Dolor, miseria y un largo y torturado camino hacia la oscuridad... Comprendia los sentimientos de Jasker, porque los compartia. Quitarle la vida a alguien como Chrysiva a sangre fria...
Pero no seria a sangre fria. Seria, como habia dicho el hechicero, un acto de misericordia. ?Podia su conciencia anteponer sus delicados sentimientos a la desesperada necesidad de una mujer, victima de la mas profunda y desesperanzada de las angustias? Cerro los ojos, y le parecio ver el rostro de Fenran ante sus parpados: Fenran sonriendo y extendiendo los brazos hacia ella.
Se alejo de Chrysiva y dijo con mucha calma:
—Tengo una ballesta...
—Indigo —el hombre poso una mano sobre su brazo—. No puedo permitir que mi cobardia os
obligue...
—No. —Sus dedos se cerraron sobre los de el, en un intento por tranquilizarlo—. No es eso, Jasker. De verdad que no es eso. —Avanzo con paso algo tambaleante hasta la muchacha, y se arrodillo—. ?Chrysiva?
La esperanza brillo vacilante en los enrojecidos ojos.
—?Si,
—Guardare vuestro broche, lo juro. Sera tan precioso para mi como... como lo ha sido para vos. —Haciendo acopio de valor, se inclino para besar con suavidad la frente de la muchacha—. Pronto estareis alli, Chrysiva.
Los agudos sonidos metalicos que produjo mientras colocaba y fijaba una flecha en la ballesta le parecieron una obscenidad en comparacion con el tranquilo trasfondo de la voz de Jasker murmurando oraciones. Indigo estaba demasiado alejada del lecho para escuchar las palabras de bendicion que pronunciaba, pero podia advertir una cierta impaciencia en las apenas audibles respuestas de Chrysiva, una esperanza renovada, y —aunque solo servia para acrecentar la sensacion de irrealidad— tambien alegria.
Jasker se puso en pie bruscamente, sobresaltando a Indigo. Esta volvio la cabeza y, cuando el hechicero asintio, sus manos tensaron la ballesta.
Los ojos de Chrysiva estaban cerrados y ella sonreia. Indigo se coloco a su lado y, sintiendose extranamente aparte, como si en un sueno se contemplara a si misma desde una gran distancia, apunto el arco al corazon de la muchacha.
Eran epocas pasadas, otras epocas, cuando su padre le habia dado las primeras lecciones en el uso de las armas. Ahora recordo sus ensenanzas. La mirada fija, apuntar con cuidado, el pulso firme. Y calma. Por encima de todo, mucha calma.
Disparo.
Las ultimas notas de la Isla Pibroch resonaron en la cueva y se desvanecieron en un lejano eco. Indigo deposito el arpa en el suelo.
—Ha sido una pobre elegia —dijo en voz ronca—. Hace tantos anos que no la tocaba que casi la habia olvidado...
Jasker, sentado con las piernas cruzadas ante el altar de Ranaya, contesto sin levantar los ojos.
—Ha sido hermosa. —Su voz estaba llena de emocion—. Me trajo imagenes de cosas que yo no sabia que existieran bajo el gran sol. Enormes extensiones de agua, lugares donde el dia no termina jamas y, sin embargo, el aire es frio y limpido... Vi interminables bosques verdes, y montanas blancas que brillaban como el cristal...
—Los glaciares del sur. —Una tenue sonrisa llena de melancolia aparecio en los labios de Indigo; la imagen calmaba un poco la hirviente furia que bullia en su interior, pero fue solo por un momento, y su voz volvio a endurecerse—. Pero ?de que le sirve una elegia a Chrysiva ahora?
—La apresurara en su viaje hasta Ranaya —Jasker realizo una ultima reverencia ante el altar, luego retrocedio—. Vuestra musica y mis oraciones. No podemos hacer mas. Indigo.
El arpa lanzo una discordante cadencia, cuando con un arranque de desaliento la joven la empujo brutalmente a un lado. Se controlo —el instrumento no le habia hecho ningun mal, y descargar su rabia en el resultaba infantil— y hundio las manos en los pliegues de su tunica. Le era imposible mirar en direccion al bulto inmovil, envuelto ahora en un pedazo de tela de hilo que Jasker habia utilizado como manta. Ahora yacia junto a la entrada del tunel, listo para su ultimo viaje. El hechicero le habia contado algo sobre los ritos funerarios de Ranaya, la devolucion del cuerpo a la tierra y al fuego, pero no queria pensar en eso aun. Chrysiva todavia seguia demasiado viva en su mente.
Sin pensar, sus manos se cerraron sobre el broche de estano que la muchacha le habia regalado, y sintio como un aguijonazo mental de violenta colera. Cuando Jasker hubiera finalizado con todas las formalidades tendrian otro asunto que atender, y la impaciencia empezaba a corroerla. Queria la sangre de Quinas. Queria sus huesos para roerlos y sorber su medula. Queria su alma.
Jasker se puso en pie y el movimiento interrumpio el torbellino de sus pensamientos.
—La llevare a la fumarola inmediatamente —dijo con voz tranquila—. ?Vendreis conmigo?
—No. —Sacudio la cabeza—. Creo que prefiero quedarme sola por un rato.
—Cuando regreseis, Jasker, tendremos trabajo que hacer.
—No creais que lo he olvidado. —Se detuvo junto a la envuelta figura de Chrysiva y volvio la cabeza para mirar a Indigo con una compasion en sus ojos que esta no quiso reconocer, y mucho menos aceptar.
Una aureola danzo alrededor de la silueta del hombre cuando se desvanecio en el interior del oscuro tunel con la muchacha muerta en sus brazos. Una vez se hubo ido, con
Indigo no sabia que tipo de torturas era capaz de infligir Jasker a su prisionero, pero admitia sin la menor chispa de remordimiento que ningun precio seria demasiado alto para la informacion que querian obtener de el. Si algun ser vivo podia conducirlos a Aszareel y al autentico corazon del culto a Charchad, era Quinas. Y lo haria. Aunque tuviera que hacerlo pedazos, miembro a miembro, tendon por tendon, con sus propias manos, el le diria lo que queria saber. Y cuando le hubieran sacado toda la informacion, tendria lugar la dulce y salvaje alegria de la venganza en nombre de Chrysiva, de su esposo y de las incontables personas cuyas vidas, esperanzas y suenos se habian visto
destrozados por la maldad que habitaba en aquel valle envenenado.
—?Ahhh!
No fue una palabra, sino un informe grito de protesta, un intento de articular algo que ni siquiera podia comprender. Una energia encadenada hizo poner en pie a Indigo de un salto y recorrer la cueva a grandes zancadas; no se detuvo hasta que no estuvo a punto de chocar con la pared opuesta. Apreto las palmas de las manos contra la roca y sintio como el calor subterraneo que brotaba del corazon del volcan, alla en las profundidades, palpitaba a traves de sus dedos. Cerro los ojos para protegerse de la oleada de furia que amenazaba con trastornar su mente.
El poder del fuego. Jasker le habia dicho muchas cosas sobre la naturaleza de sus poderes magicos, la energia que extraia de los palpitantes mares de magma situados en el centro de la tierra. El fuego era su elemento: era hermano de las salamandras, primo de los dragones, senor de las llamas y del humo, y del magma fundido. Le habia contado su gran ambicion: establecer contacto con los titanicos espiritus del fuego, surgidos de la misma