El comedor permanecia en un silencio roto apenas por los sollozos apagados de Carlaze, mas debiles cada vez a medida que el agotamiento superaba el dolor y la conmocion, Indigo contemplo largo rato a la muchacha vencida y se volvio otra vez hacia Reif. Por primera vez habia simpatia en sus ojos.

—Puedo matarla —dijo—. Puedo hacerlo facilmente, Reif, y sin titubear. Puedo hacerlo por Veness, y por ti. Pero no tengo derecho.

Reif se clavo los ojos en las manos cuyas palmas se apoyaban con fuerza sobre la mesa.

—No —repuso. Se produjo una pausa—: Pero yo si.

Levanto la cabeza para encontrarse con los ojos de Indigo. Los suyos eran puro acero. Luego se dio la vuelta y se dirigio a la puerta, Indigo lo oyo alejarse por el pasillo. Al poco rato volvio seguido por dos hombres de rostro petreo.

—Atadle las manos a la espalda.

Los dos hombres se aprestaron a obedecer. Carlaze, perpleja, fue obligada a levantarse, Indigo contemplo su rostro, con indiferencia, observando la boca quemada y ensangrentada, los ojos hinchados, la enorme contusion morada que empezaba a extenderse desde el puente de la nariz para cubrirle las mejillas. Toda su belleza habia desaparecido. No era mas que una mujer golpeada y asustada que habia intentado hacerse con el poder y no pudo lograrlo.

Escucho un ruido metalico a su espalda y se volvio. Reif se dirigia a la pared del otro extremo de la habitacion y descolgaba una espada de doble empunadura que pendia de la pared junto a la ventana, Indigo ya la habia visto antes; era un arma antigua, y, a diferencia del hacha y el escudo malditos, estaba limpia y conservada con esmero. Una reliquia familiar. Y una reliquia con una funcion determinada.

Los ojos de Carlaze se desorbitaron de terror cuando Reif empezo a andar despacio en direccion a

ella, la espada entre sus manos y la punta hacia el suelo. Se detuvo a cinco pasos y la miro con fijeza.

—Durante muchos siglos ha sido prerrogativa y privilegio del condado de Bray administrar justicia en esta region —anuncio Reif con fria formalidad—. Debido a la muerte de mi padre y de mi hermano mayor, el titulo y las responsabilidades consiguientes han pasado a mi, y es por lo tanto mi deber ver que se haga justicia de acuerdo con las leyes de esta tierra. —Alzo la espada haciendo el saludo de estilo—. Carlaze, viuda de Kinter, se te declara culpable junto con tu esposo de asesinato y traicion. Tu confesion ha sido escuchada y atestiguada por dos personas presentes aqui en esta habitacion. Yo doy fe de esa confesion y de tu culpabilidad. —Miro por encima del hombro a Indigo y esta asintio.

—Yo, tambien, doy fe de ello.

—Gracias. No hay nada mas que decir. Invoco a todos los que me escuchan para que atestiguen que la sentencia impuesta a Carlaze, viuda de Kinter, sera ejecutada sin derecho a apelacion.

De la garganta de Carlaze broto un espantoso ganido animal. Miro a Reif como si no pudiera creer lo que veia y escuchaba, pero era incapaz de articular ninguna idea coherente.

Los hombros de Reif se relajaron bruscamente y bajo la espada. Cuando volvio a hablar, el formalismo habia desaparecido; su voz era simplemente la de un hombre agotado y abrumado de tristeza.

—Sacadla al patio.

Indigo no se movio cuando los dos hombres agarraron a Carlaze por los brazos y medio a rastras (la joven estaba paralizada, no podia moverse, no podia reaccionar) la llevaron hasta la puerta. Reif, sujetando la espada, los siguio; pegada a Indigo, Grimya gruno apenas, pero Reif no volvio la mirada. Su rostro estaba rigido, desprovisto de emocion, Indigo tuvo una ultima vision de los ojos de Carlaze, embargados por un terror inenarrable. La muchacha se habia quedado muda.

La puerta se cerro tras ellos.

La lampara siseaba levemente. Era el unico ruido de la habitacion, Indigo permanecio inmovil largo rato. Era consciente de la presencia de Grimya pero no podia comunicarse con ella, y la loba, dandose cuenta, permanecio en silencio y penso en sus propias cosas.

El mundo de Indigo se derrumbaba. Lo sabia, aunque de momento no podia reaccionar y mucho menos expresar una pizca del dolor que solo esperaba a que la paralisis la abandonara para herirla en lo mas profundo. Habia conseguido lo que se habia propuesto. Lo habia conseguido. Y si en aquellos momentos hubiera sido capaz de reir, Indigo habria reido ante la amarga ironia que acompanaba su exito. Oh, si: el demonio estaba muerto. Y tambien el hombre que la amaba... Y ahora, cuando ya era demasiado tarde, creia que tambien ella lo amaba.

