encogido sobre su cabeza, confiriendole un aspecto arrugado y cadaverico; sus ojos estaban muy abiertos y desorbitados, y sus pupilas parecian cabezas de alfiler inyectadas en sangre. Tenia grandes extensiones de piel escamada, que dejaban al descubierto la enrojecida carne de debajo, y el cabello le empezaba a caer, dando a su cuero cabelludo un grotesco aspecto moteado.

—?Chrysiva... ? —Indigo lucho por mantener el horror que sentia alejado de su voz, pero sabia que era un esfuerzo inutil.

—A... ag... —La muchacha tosio; un hilillo de saliva rosada se deslizo por su barbilla—. Podeis... darme ag... agua...

—Desde luego. —Corrio al lugar donde Jasker guardaba sus odres y lleno una copa.

Grimya, que la habia seguido, se quedo a unos pasos de distancia observando con ojos preocupados; mientras Chrysiva bebia, la loba dijo:

«Su lengua se ha vuelto negra. ?No hay nada que el hombre pueda hacer por ella?»

Indigo iba a responder, pero se detuvo cuando unas fuertes pisadas en el corredor de acceso a la cueva anunciaron la llegada de Jasker. Este dejo caer su carga sobre el suelo y anuncio:

—Empieza a moverse. Lo mejor sera que me asegure de que esta bien sujeto antes de ir a ver a la muchacha.

Quinas empezaba realmente a recuperar el sentido. Sus piernas y brazos se movieron debilmente, luego lanzo un gemido y dejo escapar un ahogado juramento. Al verlo alli, los llorosos ojos de Chrysiva se abrieron aun mas e intento sentarse, apartando la copa de agua.

—Todo esta bien, calmaos. —Con mucho cuidado Indigo la obligo a permanecer tendida, y miro a Jasker por encima del hombro—. Atadlo, rapido. ?Cuanto mas fuerte mejor!

El capataz seguia aun demasiado debil y confundido para protestar cuando el hechicero lo obligo a poner los brazos a la espalda y le ato munecas y tobillos con una aspera cuerda. Luego, izandolo por el cuello de la camisa, lo arrojo con fuerza contra la pared.

—Nnnn... —Un desagradable sonido gutural surgio de la garganta de Chrysiva, que clavo una mano sobre el antebrazo de Indigo, hundiendo con fuerza las unas en el—. El... el es... el es...

—?Callaos! No lo mireis, Chrysiva, no permitais que os altere. —Indigo hizo girar a la muchacha de cara a ella y la miro a los ojos, con expresion severa—. Va a morir, Chrysiva. ?Vengaremos a vuestro esposo por vos!

Una risa cinica interrumpio sus palabras. Levanto la cabeza y vio a Quinas, totalmente consciente ahora, que la miraba con frialdad desde el otro extremo de la cueva.

—Que preocupacion tan fraternal —dijo el capataz con sequedad—. La verdad, me siento conmovido. — Sonrio—. Si quereis «vengar» al esposo de esta mocosa, saia, lo mejor que podeis hacer es elevar una oracion o dos por ella mientras lo haceis. Tiene todo el aspecto de necesitar toda la ayuda que pueda conseguir.

Chrysiva se echo a llorar e Indigo se volvio veloz hacia Jasker.—?Sacadle de la cueva! —le espeto—. ?Sacadle de mi vista, antes de que le corte el cuello!

Quinas repuso:

—Ah, saia, vuestra compasion no conoce... —y las palabras se vieron interrumpidas por un juramento cuando el puno de Jasker se estrello contra su mandibula.

—Tengo el lugar apropiado para esta basura —dijo el hechicero.

—Entonces llevaoslo. Deprisa, antes de que me olvide de mis intenciones.

Chrysiva contemplo como Quinas —prudentemente callado ahora— era arrastrado fuera de alli y desaparecia por el oscuro tunel. Grimya, ansiosa por asegurarse de que nada fuera mal, acompano a Jasker, e Indigo vertio mas agua en la copa.

—Bebed —dijo, tendiendosela—. Y luego debeis descansar, Chrysiva.

—No... —La muchacha parpadeo como si saliera de un trance, vio que la boca del tunel estaba ahora vacia y se volvio para mirar a su benefactora—. No —repitio, y habia una inesperada energia en su voz—. No quiero descansar; al menos, no en esa forma... Saia Indigo, habeis sido muy buena y amable conmigo, qui... quiero daros algo a cambio. Es una recompensa muy pobre, pero... —Una mano hurgo entre los pliegues de sus ropas, pero sus movimientos carecian de coordinacion—. No puedo encontrarlo... Por favor, aqui, cogido a mi corpino...

