Pero debajo de aquella refulgente superficie habia algo mas, algo lo bastante fuerte como para haber desencadenado una intuicion que hizo que Indigo deseara darse la vuelta y huir de alli. ?Vulgaridad? ?Lascivia? Eran ambas cosas y ninguna de las dos; no podia indicarlo con precision, pero algo acechaba detras del frio escrutinio, estaba implicito en cada pequeno movimiento de sus miembros y de su torso. Y cuando le sonrio a la muchacha, sin pasion y sin embargo con una oculta implicacion que esta no podia definir, unas frias garras parecieron aranarle la espalda.
Las elaboradas puertas se cerraron a su espalda y la escolta que la habia acompanado salio en silencio.
—Por favor, sientate. —Augon Hunnamek le indico un almohadon que habia en el suelo cerca de los pies de la joven—. Tengo preguntas y me haras el favor de responder a ellas con la verdad. —Hizo girar la palma de la mano hacia arriba para realizar un gesto cortes en el que Indigo creyo detectar la sombra de una amenaza.
Inclino la cabeza y se sento. Estaba nerviosa y sus manos empezaban a sudar; subrepticiamente se las froto sobre la falda; no queria descubrir su intranquilidad y aumentar de esta forma su situacion de desventaja.
El tirano volvio a acomodar su corpulento cuerpo en el sillon, y golpeo ligeramente en uno de sus brazos con una mano cubierta de anillos. La mujer de mas edad contemplo a Indigo con cierto interes, pero no dijo nada.
—Para empezar, dejaremos a un lado formalidades —dijo Augon—. Tengo entendido que eres forastera. ?Es eso correcto?
Indigo asintio.
—Si.
—?Tu nombre? ?Y tu casa?
La miraba fijamente, con la barbilla apoyada en un puno apretado, y cuando los ojos de Indigo se encontraron con los suyos, por un instante reconocio algo que no era precisamente platonico en su expresion. La evaluaba como podria hacerlo con una prostituta en un prostibulo, o con una esclava en el mercado, y sintio que la colera empezaba a hervir en su interior; y junto con ello vino un imprudente impulso de ponerse en pie de un salto y maldecir a aquel advenedizo, decirle que ella no era ninguna campesina con la que
divertirse, sino que pertenecia a la realeza, con un rango que el jamas podria alcanzar, la hija de un rey, una reina por derecho...
La golpeo como un chorro de agua fria, y su furia se evaporo en un instante y dio paso a un gelido y triste desaliento, cuando se percato de que habia estado a punto de perder el control y romper el tabu al que estaba ligada. Anghara hija-de-Kalig, princesa de las Islas Meridionales, llevaba muerta mucho tiempo, Indigo habia perdido nombre, identidad y rango, y el trono que por derecho de sangre debiera haber sido suyo pertenecia ahora a un extrano. Y asi era como deberia ser siempre...
Desolada, recuperado el autocontrol, respondio:
—Mi nombre es Indigo. Vengo de las Islas Meridionales.
El hombre enarco las cejas, inquisitivo.
—?Indigo? No es un nombre que haya oido antes.
—Es el unico nombre que tengo.
Se encogio ligeramente de hombros.
—Como quieras. ?Y que es lo que te trae a Simhara?
A pesar del efecto calmante del error que habia estado a punto de cometer, todavia le quedaba a Indigo una chispa de colera, y respondio con cierta brusquedad.
—Sin querer ser descortes, senor, creo que esto es cosa mia.
La mujer levanto los ojos hacia Augon, y el guerrero sonrio con suavidad.
—Indigo. —Esta vez pronuncio su nombre con puntillosa cortesia, no obstante una nota sensual aparecio en su voz, como si acariciara cada una de las silabas—. Estoy seguro de que comprenderas mi posicion. Eres una extranjera, y sin embargo se te encontro en el desierto, en compania de la Takhina Viuda. Tienes, por lo tanto, algo que ver con el desafortunado episodio de su intento de huir de la ciudad. Simplemente deseo establecer la naturaleza de esa implicacion.
