El tigre rugio, y ella volvio a sentir lo perentorio de su llamada: «Ahora, rapido; no hay tiempo que perder», Indigo sacudio la cabeza con desesperacion.

—Regresare, Reif. Diselo a Veness...

—?Aguarda un minuto!

Ella habia empezado a andar hacia atras por el patio cubierto de nieve. De repente Reif se lanzo detras. Sus dedos se cerraron en torno a la muneca de la joven, pero antes de que pudiera tirar de ella el tigre salto sobre el. Sus enormes patas delanteras lo lanzaron por los aires; cayo pesadamente contra el suelo y, mientras estaba alli tendido sin aliento, el felino retrocedio, mostrando los colmillos y grunendo por lo bajo. Se coloco entre Indigo y Reif, como para protegerla. Reif empezaba a incorporarse cuando Indigo le dijo:

—Reif, lo siento... pero no puedo explicarlo. Te lo contare todo cuando regrese, pero ahora, por favor, confia en mi. Y... dile a Veness que volvere pronto. —Hizo una pausa, luego—: ?Dile que le quiero!

Y Reif, de pie aturdido en medio del patio, tuvo una ultima impresion del trio (una extrana e insolita troika) mientras Indigo, Grimya y el tigre de las nieves atravesaban el arco corriendo y desaparecian en la noche.

CAPITULO 17

El primer heraldo del amanecer fue un resplandor frio, tenue y descolorido que se alzaba por el este. Las estrellas se desvanecian lentamente, dejando el cielo de un negro mate. El contorno del bosque resultaba apenas distinguible, la oscuridad se superponia a la oscuridad.

El campamento forestal estaba desierto. El cadaver de Moia, envuelto en una manta, habia sido trasladado a la cabana principal para esperar el momento en que pudiera ser enterrado decentemente. Veness habia ordenado a los hombres que regresaran a sus casas. No se habian hecho de rogar; la supersticion estaba muy arraigada incluso en los espiritus mas osados, y nadie queria quedarse cerca del cadaver de la mujer no fuera a ser que su fantasma vengador cobrara vida.

A Indigo no le preocupaban demasiado los fantasmas, pero de todas formas la atmosfera del campamento vacio y saber lo que habia en el, le produjo inquietud cuando, siguiendo al tigre de las nieves, Grimya y ella se aproximaron a las cabanas silenciosas y oscuras, Indigo no estaba muy segura de por que el animal las habia conducido a ese lugar; pero la posibilidad que sugerian sus sospechas no era como para detenerse a hacer consideraciones muy profundas. Una vez mas, se arrepintio de su rapida e imprudente salida de la granja, sin otra arma que el cuchillo que siempre llevaba colgado al cinto. Habria dado una fortuna por tener su ballesta y un carcaj lleno de saetas.

En el centro del recinto, el tigre se detuvo y espero a que Indigo y Grimya lo alcanzasen. Por un momento la joven penso que habian llegado al final de su viaje, pero al acercarse a la altura del felino este giro con elastica elegancia y siguio adelante, penetrando en el bosque, Indigo vacilo y miro a la loba.

«?Que crees, carino? ?Debemos seguir?»

El tigre volvio la cabeza, y la muchacha tuvo la clara e inquietante impresion de que este habia percibido y comprendido el intercambio de pensamientos que habia tenido lugar entre ambas. Pero Grimya tenia la mirada fija en el felino, y su respuesta fue inmediata y categorica.

«Si, debemos seguir. Aqui no hay peligro aun... y el tigre es nuestro amigo.»

Perpleja ante el sorprendente cambio de parecer de la loba, pero confiando implicitamente en su instinto, Indigo se puso en marcha de nuevo.

El bosque permanecia profunda y fantasmagoricamente silencioso mientras avanzaban entre los arboles. La galerna habia amainado por fin, dejando una gran quietud que producia escalofrios en los huesos, y el frio cubria la tierra como un sudario inmovil. El bosque absorbia los debiles atisbos de luz, hundiendolos en la penumbra, Indigo tardo algunos minutos en darse cuenta de que el terreno por el que las conducia el tigre le resultaba vagamente familiar. ?No habia visto antes el enorme tronco situado a su derecha, caido de forma natural y dejado alli para que se pudriera y regresara a la tierra de donde procedia? Miro a Grimya, transmitiendole de inmediato una pregunta vacilante y las orejas de la loba se irguieron hacia adelante.

