La muchacha bajo los ojos rapidamente hacia
—No se si puedes comprenderme —dijo, repitiendo mentalmente lo que decia en voz alta—. Pero no tengo el poder de comunicarme como haces tu. Por favor: muestrame que es lo que quieres.
Durante unos instantes el tigre no respondio. Luego, bruscamente, se dio la vuelta. La joven penso que estaba a punto de salir huyendo y empezo a andar hacia el. Pero el animal se detuvo y volvio la cabeza para mirarla. Agito la cola como si se impacientara.
La loba se estremecio.
El tigre aguardaba, Indigo volvio a hablarle.
—Mi amiga te tiene miedo. No quiere ir contigo, por si tienes intencion de hacernos dano.
Los dorados ojos parpadearon despacio, luego la enorme cabeza giro hasta que el tigre quedo mirando directamente a la loba. Sus labios peludos se tensaron hacia atras ligeramente, y volvio a lanzar su suave ronroneo. Mientras lo hacia, Indigo sintio como un torrente de energia le atravesaba a gran velocidad el cerebro. Percibio cordialidad, espiritu invencible, un vestigio de compasiva indulgencia; y entonces advirtio la oleada de perplejidad en la mente de
Las mandibulas de
La cola del tigre se agito de nuevo, transmitiendoles mayor urgencia, Indigo se inclino para acariciar la cabeza de la loba con un gesto tranquilizador.
Cruzaron bajo el arco de piedra y penetraron en el mundo nocturno del invierno de El Reducto. El cielo estaba despejado, una inmensidad negra como el azabache que contenia un millon de estrellas relucientes, y la luna aparecia ligeramente difuminada por una gelida aureola tenida de colores etereos que arrojaba un brillo misterioso y vago sobre la nieve. Sus sombras, delgadas, nitidas y grotescamente alargadas se extendian a sus espaldas. El frio hirio la piel de Indigo y al respirar le abraso los pulmones.
El tigre las condujo lejos de la granja, en direccion al bosque distante. En la mayoria de los lugares la nieve no tenia mas de treinta centimetros de espesor; estaba claro que el felino habia escogido su ruta con sumo cuidado aunque Indigo se sorprendio (un poco desconcertada) al no ver ningun rastro que fuera en direccion a la granja. Se dijo que la criatura se habria acercado desde otra direccion y se estremecio bajo el abrigo de cuero.
El silencio que impregnaba la noche era impresionante. La nieve absorbia cualquier sonido que sus pisadas pudieran hacer, y no habia el menor soplo de viento que alterase la quietud. A Indigo le parecio que si se concentraba podria escuchar la respiracion misma de la Tierra, o el canto lejano y fantasmal de las estrellas. Delante de ella el tigre semejaba una aparicion, claramente visible un momento, para fundirse al siguiente con la nieve y perderse casi de vista; a su lado,
La muchacha se pregunto cuan lejos pensaba conducirlas el tigre. El unico punto de referencia que podia ver ahora era el bosque, una mancha oscura y borrosa irrumpiendo en el paisaje blanco que tenia delante. La luz de la luna jugaba malas pasadas a su sentido de la perspectiva, de modo que el bosque parecia estar muy cerca y muy lejos alternativamente. Esperaba que el felino no tuviera la intencion de ir demasiado lejos; no sabia que hora era y temia que los Bray se despertaran y descubrieran su ausencia antes de que pudieran regresar a la granja.
Pero en el mismo instante en que empezaba a vacilar, preguntandose si no deberia llamar al tigre y pedirle que indicara (si queria, o podia) cuanto mas debian andar, vio una figura solitaria sobre la nieve unos cien metros mas alla. Estaba aun demasiado lejos para poder reconocerla, pero se trataba de una figura humana, Indigo sintio que el pulso se le aceleraba con repentina excitacion al recordar a la misteriosa figura cubierta de pieles que habia visto corriendo junto al tigre en el bosque.
El tigre levanto la cabeza y llamo a la figura; no con un rugido retador ni amenazante sino con un sonoro grito amistoso, como un saludo. El animal echo a correr, saltando por la nieve con la cola bien erguida. Mientras Indigo y
Estaban a pocos pasos de distancia cuando el tigre se volvio de repente, en actitud defensiva, para impedirles el paso. Las orejas se le pegaron a la cabeza y echo los labios hacia atras, mostrando los colmillos que eran como dagas de marfil; una clara advertencia para que se detuvieran, Indigo se detuvo y
—Habeis venido. —Era una voz de mujer: en cierta forma Indigo no se lo esperaba—. Gracias por confiar en nosotros.
Sus ojos se clavaron en la desconocida. Su rostro quedaba oculto por las sombras de una capucha de piel, y su voz era adulta pero sin edad, Indigo arrugo el entrecejo, y pregunto:
—?Quien eres?
La encapuchada cabeza hizo un rapido gesto negativo.
—Mi nombre no significaria nada para ti, y no tiene importancia. Por favor, perdona este subterfugio, pero tenia que hablarte a solas. Necesito tu ayuda.
Indigo estaba anonadada.
—?Mi ayuda? Pero no me conoces.
—Creo que si. Creo saber quien eres y por que estas aqui en El Reducto.
—?No es posible!
—Lo es, si se posee la necesaria capacidad para adivinar. Por favor, escucha lo que tengo que decir. Vives en la granja del conde Bray. Me parece que a estas alturas ya debes saber que su familia esta en peligro.
Un helado presentimiento recorrio la espalda de Indigo y dijo abruptamente:
—?Que sabes sobre eso?
—Lo suficiente para hacerme temer por el futuro. Hay una nube de tormenta sobre la casa de los Bray, y la tormenta va adquiriendo fuerza. Esa fuerza toma la forma de dos antiguas armas: un escudo y un hacha.
—?Conoces la maldicion?
—Si; y debes creerme cuando digo que tambien se que no se trata simplemente de una vieja leyenda. Hay que poner fin a la disputa entre el conde Bray y su primo o esas armas traeran algo mas que un derramamiento de sangre; traeran una
Indigo tardo unos instantes en contestar.
Eso fue suficiente para Indigo. Se volvio hacia la mujer, y dijo:
—Te escucho. Por favor, dime todo lo que puedas.
La figura envuelta en pieles se encogio de hombros.
—El escudo y el hacha son mas poderosos de lo que suponen los Bray —empezo sombria—. Mucho mas poderosos. Estan mas alla del control humano. Nadie puede contener la maldad de esas armas; ningun cuerpo