con sus vecinos, hacian su aparicion nuevos seres que no tardaban en convertirse en caminantes dormidos. Parecia como si aquello que los llamaba, aquello que penetraba en lo mas profundo de sus mentes y se los llevaba, no fuera a darse por satisfecho hasta que no quedara nadie.
La noticia traida por Val, quien se habia aventurado a ir a la ciudad antes de que ella regresara, le habia mostrado a Indigo como podria vencer la barrera de espinas. Ahora ya sabia adonde iban los durmientes y por que tomaban direcciones tan diferentes. Se los atraia hacia el bosque, y el bosque los rodeaba por todas partes. Cada vez que uno de aquellos paseantes sonambulos se acercaba, el bosque se abria, para admitir a una nueva victima al interior del infernal mundo que aguardaba al otro lado. E Indigo y sus companeros pensaban seguir al proximo caminante que se dirigiera al mismo lugar por el que Constan y
Se reunieron junto al fuego para despedirse. Todos estaban presentes, incluso Gen, que se habia recuperado y no mostraba otra senal de haber sido herida que un pequeno y ligero vendaje sujeto gallardamente alrededor de su cabeza. Esti, algo cohibida, ataviada con una camisa y unos pantalones que Indigo le habia prestado —esta habia declarado que las faldas resultaban muy poco practicas para tal empresa— abrazo a cada uno de ellos por turno, dedicandole un beso muy especial a Piedad, luego pretendio comprobar el contenido de la bolsa de provisiones que colgaba de su hombro para que nadie pudiera observar su incertidumbre. Fran se mostro falsamente alegre: insto a los mas pequenos a que compusieran una cancion sobre sus hazanas y desafio a Val a que aprendiese una complicada cancion para flauta en su organillo durante su ausencia, Indigo se sintio incapaz de decir nada, pero cuando Val y Honi, la emocion derrotando a la timidez, corrieron hasta ella y la abrazaron, los apreto con fuerza tanto tiempo como pudo antes de retroceder. Luego, con gran precipitacion, se dijeron las ultimas palabras de despedida y se intercambiaron los ultimos besos, y los tres abandonaron el prado y al cada vez mas pequeno grupo de figuras que agitaban los brazos junto al fuego, y se volvieron en direccion a la ciudad.
No habian recorrido ni veinte metros cuando un grito los detuvo. Se dieron la vuelta, e Indigo vio a Val que hacia senales freneticamente e indicaba a su espalda en direccion al rio; Fran aspiro con fuerza, y la muchacha se dio cuenta de que otra figura venia hacia ellos.
—?Madre Tierra! —exclamo Fran en voz baja—. Es una senal: ?tiene que serlo!
Los viajeros que habian intentado abandonar Bruhome despues de la tormenta habian regresado todos, calmados y acobardados por lo que habian encontrado fuera de la ciudad. La mayoria habian buscado el consuelo de las tabernas locales, pero despues de la frustrada reunion en la plaza algunos se habian escabullido de nuevo hasta el campamento del prado a esperar temerosos lo que pudiera acontecer. Ahora, alguien habia salido de una de las tiendas situadas junto al rio, y en cuanto lo vio, Indigo supo que habia caido victima de la enfermedad, y seguia ahora el mismo e inevitable impulso que se habia llevado a otros antes que a el. Ella y sus companeros se quedaron inmoviles, y el hombre llego hasta ellos y se les adelanto y cruzo la entrada, con la mirada fija delante de el, sin darse cuenta de nada de lo que lo rodeaba.
—Vamos a seguirlo. —La voz de Fran era un apremiante y tenso susurro—. Rapido. ?Cuidado que no se nos pierda de vista!
Indigo vio temor en los ojos de Esti, pero no dijo nada. Volvio la cabeza para mirar de nuevo el campamento mientras los tres se ponian en marcha para seguir al durmiente, e hizo una senal de reconocimiento a Val, que permanecia un poco apartado de los otros. Levanto la mano en senal de agradecimiento por el aviso, y el le devolvio el gesto. Pero se lo veia desolado.
El hombre en trance se habia vuelto hacia el norte desde la entrada del prado, y tomado el mismo camino que Cari, Indigo deseo que su direccion resultase un buen presagio, aunque la experiencia le habia ensenado a mostrarse esceptica y no pensaba fiarse demasiado de la esperanza. Incluso aunque penetraran en el mundo del bosque exactamente por el mismo lugar por el que habian desaparecido
El caminante que los precedia avanzaba con sorprendente velocidad, y no perderlo de vista no resultaba facil en la oscuridad a pesar del farol que llevaba Fran. Indigo oia como Esti murmuraba en voz baja a cada paso que daba; no estaba muy segura de si las palabras eran para mantener el ritmo o un conjuro contra la mala suerte. No habia nadie mas en la carretera y la fantasmal quietud planeaba sobre el terreno, aumentada mas que mitigada por el sonido de sus rapidas pisadas. Nada se movia en la exuberante vegetacion que bordeaba el camino, ningun otro sonido alteraba el silencio. Por caprichosa que esa idea pudiera parecer, a Indigo le dio la impresion de que la tierra contenia la respiracion, a la espera de algun acontecimiento sin especificar pero que iba a tener lugar.
