ultimo mes o asi. Pero antes, parecia que necesitarlo para estar normal.

Phereniq arrojo a un lado el tallo de hierba, con rostro preocupado.

—Esa no es una buena senal. Dime, ?crees que puede haber estado padeciendo pesadillas?

Hild lanzo un bufido.

—?No hablar a mi de pesadillas! Ese es el porque tomaba tantos polvos, para intentar acabar con ellas. Cada ano regresan otra vez... y no es solo Indigo. Yo las tengo, la Infanta las tiene...

Phereniq la miro asombrada.

—Pero yo pensaba que las pesadillas de la Infanta se acabaron hace anos.

A-na. ?Ya lo creo que no! Cada ano, como digo, las tiene otra vez. Empezar en primavera, no se van hasta que casi ha pasado el verano.

—?Y sucede lo mismo contigo y con Indigo?

—Si. Indigo no dice nada, pero la he oido gritar mientras duerme, y Grimya intenta despertarla y sin conseguirlo. Cada ano.

—?Que...? —La voz de Phereniq tenia un tono peculiar; trago saliva y lo intento de nuevo—. ?Que es lo que suenas, Hild? ?Que clase de pesadillas?

Hild arrugo la frente.

—No lo se. Nunca puedo recordarlas a la manana siguiente. Pero son malas. Y la Infanta, suceder exactamente lo mismo con ella.

—?Quieres decir que ella tampoco puede recordar que ha sonado?

—Aja, eso eso. —La arruga de su frente se agudizo—. Nunca pense en ello antes. Es extrano, ?verdad?

—Muy extrano.

Interiormente, Phereniq hacia sus calculos, y lo que Hild le habia contado se ajustaba perfectamente a sus propias experiencias, ya que tampoco ella habia sido nunca capaz de quitarse de encima el ataque anual de terribles pesadillas que la atormentaban desde... Bueno, debia de hacer ya casi una decada.

Hild habia tomado otra fruta escarchada, pero su entusiasmo por los dulces parecia haberse reducido.

—Hay otra cosa —dijo despacio—. Estos suenos, siempre vienen cuando se acerca el cumpleanos de la beba-mi. Y tambien sucede con las fiebres.

—?Las fiebres? —Phereniq levanto la cabeza, comprendiendo lo que la otra intentaba insinuar—. No; no creo que las dos cosas esten conectadas, Hild. Tu y yo hemos escapado a las fiebres durante los dos ultimos anos, pero eso no ha puesto fin a los suenos. Ademas, la fiebre no es mas que un mal endemico de Khimiz. Un riesgo del clima, si quieres llamarlo asi.

Ante su sorpresa, Hild nego energicamente con la cabeza.

—No. —Repuso—. No lo es. —Y al ver que Phereniq abria la boca para disentir, anadio—: Este no es el clima apropiado para fiebres. Demasiado seco. Pregunta al viejo Thibavor: el dira a ti que no habia fiebres hasta que nosotros llegamos a Khimiz.

La astrologa la contemplo boquiabierta.

—?Estas segura?

Hild se encogio de hombros de nuevo.

—Yo no lo se, ?verdad? Yo no estaba aqui antes, y tampoco vos. Pero es lo que Thibavor dice.

No se habia dado cuenta de ello, y de repente le proporciono una nueva e inquietante linea de pensamiento. La coincidencia era demasiado espectacular para dejarla de lado.

—Deber preguntar a Indigo tambien —siguio Hild—. Debe saber mucho sobre Khimiz, con toda esa historia que tener que ensenar a la Infanta.

La historia de Khimiz... Si, penso Phereniq, quiza valdria la pena hacerlo; ya que el instinto le decia que lo que Hild le habia contado podia tener algo en comun con el misterio que, sin exito de momento, llevaba tanto tiempo intentando resolver.

—Gracias, Hild —dijo pensativa—. Desde luego que se lo mencionare.

