escudo... e incluso eso podria ser una pista falsa. Asi pues, ?que hacemos?

Grimya medito durante unos momentos. Luego dijo:

«En mi tierra, cuando tenia hambre y no podia encontrar ninguna presa, acostumbraba hacerme esta pregunta, Y la respuesta era: espera y vigila». Levanto los ojos hacia Indigo. «No es facil de hacer cuando el estomago te roe por dentro como si poseyera dientes, la boca se te hace agua al recordar el sabor de la comida y busca ansiosa volver a sentir ese sabor. Pero es la unica salida. Lo aprendi rapidamente cuando los mios m? arrojaron fuera de su lado y me quede sola. Espera y vigila. Y persigue cualquier cosa que aparezca, no importa lo pequena que sea ni lo dificil que resulte de capturar.»

Indigo considero sus palabras. Eran un consejo cargado de frustracion, pero ?que otra eleccion tenia? No podia hacer nada mas de momento; no podia forzar la mano del demonio y provocar un enfrentamiento, porque eso seria (acunando otra de las analogias de Grimya) como intentar morder el viento.

«Aparecera» dijo Grimya. «Igual que la presa, saldra al descubierto. Pero no se cuando.»

Indigo se puso en pie. Se sentia cansada y desanimada. Ya no quiso seguir hablando mas, no quedaba nada por decir que valiera la pena. Podian pasarse toda la noche dando vueltas y mas vueltas al problema, y no conseguir otra cosa que el mismo estado de deprimente impotencia. Seria mejor, o al menos un poco menos inutil, irse a la cama y dormir, en lugar de perder el tiempo en infructuosas especulaciones.

Grimya la observo mientras cruzaba la habitacion.

«No eres feliz.»

Indigo volvio la cabeza y sonrio aunque con poca conviccion.

—No soy feliz. Pero no hay nada que pueda hacerse sobre eso. Vamos a dormir. Estoy exhausta, y la Madre sabe muy bien que no tardara en volver a ser de dia.

La loba volvio la cabeza hacia otro lado.

«Lo siento. No te he servido de ayuda».

—No, no; has dicho la verdad, y que a mi no me guste la verdad no la hace menos valida. Vamos, ya. Echate conmigo mientras la habitacion sigue aun caliente. A lo mejor por la manana encontramos algo que nos inspire.

Eran palabras valerosas, pero huecas, como Indigo admitio para si mas tarde cuando, incapaz de dormir, permanecia tendida contemplando los vagos contornos del pie de la cama. Habia oido como el resto de los habitantes de la casa, solos o en pareja, se dirigian en silencio a sus camas entre el crujido de las tablas del suelo y algun que otro murmullo ahogado; y en una ocasion, alguien se detuvo frente a su puerta al acecho de cualquier indicacion de que pudiera estar despierta. Adivino quien podia ser, pero contuvo la respiracion, permanecio inmovil y silenciosa y, tras algunos segundos, las suaves pisadas se alejaron despacio.

Grimya yacia, con el hocico entre las patas delanteras, su respiracion producia un sonido ritmico y ronco en contraste con el silencio ambiental, Indigo hundio la palma de una mano varias veces en su almohada que parecia haber formado una ondulacion tan dura como la piedra bajo su cuello y, envidiando la paz de la loba, intento de nuevo conseguir el descanso que tanto anhelaba. Por fin, las primeras senales del sueno empezaron a llegar; la agradablemente desorientadora sensacion de flotar, la realidad que empezaba a confundirse con pensamientos inconexos y sin sentido; se iba quedando dormida...

Pero fue devuelta violentamente al mundo de la vigilia por un sonido que le sacudio como una descarga toda la espalda.

«?Indigo!»

El mudo grito de alarma de Grimya fue lanzado inmediatamente despues del ruido que habia hecho pedazos sus embrionarios suenos. La loba estaba de pie y con el pelaje erizado por el sobresalto, Indigo se sento de golpe en la cama. El tigre..., y estaba cerca, tan cerca que casi podia creer que...

