Nemesis.

CAPITULO 16

El grito enloquecido del conde Bray quedo ahogado por un ensordecedor rugido. El tigre de las nieves salto para colocarse entre Indigo y la demente figura que se acercaba. La joven se vio arrojada a un lado y el hipnotico hechizo de las mortiferas armas plateadas se hizo pedazos en el momento en que ella caia al suelo.

—?No! —Recuperado el juicio, Indigo rodo, escupiendo la nieve antes de poder aullar con toda la potencia de sus pulmones—: ?No te acerques a el, no lo intentes!

El tigre estaba medio agazapado para saltar, las orejas planas contra la cabeza, la cola balanceante. Rugio por segunda vez, el conde Bray se tambaleo hacia atras, gritando como un alma en pena, cuando una garra gigantesca acuchillo el aire frente a el. Grimya se habia colocado tambien junto al tigre, grunendo enfurecida y, por un instante, algo parecido a la cordura parpadeo como un fuego moribundo en los enloquecidos ojos del hombre. El aullido se transformo en un gemido jadeante y baboso, y se quedo inmovil, el hacha alzada sobre su cabeza, pero paralizada; el escudo centelleaba cargado de malignidad. No podia hablar (Indigo tuvo la terrible sensacion de que el pobre hombre habia olvidado como hacerlo), pero su boca colgaba desencajada y babeante como la de una patetica criatura idiota; la embargo una profunda piedad al ver en lo que se habia convertido; la vieja maldicion lo habia transformado en la caricatura de un ser humano.

Por un momento parecio que la mirada del conde y la del tigre de las nieves se encontraban; entonces los ojos del hombre se volvieron vidriosos al apagarse en su cerebro aquella chispa de razon. Su boca se contrajo en una mueca demente... De improviso se dio la vuelta, hundiendo una de sus botas con fuerza en la nieve y, con un aullido ensordecedor, salio corriendo en medio de la tormenta, gritando, riendo, sollozando mientras se perdia de vista.

Un estertor surgio de los pulmones de Indigo, que se arrodillo con dificultad mientras Grimya corria hacia ella.

?Grimya! —Abrazo con fuerza a la loba, luchando por superar la conmocion que le habia producido todo aquello—. ?Oh, dulce Madre, pense que nos haria pedazos!

«?No se atrevio a enfrentarse al tigre!» Grimya lamio el rostro de Indigo. «?El tigre nos ha salvado de el!»

—Fuis... —El aire helado acuchillo sus pulmones y empezo a toser violentamente, luego cambio a la comunicacion telepatica. «?Fuisteis los dos tan valientes...!»

«No me detuve a pensar, Tenia miedo., pero el tigre me dio valor.»

Se percibia sorpresa tras las palabras de Grimya. Indigo hundio el rostro en el frio y humedo pelaje del animal.

«Nos ha dado valor a las dos, carino. Tenemos una gran deuda con el.»

Antes de que Grimya pudiera replicar, un retumbo enfurecido hizo que ambas levantaran la cabeza. El tigre se encontraba a unos pasos de distancia, tenso, la cabeza alzada, la cola agitandose nerviosa todavia. Al percibir que lo miraban volvio la cabeza hacia ellas y les mostro los colmillos con un grunido inquieto, luego desvio rapidamente la cabeza.

«Percibe algo mas», explico Grimya. Alzo las orejas para escuchar, luego meneo la cabeza, desilusionada. «No puedo oleria. El viento es fuerte; lo tenemos en contra.» Y dio un respingo cuando de repente el tigre volvio a rugir, lanzando un furioso desafio. Sus musculos se pusieron en tension y salio disparado en persecucion de algo que solo el podia ver u oler. Consternada, Indigo se

puso en pie a duras penas, mientras gritaba:

—?Espera!

Pero el tigre no le presto atencion y, en cuestion de segundos, se habia desvanecido.

«?Rapido!», la insto Grimya. «?Sigamos sus huellas..., no podemos arriesgarnos a perderlo ahora!»