«Creo que hemos pasado por aqui antes», respondio. Hizo una pausa, luego: «Creo que conduce al claro donde se encontro a la mujer muerta.»

Desde luego... Indigo lo recordo en ese momento. Y, atisbando entre el amontonamiento de troncos oscuros, le parecio percibir una disminucion de la penumbra, como si la luz se filtrara hacia el suelo a traves de una abertura entre las copas de los arboles.

El tigre, una figura vaga y eterea delante de ellas, se volvio y llamo en voz baja. Y, al ir hacia el, Indigo y Grimya se encontraron de improviso en el ya familiar claro. Alli estaba el monton de ramas, sin tocar desde el macabro descubrimiento del cuerpo de Moia. Y tambien seguia la fosa alli, vacia, apenas una cicatriz poco profunda en la tierra.

El tigre avanzo hasta llegar junto a la fosa y se detuvo. Inclino la cabeza, olfateando la tierra removida; luego volvio a levantarla y lanzo un grunido salvaje. Acobardada, Indigo dio un paso instintivo en direccion contrario, pero la voz de Grimya la tranquilizo al comunicarle mentalmente:

«No... Esta enojado pero no con nosotras. Intenta decirnos algo. Percibo...» Echo las orejas hacia atras, luego volvio a adelantarlas, y de improviso el pelaje de su lomo se erizo, «?Indigo, hay algo mas ahi! ?Eso es lo que nos quiere decir, estoy segura!»

Despacio y con cuidado, el corazon palpitandole con fuerza, Indigo se acerco a la fosa. La cola del tigre se agito una vez con energia, mas al acercarse ella, el animal se retiro un paso o dos. Animada, Indigo dio otro paso hacia adelante, y luego otro: entonces vio que la tierra de la tumba estaba recien removida como si algo la hubiera aranado en un esfuerzo por cavar mas hondo.

Y vio, tambien, los tres dedos putrefactos que sobresalian del hoyo.

Fue Grimya quien finalmente dejo al descubierto el rostro. La descomposicion definitiva acababa de empezar y, una vez que consiguio dominar su inicial repugnancia y pudo mirar con atencion, Indigo supuso que el frio habia ayudado a preservar el cuerpo, de modo que probablemente llevaba muerto mucho mas tiempo de lo que hacian suponer las apariencias. Y quienquiera que fuera el responsable de su muerte habia sido brutalmente eficiente, habia sesgado el cuello del pobre muchacho de una sola cuchillada.

Se levanto por fin y se aparto de la tumba. Aunque jamas habia visto a la victima antes de ese momento, sabia quien debia de ser, y existia una cruel confirmacion en los cabellos negros, el ligero pero inconfundible aire de familia. Gordo: el hijo desaparecido de Olyn y amante de Moia. Y supo, sin la menor sombra de duda, quien habia sido el asesino de ambos.

Grimya clavo los ojos en el cadaver.

«Kinter fue muy listo», dijo sombria. «Los lenadores no pensaron en seguir cavando en busca de otro cuerpo despues de encontrar el primero.»

—?Oh, si que fue listo! El, y su esposa homicida e intrigante. —La colera enturbio de repente los ojos de Indigo, pero antes de que pudiera decir mas, una nueva voz hablo desde las sombras del limite del claro.

—Asi que lo has encontrado.

Indigo giro en redondo con el corazon a punto de estallarle y su mano volo al cuchillo que llevaba al cinto. Pero al instante, tras la sorpresa surgio la certidumbre: conocia aquella voz. Y el tigre tambien se volvia, y de su garganta broto el ya familiar ronroneo de saludo, al tiempo que una figura envuelta en pieles surgia entre los arboles.

La mano de Indigo se aparto del cuchillo mientras la mujer avanzaba muy despacio hacia ella. Lejos de las sombras mas profundas, el rostro enmarcado por la capucha resultaba visible como un ovalo borroso y palido. Por un momento Indigo pudo distinguir el vivido azul de sus ojos. Luego ambas cosas se desvanecieron entre las sombras cuando la mujer se detuvo junto a la tumba y bajo la cabeza.

—El tigre desenterro su cuerpo anoche —dijo en voz baja—. Pensaba que seguia vivo. No me di cuenta de que se habia llegado a esto. —Alzo la cabeza rapidamente—. ?Quien los mato, Indigo? ?Lo sabes?

Indigo continuo mirandola sorprendida.

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