La lucidez la golpeo con violencia. Salto de la cama y corrio a la ventana, ignorando las protestas de Grimya mientras abria los postigos. La fria luz de la luna inundaba el patio: y alli, enmarcado en el arco de piedra y resaltado dramaticamente por un rayo de aquel plateado resplandor, estaba detenido el tigre de las nieves como algo surgido de una vision febril. Tenia el hocico levantado, buscaba; y aunque su rostro quedaba entre las sombras Indigo supo que miraba a su ventana. Durante un tiempo que ni siquiera podia suponer cuanto fue —podria haber sido un minuto, quiza menos— lo contemplo como hipnotizada y, en lo mas profundo de su psiquis, sintio que una fuerza innominada salia de su sopor y tiraba de su conciencia. La criatura la llamaba. Y con un escalofrio de emocion que era en parte excitacion y en parte terror, Indigo comprendio que debia responder.

—Indigo, ?que haces? —En su agitacion Grimya grito en voz alta al ver que Indigo se apartaba de la ventana y empezaba a vestirse precipitadamente—. ?Indigo!

—?Chist!

Era vital, vital, que nadie mas de la casa se despertara e Indigo se volvio con rapidez para sujetar el hocico de la loba con ambas manos. Sus ojos tenian una expresion ansiosa y cambio a la comunicacion telepatica.

«Voy a salir, Grimya. El tigre ha venido a buscarme, y debo intentar descubrir que quiere.»

Grimya temblaba.

«?Es peligroso!»

«No; no lo creo. Por favor, Grimya..., ven conmigo o espera aqui, como prefieras, ?pero date cuenta de que debo ir!»

Un escalofrio recorrio el cuerpo de la loba desde la cabeza a la punta de la cola.

«No te dejare ir sola, ire. ?Pero tengo miedo!»

«No hay nada que temer, carino. Si alguna vez he estado segura de algo es de esto aunque ni siquiera pueda empezar a explicar por que.»

Indigo siguio vistiendose, se puso de cualquier manera la camisa y los pantalones, metio los pies en las botas y, finalmente, recogio el abrigo. Ya lista se detuvo, cogio la ballesta y se la colgo junto con el carcaj al hombro. Era, estaba segura, una precaucion innecesaria; pero por lo menos serviria para mitigar los temores de Grimya por su seguridad. Esperaba que el tigre lo comprendiera.

Atravesar el rellano a oscuras y bajar por las escaleras era peligroso, pero no se atrevio a encender un farol. Llegaron al vestibulo y corrieron a la puerta principal, cerrada y atrancada como todas las noches. La barra se alzo con relativa facilidad, pero uno de los cerrojos chirrio como una rata agonizante e Indigo cerro los ojos y contuvo la respiracion mientras contaba hasta veinte, y rezaba para que el ruido no hiciera bajar corriendo a alguno de los hombres. Su plegaria tuvo exito; no le llego el menor signo de movimiento desde el piso superior, y al fin se sintio lo bastante segura como para entreabrir ligeramente la puerta. Con Grimya detras de ella se deslizo al exterior, a la brillante y gelida noche.

El patio tenia un aspecto extrano y etereo. La enganosa luz de la luna transformaba formas, que durante el dia eran acogedoras y familiares, en siluetas ajenas a la casa envueltas en una aureola amenazante. Sobre la nieve brillaba una nueva capa de escarcha, helada y quebradiza como el cristal, Indigo oyo a Grimya gimotear, llegandole el sonido con peculiar claridad en medio de la quietud.

Por un momento, andando cautelosa en direccion al arco, penso que el tigre se habia ido; pero enseguida lo vio, su pelaje formaba parte del dibujo de sombras y nieve. Y entonces pudo ver el profundo y calido brillo interno de sus ojos ambarinos que la contemplaban sin parpadear. El corazon le palpitaba sobresaltado y tenia todos los nervios en tension mientras avanzaba muy despacio hacia el con la inquieta cautela del cazador experto.

Se encontraba quizas a unos diez metros del felino cuando este alzo apenas la cabeza y lanzo un suave y vacilante ronroneo. Grimya se quedo paralizada por el terror, pero Indigo reconocio instintivamente el sonido como un saludo y un mensaje tranquilizador a la vez. El tigre de las nieves no queria hacerles ningun dano. A su manera, y en su propia inescrutable lengua, les decia: amigo.

Indigo se detuvo. El felino y ella se contemplaron mutuamente. Una vez mas volvio a sentir aquella sensacion de que trataba de establecer una comunicacion que le hormigueo en los limites de la mente; pero una vez mas le fue imposible interpretar lo que la criatura intentaba decirle. Las ondas nerviosas de

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