—Lo... lo... lo... ca...

Indigo se echo a reir, rompiendo el silencio con su voz.

—?Loca? No, Quinas. No estoy loca. Estoy furiosa. ?Y mi furia aun no se ha visto satisfecha, ni lo estara hasta que ese ser maligno al que servis no se debata gimoteante a mis pies hasta quedar convertido en cieno primigenio!

Se incorporo con un brusco movimiento, y se volvio para dirigirse hacia donde sus posesiones permanecian cuidadosamente amontonadas junto a la pared, a poca distancia de alli. Tomo la ballesta, la armo con una saeta y se dio la vuelta hacia Quinas. Sus manos acariciaron el arma, moviendose despacio pero con mortifera determinacion, y dijo:

—Nos habeis hablado de vuestro amo Aszareel, y nos habeis dicho donde se lo puede encontrar. Pero no es suficiente, Quinas. Quiero mas de vos. —Lo apunto de repente con la ballesta—. ?En pie!

Quinas vacilo, luego hizo un gesto de negacion con la cabeza, apenas perceptible. Intento hacerle una mueca burlona, pero resulto un esfuerzo patetico y espantoso en su rostro deforme.

—Y si... no quiero —susurro—. ?Que ha... hareis entonces, saia?

Indigo lanzo una carcajada con cierta suavidad.

—Mirad de nuevo, amigo mio. Comprobad adonde apunta la flecha.

La mirada del hombre se dirigio hacia la ballesta, y resiguio la imaginaria linea que iba de ella hasta su cuerpo. La saeta iba dirigida directamente a su ingle.

—No, no os matara —le confirmo la joven en voz baja—. Pero os provocara mucho dolor. Mas dolor aun, Quinas. ?Me explico?

No pudo adivinar que pensamientos cruzaban por la mente del capataz mientras contemplaba el arco que ella sostenia con firmeza. Pero por fin, aunque despacio y con patente mala gana, que era el unico resto de dignidad que le quedaba, Quinas empezo a incorporarse con dificultad.

—?In-di-go!

La aludida se giro en redondo, alzando la ballesta en un rapido movimiento reflejo para apuntar a la inesperada pero, sin embargo, familiar voz que acababa de sonar a sus espaldas. Quinas se dejo caer torpemente en el suelo, y la muchacha se encontro en el punto de mira de su arco la figura de Grimya, inmovil en la boca del tunel.

Los ojos de la loba brillaron con expresion triste en la penumbra.

«?Me mataras tambien a mi?», pregunto en silencio el animal.

—Me has sobresaltado... —A la defensiva. Indigo convirtio sus palabras en una acusacion, y bajo el arma—. Pense...

Grimya volvio los ojos hacia Quinas.

«?Pensaste que yo era otro enemigo?»

El capataz la contemplaba con atencion; su curiosidad derrotaba el dolor y la confusion. Al instante. Indigo cambio a la conversacion telepatica.

«?No deberias acercarte a mi sin hacer ruido!»

«Intente hablar contigo, tal y como estamos hablando ahora. Pero tu mente estaba cerrada a la mia. » Grimya penetro un poco mas en el interior de la cueva, luego vacilo. «Esta practicamente

cerrada, ahora. Intercambiamos palabras, pero no puedo ver tus pensamientos. Indigo, ?que haces? ?Donde esta Jasker? ?Ypor que ibas a matar a este hombre cuando dijiste que no lo harias?»

«No iba a matarlo. ?Maldita sea, Grimya, no lo comprenderias!»

La loba solto un ahogado ganido, y bajo la cabeza.

«Podria; pero tu no me dejas intentarlo. »

La colera se apodero de Indigo, y con un violento gesto arrojo a un lado la ballesta. Esta se estrello contra la pared e hizo que Grimya se encogiera asustada; la muchacha atraveso la cueva a grandes zancadas antes de volverse y mirar a la loba de nuevo.

—Muy bien —dijo en voz alta—. ?Muy bien, si es que quieres saberlo todo! —Ya no le importaba que Quinas la oyera; ya no le importaba nada, excepto sus propias intenciones, aquello que pensaba hacer y que el animal habia interrumpido—. Ven aqui, Grimya. Ven aqui y mira.

