Ranaya, que dormian en lo mas profundo de los inactivos conos de los volcanes; aprovechar su terrible poder y orquestar su definitiva venganza sobre el Charchad y todo lo que este representaba. Pero aunque habia llevado su mente y su espiritu hasta los limites de la resistencia de cualquier ser humano, Jasker no habia podido despertar aquellos tremendos poderes. Y...

Y no era suficiente. Lo que ardia en el interior de Indigo era mas que fuego, mas que la furia contenida de las Hijas de Ranaya hundidas en su profundo letargo. Desde su primer encuentro con el hechicero no habia consultado la piedra-iman, ya que no la necesitaba: sabia sin el menor asomo de duda lo que le diria. Al norte. Al valle llamado Charchad. Al incandescente y putrefacto corazon de la corrupcion que era su mision, y solo suya, erradicar del mundo.

Una amarga sensacion de hastiada futilidad la inundo entonces, una sensacion de inutilidad que ningun tipo de buena voluntad podia despejar. Se sento en el suelo, apoyo la espalda con desanimo contra la pared, y saco el broche de Chrysiva para contemplarlo. El apagado estano de la pequena figura de pajaro centelleo a la luz de las velas, y recordo una antigua creencia de las Islas Meridionales, segun la cual en el momento de la muerte el anima abandonaba el cuerpo en la forma de una blanca y espectral ave marina que echaba a volar sobre el mar, cantando una ultima y hermosa cancion, para seguir al sol y finalmente unirse a el. Si hubiera podido ver el ave del anima de Chrysiva, penso, no hubiera visto una orgullosa gaviota blanca, sino un pobre y lisiado gorrion.

Una lagrima cayo de improviso sobre el broche de estano y se estremecio alli durante un momento antes de deslizarse sobre la mano de Indigo. Habia empezado a llorar sin darse cuenta; se paso rapidamente la mano por los ojos y cerro con fuerza los parpados. Llorando no conseguiria nada. Era la colera lo que debia recuperar ahora, la rabia que habia tenido controlada, pero que ardia en su interior, corroyendola, desde que pusiera los pies en Vesinum. El broche era el foco de su colera, ya que simbolizaba toda la inocencia, la esperanza, la vida que el Charchad habia corrompido en aquella region. Y en el origen de esta corrupcion, el suelo del que se alimentaba, estaba el demonio que ella, por su proceder, habia soltado sobre el mundo.

Su mano se cerro sobre el broche en un repentino e involuntario gesto, mientras la rabia estallaba en su mente con una ardiente desesperacion que la hizo sentir mareada. El simbolo de Chrysiva; y el suyo tambien, ?no era acaso un amargo y conmovedor emblema de la maldicion que habia hecho caer sobre si misma? Habia prometido conservar el pequeno pajaro de estano y guardarlo. Y mantendria esa promesa a toda costa, ya que el broche era ahora para ella lo que habia sido en una ocasion para Chrysiva: un simbolo de algo perdido que lucharia por recuperar, sin importarle a que precio.

Se oyeron pisadas en el tunel: Indigo levanto la cabeza rapidamente y pudo ver a Jasker que penetraba en la cueva. La carga del hechicero habia desaparecido, y sus ojos estaban vacios de toda emocion. Detras de el, Grimya avanzaba con la cabeza gacha y arrastrando la cola; su mente estaba cerrada y parecia reacia a encontrarse con la mirada de la joven. Se recluyo en el extremo mas alejado de la caverna, donde se dejo caer en el suelo y parecio no desear otra cosa que dormir.

—Ya esta. —Jasker tomo el odre de agua y se lleno una copa—. Su cuerpo y su alma estan con Ranaya.

Indigo se puso en pie. Una arista afilada del broche le habia producido un corte en la mano alli donde lo habia apretado con demasiada fuerza, pero no se dio cuenta.

—?Que hora es? —pregunto.

—Estara amaneciendo, mas o menos. Quiza sea un poco mas tarde. —Jasker levanto los ojos con rostro inexpresivo—. ?Por que?

—Quinas.

Se dio cuenta ahora del dolor que sentia en su mano y este hizo que sus pensamientos adquirieran mayor nitidez. El hombre estudio su rostro durante unos segundos, luego dijo:

—Dudo de que este dispuesto a cooperar con nosotros todavia. Dejemoslo un poco mas: que su prision nos facilite el trabajo.