Indigo toco la prenda —bajo la tela podia sentir el latir irregular del vacilante corazon de Chrysiva— y encontro algo duro y metalico. Un broche. Ante la insistencia de la muchacha lo desprendio y se lo deposito sobre la palma de la mano.

—Por favor, saia. Quiero que os lo quedeis. Fue un regalo que... —las lagrimas inundaron sus ojos—, que me hizo mi esposo. Se que es muy poca cosa, sin embargo... ha significado mucho para mi. Por favor, se que lo mantendreis a salvo.

Los ojos de Indigo se nublaron al contemplar el broche. Era, como habia dicho Chrysiva, algo de muy poco valor: un pequeno pajaro toscamente forjado en estano; las alas eran desiguales y mal labradas, la aguja estaba torcida. Debia de ser obra, penso, de algun aprendiz de artesano; y era, sin duda, la unica clase de regalo que un pobre minero podia permitirse para su esposa. Pero para Chrysiva, significaba mas que todos los diamantes y esmeraldas de las profundidades de la tierra.

Le respondio con voz ronca:

—No puedo tomarlo, Chrysiva. Es vuestro, y debe seguir siendolo. Ademas, no quiero ninguna recompensa...

—Por favor. —La muchacha introdujo el broche en la mano de Indigo y apreto sus dedos con fuerza cerrandoselos alrededor de el—. Muy pronto... no lo necesitare, saia. Y quiero..., quiero pedir...

—?Que? Pedid. Os concedere cualquier cosa, si me es posible.

—Yo... —Los labios de la joven temblaron, su rostro enfermo adopto una expresion tensa y reservada. Luego cerro los ojos y musito—: Enviadme a los brazos de Ranaya, saia Indigo. Dejad que me reuna con mi esposo en sus llanuras de fuego. Se que ire alli muy pronto, pero ya no deseo sufrir mas. —Aspiro con fuerza y sus ojos se abrieron de nuevo, doloridos y desesperados—. Por favor..., ?matadme, y haced que descanse de una vez!

Consternada. Indigo se echo hacia atras. No sabia como responder, que decir. Entonces oyo a Jasker y a Grimya que regresaban, y se puso en pie con rapidez.

«?Indigo?»Grimya percibio su angustia inmediatamente y corrio hacia ella—. «?Que sucede?»

—Chrysiva... ella... —Su voz se quebro y sacudio la cabeza, apretando con mas fuerza los dedos alrededor del broche de estano. El hechicero poso su mano sobre el hombro de ella con suavidad; Indigo se encogio en un gesto involuntario y luego lo miro desesperada—. Jasker, ?no podemos hacer nada por ella?

La respuesta estaba en sus ojos. Y la muchacha penso en lo que sufriria Chrysiva antes de morir, en el lento y terrible horror de su muerte...

—Me ha pedido que la mate —susurro.

—Ah, dulce Ranaya... —El hombre se dio la vuelta, con expresion de gran dolor—. Criatura... — Se acerco a Chrysiva y se agacho junto a ella—. Criatura, ?es eso lo que realmente quereis?

La muchacha asintio.

—Sois un sacerdote. Vos comprendeis estas cosas. Os lo ruego, concededme el vino y el fuego, como solo un sacerdote puede hacerlo. Dadme la bendicion de Ranaya y dejadme ir hacia Ella.

Jasker se levanto y se dirigio despacio hacia donde estaban Indigo y Grimya. De repente parecia viejo, agotado y cansado.

—No puedo hacerlo. —Lo dijo con voz tan baja que la enferma apenas pudo oirlo—. Seria una suerte para ella y Ranaya daria su bendicion de buena gana, pero.... Indigo, no puedo hacerlo. Mi propia esposa, cuando ella... —Se detuvo, aspiro con fuerza—. Esos recuerdos son demasiado fuertes y demasiado terribles. Vacilaria, me echaria atras en el ultimo momento. ?Que la Madre me ayude, le fallaria!

Indigo tenia los ojos fijos en Chrysiva. El pequeno broche de estano que sostenia en la mano despedia un suave calorcillo, y parecia simbolizar algo que su mente no podia captar por completo ni retener. Y penso en Fenran.

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