horrorizado; entonces, dio un paso hacia atras, y de inmediato el farol volvio a brillar con mas fuerza.
—?Fran, regresa! —grito Esti.
Fran levanto la mano que tenia libre.
—No —respondio—. Aguardad.
Avanzo hacia adelante otra vez; de nuevo el farol perdio potencia. Se detuvo, atisbo al interior del bosque por un momento, luego se volvio rapidamente y les hizo senales para que se acercaran.
—?Indigo, Esti..., venid aprisa!
Corrieron a su lado, y el les indico en direccion a los apretujados arboles.
—Mirad. Hay luz. ?Es muy debil, pero estoy seguro de que no veo visiones!
Indigo entrecerro los ojos para ver mejor y comprobo que tenia razon. A lo lejos, por entre las hojas, se filtraba un resplandor grisaceo opaco y que no parecia provenir de ningun sitio.
—Da otro paso hacia adelante —dijo Fran—, y observa que sucede.
Perpleja, Indigo le obedecio y el lejano resplandor aumento en una infima parte. Fran siguio:
—Ahora observa el farol —y avanzo para colocarse junto a ella.
La muchacha lanzo una exclamacion ahogada al ver que la vela se apagaba hasta convertirse en un rescoldo descolorido, y de repente comprendio.
—Estamos en una especie de zona fronteriza, ?verdad? —La voz de Fran estaba tensa—. Medio en un mundo y medio en otro. No podemos penetrar realmente en este otro mundo hasta que no salgamos por completo del nuestro. Y cuando salgamos... bueno, es lo que tu decias sobre la realidad. Una vez hayamos dejado nuestro mundo atras dejara de ser real.
—Y asi pues, los artefactos de nuestro mundo pierden realidad y poder.
La teoria tenia sentido, e Indigo se sorprendio ante la perspicacia de Fran ya que sabia tan poco sobre las dimensiones situadas mas alla del plano fisico de la tierra. Pero antes de que pudiera decir nada mas, Esti hablo:
—Significa esto... —Habia un ligero temblor en su voz; paseo la mirada nerviosa de uno a otro—. ?Significa eso que... nosotros tampoco somos reales?
Indigo lo considero por un momento. Recordo a los caminantes dormidos, las cosechas que se morian, la agobiante sensacion de que algo se alimentaba de Bruhome, le chupaba la vida como se chupa la medula para extraerla del hueso. Incluso un demonio no podia sustentarse de la nada.
—No —dijo a Esti por fin—. Nosotros seguimos siendo reales, y tambien todo ser vivo que penetra en este mundo.
Pero el pensamiento que acompanaba a sus palabras era mucho menos reconfortante. Porque el demonio los encontraria con toda seguridad, de la misma forma que encontraria a los durmientes y a sus perdidos companeros. Y si se alimentaba de vida, entonces podia ser que las vidas de tres personas que habian penetrado en su reino por propia voluntad pudieran resultar una perspectiva mucho mas deseable.
CAPITULO 8
Penetraron en el bosque en fila de uno, avanzando despacio y con cautela, Indigo empunaba la ballesta a la que habia colocado una saeta; despues del incidente del farol dudaba de que aquella arma pudiera ser de alguna utilidad, pero sentirla entre sus manos resultaba mucho mas reconfortante.
El leve resplandor aumentaba a medida que avanzaban, hasta que les fue posible ver lo que los rodeaba como a traves de una espesa niebla banada por la luz de la luna. No obstante, el silencio resultaba sobrenatural; el aire no se movia y ni una sola hoja se agitaba entre las ramas. Fran insistio en ir delante; Indigo se habia sentido reacia a permitirselo pero al final habia cedido; no queria malgastar energias discutiendo con el y diciendose para si que al menos de esta forma, si iba detras, podia vigilar a sus companeros. Miro atras en una ocasion y vio que el seto de espinos habia desaparecido, dejando tan solo los apinados arboles que parecian extenderse hasta el infinito. No la sorprendia demasiado que los espinos hubieran formado parte de la confusa frontera entre su propio mundo y este, y ahora que habian entrado en la tierra de nadie que servia de puente a las dos dimensiones, su realidad y todo lo que esta contenia habia quedado fuera de su alcance. Este pensamiento resultaba desconcertante, ya que traia a colacion la pregunta de como encontrarian el camino de regreso, y decidio no llamar la atencion de sus companeros sobre lo que habia visto,
Durante algun tiempo nadie hablo, hasta que Esti, que seguia saltando a cada sombra, volvio la mirada hacia Indigo con un timido pero esperanzado atisbo de sonrisa.
