La muchacha se dio la vuelta tambaleante, Grimya habia dado un paso hacia adelante para ver, pero Indigo se recupero lo suficiente para extender una mano e impedirselo.

—?No, Grimya! ?No lo hagas! —Se seco la boca y sacudio con fuerza la cabeza antes de encontrarse con la pesarosa mirada del soldado—. ?Quien era?

—No lo sabemos aun, senora. No ha sido posible... —Carraspeo, y desvio los ojos.

—Puedo deciros una cosa —intervino Amyxl—. Queda lo suficiente de sus ropas para demostrar que no era de la tripulacion.

Algo se retorcio en el interior de Indigo de repente, como un helado gusanillo en su estomago. No queria hacerlo, pero tenia que mirar de nuevo; y, reuniendo fuerzas, se volvio para mirar a la monstruosidad que yacia en la arena. Una voz en su interior le dijo no, no puedes juzgar, no puedes estar segura. Pero lo estaba. Habia algo familiar en aquella espeluznante parodia de un rostro humano; y los pocos mechones de pelo que aun colgaban de la destrozada cabeza eran dorados como la miel con hilos de plata.

—?Oh, Madre Poderosa!

Indigo se aparto tambaleante y empezo a vomitar con violencia sobre la playa. La playa giraba, se retorcia a su alrededor; cayo de rodillas, incapaz de conservar el equilibrio, sabiendo la verdad pero incapaz, incluso mientras la aceptaba, de aceptar tambien lo que significaba.

Aquel horror envuelto en algas que yacia sobre la playa aquella cosa a la que algo le habia sorbido la carne y s organos, era el cadaver de Mylo Copperguild.

Amyxl la llevo a una de las tabernas de la parte norte del puerto. Tenia que beber algo, le dijo, despues de lo que ? habia visto en la playa, y, en cuanto a el, su segunda vision del cadaver no habia disminuido su sensacion de repugnancia; deseaba quitarse la bilis que sentia en la garganta. Y mientras permanecian sentados a una mesa en un rincon tranquilo y la conmocion empezaba a alejarse de la mente de Indigo, el capitan le relato su historia.

El Kara-Karai, al parecer, se habia acercado a Simhara poco despues de la medianoche. La tormenta habia hecho que la marea entrante resultase gigantesca, y una marinera que estaba de guardia en el Sivake se habia visto alertada por un lejano destello de fanales de popa a proa en alta mar. La mujer habia despertado a Amyxl —toda la tripulacion del barco dormia a bordo, en espera tan solo a que la tormenta amainara para ponerse en marcha de regreso a Davakos— y el habia observado el intermitente centelleo, maldiciendo en silencio al capitan del desconocido barco por intentar entrar en puerto con aquel tiempo. Entonces la bengala de sulfuro para pedir socorro ardio en el cielo, y Amyxl habia ordenado inmediatamente que todo el mundo fuera a sus puestos. Habian llegado Insta el Kara-Karai y lo habian encontrado inclinado de costado sobre las olas y medio hundido, el palo mayor hecho pedazos y la aterrorizada tripulacion abandonaba mis puestos y saltaba —o caia— al embravecido mar. La tripulacion del Sivake llevo el barco tan cerca como se atrevi o del navio naufragado, intentando recoger supervivientes: y entonces, dijo Amyxl, el habia visto algo que no olvidaria hasta el dia en que la Madre del Mar se lo llevara con ella. Una enorme forma fosforescente de un color gris plateado, que emergia del hueco dejado entre dos olas para alzarse sobre el navio destrozado. Algo parecido a una cola pero titanicamente macizo, se estrello contra la proa del Kara-Karai, haciendo que el Sivake girara sobre si mismo, impotente, en los gigantescos remolinos provocados por aquella monstruosidad al hundirse de nuevo bajo la superficie.

—Una vision momentanea —dijo Amyxl, con los ojos clavados en su copa y como si contemplara un mundo signado mas alla del polvoriento silencio de la taberna—. Fue todo lo que tuvimos de eso. Pero huimos. Recuperamos el control del Sivake, y los remeros avanzaron en direccion al puerto con toda la energia que les quedaba. —Se pellizco el puente de la nariz, cerrando con fuerza los ojos por un instante—. No pudimos ni comprender lo que pasaba; sucedio tan deprisa...; y estabamos mas preocupados por mantener el rumbo y buscar supervivientes. Siete. Esos fueron todos los que recogimos. Siete. El resto... solo puedo rezar porque fuera el mar el que se lo llevara, Y no... eso.

