron para transformarse en el semblante depravado y de ojos plateados de otro ser, uno que jamas habia sido humano, pero que —sin embargo— derivaba su maligna existencia de la humanidad; un ser del que no se liberaria hasta que su mision hubiera terminado. Su Nemesis.

—?No! —exclamo con vehemencia.

Jasker suspiro. No tenia fuerzas para discutir mas: que hiciera lo que quisiese, si es que ello aliviaba el terrible sufrimiento que la corroia interiormente.

—Muy bien —concedio resignado—. Haremos lo que quereis. —Se puso en pie—. Dudo, no obstante, que recobre el conocimiento durante algunas horas, y puede que para entonces...

—?Para entonces pensais que habre cambiado de opinion? —La colera centelleo en los ojos de Indigo—. ?No presumais de conocerme, Jasker!

Saia, no presumo de nada. —Se volvio de nuevo hacia el pozo y luego se detuvo—. Sencillamente me siento un poco desconcertado al descubrir que vuestra capacidad para desquitaros excede incluso a la mia.

El broche parecio arder aun con mas fuerza sobre su piel, e Indigo replico:

—Tengo mis propias razones, Jasker.

—Si. —Reconocio aquel punto con una ironica mueca de sus labios—. Estoy seguro de ello.

La muchacha volvio la cabeza mientras el iba a buscar a su prisionero.

Grimya se puso en pie de un salto cuando penetraron en la caverna principal. Por un instante. Indigo sintio la calida oleada mental de su bienvenida: entonces la loba vio lo que transportaban, y la cordialidad se hizo pedazos para convertirse en un torbellino de sorpresa y confusion.

«?Indigo!» La angustia del animal fue como una cuchillada psiquica en la mente de la muchacha.

«?Que habeis hecho?»

La joven se quedo mirando con fijeza a su amiga. Por un instante vio un reflejo de la imagen, tanto fisica como mental, que representaba para Grimya, y los helados dedos del remordimiento se cerraron sobre su estomago. Luego arrojo aquel sentimiento a un lado, como si se tratara de una prenda gastada e inutil.

«Hicimos lo que era necesario», respondio laconica.

«Pero el hombre sigue vivo... »

«Si. Y asi seguira. »

«Indigo... »

—?No!

No habia sido su intencion pronunciar la enojada replica en voz alta, pero surgio antes de que pudiera evitarlo. Jasker la miro rapidamente, luego a la loba.

—?No... ? —interrogo, con suavidad.

Indigo sacudio la cabeza con fuerza, rehusando explicarse, y el hechicero las observo con curiosidad mientras Grimya se daba la vuelta. Aventuro que se habian comunicado por un breve instante y no en muy buenos terminos, lo cual habia provocado la explosion de Indigo. A modo de experimentacion envio una suave onda mental hacia Grimya. No obtuvo ninguna respuesta —ni siquiera pestaneo— y Jasker suspiro interiormente, dandose cuenta de que el animal o bien no podia o no queria responderle. La loba se dirigia ya hacia la salida de la cueva, con la cabeza gacha. Miro atras en una ocasion, como si esperara que su amiga fuera a hablarle; pero la muchacha la ignoro, y Grimya, muy despacio y llena de desaliento, abandono la cueva en silencio.

El hechicero deposito el cuerpo inconsciente de Quinas en el suelo, en un extremo de la cueva. Indigo se sento, con la espalda vuelta hacia el y los hombros encogidos en una clara senal de que deseaba que la dejaran tranquila. Existia una peculiar mezcla de estar a la defensiva y de agresion en aquella postura, y Jasker sospecho que el equilibrio mental de la muchacha pendia de un hilo. Este podia romperse en cualquier momento y arrojarla a una situacion de agotamiento total o en las garras de una colera incontrolable.

Con un sentido practico, dijo en un tono tan casual como le fue posible ofrecer:

—Deberiamos comer. De nada sirve descuidar las necesidades fisicas.

—No tengo hambre.

—Tampoco yo. —Dirigio otra rapida mirada a su prisionero—. Si os he de decir la verdad, no tengo el menor deseo de comer por el momento; estoy demasiado cansado. Pero me obligare a hacerlo, porque es necesario. Y vos tambien deberiais tomar algo.

Ella volvio la cabeza, con una expresion llena de veneno.

—Maldita sea, Jasker, ?he dicho que no tengo hambre! Pareceis mi vieja nodriza...

Se interrumpio en mitad de la frase y volvio la cabeza con brusquedad. A Jasker le parecio oir un debil gemido, como si la joven intentara contener las lagrimas. Suspiro a su vez y, demasiado cansado para proseguir con la cuestion, se dirigio a su pequena reserva de alimentos y empezo a prepararse una improvisada comida. Sus existencias —jamas abundantes en el mejor de los casos, ya que la comida era escasa y se echaba a perder con rapidez— eran muy reducidas, pero consiguio reunir unos pocos restos de verdura medio seca y algunos pedazos de carne, que podia ablandarse, si era necesario, con un poco de agua. Cuando hubo terminado se volvio y advirtio que Indigo se habia levantado y habia atravesado la cueva para ir a contemplar a Quinas. Su expresion era fria y distante, pero a la vacilante luz de las velas le parecio detectar el anormal brillo de las lagrimas en sus ojos.

—Indigo. —Dejo la comida y se dirigio despacio hacia ella. La muchacha no se aparto cuando le paso el brazo alrededor de los hombros y, animado, continuo hablando—: Indigo, seguis llorando a Chrysiva, y teneis que comprender que entiendo perfectamente como os sentis. Pero, en venganza, le hemos sacado a esta criatura todo lo que era posible. —Miro al hombre inconsciente que tenia delante, sus cabellos quemados, la piel llena de ampollas, las manos destrozadas, el horripilante crater negro y rojo que ocupaba el lugar en el que habia estado su ojo derecho—. ?No seria mas

sencillo ahora dejarle morir?

La joven cerro con fuerza los ojos y sus dientes se clavaron en su labio inferior.

—Si. —Su voz sonaba extrana—. Seria mas sencillo. Pero quiero que viva.

—?Por que?

—Porque... —Aspiro con fuerza—. Porque cada momento que sigue con vida, cada momento que sufre, significa una nueva venganza. ?No lo comprendeis? —Levanto la mirada hacia el, y Jasker se quedo estupefacto ante la terrible expresion de sus ojos. La muchacha tenia el mismo aspecto que si hubiera abierto la puerta de un mundo tan perversamente maligno que le habia arrebatado los ultimos vestigios de humanidad a su alma, y hubiera decidido fria y deliberadamente penetrar por aquella puerta. Entonces, con un rapido movimiento, introdujo la mano en su tunica y le mostro algo que lanzo un apagado destello—. Ella me dio esto, Jasker. Era lo mas valioso que poseia, y me lo dio como prueba de gratitud antes de que la matara. ?Miradlo! ?Miradlo!

Lo contemplo, pero no intento tocarlo. Indigo siguio hablando con voz ronca:

—Cada momento, Jasker, cada momento que Quinas sufra, ?sera por Chrysiva! — Su mano se cerro con fuerza alrededor del pequeno pajaro de estano—. Y sufrira. Ya lo creo.

—?Por Chrysiva? —inquirio Jasker—. ?O por alguna otra persona?

Ella se quedo como paralizada, mirandolo fijamente.

—?Que quereis decir?

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