La mujer la miraba con mas atencion ahora, e Indigo no considero sensato mentir. Era posible —no seguro, pero si posible— que esta companera o consejera o lo que fuera poseyese alguna habilidad como vidente; habia percibido un indicio de ello en la primera mirada que le habia dirigido la mujer. Y a Augon Hunnamek no se le enganaria con facilidad. No; lo mejor seria que dijera la verdad. O al menos tan buena parte de la verdad como se atreviera a revelar.
Por tanto se obligo a enfrentarse al palido y franco escrutinio de aquellos ojos y explico que su encuentro con Agnethe habia sido una circunstancia totalmente fortuita; que, cuando se dirigia a Simhara, ya enterada de la conflictiva situacion, habia cabalgado a traves del desierto para estudiar la situacion con sus propios ojos, y se habia encontrado con la Takhina en el oasis, aprisionada bajo su chimelo muerto.
—Ya comprendo. —El guerrero asintio con la cabeza, y su sonrisa se ensancho un poco—. Y si mis hombres no te hubieran interceptado, Indigo, ?que habrias hecho entonces?
Indigo sentia la mirada de la mujer como si fuera hielo, como si fuera un fuego. Repuso:
—Habria hecho lo que cualquier hombre o mujer civilizados en las mismas circunstancias, senor: me habria ocupado de que a la Takhina no le ocurriera nada.
Augon lanzo una risita ahogada, un extrano sonido que emano de su estomago y pulmones, en lugar de surgir de su garganta.
—Una respuesta diplomatica, me parece. —La mujer tambien sonrio, pero de forma mas reservada—. Muy bien: no volveremos a hablar de este episodio, Indigo, ya que creo que me has hecho un buen servicio con tu preocupacion por el bienestar de la Takhina Viuda. Tengo otra pregunta mas. ?Con que proposito deseabas visitar la ciudad de Simhara? ?Tienes amigos en la ciudad?
—No, senor. —Indigo lo miro imperterrita.
—Entonces, ?por que has venido aqui?
La muchacha sabia lo que iba a decir, y creia que la respuesta satisfaria al hombre. Y si sus suposiciones sobre la mujer no andaban erradas, ella tambien la aceptaria de buena gana.
—Senor, me gano la vida como marino —respondio—. Pertenecia a la tripulacion del
—?De donde provenia? —inquirio la mujer, interrumpiendola.
—El
La mujer miro a Augon, y tomo la palabra para dirigirse a el.
—Se han examinado sus pertenencias —dijo en khimizi. Su voz era ronca pero con menos acento que la de su senor—. Lo que dice es verdad.
De nuevo aparecio un ligero centelleo de colera, pero Indigo se domino.
—Entonces, si sabeis algo de las costumbres de los marinos, sabreis que el Templo de los Marineros de Simhara es un lugar de peregrinaje para nosotros. —Observo los ojos de la mujer con mucho cuidado, y vio lo que habia esperado: un momentaneo ablandamiento, un apenas perceptible brillo de camaraderia. Bajo la mirada—. Aquellos de nosotros que surcamos los mares lo hacemos solo gracias a la indulgencia de la Gran Madre. Su templo mas importante esta en Simhara, y yo queria hacer una ofrenda en el templo, dar las gracias por los viajes llevados a buen termino y pedir Su bendicion para el futuro —Levanto los ojos de nuevo, con expresion candida—. Esa ha sido mi unica razon para venir a la ciudad.
El hombre y la mujer intercambiaron otra mirada. La mujer volvio a hablar:
—Y cuando hayas hecho tu ofrenda —dijo, y su tono habia cambiado, se habia ablandado—, ?que haras entonces?
Indigo levanto los hombros como para indicar la inevitabilidad de su posicion en el mundo.
—Buscare otro barco.
El silencio descendio sobre la habitacion durante algunos momentos. Entonces la mujer se volvio hacia Augon, quien se inclino hacia ella, y le hablo al oido con rapidez y en voz baja. Este asintio, la sonrisa presente todavia en sus labios, mientras Indigo los contemplaba a los dos e intentaba en vano adivinar la naturaleza de su conversacion. Por fin Augon volvio los ojos de nuevo hacia ella.
—Muy bien, Indigo. La historia que nos has contado parece satisfactoria. No obstante, como estoy seguro de