—No. —Sacudio la cabeza—. Ya he esperado bastante, Jasker. En nombre de Chrysiva, quiero lo que Quinas pueda darnos... ?ahora!

El hechicero siguio contemplandola.

—?Es por Chrysiva? —repitio en voz baja—. ?O por vos?

—Por ella, por mi, por nosotros, ?cual es la diferencia? —Se volvio, hundiendo la cabeza entre los hombros llena de rabia; al cabo de un instante se giro de nuevo—. Dijisteis que podiais hacerlo hablar, lo prometisteis. ?Si ahora no teneis el valor de hacerlo, decidlo, y hare el trabajo yo misma!

—Indigo. —Se adelanto y poso ambas manos sobre sus hombros. Furiosa por su intento de apaciguarla, probo a desasirse, pero el la sujeto con fuerza, obligandola a mirarle.

—Muy bien —dijo el hombre al fin—. Puesto que vuestra paciencia se ha agotado, iremos ahora y haremos lo que deba hacerse. Hubiera preferido esperar, pero no importa.

La muchacha temblaba bajo sus manos, con todos sus musculos en tension.

—Cada minuto que lo retrasemos puede significar la muerte de otro ser inocente como Chrysiva —replico vehemente—. ?Es eso lo que quereis?

—Sabeis que no.

—Entonces...

—Entonces no hay nada mas que decir.

Los ojos de Jasker eran muy elocuentes ahora, y lo que vio alli hizo que se sintiera avergonzada, aunque lucho violenta y silenciosamente contra aquella sensacion. Por fin el hechicero la solto y dio un paso atras.

—Si estais lista, venid conmigo —dijo—. Aunque preferiria que me dejarais hacer esto solo.

Ella le dirigio una tosca mirada y el se encogio de hombros.

—Vamos, pues.

Grimya alzo la cabeza cuando se dirigian hacia la boca del tunel. Indigo se detuvo y se volvio para mirar a la loba.

«?Grimya? ?Quieres venir con nosotros?», pregunto en silencio.

«No. » La respuesta fue tajante y desconsolada. «No quiero verlo. » Se produjo una pausa. «Hay tinieblas aqui. Indigo; una oscuridad cruel que no puedo comprender y que no me gusta. Por favor..., ?estas segura de que esto es lo correcto?»

«Claro que si. » Podia simpatizar con la ingenuidad de Grimya, que daba pie a tales temores. Forzo una sonrisa, pero no resulto convincente. «Duerme un rato. Regresare pronto. »

«Lo se. Pero cuando... » La loba vacilo.

«Cuando ?que?» Habia un ligero matiz de impaciencia en los pensamientos de Indigo.

«No importa. » Grimya la miro, entristecida penso ella. «Intentare dormir, tal y como sugieres. »

Se tumbo de nuevo con la cabeza vuelta hacia el otro lado, mientras Indigo seguia a Jasker fuera de la cueva.

—Es mas fuerte de lo que habia esperado.

El hechicero regreso al lugar donde aguardaba Indigo en la parte superior de la ladera que descendia hasta el estrecho pozo que se hundia en las montanas. Su torso desnudo estaba cubierto por una pelicula de sudor, y sus manos y brazos estaban ennegrecidos hasta los codos por el humo. Sus ojos eran como pedacitos de hielo petrificado en el interior de sus cuencas; y cuando sonrio, su gesto no poseia el menor vestigio de humanidad.

—Unos cuantos minutos mas —prosiguio—, y creo que notaremos un cambio.

No deseando encontrarse con sus ojos. Indigo miro detras de el al lugar donde Quinas yacia con los miembros extendidos sobre el suelo del pozo. El capataz seguia consciente —a Jasker le preocupaba que perdiera sus facultades mentales—, pero la boca le colgaba abierta; respiraba con dificultad, en silencio, como un pez varado en la playa, y sus ojos carecian de expresion a causa de la conmocion sufrida.

Lo que la muchacha habia presenciado en aquel lugar caluroso y claustrofobico, lleno de vapores de sulfuro, habia puesto a prueba su determinacion de conseguir informacion a cualquier precio. Jamas hubiera creido que un ser humano pudiera ser capaz de infligir torturas como las que Jasker

habia hecho sufrir a Quinas, y mucho menos con tal inflexible y desinteresada dedicacion. El hechicero habia

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