—Es idiota —dijo—, pero siento ganas de cantar. Solo por escuchar una voz. Cualquier cosa.
Fran volvio la cabeza con una expresion mordaz, pero antes de que pudiera hablar, Indigo se le adelanto.
—?Por que no?
Su avance por entre la maleza ya era lo bastante ruidoso como para haber alertado a cualquier cosa que pudiera acechar su presencia en la vecindad; una cancion tanto daba y podria servir para levantarles el animo.
—Si pudiera manejar mi arpa al tiempo que la ballesta, te acompanaria.
—Fran lleva su flauta. —Esti dedico una mirada maliciosa a su hermano—. Lo he visto cogerla.
Fran se sonrojo.
—Era por si la necesitabamos, no...
—?Necesitar? —Esti se echo a reir con voz demasiado sonora—. ?Que ibas a hacer con ella, Fran? ?Aunque, todo hay que decirlo, la forma en que tocas es suficiente para hacer huir a cualquier demonio!
Fran se detuvo y se volvio, listo para dedicarle una furibunda replica, e Indigo salto:
—?Esti! ?Fran! Por la Madre, ?quereis dejar de discutir por algo tan insignificante? — Entonces aspiro con fuerza para contener su colera, y siguio con mas calma—. Si Esti quiere cantar, que cante, y si tu puedes tocar mientras caminas, Fran, mucho mejor.
Fran lanzo un bufido y se dio la vuelta, pero la reprimenda habia dado en el blanco y no dijo nada. Esti, imperturbable, empezo a tararear una melodia que Indigo reconocio como una de las canciones que cantaban a coro los mas pequenos de la familia, alegre y llena de ritmo. Al cabo de algunos compases, reuniendo valor, la muchacha empezo a cantar la letra, e Indigo se unio a ella. Sus voces sonaban extranamente apagadas; el bosque no devolvia ningun eco y el efecto resultaba desconcertante, pero era mejor, penso Indigo, que el opresivo silencio. Tal
—Adelante, Fran —dijo Esti al no unirse a la cancion ningun gorjeante silbido—. ?La
conocemos desde que apenas sabiamos andar! ?Toca el contrapunto!
Fran se detuvo y se volvio de cara a ellas.
—Estoy tocando el contrapunto —repuso debilmente—, O al menos lo intento.
Indigo lo miro fijo. Esti, sin comprender aun, mascullo una imprecacion sobre los juncos que se atascan, pero su hermano meneo la cabeza.
—No le pasa nada a la flauta. Nada en absoluto. —Se la tendio, y ahora el enojo ahogo la inquietud de sus ojos—. Toma. Compruebalo tu misma, si no me crees.
Esti tomo la flauta y le dio varias vueltas, con el entrecejo fruncido. Cuando se la llevo a los labios y soplo, no se escucho mas que el sonido del aire que surgia de sus pulmones. Lo intento de nuevo, con mas energia, luego miro asustada a Indigo y a Fran.
—No funciona...
—Igual que el farol.
La voz de Fran era sombria y levanto la lampara para subrayar sus palabras. La vela se habia convertido ya en un debil y azulado punto de luz, no mas brillante que una luciernaga.
—?Y tu ballesta, Indigo?
La muchacha reconocio lo que el otro queria decirle con un solemne gesto de cabeza, pero Esti protesto