Indigo repuso con suavidad:

—?Podria haberse tratado de una serpiente?

—Quiza. —La voz de Amyxl sonaba llena de amargura y cautela—. Pero fuera lo que fuese, la Madre del Mar no creo esa abominacion. —Levanto los ojos y los clavo en los de ella—. Todo lo que se es que vi algo que en realidad no debiera de existir en este mundo. Y que muera en tierra firme si miento: ?estoy asustado!

CAPITULO 20

Era casi mediodia cuando Indigo y Grimya regresaron al palacio. Amyxl se iba con la siguiente marea; el hombre temia que el desconocido horror de la noche anterior acechara todavia en la bahia, pero no tenia eleccion: el y su tripulacion debian trabajar o morirse de hambre, Indigo deseo haberle podido contar la verdad: que el Sivake no corria el menor peligro. La serpiente monstruosa —no le cabia la menor duda ahora sobre su identidad— habia hecho su trabajo, y no atacaria de nuevo.

Al menos, no de esa forma.

Despues de despedirse de Amyxl, habia ido al Asilo de los Marineros, pero su peticion de poder ver a Macee habia encontrado una amable pero implacable negativa. A los supervivientes del naufragio no se los debia molestar ni hacer preguntar hasta que se hubieran recuperado: no podian hacerse excepciones. Incluso al mismo Takhan, dijo el hermano del templo que atendio su ruego con expresion bondadosa, se le negaria el acceso para preservar el bienestar de los pacientes.

No obstante, el hermano se ablando lo suficiente como para facilitarle alguna informacion. Las heridas de Macee eran de poca importancia; con buenos cuidados se recuperaria enseguida. Habia habido siete supervivientes en total: el capitan, cinco miembros de su tripulacion y un pasajero. No, no sabian el nombre del pasajero en el Asilo, ya que este no estaba a su cuidado. Un comerciante khimizi, era lo que tenia entendido el hermano, al que se habian llevado a su propia casa en la ciudad.

Indigo se sintio dividida entre el horror y el agradecimiento. Dos muertos, pero uno todavia vivo: ?Leando o Elsender? Aparto la pregunta de su mente, le dio las gracias al hermano, pidio que se le avisara a palacio cuando Macee estuviera en condiciones de recibir visitas, y se alejo triste mientras la puerta del asilo se cerraba.

Debiera ir a la mansion de los Copperguild. Debiera ir a pedir noticias, averiguar quien habia sobrevivido y quien habia muerto; sin embargo, le era imposible enfrentarse a las perspectivas de lo que pudiera oir. Cobardia, quiza; pero encontraba aquella desesperante incertidumbre mas facil de sobrellevar; ya que con la incertidumbre habia lugar tambien para la esperanza.

Asi pues, paralizada hasta el punto de ser incapaz de sentir nada que no fuera el sordo dolor de la pena y el sentido de culpabilidad, se escabullo a traves del portillo, sonriendo de forma automatica a los guardias, y penetro en los aposentos de la Infanta... encontrando a Phereniq y a Augon Hunnamek con la Infanta en el patio ajardinado.

—Indigo. —Phereniq se levanto nada mas verla, y fue hacia ella con los brazos extendidos—. ?Oh, querida mia, me apena tanto la noticia! Cuando Hild dijo que te habias enterado intente encontrarte, pero ya te habias ido.

Augon la observaba, el oscuro rostro solemne, los ojos llenos de compasion. Hipocrita, dijo una voz silenciosa , y violenta en el interior de Indigo. Hipocrita —y asesino —; aparto la cabeza de la fija mirada del hombre y dejo que ; Phereniq la abrazara sin ofrecer resistencia.

—?Te han permitido ver a Leando? —inquirio la astrologa.

—No; yo... —Entonces las palabras se registraron totalmente en su cerebro—. ?Leando...?

—?No sabias que estaba a bordo? —Phereniq la miro asombrada, luego horrorizada—. ?Claro... como podias haberlo sabido! No pense...

La esperanza, un destello agonizante en el negro miasma, contrajo la garganta de Indigo.

—Vi... vi el naufragio. Y fui al asilo; pero no pudieron decirme nada.

—?Oh, querida...! —Phereniq dio un paso atras—. Lo siento tanto...; no debiera habertelo dicho de esa forma. Estaban todos a bordo, Indigo: Leando, Mylo y el hijo de Mylo. No su esposa, demos gracias a la Madre del Mar; ella

Вы читаете Infanta
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату