La pendiente se volvio mas pronunciada de repente, y se vieron obligados a utilizar las manos para ascender la ultima ladera hasta la cumbre. Al llegar a la cima se irguieron, jadeantes, y contemplaron con asombro el nuevo paisaje que se extendia ante ellos.
El paramo era enorme y apenas tenia rasgos distintivos. Una suave extension de cesped negro, punteado tan solo de vez en cuando por una mata de hierba mas tosca, que se perdia en la inconmensurable e ininterrumpida distancia. A lo lejos se divisaba un fulgor fosforescente como de fuego fatuo; agua o neblina o algo mucho menos natural, resultaba imposible saberlo. No habia colinas dignas de mencion, ni valles, ni arboles. Y, al igual que antes, tampoco el menor signo de vida.
—Madre Todopoderosa —dijo con gran sentimiento Fran.
Indigo no hizo el menor comentario, pero adivino lo que pensaba el muchacho. Por lo que podian ver, no parecia imposible que anduvieran para siempre por aquella llanura desolada e inmutable sin encontrar jamas nada que los guiara o condujera hacia su meta. Incluso si realizaran un cuidadoso racionamiento de sus viveres, sus provisiones de comida y agua eran limitadas, y aunque las extranas leyes de esta dimension pudieran permitirles sobrevivir sin alimento, no tenia el menor deseo de poner a prueba tal teoria.
El solitario arbol se alzaba a pocos pasos a su izquierda, e Indigo se acerco para examinarlo mas de cerca. Se trataba, observo, de un arbusto atrofiado, desprovisto de hojas y cubierto de pinchos pequenos y afilados, como un espino seco. Las ramas resecas e inclinadas parecian senalar como si fueran dedos petrificados, y cuando miro mas alla en la direccion que indicaban, vio directamente en linea recta el resplandor fosforescente que se divisaba a lo lejos. ?Una pista? ?O simplemente una enganosa coincidencia? Mientras sopesaba la idea en su mente sus dedos juguetearon con una de las negras ramas, y de repente bajo la vista hacia ellas cuando una ramita se partio entre ellos. La ramita tenia un tacto reseco, quebradizo; durante un breve instante retuvo su forma, luego mientras la miraba, se convirtio en pedacitos de corteza y polvo.
Muerto... Indigo alzo la cabeza y miro de nuevo el lejano resplandor. Fran, que se habia colocado a su lado, pregunto:
—?Por ahi?
—Es tan buena como cualquier otra direccion —repuso Indigo—. Y esa luz puede ser importante.
Fran se encogio de hombros.
—Signifique lo que signifique no puede ser peor que por lo que ya hemos pasado. Esos valles, uf...
—?Tu tambien lo has sentido?
—Si. No podia dejar de preguntarme que sucederia si alguien daba un paso en falso y se caia del sendero. No era un pensamiento agradable.
—Bueno, ahora solo tenemos el problema del paramo. Esperemos que no oculte secretos mortales.
Fran asintio; luego, deprisa y un poco subrepticiamente, le tomo la mano
—Hemos de estar siempre juntos, ?eh?
De repente su rostro aparecio levemente ruborizado y parecia poco dispuesto a mirarla directamente, Indigo sintio que el corazon le daba un vuelco. «Esto no», penso; «Fran, no». Ya tenian bastantes problemas; ?seguramente se daba cuenta de que ya no habia espacio para mas complicaciones? Retiro su mano con suavidad pero a la vez con firmeza y se aparto de el; tras levantar una clara distancia entre ellos, espero que el mensaje no seria tomado a mal.
—Vamos —dijo en un tono que queria ser alegre—. Debemos ponernos en marcha.
Solo pudo ver su rostro por un breve instante antes de volverse. El muchacho mostraba una expresion peculiar en la que el embarazo, la esperanza, la resolucion y el resentimiento competian por obtener la prioridad, y una parte de ella deseo detenerse, mirarlo cara a cara y decir: «Fran, no seas estupido; quitate esas ideas de la cabeza y no vuelvas a considerarlas siquiera». Pero no podia hacerlo. El lamentable orgullo de los diecinueve anos de Fran no lo dejarian ni comprender ni aceptar tal reproche; era demasiado joven... y el que creyera que ella era solo unos pocos anos mayor que el anadia ironia al dilema. Fran tendria que aprender que la realidad de su relacion no podia encajar con lo que veia en su imaginacion. Pero no podia ser ella la que le ensenase esa leccion.