Recordo las ultimas palabras dirigidas a Reif cuando el tigre de las nieves se las llevo a Grimya y a ella de la granja en plena noche, antes de la ultima confrontacion. ?Di a Veness que lo quiero! Lo dijo con absoluta sinceridad; sus sentimientos en aquel momento eran autenticos. Veness no era Fenran. Ni siquiera un sustituto de Fenran; ella reconocio por fin la verdad, y la acepto. Pero al descubrirla, descubrio tambien el extrano milagro de que podia volver a amar, de una forma diferente pero sin embargo con la misma pasion e intensidad que le habian sido arrebatadas hacia tantos anos..., cuando le quitaron a Fenran.

De repente una cuchilla fria y cruel parecio deslizarse en el interior del corazon de Indigo, mientras una idea espantosa despertaba en los niveles mas profundos de su conciencia. ?Habia amado realmente a Veness de esa forma? Al desechar la ilusion de que era —o podia llegar a ser—

Fenran bajo otra apariencia, se convencio de que existia otro amor, un amor diferente; un amor que podia dar y aceptar por lo que era y no por lo que parecia. ?Pero era eso verdad? ?O habia caido en la trampa de una segunda y mas sutil ilusion, despertada por tantos anos de ansiar recuperar lo perdido, una ilusion que la habia impelido a buscar alivio a su soledad fingiendo que los deseos y suenos de Veness eran tambien los suyos?

Indigo comprendio subitamente que debia ver a Veness. Por mucho que le doliera, tenia que sacar fuerzas para contemplar su rostro por ultima vez. No para decir adios —tan insignificantes rituales no significaban nada para Veness ya— sino para responder a un interrogante. Tenia que responder la pregunta.

Grimya se dio cuenta de lo que pensaba y, cuando se dirigio hacia la puerta, la loba la siguio en silencio. No se escuchaba el menor ruido en el vestibulo; no se veia rastro de nadie. Subieron las escaleras y avanzaron despacio por el descansillo en direccion al dormitorio de Veness. Durante alrededor de un minuto, Indigo permanecio inmovil frente a la puerta, escuchando el firme, uniforme, pero tenso ritmo de su propia respiracion. Luego poso una mano sobre el picaporte, abrio la puerta y penetro en el interior.

Las cortinas estaban echadas pero habia dos lamparas encendidas cerca del cabezal de la cama, proyectando focos de luz que se superponian sobre la almohada. Habian peinado los cabellos de Veness y limpiado su rostro; si no hubiera sido por el anormal tono livido de su piel, se habria creido que dormia.

Indigo se acerco a la cama y se quedo contemplandolo. Por un momento turbador casi creyo que abriria los ojos, sonreiria y la saludaria; pero permanecio inmovil y en silencio. La expresion de su rostro era solemne, tranquila. Y era, comprendio, el rostro de un hombre que le era mas querido de lo que se habia atrevido a reconocer hasta que fue demasiado tarde.

Si: lo habia amado. El habia sido mucho mas que su amante y mucho mas que su amigo; habia conseguido penetrar y tocar una parte de su espiritu. Y solo ahora, solo cuando lo habia perdido de forma definitiva e irrevocable, sabia sin la menor sombra de duda que habia estado dispuesta a ir hacia el y a retribuirle su amor con la misma fuerza.

Y entonces el mas amargo de los pensamientos se introdujo en su cerebro como un gusano en el capullo de una flor. ?Habia sido inevitable (y habia sabido ella, en algun lugar arcano y recondito de su ser, que lo era)? Habia averiguado por fin la verdad sobre sus sentimientos por Veness: si hubiera vivido, al reconocer esos sentimientos habria estado dispuesta a dejar de lado la busqueda que la venia guiando durante cuarenta anos de trabajo y viajes y se habria embarcado en una nueva vida con el. ?Era posible que Veness tuviera que morir para impedirle tomar tan trascendental decision?

Indigo se aparto del lecho y miro sin ver el rectangulo negro de la ventana. Si era cierto —y no sabia la respuesta, no queria saber la respuesta—, ella era responsable de haber acabado con su vida, tan responsable como si hubiera tomado un cuchillo y se lo hubiera hundido en el corazon. Anos atras, cuando abandono las Islas Meridionales y se inicio su larga busqueda, creyo en su ingenuidad que no era mas que un peon en las manos de poderes mucho mas potentes que ella. Pero el demonio de Bruhome, la Compania Comica Brabazon, le habian ensenado que las circunstancias no eran asi de simples. Y si Nemesis, su propio demonio, era parte de ella, ?no lo seria tambien la fuerza que la impulsaba a seguir adelante, que alimentaba sus esperanzas y temores, su remordimiento y su ansia por reparar lo hecho? La Madre Tierra no le habia arrebatado a Veness: la poderosa Dios no era (no en ese sentido) su juez. Si Veness hubiera vivido, ella habria abandonado su mision y aceptado el amor que le ofrecia. Pero aquella Indigo arcana, situada mas alla de su ser

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