a la voz su companera y maestra. Adoraba a Luk, que era de hecho el hermano que jamas habia tenido. Y adoraba al hombre al que llamaba «chero Takhan», quien le hacia regalos y le permitia todos los caprichos y que, cada vez mas a menudo ahora, venia a jugar y a reir con ella y a admitir sus logros. En su quinto cumpleanos, chero Takhan le habia regalado una nueva piscina, mucho mayor que el pequeno oasis del patio que ya le habia quedado pequeno. La pasion de Jessamin por la natacion se mantenia constante: cuando se le entrego su regalo cubrio de besos el rostro de su benefactor, declarandolo el hombre mas bueno, mas querido y mas amable del mundo, Indigo habia estado presente en la entrega, y habia vuelto la cabeza, ya que no queria que la expresion del rostro de Augon Hunnamek se grabara en su mente y pusiera en marcha las viejas ideas siniestras.

Y luego, en su sexto cumpleanos, chero Takhan le habia entregado un anillo. Un anulo hecho de cinco metales preciosos perfectamente entrelazados, con cinco piedras preciosas engastadas que reflejaban los cinco diferentes estados de animo del mar: una esmeralda, un zafiro, un zircon, un opalo, una piedra de la luna. Muy solemne, coloco el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Jessamin, y le dijo que a partir de aquel momento deberia lucirlo siempre.

Indigo no sabia si Jessamin comprendia el significado del anillo. La Infanta sabia que estaba prometida a Augon Hunnamek, pero poseia tan solo un infantil y simple concepto de lo que era el matrimonio; como si se tratara de un juego especial al que un dia le permitirian jugar. Era demasiado joven para comprender la verdad.

Esa noche, Indigo tomo la resina negra que Phereniq le habia dado, y durmio sin sonar en absoluto. Pero incluso sin las pesadillas para atormentarla, no podia escapar a la deprimente realidad de que, pese a que el dia de la boda de Jessamin estaba aun lejano, el tiempo transcurria. Y finalmente, de una forma lenta, tranquila e inexorable, se les terminaria.

«Querido Leando:

«Esta es la primera carta que he podido escribirte durante bastante tiempo, ya que hasta ahora los cargueros no han empezado a zarpar otra vez del puerto de Simhara desde la epidemia de fiebre que se abatio sobre nosotros hace tres meses y nos puso en cuarentena.

»Puede que hayas tenido noticias de la epidemia y de sus consecuencias por boca de comerciantes de paso. Antes de que te hable mas de ella, deja que te asegure que Luk esta perfectamente; ni el ni la Infanta contrajeron la enfermedad, gracias sean dadas a la Madre, aunque muchos de los que habitamos en palacio si la contrajimos. Tu abuela tambien escapo de ella, segun tengo entendido, aunque no la he visto.

»Pero ha habido muchas muertes aqui, y, al igual que con las fiebres mas benignas que se apoderaron del barrio occidental hace cuatro anos, los magos-doctores no han podido hacer otra cosa que permanecer impotentes y contemplar su decurso. Todos estamos resignados a las pequenas epidemias que asolan Simhara cada primavera, pero esta enfermedad, que se abatio sobre nosotros, como siempre, el mes anterior al cumpleanos de la Infanta, ha sido mucho peor de lo que habiamos esperado. Solo podemos dar las gracias porque ya ha pasado al fin y estamos libres de la infeccion.

»El Takhan ha ordenado nueve dias de duelo por los muertos, con ceremonias en todos los templos. Lo mas probable es que yo no pueda asistir a ellas, ya que hace muy poco que me he levantado de mi lecho de enferma, y Thibavor me ha advertido que debo descansar todavia un poco.

»Por favor, perdoname si esta carta resulta breve. Volvere a escribir con mas noticias cuando este mas restablecida. Entretanto, Luk te escribe tambien, y te confirmara que disfruta de buena salud si es que queda alguna duda en tu mente.

»Esperamos anhelantes tu regreso, y la llama de la esperanza sigue ardiendo.

»Con mis mejores deseos,

Indigo.-

La recuperacion fue un proceso lento. No le quedaban energias, y en un principio no hizo mas que dormir; incluso cuando esta fase paso, su animo parecia reacio a recuperarse, faltaba la voluntad de mejorar. Y ademas de su debilidad fisica, habia surgido otra cuestion que tambien era motivo de preocupacion.

