—?No te parece que este puede ser uno de esos momentos que no pueden preverse?

—Yo... —Insegura de si misma, la loba se alejo. Bajo el hocico casi hasta rozar el suelo, pensativa, luego levanto por fin la mirada hacia el—. No se si lo que dices es ver... dad, pero c... creo que debo decir... telo. Por Indigo. —Se detuvo un instante—. Debo ha... blarte de Ne-me-sis.

Jasker sintio un escalofrio.

—?Nemesis? —pregunto con brusquedad.

Grimya parpadeo.

—?Sa... sabes lo que es?

Era la palabra que habia visto en la mente de Indigo, el fragmentado concepto de un demonio peculiarmente personal que no habia comprendido del todo. El corazon de Jasker se puso a latir con mas fuerza.

—Solo he oido hablar de ello una vez —le respondio—. Pero de alguna manera es importante para ella, ?verdad?

—Si —admitio Grimya sintiendose muy desdichada.

—?Y tiene alguna conexion con la plata?

Los ojos de la loba lanzaron un destello rojo y echo hacia atras los labios, mostrando los colmillos en actitud defensiva.

—?Como sabes eso?

Ansioso por no perder mas tiempo con explicaciones detalladas, Jasker disimulo.

—Fue algo que Indigo me dijo. Una insinuacion, nada mas. Grimya, debes hablarme de Nemesis; cuentame todo lo que sepas. —Levanto la cabeza y paseo la mirada por la vacia cueva, como si algun sonido o sombra lo hubiera asustado; luego se estremecio a pesar del calor—. Mi instinto me dice que es de vital importancia.

—Comprendo el ins... tinto —repuso el animal—. Y el mio habla con la misma voz. Pero... ?ahhh! ?Ojala p... pudiera hablar a tu mente! Lo he int... tentado, y no pppue-des oirme.

Asi que tenia poderes telepaticos, como el habia adivinado. Jasker maldijo en silencio sus propias deficiencias, las habilidades perifericas que nunca habia desarrollado. «Si hubiera sido un sirviente mas aplicado... », penso; pero ahora ya era demasiado tarde.

Miro de nuevo a la loba y dijo:

—Se que es muy duro para ti, Grimya, pero debemos hacer todo lo que podamos. Por favor, dime lo que sepas.

Y asi, a trompicones, pero tan deprisa como le fue posible, Grimya le explico la diabolica amenaza que seguia los pasos de Indigo, y como se habia manifestado a traves del broche de Chrysiva, que habia dado origen a la salvaje y extrana locura de su amiga. Jasker la escucho, intentando ayudarla cuando no podia encontrar la palabra que le faltaba, y por fin consiguio reconstruir la historia lo suficiente como para tener una idea clara, y nada agradable, de ella.

Penso en las imagenes que habia visto en la mente de Indigo durante la prueba de la verdad. Ahora quedaban explicadas muchas cosas: desde su casi inhumana perseverancia hasta su depravada resolucion de prolongar el sufrimiento de Quinas, y la compadecio profundamente. Pero mezclada con su compasion habia la certeza total de que dejar que la simpatia nublara su juicio podria resultar un error muy peligroso. Indigo habia perdido el control de sus propias motivaciones, y Jasker supuso que en aquellos momentos la influencia del demonio sobre ella era ya demasiado fuerte como para que fuera capaz de razonar. Habia que acabar con aquel dominio o, de lo contrario, impulsada por la furia demente que Nemesis habia orquestado con tanta astucia. Indigo se arrojaria de cabeza y sin considerarlo de forma racional contra el enemigo que intentaba destruir; y aquella imprudente obsesion seria su ruina.

Aquello era precisamente lo que deseaba Nemesis.

Grimya habia empezado a pasear de un lado a otro de la cueva. Estaba ansiosa por actuar en vez de hablar, y Jasker se daba perfecta cuenta de que habian perdido mucho tiempo mientras ella relataba su historia. Pero era de vital importancia enterarse de la verdad; Nemesis no era un poder al que se podia tomar a la ligera, y sin la advertencia de Grimya no hubiera estado preparado para enfrentarse a el.

La loba dijo:

—Quiero ir tras ella. Si es... pero mucho mas, no habra ras-trro que seguir.

—Ire contigo.

—Nnno. Tu solo me... re-trasarias. —Lo miro como pidiendo disculpas—. Sola, puedo encon... trrrar... la sin ser vista.

