por un loco instante crei que Veness era Fenran. —Callo un

momento—.

Pero ahora no creo que sea cierto. No lo crei. Sabia lo que hacia y... me gusto.

Se estremecio al revivir el recuerdo. Un instante cuando la cerveza derrumbo sus inhibiciones; un beso; un instante resplandeciente de un deseo que no habia experimentado desde la ultima vez que los labios y manos del propio Fenran la tocaran. En la calma del amanecer intento, intento con tanta intensidad, convencerse de que no significaba nada... Pero seguia sin conseguir desterrar los ecos de las emociones que desperto aquel breve momento.

Aguardo a que Grimya volviera a hablar, pero la loba permanecio en silencio. En un intento por desviar sus propios pensamientos, Indigo coloco otro tronco en posicion y volvio a tomar el hacha. El golpe solido y fuerte de la hoja al hundirse en la madera medio helada parecio despejar un poco su cabeza, como el puno metaforico que se estrella contra una mesa; y aquello la obligo a tomar una decision.

Termino de cuartear el leno y lo coloco en el monton cada vez mayor que tenia detras, luego cogio otro. Lo sostuvo unos instantes en la mano, contemplando meditabunda los intrincados dibujos de la corteza, luego volvio a mirar a Grimya.

—Sea lo que sea lo que yo pueda o no sentir por Veness —dijo con gravedad—, tengo que olvidar lo sucedido anoche, Grimya. Tengo que distanciarme de el y del incidente. Cualquier otra cosa resultaria demasiado peligrosa.

Aspiro con fuerza y balanceo el hacha, descargando parte de su frustracion en la violencia del hachazo. Una astilla irregular e inutil se desprendio del tronco, Indigo juro en voz baja, luego hundio los hombros mientras volvia a bajar el hacha.

—Sabemos —continuo Indigo—, que nuestro proximo demonio se encuentra bajo el techo de esta granja. Pero aunque creemos conocer la forma que ha tomado, no podemos estar seguras. — Recuerdos antiguos y desagradables desfilaron ante sus ojos—. Ha habido tantos enganos y pistas falsas en el pasado... Y ahora la complicacion de Veness. ?Se me ocurre que el hecho de que se parezca de forma tan extraordinaria a Fenran podria ser el cebo de una nueva trampa!

—No lo... crrreo.

—Quiza no. Pero ?puedes estar segura?

Grimya vacilo, luego hundio la cabeza al triunfar la honradez sobre su deseo de complacerla.

—No —repuso—, no pu... puedo estar segura.

—Entonces no me atrevo a correr ningun riesgo. En lo que se refiere a Veness, yo... —Y se interrumpio cuando Grimya lanzo un suave grunido de advertencia.

El picaporte de la puerta chasqueo, y una fuerte rafaga de aire helado anuncio la entrada de Reif. Este se detuvo en el umbral y miro con sorpresa el monton de troncos preparados. Pero si le impresiono su laboriosidad no hizo el menor comentario sobre el tema; en su lugar paseo la mirada rapidamente por la lenera, luego arrugo el entrecejo.

—?No esta Veness aqui?

—No. —Los esfuerzos de Reif por disimular su actitud hostil hacia ella no pasaban, en el mejor de los casos, de cubrir las apariencias, Indigo detecto una implicacion en su tono que la puso a la defensiva—. ?Por que iba a estar aqui?

Reif se encogio de hombros.

—Te oi hablar con alguien. Pense que te habia oido mencionar su nombre.

—No —repitio Indigo; sus ojos mantuvieron con firmeza la mirada de el.

—Ah. Bueno, quizas estarias hablando con Grimya, entonces, ?eh? —Le dedico una leve sonrisa—. Yo vigilaria ese tipo de cosas si estuviera en tu lugar; dicen que es uno de los primeros sintomas de demencia. Bien, si ves a Veness, dile que el caballo gris se las ha apanado para herirse en la pata con una astilla en el establo, y necesita que le echen una mirada. Oh, y Rimmi acaba de salir para anunciar que la comida esta lista cuando queramos.