Karim, el mago convertido en buhonero, habia desaparecido. Desde que se declarara oficialmente a la ciudad libre de las fiebres y la vida regresara a la normalidad, Grimya habia empezado a visitar el puerto cada dia para buscar al ciego en su acostumbrado lugar en la escalinata del Templo de los Marineros, y cada dia informaba que no se lo veia por ninguna parte, Indigo, que sabia el gran numero de victimas que se habia cobrado la enfermedad, temia lo peor; y cuando hubo transcurrido un mes y el seguia sin aparecer, se vio obligada a enfrentarse a la posibilidad de que Karim estuviese muerto. Ello la hizo sentir como si un vinculo vital con sus aliados se hubiera roto. La sensacion era irracional, ya que no habia tenido contacto con el buhonero desde la marcha de Leando; no obstante, no podia quitarse de encima la aterradora sensacion de encontrarse de repente a la deriva y totalmente sola. El talento como vidente de Karim la habia convertido, en muchos aspectos, en la columna vertebral de los conspiradores; sin el serian como hombres que pescaran en aguas oscuras y peligrosas, sin saber jamas que clase de horror podia haber mordido su cebo.

Grimya, a pesar de sus propias aprensiones, intento tranquilizarla lo mejor que pudo.

—Puede que este vivo, Indigo —le dijo, cuando hubieron transcurrido treinta y tres dias sin que supieran nada del mago—. No estamos seguras de lo contrario.... ire otra vez manana.

—?De que sirve?

Indigo estaba tumbada en su lecho; a traves de la ventana abierta contemplaba el patio iluminado por el sol. Se habia servido una copa de vino, bien rociado con el cordial, pero apenas si tenia la fuerza necesaria para llevarse la copa a los labios. Pasada la fiebre, la fatiga era aun una compania constante y parecia haber perdido la voluntad, tanto fisica como mental, para recobrar la energia.

—?De que nos sirve a nosotras, en realidad, que Karim este vivo o muerto? —continuo sombria—. Sin Leando y sin Mylo, tampoco puede hacer nada. E incluso aunque regresaran manana, ?serviria eso de algo?

—?Que qui... eres decir?

Se produjo un largo silencio. Luego Indigo respondio:

—Ni tu ni yo podemos danar a Augon Hunnamek, ni en su forma autentica ni en su forma humana. No tenemos aliados que convoquen poder para que lo utilicemos, como Jasker; ni siquiera tenemos con nosotras la fuerza fisica de Leando y Mylo. Pero aun cuando Leando y Mylo estuvieran aqui, ?que podrian hacer ellos? —Levanto por su copa y bebio un sorbo—. ?Que podria hacer cualquiera de nosotros contra un poder como ese?

Mientras lo decia, sabia la respuesta a su triste pregunta. Con o sin Leando y Karim, solo habia una cosa que ella y Grimya podian hacer. Debian aguardar en Simhara, Insta que

pudieran encontrar una forma de desenmascarar al demonio. Si ello les llevaba toda una vida, tampoco importaba; ellas dos ni podian envejecer ni cambiar. Y si Karim estaba muerto, y si —le horrorizaba la idea, pero no podia descartarla por completo— Leando no regresaba a Khimiz, entonces ella y Grimya deberian enfrentarse solas contra aquel poder malefico, ya que hasta que no fueran destruido no podian seguir adelante.

Volvio la cabeza y apreto el rostro contra los blandos almohadones sobre los que se recostaba. No queria seguir pensando en demonios ni en obligaciones; todo lo que deseaba era darle la espalda a la dura realidad, abortar cualquier pensamiento sobre el incierto futuro, encerrarlo en lugar seguro y escapar al refugio que le ofrecia el sueno inducido por las drogas: su unico consuelo desde el mino de la enfermedad.

—No hablemos sobre ello ahora —dijo—. Estoy cansada, Grimya, la verdad es que necesito dormir un rato.

Grimya la contemplo durante unos pocos instantes, luego se dio la vuelta y salio al patio, desconsolada. Aunque intentaba comprender el letargo y la depresion que habian aquejado a su amiga desde las fiebres, se sentia perdida y le preocupaba que los efectos duraran tanto. Pero parecia como si nada de lo que pudiera decir o hacer sirviera de ayuda a Indigo.

El sol quemaba, y se reflejaba con cegador brillo en la superficie del estanque. Grimya se detuvo, y clavo los ojos en las tranquilas aguas mientras consideraba la pregunta que habia hecho Indigo. ?Como podian albergar la esperanza de triunfar contra Augon Hunnamek, con tan solo mis fuerzas mortales para ayudarlas? Parecia tan vano como intentar cazar y matar el viento, y Grimya no poseia respuestas.

Alzo el hocico repentinamente, sintiendo la necesidad de aullar su triste confusion al cielo. Su garganta y su pecho temblaron; pero el sonido murio antes de surgir. No podia dar rienda suelta a sus sentimientos, no en esta

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