Cuando la primera vision de los negros arboles que bloqueaban el camino aparecio delante de ellos, los tres se detuvieron al instante. Esti, que aun no habia visto el monstruoso bosque, lo contemplo en atemorizado silencio, pero la expresion de contrariedad de Indigo —y la de Eran, observo al mirarlo— eran motivadas por algo diferente y mas alarmante.
El bosque se habia movido. Incluso unas pocas horas antes, cuando habian seguido a Cari por aquella misma carretera, habian andado, segun los calculos de Indigo, al menos otro kilometro antes de encontrarse con la negra pared de arboles; y el dia de la tormenta, cuando habian salido en su frustrada mision hacia la siguiente ciudad, el bosque habia estado a bastantes mas kilometros de distancia. Ahora, estaba muy claro que los cercaba, se cerraba sobre Bruhome de la misma forma que un lazo se cerraba lentamente para estrangular a su victima. ?Cuanto faltaba, se pregunto Indigo llena de inquietud, para que aquel bosque sobrenatural llegara a la ciudad, y la sepultara?
Fran, que habia llegado a la misma conclusion, dijo sucintamente:
—No pensemos en ello, Indigo. Hemos de seguir.
La muchacha asintio, y Esti indico bruscamente:
—?Esta llegando a los arboles!
El durmiente habia llegado casi al bosque, y, justo frente a el, las espinas empezaban a agitarse. Sus malevolos chasquidos produjeron un escalofrio en Indigo y la joven se volvio hacia sus companeros.
—?Esti, cogete de nuestras manos, rapido! —Sus dedos se entrelazaron, Esti estaba entre Indigo y Fran—. Ya no tenemos mas que unos segundos, muy pocos. ?Ahora, a
Corrieron hacia el durmiente, quien no dio la menor senal de advertir su presencia, y cuando el negro tunel del bosque se abrio, Indigo estiro el brazo para agarrarse a su manga. Al ver aquella negra boca, Esti perdio el valor; lanzo un aterrorizado gemido y, automaticamente, intento echarse hacia atras, y por un instante Indigo penso que perderia contacto con su presa. Pero entonces Fran se abalanzo hacia adelante, agarrandose con desesperacion a la camisa del hombre. El farol se balanceo violentamente mientras el intentaba sujetarlos a el y al durmiente a la vez; los cuatro se tambalearon, vacilaron: entonces el impulso tomado los empujo hacia adelante y cuando el durmiente penetro en el tunel que se habia abierto como un depredador para darle la bienvenida, se zambulleron entre las espinas tras el.
—?Hemos pasado! —El grito de Fran fue un ronco aullido de triunfo—. Lo hemos conseguido, estamos...
Como si todo un mundo hubiera abierto la boca para rugir, un tumulto atronador los golpeo igual que si un muro se hubiera desplomado sobre ellos, Indigo se tambaleo hacia atras, perdiendo contacto con Fran y Esti al apretar las palmas de las manos contra sus oidos en un frenetico e inutil esfuerzo por ahogar el ruido. Voces: miles y miles de voces enloquecidas, inhumanas, que chillaban, aullaban y reian, y la golpeaban y abofeteaban desde todas partes mientras ella se retorcia salvajemente de un lado a otro como un animal aterrorizado en una trampa. Tenia la boca abierta pero no salia ningun sonido de ella; todo lo que era capaz de hacer era jadear y dar boqueadas. El titanico estruendo siguio creciendo y la muchacha cayo de rodillas, boca abajo, revolviendose ciegamente en la oscuridad.
—?Parad! ?Oh, haced que pare!
Alguien grito muy cerca de su oreja y sintio unas manos que se aferraban a ella, Indigo se agarro a su invisible companero, sin saber ni importarle quien fuera, y en el aturdimiento provocado por la conmocion y el dolor tambien ella empezo a gritar en protesta.
El horrible ruido empezo a disminuir. En un principio la mente aturdida de Indigo no lo advirtio, pero de pronto, aquella parte de ella que aun se aferraba con desesperacion a algun vestigio de cordura se dio cuenta de que los aullidos disminuian. Podia incluso oir su propia voz por entre el tumulto, y sus gritos se convirtieron en terribles jadeos mientras luchaba por levantarse del suelo. Una mano la ayudo a incorporarse y en la oscuridad vislumbro el vago contorno oval del asustado rostro de Esti.
—Esti.