mordio con fuerza los labios—. Es... esta bien, yo puedo hacerlo. Dame solo un... momento...
Le castaneteaban los dientes a causa del frio y la conmocion, pero movio ligeramente el cuerpo, luego dejo que ella apartara las pieles y lo examinara con mas atencion. Tenia el abrigo empapado de sangre y, aunque Indigo no podia ver gran cosa en medio de la oscuridad y los arremolinados copos de nieve, le dio la impresion de que habia mas sangre rezumando lentamente de una herida situada justo debajo de la caja toracica.
—?Que sucedio? —Su voz delataba miedo y furia, y empezo a envolver con las pieles el cuerpo helado del muchacho.
Veness hizo una mueca.
—Lo en... encontramos. A mi padre: lo encontramos, pero... no pude dispararle, ?no pude hacerlo! Kinter... to... tomo la ballesta, pero erro el tiro. Pense que mi padre iba a atacarnos, pero se dio la vuelta. Huyo; no... no se por que. Y entonces... —Tosio, y la furia y la confusion se mezclaron con el dolor en su mirada—. Entonces Kinter... recargo la ballesta, y la apunto contra mi. No comprendi, le grite, y el... el se echo a reir. A reir. Y entonces... no dijo nada, sencillamente disparo, a bocajarro. —Su voz traiciono su perplejidad, pero se recupero y la sujeto por el antebrazo—, Indigo, Kinter es un...
—Se exactamente lo que es Kinter —repuso ella sombria.
Veness volvio a toser y escupio por encima del costado del trineo.
—?Lo sabes? Pero...
—Te lo contare todo, Veness, pero mas tarde. Es vital que primero te lleve de vuelta a la granja: necesitas calor, y tu herida necesita que se le eche una mirada. —Se interrumpio, mirando por encima del morro del trineo hasta donde estaban los perros apelotonados y aullando. ?Correrian sin un cabecilla? Se dijo que no; o de lo contrario ya se habrian dirigido de vuelta a casa.
Indigo se volvio hacia ella.
Como si hubieran percibido y comprendido las palabras de la loba, los aullidos de los perros se transformaron en ladridos agudos. Empezaron a dar saltos y a morder el aire desde sus puestos. Estaban bastante descansados; el frio aun no habia minado sus fuerzas. Y si
A toda prisa explico a Veness el plan de la loba. Este asintio con dificultad, y ella anadio:
—?Podras soportarlo, Veness? No sera un paseo comodo.
Un segundo gesto de asentimiento.
—Puedo soportarlo. Mejor esto que... quedarse aqui congelado. —Se paso la lengua por los labios, y la saliva se convirtio en hielo casi al instante—. Arranque la saeta. Creo que quiza... no debiera haberlo hecho...
Indigo reprimio un horrible temor al escuchar sus palabras, y salto fuera del trineo, de regreso en medio de la tormenta, para arrastrarse hasta donde estaban los perros. Con dedos torpes y entumecidos emprendio la deprimente tarea de liberar al perro muerto de sus arreos, y aparto a un lado el cadaver, lamentando que un animal tan hermoso y noble tuviera como ultimo lugar de descanso un sitio a tal punto ignominioso. Luego, entre el cada vez mas sonoro clamor de los otros perros, sujeto los arreos alrededor del pecho y hombros de
El tigre habia regresado. Palido en medio de la nieve, permanecia inmovil observandola, manteniendose de forma que los animales del trineo no pudieran olerlo. No hizo el menor intento por acercarse y, obedeciendo un impulso, Indigo se dio la vuelta y se acerco a el. Ya no sentia el menor temor del animal: los acontecimientos de esa noche habian desvanecido cualquier duda que aun pudiera tener, sabia que se trataba de un amigo
—Tengo que llevarlo a casa. —Hablo a la hermosa criatura en voz alta, sintiendo que tenia una deuda con ella y debia explicarse—. Se que hay otra cosa que debo hacer... otra cosa que quieres que haga... pero debo anteponer la seguridad de Veness. Por favor: ?lo comprendes?
Los peludos labios del tigre se echaron hacia atras mostrando los dientes en una especie de sonrisa. Su profundo y gutural rugido de confirmacion se dejo oir bajo el gemido del viento. Luego volvio el rostro en la direccion por la que habian venido y la contemplo expectante. Comprendio que era, a la vez, un gesto de aceptacion y de que no pensaba abandonarla. La muchacha sintio gratitud y un intenso alivio.
Corrio de regreso al trineo y salto a su interior, acurrucandose en el suelo junto a Veness y sosteniendolo lo mejor que pudo. Los perros estaban en pie, agitando las colas; y a la cabeza del tiro
Entraron en el patio como una tromba en medio de un alboroto de ladridos y aullidos, del siseo de patines que saco a Reif corriendo de la casa. El tigre se habia separado de
Reif echo una mirada a Veness, acurrucado en el trineo mientras el brazo de Indigo lo sujetaba con fuerza, y sus ojos se clavaron en los de la muchacha con una expresion de horror y remordimiento.
—No digas nada, Reif —dijo Indigo—. Ayudame a llevarlo dentro.
Entraron a Veness al vestibulo y de alli a la cocina. Carlaze se levanto de un brinco del lugar en el que estaba sentada a la mesa, Indigo contemplo furiosa a la rubia muchacha, por un momento. Luego se dio la vuelta y regreso corriendo al patio, diciendose que su primer deber era ocuparse de
Solto los tirantes de los perros y los condujo a las perreras situadas tras el granero grande. La ventisca habia empezado a amainar y, aunque el viento seguia rugiendo, la nieve caia con menos fuerza y sobre su cabeza el cielo nocturno aparecia despejado en algunas zonas dejando entrever estrellas que enviaban su frio fulgor a la tierra. Los companeros de los perros los recibieron con un frenesi de ladridos, lametones y mordiscos carinosos, Indigo permanecio unos instantes contemplandolos, forzandose a tomarse su tiempo. Por fin, cuando juzgo que habia recuperado en cierta medida el dominio sobre si misma, regreso con
Reif estaba solo en la cocina, Indigo se detuvo en seco en la puerta, y ambos intercambiaron una mirada, sin que ninguno quisiera ser el primero en hablar. Por fin fue Indigo quien rompio el silencio.
—?Donde esta Veness?
—Arriba. —La voz de Reif sonaba apagada y algo temblorosa—. Livian esta con el, ocupandose de la herida. —Desvio la cara, no queria que ella viera la emocion de su rostro.
Entonces Indigo se obligo a hacer la pregunta.
—?Y... Carlaze?
—La he encerrado abajo, en uno de los sotanos.
Indigo se puso rigida.
—?Entonces Veness te lo ha contado?
—Si. Todo. —Se produjo una larga pausa, luego Reif se obligo a volver la cabeza
—No lo intentes, —Indigo se le acerco y le poso una mano sobre el brazo—. En tu lugar yo hubiera pensado lo mismo, Reif. ?Por que tenias que creerme? ?Que motivo tenias para aceptar mi palabra en contra de la de ella?