El camino a traves del paramo resulto mucho mas facil que el precario y accidentado sendero del risco. Aunque el sendero en si —real o imaginado, eso era algo que Indigo no podia decidir aun— habia desaparecido en el limite de la meseta, no existian escollos que hicieran peligroso el trayecto. Esti intentaba compensar su anterior melancolia mostrandose decidida aunque artificialmente alegre, lanzandose primero a un torrente de chachara insustancial, para luego, al ver que ni Fran ni Indigo respondian, dedicarse a canturrear una cancioncilla para si. Aunque no deseaba en lo mas minimo estropear el buen humor de la muchacha, a Indigo aquel canturreo le alteraba los ya de por si tensos nervios, y se veia obligada a reprimir de modo constante un impulso de mirar por encima del hombro, no fuera que algo los estuviera siguiendo. Todo estaba demasiado tranquilo, demasiado desierto. ?Donde estaban los caminantes dormidos? Ya deberian de haber encontrado algun rastro de ellos. ?Donde podrian haberse metido?
Siguieron andando. Esti no habia parado de cantar, aunque ahora la melodia habia cambiado para transformarse en una cancioncilla indecente que Constan hacia tiempo que habia desterrado del repertorio oficial de la Compania Comica Brabazon. El curioso resplandor parecia perceptiblemente mas cercano ahora, a no mas de un kilometro de distancia, calculo Indigo; e intento escuchar el agudo silencio que se apoderaba del terreno en los intervalos producidos entre estrofa y estrofa de la ordinaria cancion de Esti. A lo mejor era su imaginacion, pero le parecio sentir una tension creciente en la atmosfera del paramo. Resultaba algo parecido al sofocante silencio que se produce antes de una tormenta, pero mas cerrado, mas limitado. Una sensacion
—?Esti! —Tenia que escuchar la atmosfera; era imprescindible—. Esti, lo siento, pero podrias...
No pudo decir mas. De la negrura situada mas alla de su campo de vision, del otro confin del paramo, surgio el aterrador y estremecido aullido de un lobo.
—?Por la Madre! —Fran se detuvo, visiblemente asustado, y miro inquieto a su alrededor—. ?Que ha sido eso?
Esti se habia interrumpido a media cancion, y miraba a Indigo con ojos desorbitados.
—?Era... ? —empezo nerviosa.
Los ecos del aullido se perdian en el paramo.
—No lo se —susurro Indigo—. Pero... —
—Entonces, hay otros lobos ahi.
Otros lobos, Indigo recordo la primera vez que habia escuchado aquel grito, mientras montaba guardia junto al fuego del campamento. Habian recorrido muchos kilometros desde entonces;
Miro deprisa al otro extremo del paramo, al lugar donde resplandecia aquella mancha de luz, a menos de quinientos metros ahora.
—Podria tratarse de otra ilusion —dijo con voz tensa—. Otra imagen sacada de nuestras mentes...
—No apostaria mi cabeza —repuso Fran—. Tu fuiste la que nos advirtio sobre las reglas, ?recuerdas? ?Creo que deberiamos alejarnos de aqui, y rapido!
—?Vayamos hacia la luz! —suplico Esti—. Puede ser que no encontremos refugio ahi, pero yo, al menos, me sentire mas segura.
Tenia sentido. Resultaban demasiado vulnerables en aquella semioscuridad; a cualquier morador silencioso le resultaria muy facil deslizarse hasta ellos sin que lo vieran. La luz les proporcionaria una cierta ventaja, por pequena que fuese.
La extrana noche estaba silenciosa de nuevo. No volvio a repetirse el aullido mientras, sin malgastar palabras, se pusieron en marcha a paso rapido a traves de la hierba. El etereo y peculiar resplandor estaba cada vez mas cerca, mas cerca... hasta que por fin quedo a unos pocos metros de distancia, y descubrieron al instante el origen de la luz.
Todo pensamiento de lobos desaparecio de la mente de Indigo mientras ella y sus companeros reducian la marcha, se detenian y lo contemplaban boquiabiertos. Ante ellos, en medio de la hierba del paramo, habia un estanque totalmente circular de aguas quietas.