Tenia razon; el no era ningun cazador, ni rastreador. Pero poseia otras habilidades...

—Muy bien —repuso—. Pero ten muchisimo cuidado. Ranaya sabe muy bien que no me gusta tener que decir esto, pero si Indigo ha caido, como tu dices, presa de ese demonio, puede que ya no te considere una amiga.

Viejos recuerdos se agitaron en los ojos de la loba, y agacho la cabeza.

Lo... se.

—Entonces encuentrala y regresa junto a mi tan rapido como puedas.

—Lo ha... re.

Y sin decir nada mas, Grimya salio corriendo de la cueva. Jasker oyo como sus garras aranaban el suelo de piedra mientras recorria el tunel a toda velocidad; luego se dirigio rapidamente al altar de Ranaya. La magia no podia ayudarle ahora; nunca habia poseido talento para ver mentalmente, y el olfato de Grimya podia localizar a Indigo alli donde sus poderes no conseguirian nada. Hasta que la loba regresara con informacion sobre su paradero, no podia hacer otra cosa que rezar a su deidad.

Jasker se arrodillo ante el altar y empezo a suplicar en silencio y con gran fervor en busca de consejo.

Para desaliento de Grimya, el rastro de Indigo estaba casi destruido por el calor y la contaminacion procedente de las minas. Salio de la red de tuneles al abrasador sol de primera hora de la tarde, y se vio asaltada al instante por los hedores sulfurosos que un viento del noroeste arrojo sobre su rostro y que convirtieron la atmosfera que la rodeaba en una neblina de color cobre. La roca era demasiado arida para reflejar ni siquiera una pisada, y durante varios minutos Grimya se dedico a olfatear el suelo, luchando por interpretar y separar los olores de la piedra caliente, el viejo magma y el hedor aun mas desagradable del lejano valle. Por fin, no obstante, su hocico encontro algo que reconocio. Una insinuacion tan solo, pero la condujo por un antiguo lecho de lava, montana arriba.

El calor la hacia jadear y el suelo rocoso le quemaba las patas, pero hizo caso omiso de las molestias y corrio por la torrentera; de vez en cuando se detenia para comprobar que el rastro, debil pero todavia perceptible, no habia desaparecido. Intentaba moverse por la sombra siempre que podia encontrarla, pero a medida que ascendia mas y mas hacia las cumbres, las zonas umbrias se hicieron cada vez mas escasas, hasta que se encontro en una loma que se cocia bajo el ardiente sol.

Grimya se detuvo para orientarse. El viento era mas fuerte alli y agitaba su pelaje, pero mitigaba muy poco el calor; alla a lo lejos, a sus pies, pudo ver la espesa y sucia niebla fosforescente que flotaba sobre las minas. Hogueras tenebrosas relucian por entre la mezcla de humo y niebla alli donde ardian los hornos de fundicion, y el aire vibraba, pesado y amenazador, con el hedor y el ruido que subia del valle.

Grimya se estremecio y no quiso seguir contemplando la escena. Volvio la cabeza para examinar la loma y vio, algo mas adelante, alli donde la cresta se hundia para formar un estrecho desnivel entre dos conos volcanicos identicos, a dos figuras que se movian con lentitud.

Se controlo con un esfuerzo para no lanzar un aullido de alivio. Una de aquellas lejanas figuras era, sin lugar a dudas. Indigo; aunque la neblina obstaculizaba su vision, la loba reconocio la cabellera de su amiga. Y la otra figura, que arrastraba los pies, andando a trompicones, como si cada paso le produjera un dolor indescriptible, era el hombre malvado, el hombre al que habian hecho dano porque servia al Charchad.

El animal se deslizo por la ladera de la loma hasta un nivel en el que resultaria invisible si alguna de las dos personas que habia mas alla volvia la cabeza y miraba a su espalda. Con el cuerpo pegado al suelo, avanzo furtivamente y con cierta dificultad por la empinada ladera, hasta que juzgo que sus presas habrian llegado ya al pico mas alejado y estarian demasiado ocupadas en la ascension como para prestar atencion a lo que pudieran tener detras. Se escabullo de nuevo hasta la cima de la loma y vio que no se habia equivocado; estaban a unos cincuenta pasos de ella ahora, penetrando despacio en los pliegues color marron rojizo de las laderas inferiores de la cima.

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