Se inclino para tirar a Grimya afectuosamente de la oreja y rascarle la coronilla; luego salio con paso rapido, dejando la puerta abierta de par en par. Indigo contemplo como se alejaba con una mezcla de exasperacion y perplejidad. Habia dado por imposible intentar averiguar por que Reif era tan inflexible en su comportamiento; aquel pequeno gesto hacia Grimya parecia otro deliberado desaire mas.

«No confia en nosotras», comento sabiamente Grimya, pasando por cuestion de prudencia a la comunicacion telepatica. «Tiene la impresion de que somos una amenaza para el.»

«?O sera el una amenaza para nosotras?».

«?Que quieres decir?»

«Ohh..., nada; veo fantasmas en la oscuridad.» Indigo aparto de si la momentanea idea. «Tenemos que hablar, Grimya. No sobre Veness, eso debe ser dejado a un lado y olvidado. Tenemos que hablar sobre el demonio, y decidir que vamos a hacer.»

Grimya levanto la cabeza hacia ella.

«?Ha de ser ahora? ?No podemos esperar un poquito mas? Estoy...»

«?Hambrienta?» Indigo se echo a reir en voz alta cuando la quejumbrosa y eterna suplica de Grimya aflojo un poco la tension. «Muy bien. Regresemos a la casa y veamos que nos ha preparado Livian para comer. Pero mas tarde habra mucho que discutir. Y...», se estremecio de repente, aunque no de frio, «no quiero posponerlo mas de lo estrictamente necesario».

Esa noche, Indigo hizo frente a las inevitables chanzas alegando dolor de cabeza, el precio de los excesos de la noche anterior, y se retiro a su habitacion temprano. Creia (aunque no podia estar completamente segura) que habia conseguido evitar cualquier riesgo de un encuentro embarazoso con Veness sin dejar que su estratagema fuera demasiado evidente. Grimya y ella se acomodaron ante el moribundo fuego para examinar cuidadosamente lo que hasta ahora habian averiguado sobre la fuerza malefica instalada en la casa de los Bray.

El mayor problema, como Indigo senalara ya durante el dia, era que, a pesar de que podian conocer la naturaleza del demonio, aun no podian estar seguras de la forma que habia escogido. Hasta ahora, la evidencia parecia sugerir que el viejo escudo y el hacha, colgados sobre la chimenea del comedor, odiados y rehuidos por todos, eran el foco del poder del demonio; un vehiculo fisico para su de momento intangible presencia. Pero esa evidencia se basaba en poco mas que conjeturas e intuicion; carecia de base solida. La verdad podia muy bien estar localizada en otro sitio; en un ser humano. Y existian muchas posibilidades: el conde Bray en persona, Reif, Kinter, Carlaze, incluso la tosca y en apariencia inofensiva Rimmi, o (a Indigo se le puso la piel de gallina ante la idea) Veness.

«Oh», dijo Grimya sombria, «puede que exista otra respuesta. Puede que el mayor peligro no este en absoluto dentro de esta casa.»

Indigo la miro, curiosa, y percibio de inmediato lo que queria insinuar.

—?El tigre de las nieves? ?Oh, no, Grimya... no puede ser!

Grimya la contemplo indecisa.

«No podemos estar seguras. No podemos estar seguras de nada aun.»

—Pero... —Y entonces Indigo se dio cuenta de que, igual que con todo lo demas, no tenia mas apoyo que su propia intuicion. Suspiro—. No se, carino. Es posible, supongo. Pero no percibo nada maligno en esa criatura. Por el contrario ha sido nuestro aliado mas que nuestro enemigo.

«Hasta ahora, si. Pero ?quienpuede decir que no vaya a cambiar?»

Tenia razon; y aunque su juicio podia estar alterado por su miedo innato al gran felino, seria prudente no correr riesgos, Indigo cambio de postura y extendio las puntas de los pies en direccion al fuego contemplandoselas pensativa.

—Entonces —concedio—, no estamos mucho mejor que el dia en que llegamos aqui. Lo unico que sabemos con seguridad es lo que la piedra-iman nos dijo: que el demonio esta aqui. Pero en cuanto a que es exactamente o a como puede manifestarse, apenas si tenemos una pista que nos guie. Solo la leyenda que va unida al hacha y el

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