Mediaba la tarde cuando por fin se recogieron los ultimos restos de la merienda y el pequeno grupo se acomodo en las literas para iniciar el viaje de regreso a palacio. En conjunto el dia habia constituido un gran exito: Jessamin, Grimya y Luk se habian pasado horas junto a la orilla, buscando los pequenos crustaceos que se enterraban en la arena, y despues de la comida todos se quedaron contemplando como subia la marea mientras Hild e Indigo se turnaban para contar cuentos. Jessamin daba cabezadas de cansancio cuando se dispusieron a partir, y mientras se los transportaba a palacio tambien Phereniq se quedo dormida casi de inmediato, Indigo oia apenas la voz de Hild en la otra litera, hablando a los ninos, y dejo que su cabeza reposara sobre los bordados almohadones; se sentia adormilada por el fuerte calor y el continuo balanceo de la litera.

Pasaban junto al Templo de los Marineros cuando la voz de Grimya interrumpio su duermevela. La loba trotaba a su lado —le resultaba desconcertante que la llevaran en litera— e Indigo se espabilo con un sobresalto al escuchar la excitacion que habia en su mensaje mental.

«?Indigo!?Esta aqui!»

Indigo se incorporo en la litera, aturdida, pero antes de que pudiera proyectar ninguna respuesta, Grimya anadio:

«En la escalinata del templo: ?es Karim!»

Indigo se abalanzo hacia adelante y aparto los pesados cortinajes de la litera. Alli, en su antiguo lugar entre los buhoneros y los peregrinos que atestaban la enorme escalera de marmol, estaba sentado el mago ciego.

A duras penas se contuvo para no gritar a los porteadores de la litera que se detuvieran. Eso habria sido impensable: no se atrevia a provocar preguntas no deseadas. Perol mientras se alejaban y el templo se perdia a su espalda, el corazon empezo a latirle sofocante. ?No habia muerto! Habia perdido la esperanza, segura de que Karim habia sucumbido a las fiebres y se habia ido para siempre. Y ahora...

«Grimya», dijo en silencio, «debemos regresar manana ?Hemos de hablar con el!»

«?Si!», respondio Grimya llena de excitacion. Luego anadio:

«Indigo... ?crees que se trata de una senal?»

Indigo cerro los ojos, en un intento por calmar su irregular respiracion.

«.Reza, para que asi sea», respondio.

Indigo y Grimya habian tenido la intencion de escabullirse del palacio a primeras horas del dia siguiente, perol su plan se vio frustrado por la inesperada llegada de Phereniq. La astrologa tenia todo el aspecto de haber dormido mal o nada en absoluto: tenia que hablar con Indigo dijo, y el asunto era importante.

—Sientate, y toma un vaso de tisana.

Indigo decidio que su salida tendria que esperar; habia una soterrada agitacion en la forma de actuar de Phereniq que su evidente cansancio no podia disimular... Hizo un gesto en direccion al divan y forzo una sonrisa.

—?Algo importante? Suena un poco inquietante.

Phereniq no le devolvio la sonrisa, sino que se limita decir:

—Espero que no.

Se quedo alli sentada en silencio hasta que les trajeron la bebida; luego, cuando la sirvienta salio, miro por encima del hombro para asegurarse de que la puerta habia quedado bien cerrada antes de decir:

—Se que Jessamin tiene hoy una clase a primera hora con su tutor, y queria hablar contigo mientras nadie puede interrumpirnos. —Tomo su tisana y bebio un sorbo— Todo empezo con algo que Hild me dijo ayer; un comentario casual, nada mas; pero me hizo pensar, Indigo, ?no te parece extrano que cada ano, en la epoca del cumpleanos de Jessamin, Simhara se vea atacada por fiebres, y algunas personas de entre los que habitamos en palacio experimenten toda una serie de pesadillas?

Indigo estaba a punto de fingir ignorancia —los suenos eran algo que no deseaba tener

que admitir— cuando se dio cuenta de repente de lo que Phereniq queria dar a entender.

—?Tu, tambien, las has tenido? —inquino sorprendida.

—Cada ano, como la Infanta, como Hild, como tu. Hild me hablo de tus pesadillas. Fue una indiscrecion por su parte, pero puede que a la larga se lo tengamos que agradecer. — Junto ambas manos y se quedo mirandolas—. Pesadillas que luego no pueden recordarse, pero que parecen afectar a la parte mas profunda de nuestras mentes.

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