se hicieron mas frecuentes y por lo visto coincidian casi siempre con las obligadas ausencias del conde por asuntos que debia resolver con respecto a la granja. Nada se dijo: toda la familia sabia de las sospechas del conde Bray, pero nadie se atrevia a sacar a relucir la cuestion en su presencia. Y aunque quizas una de las mujeres podria haberse llevado a Moia a un rincon y haberle advertido, la lealtad para con el conde y la sombra de la falta de certidumbre se combinaron para acallar las lenguas... Hasta que un dia, poco menos de un mes antes de la llegada de Indigo, fue demasiado tarde.

El conde Bray habia encontrado la carta escondida en uno de los guantes de su esposa. Habia estado registrando sus pertenencias, dijo Veness, en busca de la evidencia mientras rogaba para no encontrarla. Pero ni siquiera el mas ciego de los hombres podria haber ignorado o justificado la apasionada misiva, escrita por la mano misma de Gordo, que finalmente revelo la infidelidad de Moia.

Veness recordaria el resto de su vida la escena que siguio en el comedor una hora mas tarde. Gordo estaba otra vez de visita en la granja y, cuando la familia se sentaba a comer, el conde penetro en la sala como un espiritu vengador y rugio su acusacion frente a todos los alli reunidos.

—Habria matado a Gordo en aquel momento —explico Veness sombrio—. Lo arrastro fuera de la mesa como un perro a una rata, y le coloco una mano debajo de la mandibula al tiempo que le echaba la cabeza hacia atras para romperle el cuello. Moia empezo a gritar. Reif, Kinter y yo... lo detuvimos; los separamos. Hizo falta que intervinieramos los tres para someterlo, pero no podiamos quedarnos alli mirando sin hacer nada. —Se quedo en silencio largo rato—. Padre no nos lo ha perdonado. Y Reif piensa ahora que no debieramos haber intervenido, que tendriamos que haber dejado morir a Gordo. Se lo que siente. Furia... y algo mas profundo, siniestro... aparecio en sus ojos. Pero en aquel momento solo pensamos en impedir cualquier derramamiento de sangre. —Se produjo otra vacilacion, mas breve—. De cualquier modo, Gordo huyo de la casa, y Livian se llevo a Moia a su habitacion mientras el resto de nosotros intentaba calmar a mi padre.

—No debio de ser facil —repuso Indigo, con calma.

Veness le dedico una rapida sonrisa carente de humor.

—No. No, no lo fue. Pero cuando por fin recupero el juicio, en cierta forma fue peor que antes. Se mostraba callado, reservado; como un completo desconocido. Nos ordeno que cerrasemos con llave la puerta de Moia, luego se sento aqui abajo y dijo que no queria ver a nadie.

»No se que era lo que pensaba hacer; si intentar reconciliarse con Moia, o mantenerla prisionera fingiendo ante los demas que no pasaba nada. Pero cualquier plan que hubiera podido hacer resulto inutil ya que por la manana Moia se habia marchado. Solo la Madre sabe como encontro valor para hacerlo. Debio de salir por la ventana y descender por la pared de la casa. Y eso es algo que desafio a quien este mas en forma a intentarlo. — Arrugo la frente—. Creo que temia por su vida o jamas se habria arriesgado a hacerlo. No comprendia a mi padre; no se dio cuenta de que, fuera lo que fuese lo que hubiera hecho, el jamas le habria hecho dano. La amaba demasiado, esa es la lastima. Y nada

le importo a mi padre a partir de aquel momento, excepto encontrarla y traerla de vuelta.

Segun Veness, el conde Bray estaba seguro de que Moia y Gordo estaban juntos y se puso en marcha de inmediato para ver a Olyn, el padre de Gordo. Llenos de inquietud, Veness y Reif lo convencieron para que les permitiera acompanarlo, y el conde cabalgo hasta la casa de su primo, aporreo la puerta y, cuando Olyn aparecio, lo acuso sin rodeos de dar cobijo a los fugados. Olyn nego energicamente saber nada del asunto y se produjo una disputa, que solo la intervencion de Veness y Reif impidio que degenerara en violencia. Por fin, Olyn y el conde se tranquilizaron un poco y se envio a buscar a Gordo de modo que pudiera relatar su version de la historia. Pero a Gordo no se lo pudo encontrar.

—Esa era la prueba que necesitaba mi padre —siguio Veness con amargura—. Nada de lo que nadie dijo despues de eso pudo hacerle cambiar de parecer, y acuso a Olyn de echar a Gordo y Moia en brazos uno del otro y de ser complice de su fuga.

—?Por que iba a hacer Olyn semejante cosa? —inquirio Indigo.

Veness se encogio de hombros, impotente.

—?Quien puede decirlo? ?Ojeriza? Mi padre posee el titulo de conde y las tierras que van con el titulo; si no hubiera sido por una cuestion de nacimiento todo eso habria podido ser de Olyn. Los celos pueden seguir derroteros extranos.