Y desaparecio en pos del felino, Indigo corrio tras ella dando tumbos, resbalando, hundiendose en la nieve, en pos de las profundas huellas que ya empezaban a cubrirse y desaparecer a medida que la nieve caia sobre ellas. En medio del rugido de la tormenta le llego de nuevo el del tigre; y de repente le llegaron otros ruidos, debiles y apenas audibles como si provinieran de muy lejos... El frenetico ladrido de perros.

Grimya se detuvo en seco.

«?Indigo! Creo...»

Un nuevo rugido del tigre la hizo callar, y sus orejas se irguieron hacia adelante. Antes de que Indigo pudiera reaccionar, la loba salto a toda velocidad, Indigo avanzo pesadamente tras ella, gritando su nombre. Y entonces vio el bulto oscuro algo mas alla.

?Grimya! —Su voz se quebro, rechinante—. ?Grimya, ten cuidado!

Pero Grimya estaba demasiado excitada para prestar atencion a la advertencia, y su frenetico comunicado retrono en la mente de Indigo.

«?Son ellos, es el trineo! ?Indigo, los hemos encontrado!» Y aullo su alegria en voz alta mientras los gritos de los perros redoblaban, freneticos, con mas intensidad.

Para no perder el equilibrio, Indigo balanceaba los brazos mientras resbalaba sobre el hielo en direccion al trineo. Podia ver ya a los perros, todavia sujetos al trineo, saltando y brincando en una confusion de cuerpos peludos, pero no hicieron intencion de correr hacia ella. Y entonces descubrio por que.

El perro guia, un enorme animal negro y el mejor de las perreras de los Bray, yacia muerto entre los arreos, su sangre tenia la nieve. Tenia los ojos abiertos pero velados, y la mandibula desencajada, paralizada en un grunido de agonia. De su costado, atravesando el magnifico pelaje justo debajo del hombro y hundida hasta el corazon, sobresalia el asta de acero de una saeta de ballesta.

Indigo sintio la fria y potente garra del miedo cerrarse a su alrededor.

—No... —murmuro—. ?Oh, no..., no...!

Los seis perros supervivientes ladraron su alegria y alivio al verla, intentando llegar hasta ella pero inmovilizados por el adiestramiento que les impedia abandonar su lugar si no recibian la orden del jefe de la jauria, Indigo miro freneticamente a su alrededor en busca del tigre, pero este se habia desvanecido. De inmediato volvio su atencion al trineo. Algo se movia en su interior, algo que yacia entre el monton de pieles apiladas dentro de el. Indigo se abrio paso entre la nieve, sujetandose a los patines del trineo para detenerse y no resbalar. Miro al interior, y sintio que una irresistible sensacion de nausea le subia por el estomago.

?Veness!

Estaba acurrucado en el fondo del trineo, intentando cubrirse con las pieles que lo rodeaban en un esfuerzo por protegerse del frio. Y ella comprendio al instante por su rostro livido y crispado que estaba herido.

—?Veness! —Trepo por el costado del trineo, y se agacho a su lado—. ?Oh, Diosa todopoderosa! ?Que ha sucedido?

El la miro sin comprender.

—?Indigo...? ?Como, por la Madre, conseguiste...? —E hizo una mueca de dolor.

—No importa eso... ?estas herido! Deja que te ayude a...

—?No! —Su mirada se movio con rapidez de derecha a izquierda—. Esta aqui: Kinter tiene tu arco, y...

La muchacha comprendio de repente lo que el tigre habia hecho. Debian de haber dado con el trineo justo cuando Kinter y Veness luchaban, y el felino habia intervenido para hacer huir a Kinter antes de que pudiera completar su criminal tarea. Kinter habia huido, matando sin duda al perro al escapar, y el tigre fue tras el. Indigo sintio un nudo en el estomago al pensar en lo que una saeta podia hacer al magnifico animal, y rezo en silencio para que a la criatura no le sucediese nada. Pero su mayor preocupacion era Veness.

—Se ha ido, Veness —dijo—. El tigre lo hizo huir.

—?El... tigre...? —Estaba perplejo, pero no habia tiempo para mas explicaciones. La mano enguantada de Indigo, al ayudarlo a colocarse en una posicion menos incomoda, quedo cubierta de una mancha oscura. Veness se

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