alternativa.
Indigo no respondio. Comprendia la terrible implicacion
—?Es cierto, Indigo? —pregunto en voz baja—. ?Lo de Moia?
—Si —respondio Indigo—. Es cierto.
Carlaze asintio con expresion grave.
—Quise preguntarle a Kinter toda la historia, pero no habia tiempo. Supongo... ?No han encontrado a Gordo aun?
—No. Te contare todo lo que pueda mas tarde.
Otro gesto de asentimiento.
—Gracias. —Y Carlaze volvio a repetir el mismo signo religioso—. Pobre, pobre Moia. Que en paz descanse.
El sonido de una voz muy cerca de ella saco a Indigo del sopor en que la habian sumido el cansancio y el calor soporifero del fuego. Salio de su ensueno con un sobresalto. Parpadeo atolondrada. Por un momento imaginacion y realidad rehusaron separarse. Luego recordo donde estaba y por que, y se volvio rapidamente hacia la cama.
Rimmi estaba consciente. Tenia los ojos medio abiertos y su boca se movia; debiles sonidos le brotaban de la garganta, Indigo se inclino veloz sobre ella, secandole la saliva de los labios con un pano humedecido. Rimmi intento debilmente sujetarle el brazo.
—Esta bien, Rimmi, todo va bien.
?Cuanto tiempo habria dormitado? Era imposible estar segura, pero los lenos de la chimenea aun no se habian consumido, de modo que dudo que hubiera sido mas de media hora.
—Du... duele... —gruno Rimmi—. Ohhh, du... duele...
—Quedate quieta —insto Indigo con suavidad. Tenia una bebida calmante junto a la chimenea para mantenerla caliente; fue a buscarla y la acerco a los descoloridos labios de Rimmi—. Bebe tanto como puedas. Sufriras menos.
Rimmi tomo un sorbo, tosio violentamente y gimio de dolor, Indigo le limpio la barbilla y lo volvio a intentar. Esta vez consiguio que la muchacha bebiera una buena cantidad del brebaje. Se trataba de una fuerte coccion hecha con la savia de la amapola silvestre: a la vez que mitigaba el dolor era tambien un poderoso soporifero, y el sueno, considero Indigo, era el mejor aliado de Rimmi en ausencia de un medico mas habil. Limpio y acaricio la frente de la muchacha, murmurando palabras de consuelo. Luego, cuando Rimmi parecio volver a relajarse, alzo subrepticiamente las sabanas para comprobar el estado de los vendajes. La alivio descubrir que no estaban manchados de sangre fresca; de momento, al menos, no parecia que la herida se hubiese vuelto a abrir, Indigo se permitio abrigar cierta esperanza de que a lo mejor Carlaze se hubiera equivocado, y el hacha no hubiera producido una herida mortal. La arropo de nuevo y, cuando se enderezaba, Rimmi la sujeto de improviso por la muneca y jadeo:
—?Kinter!
Indigo sintio que la pena embargaba su corazon al mirar a la muchacha.
—Kinter no puede venir a verte, Rimmi —dijo—, pero esta bien; esta a salvo. No lo hirieron.
—?No! —Rimmi sacudio la cabeza, luego hizo una mueca al recrudecerse el dolor a causa de su imprudente movimiento—. ?Kinter! ?Kinter!
—?Rimmi, te juro que Kinter esta bien! —Indigo estaba conmovida por la desesperada preocupacion de Rimmi por su hermano, y solo esperaba poder calmar los temores de la muchacha y convencerla de que decia la verdad—. Esta con Veness: han...
—?No, no! —Rimmi sacudio la cabeza de un lado a otro, golpeandola sonoramente contra la almohada. Su voz se apagaba a medida que la droga hacia su efecto. Parecia intentar decir algo mas, pero perdia coherencia.
—Fue... fue...