No resultaba muy convincente, e Indigo dijo:

—?Realmente crees que Olyn es culpable?

—Yo... —Entonces Veness sacudio la cabeza—. Realmente no lo se, Indigo. Y de todas formas, ?que importa si lo creo o no? Padre si lo cree; y ahi es donde radica el peligro. Porque, veras, mi padre busca venganza.

Sin querer, la mirada de Indigo se deslizo a traves de la habitacion hasta la repisa de la chimenea y, aunque intento que Veness no se diera cuenta de lo que miraba, a este no le paso inadvertido el leve movimiento de su cabeza.

—Si —asintio sombrio—. De eso es de lo que todos tenemos miedo.

—Pero tu padre no lo haria; seguramente no...

—Creo que si lo haria. Ha hablado de ello, y no creo que sus palabras sean simples desvarios. — Veness se inclino hacia adelante, frotandose los antebrazos como si de repente sintiera frio—. Moia lo era todo para el: al traicionarlo le partio el corazon, y ahora creo que su mente esta tambien al borde del colapso. Si eso sucede, si finalmente acepta que no puede recuperarla, entonces sentira que su vida ya no tiene objeto y no le importara lo que le suceda. No pensara mas que en localizar a cualquiera que el crea que haya tomado parte en la traicion, y en matarlo. Y utilizara las armas mas letales que pueda encontrar.

Levanto los ojos hacia ella, y de repente la monstruosa carga que llevaba encima quedo reflejada dolorosamente en ellos.

—Esta empezando otra vez, Indigo. La enemistad entre nuestra casa y la de Olyn, el engano, la traicion... es la misma cadena de acontecimientos, que regresa para atormentarnos despues de cientos de anos. Y ahora el tigre de las nieves ha regresado. Es un presagio, un presagio terrible. Y si significa lo que yo creo, me temo que la rueda dara una vuelta completa, y se producira otra masacre como la acaecida hace siglos. Solo que esta vez, la maldicion no caera sobre un antepasado lejano y olvidado cuyo nombre ya no significa nada. Caera sobre esta casa, y sobre todas esas personas inocentes que viven en ella. Y sera mi propio padre quien la resucite.

Extendio el brazo para tomar el jarro de cerveza, lleno su vaso y lo vacio de un trago. El vaso se estrello con fuerza sobre la mesa de nuevo y Veness ladeo el jarro por segunda vez pero solo un hilillo de liquido salio de el. Por un instante Indigo penso que Veness arrojaria el jarro al otro extremo de la habitacion; pero con un esfuerzo sobrehumano el joven se controlo y se limito a depositarlo a un lado.

Indigo se pregunto cuanto habrian bebido los dos. El jarro, en el que cabian casi cinco litros, debia de estar lleno en sus tres cuartas partes cuando empezaron. Ella empezaba a sentirse mareada, sensacion agravada por una especie de pereza en los miembros y una confusion visual que hacia que todo pareciera ligeramente irreal. Quiso decir algo pero no se le ocurrieron palabras que no sonaran vacias e irrelevantes.

De pronto, Veness se cubrio el rostro con una mano, y sus hombros se hundieron.

—?En que terminara esto? —Su voz resultaba algo inarticulada y cargada de tension—. No puedo pararlo. Ninguno de nosotros puede pararlo. ?Que la Madre nos ayude! ?En que terminara esto?

Indigo se puso en pie tambaleante. No tomo ninguna decision consciente (ni siquiera sabia si era capaz de pensar con logica en aquel momento), se limito a dar salida a la oleada de compasion, companerismo y otras emociones de las que habia intentado protegerse pero que, ahora que la cerveza habia abatido sus defensas mentales, cayeron sobre ella en tropel. Rodeo la mesa vacilante hasta llegar junto a Veness, extendiendo los brazos hacia el, deseosa de tocarlo y consolarlo sin pensar en nada mas. Sus dedos se encontraron con los hombros de el, y el se volvio rapidamente tomandola de los brazos, atrayendola hacia el y apretando su rostro contra la tupida melena de la muchacha, Indigo percibio los diferentes aromas que emanaba: cuero, lana y una piel desconocida. La sensacion la asalto como una corriente de resaca y se tambaleo mientras el la sujetaba con mas fuerza, de modo que perdio el equilibrio y se deslizo hacia el suelo quedando semiarrodillada. Los brazos de Veness le rodeaban el cuerpo, sus manos se movian ansiosas, casi con desesperacion, por su espalda. El joven se retorcio, entre la enmaranada confusion de los cabellos de ambos, rojizos unos y negros los otros, la joven se encontro con sus ojos grises, los ojos de un extrano que a la vez resultaban dolorosamente familiares.

Permanecieron inmoviles, mirandose el uno al otro, sin atreverse a moverse no fuera que aquel momento de intimidad, que ninguno de los dos habia buscado y que sin embargo de repente ambos ansiaban mantener, se quebrara y desapareciera. Por fin, muy despacio, con gran indecision por su parte, Veness rompio el hiato. Poso una

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