escudo... e incluso eso podria ser una pista falsa. Asi pues, ?que hacemos?
Indigo considero sus palabras. Eran un consejo cargado de frustracion, pero ?que otra eleccion tenia? No podia hacer nada mas de momento; no podia forzar la mano del demonio
Indigo se puso en pie. Se sentia cansada y desanimada. Ya no quiso seguir hablando mas, no quedaba nada por decir que valiera la pena. Podian pasarse toda la noche dando vueltas y mas vueltas al problema, y no conseguir otra cosa que el mismo estado de deprimente impotencia. Seria mejor, o al menos un poco menos inutil, irse a la cama y dormir, en lugar de perder el tiempo en infructuosas especulaciones.
Indigo volvio la cabeza y sonrio aunque con poca conviccion.
—No soy feliz. Pero no hay nada que pueda hacerse sobre eso. Vamos a dormir. Estoy exhausta, y la Madre sabe muy bien que no tardara en volver a ser de dia.
La loba volvio la cabeza hacia otro lado.
—No, no; has dicho la verdad, y que a mi no me guste la verdad no la hace menos valida. Vamos, ya. Echate conmigo mientras la habitacion sigue aun caliente. A lo mejor por la manana encontramos algo que nos inspire.
Eran palabras valerosas, pero huecas, como Indigo admitio para si mas tarde cuando, incapaz de dormir, permanecia tendida contemplando los vagos contornos del pie de la cama. Habia oido como el resto de los habitantes de la casa, solos o en pareja, se dirigian en silencio a sus camas entre el crujido de las tablas del suelo y algun que otro murmullo ahogado; y en una ocasion, alguien se detuvo frente a su puerta al acecho de cualquier indicacion de que pudiera estar despierta. Adivino quien podia ser, pero contuvo la respiracion, permanecio inmovil y silenciosa y, tras algunos segundos, las suaves pisadas se alejaron despacio.
Pero fue devuelta violentamente al mundo de la vigilia por un sonido que le sacudio como una descarga toda la espalda.
El mudo grito de alarma de
La lucidez la golpeo con violencia. Salto de la cama y corrio a la ventana, ignorando las protestas de
—Indigo, ?que haces? —En su agitacion
—?Chist!
Era vital,
Un escalofrio recorrio el cuerpo de la loba desde la cabeza a la punta de la cola.
«No
Indigo siguio vistiendose, se puso de cualquier manera la camisa y los pantalones, metio los pies en las botas y, finalmente, recogio el abrigo. Ya lista se detuvo, cogio la ballesta y se la colgo junto con el carcaj al hombro. Era, estaba segura, una precaucion innecesaria; pero por lo menos serviria para mitigar los temores de
Atravesar el rellano a oscuras y bajar por las escaleras era peligroso, pero no se atrevio a encender un farol. Llegaron al vestibulo y corrieron a la puerta principal, cerrada y atrancada como todas las noches. La barra se alzo con relativa facilidad, pero uno de los cerrojos chirrio como una rata agonizante e Indigo cerro los ojos y contuvo la respiracion mientras contaba hasta veinte, y rezaba para que el ruido no hiciera bajar corriendo a alguno de los hombres. Su plegaria tuvo exito; no le llego el menor signo de movimiento desde el piso superior, y al fin se sintio lo bastante segura como para entreabrir ligeramente la puerta. Con
El patio tenia un aspecto extrano y etereo. La enganosa luz de la luna transformaba formas, que durante el dia eran acogedoras y familiares, en siluetas ajenas a la casa envueltas en una aureola amenazante. Sobre la nieve brillaba una nueva capa de escarcha, helada y quebradiza como el cristal, Indigo oyo a
Por un momento, andando cautelosa en direccion al arco, penso que el tigre se habia ido; pero enseguida lo vio, su pelaje formaba parte del dibujo de sombras y nieve. Y entonces pudo ver el profundo y calido brillo interno de sus ojos ambarinos que la contemplaban sin parpadear. El corazon le palpitaba sobresaltado y tenia todos los nervios en tension mientras avanzaba muy despacio hacia el con la inquieta cautela del cazador experto.
Se encontraba quizas a unos diez metros del felino cuando este alzo apenas la cabeza y lanzo un suave y vacilante ronroneo.
Indigo se detuvo. El felino y ella se contemplaron mutuamente. Una vez mas volvio a sentir aquella sensacion de que trataba de establecer una comunicacion que le hormigueo en los limites de la mente; pero una vez mas le fue imposible interpretar lo que la criatura intentaba decirle. Las ondas nerviosas de