—Tranquila, ahora, tranquila, —Indigo la mantuvo inmovil—. Duerme, Rimmi. Veras a Kinter cuando despiertes.
—Nnn... no... ?no comprendes! —Los ojos drogados de Rimmi se abrieron desmesuradamente—.
?Madre! ?Donde esta mi madre?
—Duerme, Rimmi. Ella tampoco esta herida, pero necesita descansar.
Rimmi hizo una mueca.
—?Kinter! —susurro—. Fue Kinter; oh, por la Diosa, fue Kinter...
—?Fue Kinter que? —Perpleja, Indigo se inclino sobre ella, luego dio un respingo al oir que la puerta se abria a su espalda.
Carlaze estaba en el umbral.
—Oi gritar a Rimmi —dijo—. ?Sucede algo? ?Puedo ayudar?
Rimmi gimio, cerro los ojos y solto la mano que sujetaba la muneca de Indigo, dejando la suya inerte sobre la cama, Indigo suspiro y meneo la cabeza.
—Llamaba a Kinter —dijo a Carlaze—. No pude entender gran cosa, pero creo que esta inquieta por el.
Carlaze dirigio una rapida mirada a Rimmi, quien ahora parecia haberse sumido en el sopor inducida por la droga.
—Quiza debiera hablar con ella —dijo—. Me conoce mejor que a ti... Perdona, pero quiza sea mas probable que acepte mi palabra de que Kinter esta bien. —Sus ojos se encontraron con la mirada indecisa de Indigo y le dedico una sonrisa entristecida—. Estoy mas descansada ahora; Livian esta despierta tambien y se siente mucho mejor. Deja que te releve, Indigo. Ahora puedes descansar tu.
—Bueno... —Indigo no se creia capaz de descansar y mucho menos de dormir. Pero a lo mejor Carlaze podria, tal y como habia dicho, hacer mas para consolar a Rimmi y tranquilizarla. Respondio a la sonrisa de la muchacha con otra llena de afecto—. Gracias, Carlaze, te lo agradezco.
—Bien, pues. —Carlaze cruzo la habitacion para contemplar a su cunada—. ?Hay algo mas que deba darle? ?Otra pocion?
—No. Mas tarde preparare una nueva coccion; lo mejor por ahora es dejar que esta le haga efecto. Y si se duerme sabiendo que su hermano esta ileso, probablemente le sera mas beneficioso que ninguna de mis pociones.
Carlaze asintio.
—Vete, pues. Yo la tranquilizare y me ocupare de ella.
Indigo se deslizo fuera de la habitacion y escaleras abajo. En la cocina encontro a Livian de pie junto a los fogones, inclinada sobre un puchero que empezaba a hervir, mientras
Livian volvio la cabeza al escuchar las pisadas de Indigo. Tenia los ojos enrojecidos, el rostro demacrado, y fue suficientemente honrada como para no intentar sonreir siquiera.
—Creo que si, Livian —respondio Indigo—. La herida no es tan seria como temia Carlaze.
Livian cerro los ojos y murmuro una breve oracion de agradecimiento en voz apenas audible. Luego su expresion se endurecio.
—Tenemos que seguir adelante —dijo categorica—. No importa lo que haya sucedido ni lo que pueda suceder. Tenemos que pensar en lo que nos espera. Incluso si Rimmi..., incluso si Rimmi muriera...
—No morira. Estoy tan segura como es posible de que vivira. Y Kinter, tambien. Veness y el
saben lo que hacen..., no correran riesgos innecesarios.
Por la mirada que le dedico Livian tuvo la impresion de que la mujer sabia que intentaba dar animos a las dos.
Entonces un leve destello de su antigua cordialidad aparecio en los ojos de Livian.
—Bien, pues. —Su voz habia adquirido de repente un tono energico—. Tenemos que mantener el fuego encendido para ellos, ?no es asi?, y estar listas para cualquier cosa que pueda suceder. — Indico con la cabeza en