inclino hacia Luk y musito con urgencia:
—Luk, no se que es lo que podemos hacer. Tu padre podria comprender que era lo que Karim intentaba decirnos...
—?Pero pueden pasar tres meses antes de su regreso!
—Creeme, me doy perfecta cuenta de ello. Pero puede que no podamos hacer otra cosa que esperar. Pase lo que pase, no debemos hablar de esto a nadie mas. —Le sujeto las manos con fuerza—. ?Prometemelo, Luk!
El asintio.
—Lo prometo.
Por un instante su mirada se encontro con la de ella y sus ojos eran confiados pero indecisos. Luego, precipitadamente, en el mismo instante en que Jessamin penetraba en la habitacion y corria entre risas a saludarlo, empujo las hojas de pergamino con sus garabateados dibujos bajo un libro y fuera de la vista.
Entre el invierno de Simhara y los largos meses de hielo, nieve y feroces tormentas con los que habia crecido Indigo en las Islas Meridionales, mediaba todo un abismo. Aqui, el cambio de las estaciones era sutil y poco perceptible; gran parte del exuberante follaje se cubria de una patina dorada y se desprendia de sus hojas marchitas, pero aun aquellos dias mas cortos resultaban agradablemente benignos, sin apenas otra cosa que la ocasional insinuacion de un viento helado procedente de los predominantes vientos del sur. Y al llegar el solsticio de invierno, cuando incluso al mediodia Carn Caille se veia iluminado tan solo por un vago y espectral reflejo del sol situado bajo la linea del horizonte, empezaban a aparecer nuevos brotes en los arboles y arbustos de Simhara, y los jardines del palacio se llenaban de flores.
Para los khimizi la celebracion del cambio de ano era un gran acontecimiento, y aunque los festejos eran muy diferentes de las practicas de las Islas Meridionales que conociera en su infancia, Indigo siempre disfrutaba con aquellas fiestas anuales; se cocinaban y comian de forma ceremonial alimentos especialmente preparados para la celebracion, se adornaban aposentos y calles, habia canciones y bailes y representaciones que tenian lugar en honor de la Madre de la Tierra y del Mar. Pero este ano, parecia que su regocijo se veria amargado ante la revelacion de que el regalo de la Madre de un sol renacido iluminaria la resolucion definitiva de su mayor esperanza y mas profundo temor.
No habian llegado noticias todavia del
Por fin acabaron las celebraciones del solsticio de invierno. A pesar de sus dudas anteriores, Indigo se habia visto enredada en la alegria y la jarana, lo cual le habia permitido olvidar por un tiempo el temor y la frustracion que acechaba en su subconsciente. Pero ahora que la distraccion habia desaparecido, con cada nuevo dia tenia que enfrentarse al cada vez mas evidente hecho de que el
En un principio habia sido facil dejar de lado aquella machacona preocupacion. Los vientos y las corrientes eran caprichosos; ni siquiera el mejor de los capitanes de barco del mundo podia calcular mas que de forma vaga la duracion de una travesia. Y habia ademas otras consideraciones igualmente validas: Macee podria haber tenido dificultades para ponerse en contacto con Leando; e incluso, si se tomaba en cuenta el tiempo que le llevaria convencerlos de la urgencia de su mensaje, Leando y Mylo no podian simplemente abandonar sus puestos y zarpar en la siguiente marea. Existirian formalidades, historias que urdir para acallar sospechas, arreglos que hacer. Necesitaban tiempo.
Pero cuando hubieron transcurrido casi cinco meses y seguia sin haber senal de la nave davakotiana, toda la logica razonada del mundo no era suficiente para contrarrestrar la terrible seguridad de Indigo de que algo habia ido mal.
La primavera se acercaba a Khimiz, y con ella la primera de las mareas equinocciales que atravesaban el golfo de Agantine como una temible pero benevolente purga, que limpiaba las rutas marinas de los detritus de la estacion de la calma y traia vientos y corrientes mas puros y poderosos a las costas. El fervor de la nueva estacion estaba presente en toda Simhara, y, subrayandolo, existia una corriente de fresco entusiasmo a medida que el dia del mas magno acontecimiento desde la entronizacion de Augon Hunnamek se acercaba mas y mas. Faltaba ahora poco mas de un mes y los augurios intervenian en la atmosfera general de anticipado regocijo; ya que, al contrario del patron seguido en el pasado, hasta ahora no se habia producido un resurgimiento de las pesadillas que por lo general se iniciaban en esa epoca, ni senal de las fiebres y pequenas plagas que las habian acompanado. Al parecer, la pauta se habia roto.
Y entonces, como si algo hubiera estado aguardando, riendo a escondidas aquella calma, el
La noticia del desastre llego desde los muelles despues tic una noche de arrolladores vendavales y una marea particularmente fuerte. Hild, como de costumbre, fue uno de los primeros habitantes de palacio en enterarse, y, con una expresion de pesimista fruicion en el rostro, entro en la habitacion de Indigo mientras esta desayunaba, Indigo tenia ojos de sueno, medio dormida todavia, y tardo algunos segundos, mientras Hild iniciaba su relato, en comprender realmente lo que queria decirle. Pero cuando lo hizo, dejo bruscamente su
taza de tisana sobre la mesa al darse cuenta de que su mano empezaba a temblar.
—Hild, ?que barco era ese? ?Que es lo que dices?
Hild se mostro ligeramente ofendida.
—?Intento explicarlo, pero no escuchas!
Por fortuna, los naufragios eran bastante raros en el golfo de Agantine y la ninera estaba decidida a sacarle el mayor provecho posible a este .dramatico suceso.
—Como he dicho, el barco no estaba hundido, pero si a punto de hundirse, y como llego a puerto otra cosa no es que un milagro de la Madre del Mar.
—Pero ?Que barco? —Indigo empezaba a sentir una sensacion de mareo—. ?Cual era su nombre?
Hild, sin hacerle caso, siguio hablando:
—?Y sabes que? Dicen que fueron peces los que lo hicieron, grandes peces de la bahia.
Se inclino hacia adelante, conspiradora—. ?Ballenas, o cosas aun peor!
Indigo la miro fijamente mientras el mareo se convertia en nauseas.
—Las ballenas no son peces —se oyo decir—. Y no atacan a los barcos.
Y penso: «Pero otras cosas podrian hacerlo...».
—Bueno, si fue o no fue un pez, salio del mar. ?Oi al mayordomo del Takhan como lo decia en persona!
No podia tratarse del
—?Hild,
Hild se encogio de hombros.
—?Como puedo saber? Pero todo va bien; no era de Simhara, de modo que no hay mucha necesidad de inquietarse. Una de las pequenas naves esas, las que van con los grandes convoys.
—Gran Madre... —Indigo empujo hacia atras la mesa y casi volco la taza de tisana mientras se ponia en pie; y
—
El golpe de la puerta al cerrarse tras Indigo fue su unica respuesta.
Al igual que si penetraran en un laberinto, les fueron llegando mas y mas retazos de informacion mientras se apresuraban en direccion al puerto. Piratas, decia un rumor; un huracan, advenia otro. Dos buques de guerra de las Islas Meridionales, de los cuales solo uno habia conseguido llegar con dificultad a puerto para contar lo sucedido. La nave escolta de un convoy separada de sus companeras en la niebla y hundida en unas rocas que no figuraban en los mapas. Pero, poco a poco, un hilo firme empezo a atravesar todos aquellos relatos contrapuestos y los hechos reales empezaron a emerger. Era un barco davakotiano. Gran perdida de vidas. Y lo habia atacado algo que surgio del mar.