Fran le dirigio una mirada penetrante, pero ella no le respondio. No era este el momento de regresar a su idea respecto a la maleabilidad de este mundo; no era mas que un embrion aun y necesitaba mas tiempo para recapacitar —sin mencionar la necesidad de mas evidencias— antes de decir nada. Ademas, en este momento dormir era mas importante que hablar. Se sentia amodorrada despues de la comida, y habia visto tanto a Esti como a Fran bostezar subrepticiamente llevandose la mano a la boca. Por la manana —se autocorrigio al darse cuenta de que aquella frase no tenia el menor significado aqui—... dentro de algunas horas estarian mas descansados y podrian analizar su situacion con las ideas mas claras. Hasta entonces, no habia nada mas que decir.
Al no tener forma de medir el tiempo, se habian puesto de acuerdo en una decision pragmatica al problema de montar guardia, Indigo haria la primera (Fran no habia estado de acuerdo, ya que queria tomar esa responsabilidad el solo, pero Indigo se habia impuesto) y cuando le pareciera que ya no podia permanecer despierta, despertaria a su relevo. Asi pues, mientras Fran y Esti apoyaban sus cabezas sobre sus bolsas utilizandolas como almohada, ella arrojo mas hojas al fuego y clavo la mirada en el silencioso y fantasmal paisaje.
Proyecto sus pensamientos a la oscuridad, y mantuvo la mente alerta para captar cualquier respuesta que pudiera llegar. Solo recibio un profundo silencio y el murmullo de su propia mente inquieta, y suspiro. Era una esperanza tan fragil... Incluso aunque
Una oleada de desesperacion se apodero de repente de Indigo mientras se preguntaba de que manera ella y sus amigos podrian jamas encontrar a sus seres queridos en aquel mundo nocturno. Aqui no habia nada: nada que pudiera ayudarlos, nada que los animara, nada que les diera alguna esperanza. Solo aquella tierra muerta y su oscuridad, y ningun camino que los condujera adelante o atras. Estaban tan perdidos como aquellos que de forma tan insensata habian ido a salvar; perdidos, como los caminantes dormidos, en una pesadilla de la que no se podria salir... Una campanilla de alerta profundamente arraigada resono de subito en su mente, y con un pequeno sobresalto Indigo vio la trampa en la que habia estado a punto de caer. La desesperacion. Aislada y sola, sin nadie despierto que pudiera distraerla, habia estado a punto de dejarse caer en una especie de ensonacion, seducida por la atmosfera que impregnaba aquel mundo incoloro. La penumbra, aquella tierra desierta, el pesado silencio, eran senuelos que actuaban sobre una mente cansada y desprevenida, y la atraian de modo sutil hacia la misma trampa que habia capturado a los durmientes de Bruhome. Desesperacion y apatia. Estas eran las contrasenas en esta dimension, las fuentes de su fuerza, sus mejores armas. Y ella habia estado a punto de sucumbir ante ellas.
—?No!.
Indigo siseo la palabra en voz baja pero con furia, y antes de que la razon la hiciera recapacitar, introdujo la mano izquierda entre las azules llamas del fuego. Sintio un dolor abrasador en las puntas de los dedos y lanzo un juramento, mordiendose con fuerza el labio inferior al tiempo que retiraba la mano deprisa y la estrellaba contra la hierba. Le dolia terriblemente, pero la estratagema habia funcionado, deshaciendo la insidiosa influencia, Indigo echo una mirada furiosa a su alrededor, como si esperase ver escabullirse una sombra decepcionada, y rebusco en su bolsa para sacar el unguento que habia utilizado antes en los dedos de Esti.
Entonces se detuvo.
Por un momento, bajo la fria luz del fuego, parecio como si las ampollas de su mano vacilaran y se desvanecieran casi por completo, Indigo se concentro con mas fuerza. No existia ninguna quemadura, no habia dolor.
Y flexiono una mano indemne mientras el terrible escozor se apagaba y desaparecia.
Indigo lanzo un largo y lento suspiro, en voz muy baja y llena de intensa satisfaccion. Esto corroboraba su teoria, y empezaba a comprender la extravagante naturaleza de esta dimension. No por completo aun, y desde luego no lo bastante bien, como para darse por satisfecha; pero la madeja empezaba a devanarse, y, tal y como habia sospechado, la clave estaba en la fuerza de voluntad. Miro a Esti, enroscada en el suelo de espaldas al fuego, la mano quemada doblada y colocada sobre la otra muneca para protegerla inconscientemente
del contacto con el suelo. Con un poco de ayuda, Esti podria conseguir negar la existencia de su herida, y una vez la semilla de la confianza quedara sembrada en las mentes de Esti y Fran estos poseerian una valiosa arma para ayudarlos.
Indigo flexiono la mano, satisfecha, al tiempo que cambiaba de posicion y estiraba las piernas para desentumecerlas. Ahora no se sentia cansada; la sensacion habia desaparecido junto con la creciente apatia, y supo que podria permanecer despierta unas cuantas horas mas, a lo mejor incluso hasta que Fran o Esti se despertaran por si mismos. Era una lastima que no tuviera un catalejo. Incluso en aquella debil luz le habria gustado escudrinar el paisaje y estudiar todos aquellos detalles que a esta distancia resultaban invisibles al ojo desnudo.
Entonces, mientras contemplaba los negros paramos, le llego un sonido que le produjo un nudo en el estomago al reconocerlo. De muy lejos, escuchandose con horripilante claridad en aquel silencio, le llego un ladrido gutural; elevandose, repitiendose, para transformarse por ultimo en el prolongado y ululante aullido de un lobo.
—
Indigo se incorporo de un salto, a punto de perder el equilibrio cuando uno de sus pies se enredo en la correa de su bolsa. Se produjo un movimiento junto al fuego, y Esti se sento en el suelo.
—?Que... ?
El aullido se habia apagado y desvanecido, dejando de nuevo el silencio, e Indigo se volvio para mirar a Esti.
—?Lo has oido? —le imploro con voz ronca.
Esti parpadeo.
—?Por la Madre Todopoderosa, que susto me has dado! —exclamo, luego siguio—: ?Si he oido que?
A Indigo el corazon le palpitaba con fuerza bajo las costillas y su boca estaba totalmente seca.
—Un lobo.
—?Un lobo? ?Quieres decir
Indigo asintio con la cabeza. Durante algunos momentos todo permanecio en silencio y ambas escucharon con atencion, pero no volvio a escucharse el lejano grito, Indigo habia empezado a temblar como reaccion a la conmocion sufrida, y Esti la tomo del brazo y lo oprimio en un gesto tranquilizador.
—Sientate, Indigo. De nada sirve quedarnos aqui de pie como dos pasmarotes.
Indigo obedecio, aturdida. Luego se sereno un poco y dijo:
—Lo siento, Esti. No queria despertarte.
—?Oh, no importa! No podia dormir bien, de todas formas. —Esti dirigio una rapida mirada al lugar donde Fran seguia durmiendo tan tranquilo—. No como el. Una vez se ha dormido, podrias meterlo dentro de un tambor y empezar a aporrearlo y el ni se moveria. Pero... —Sus verdes ojos adoptaron de repente una expresion seria—. ?Estas segura de que has oido a
Indigo volvio los ojos hacia ella con rapidez, poniendose a la defensiva.
—No estaba sonando.
—No, no; no era eso lo que yo queria decir. Quiero decir si estas segura de que se trataba de
La idea no le habia pasado por la mente, y la consternacion se pinto en su rostro al darse cuenta de lo estupida que habia sido. Habia dado por seguro que el lejano aullido de lobo no podia pertenecer mas que a