«Indigo, por favor..., haces que tenga miedo de lo que hay en tu cabeza... »

El rostro de la joven se deformo hasta convertirse en una perversa mascara, y repitio con ferocidad:

—?He dicho que vengas a ver esto!

Grimya se acerco despacio y de mala gana. Al acercarse vio que su amiga sostenia algo en la mano que le tendia. La loba ya lo habia visto antes. Un adorno, como los que a los humanos les gusta lucir, hecho de un metal de color plateado. Habia pertenecido a la pobre mujer enferma, y ella se lo habia dado a Indigo como regalo, justo antes de... Pero no queria recordar aquello, ya que la muerte de la mujer habia senalado el inicio de aquel comportamiento extrano en su amiga. Y aunque no podia entender el motivo, presentia que el pequeno adorno era en cierta forma responsable.

—?Y bien? —La voz de Indigo poseia un desagradable tono interrogante—. ?Sabes lo que es esto?

Grimya parpadeo, sintiendose muy desgraciada.

«Se de donde vino, pero no se como se le llama. Indigo... »

Se vio interrumpida.

—Es un broche. El broche de Chrysiva. ?Algo que se le dio en senal de amor, y que se le quito, de la misma forma en que se le quito la vida, mediante la enfermedad, el odio y la corrupcion! ?Eres capaz de comprender lo que eso significa?

«Pero si no es mas que una pieza de metal», razono Grimya.

—?No! Es mucho mas que eso; es un simbolo, un... —se quedo sin palabras y sacudio la cabeza con violencia—. ?Como puedes tu comprender estas cosas? ?Como podrias tu comprender lo que significa este broche? Era de ella: de Chrysiva. Y ahora Chrysiva esta muerta, asesinada por el Charchad. ?Y el Charchad es el demonio, y ese demonio habita en este repugnante y hediondo valle, y propaga su basura y su corrupcion por todo el mundo! —Aspiro con fuerza, jadeante, y su cuerpo empezo a temblar con una colera apenas controlada—. Quiero que ese demonio y todo lo que significa muera —siseo llena de veneno—. Cueste lo que cueste, por peligroso que sea; no me importa. —Sus ojos se clavaron en los de Grimya, y la loba se echo hacia atras atemorizada por la furia demente que ardia, tan nacarada, anormal y devastadora como la luz del mismo valle de Charchad, en su salvaje mirada—. ?Vengare a Chrysiva!

La luz de la vela se reflejo en el pequeno broche cuando Indigo echo la mano hacia atras en un gesto brusco, y durante un instante el estano centelleo con el mismo brillo que...

Con el mismo brillo que la plata.

En ese momento, Grimya comprendio lo que le habia sucedido a su amiga.

Nemesis. En el cerebro de la loba aparecieron imagenes de la diabolica criatura con sus inhumanos ojos sonrientes. El alter ego de Indigo, quintaesencia del mal que habia liberado de la Torre de los Pesares. Una influencia que aspiraba a destruirla, y de la que la muchacha no podia liberarse hasta que hubiera muerto el ultimo de los siete demonios. Y aunque Nemesis podia tomar la forma que quisiera, una constante la traicionaria siempre ante los ojos vigilantes.

Esa constante era el color plateado.

Horrorizada, Grimya clavo los ojos en el broche de Chrysiva. Debiera haberse dado cuenta, cuando Indigo empezo a concentrar su atencion en el regalo que la mujer le habia hecho en sus ultimos momentos de vida, de que la influencia bajo la que se encontraba su amiga no era normal. Pero el hecho de que el metal fuera bajo y su brillo apagado la habia enganado, y ni ella ni Indigo habian considerado ni por un momento que otros peligros aparte del Charchad pudieran aguardarles. Ahora, no obstante, la loba estaba segura de ello. Plata. Un momentaneo destello bajo la tenue luz de la vela. Nemesis habia regresado para desafiarlas.

Alzo la cabeza para mirar a Indigo a los ojos, y vio que era demasiado tarde para intentar razonar.

Sin saberlo, la muchacha estaba en poder de Nemesis. Y el dominio que sobre ella ejercia aquel demonio era

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