resonando alla abajo, ocultos en la oscuridad.

Las dos mujeres detenidas al borde del farallon —Indigo pudo ver ahora que una de ellas era Shalune— lanzaron un grito agudo que se elevo por encima del estruendo. Balancearon los brazos hacia atras, las piernas firmemente apoyadas en el suelo, y, con un segundo grito ensordecedor, arrojaron el cuerpo del antiguo oraculo hacia arriba y lejos del farallon, Indigo tuvo una fugaz vision del cuerpo Arando y dando vueltas sobre si mismo como una muneca de trapo recortada contra el cielo. Entonces el zigzag de un cegador relampago brillo casi encima mismo de sus cabezas, y el rugido del trueno ahogo todo otro sonido mientras un centelleo fosforescente alla abajo indicaba que el lago habia aceptado la ofrenda arrojada a el.

Los canticos cesaron y trompas y tambores quedaron en silencio mientras los ecos del trueno se desvanecian, Y, durante quiza diez segundos, la atmosfera resulto opresivamente silenciosa e inmovil. Luego, debilmente al principio pero elevandose con rapidez en tono y en fuerza, las mujeres alli reunidas iniciaron un ritmico y susurrante cantico en el que repetian una y otra vez una unica palabra: «habla, habla, habla», Indigo no comprendia su significado, pero las voces de las mujeres poseian un desagradable e insistente matiz que le produjo un escalofrio. De improviso, Uluye, que era la unica que no se habia unido al cantico, alzo de nuevo los brazos hacia el cielo y grito con voz potente que resono por encima del lago y del bosque:

?Habla!

Uluye giro para colocarse frente a ella y se sumo al cantico de las demas mujeres. El brillo ansioso y casi fanatico de sus ojos helo la sangre de Indigo al comprender esta subitamente lo que significaba.

—?Habla! ?Habla! ?Habla!

Era una letania ahora, una letania y una exigencia que la muchacha no podia satisfacer. Intento protestar, intento hacer comprender a Uluye que ella no era y jamas podria ser su oraculo, pero las mujeres se apelotonaban a su alrededor, empujandola quisiera o no en direccion al trono de piedra, y sus negativas quedaron ahogadas por el cantico y por un nuevo trueno que sacudio el farallon. El trono se alzaba amenazador ante ella, y decenas de manos la empujaban hacia el elevado sillon y la obligaban a darse la vuelta; se estremecio al sentir el contacto de la dura piedra en la espalda y bajo los muslos. Entonces las mujeres retrocedieron como una ola al retirarse, e Indigo se encontro sola, sentada en el trono del oraculo.

El olor del incienso la hacia sentirse mareada, olor que se mezclaba ahora con el fuerte aroma de la inminente lluvia. No veia a Grimya entre el gentio que se amontonaba bajo la plataforma, y habia perdido el contacto tal; su mente estaba demasiado trastornada y confundida para permitirle pensar con claridad.

Uluye se encontraba junto a ella, y de algun lugar habia sacado un cuenco de madera lleno de agua, que coloco frente a los labios de Indigo. Esta bebio agradecida con avidez antes de darse cuenta de que habia algo mas que agua en el recipiente: hierbas, polvos medio disueltos, sabores que no reconocio. Sintio como la refrescante bebida descendia por su garganta, y penso que al menos le habia suavizado los resecos labios y la garganta. La corona le pesaba; empezaba a dolerle la cabeza y se sentia arder, como si hubiera regresado la fiebre.

Los canticos de las mujeres crecian y disminuian de volumen, crecian y disminuian, e Indigo tuvo la impresion de que formaban ahora en una procesion que desfilaba ante el trono de piedra; cada una de ellas, desde la mas joven hasta la mas anciana, se detenia para inclinarse respetuosamente ante ella al pasar. Vio las toscas facciones de Shalune y sus largas y ondulantes trenzas. Vio a una anciana que mascullaba y apenas si podia juntar sus artriticas manos. Vio a una jovencita solemne que se parecia a Uluye pero con veinte anos menos. Vio a un bebe, farfullando y agitando las gordezuelas piernas, colgado de los brazos de su madre. Rostros oscuros en la penumbra, ojos que relucian como lamparas a la luz de las llamas, el rumor de pies desnudos al arrastrarse por el suelo y el incesante cantico: «?habla, habla, habla!».

?Grimya! Su mente era como un torbellino y grito en voz alta el nombre de la loba, buscando desesperadamente algo a lo que aferrarse en el revuelto oleaje en que se hallaba sumida su conciencia.

La voz mental de Grimya parecio venir de muy lejos.

«?Nopuedo llegar hasta ti! ?Me sujetan! Indigo... »

Pero de improviso la llamada de la loba, los canticos y la parpadeante y febril escena se vieron interrumpidas si uno si un grueso muro hubiera ido a caer entre Indigo y sus propios sentidos. Una violenta sacudida le recorrio todo el cuerpo, y un ramalazo de dolor insoportable se apodero de ella; entonces la claridad regreso y le parecio ir flotando, sin cuerpo, en medio de la calma, la oscuridad y el silencio. Y alguien le hablaba.

No oyo las palabras, pero las sintio, y sintio detras de rila la presencia que impregnaba la oscuridad que la rodeaba. Fria, reservada, secreta... e intensamente poderosa.

Existia algo amenazador en ella, pero Indigo no sintio temor. Era como si conociera —o casi conociera— la naturaleza de este poder, como si se hubieran encontrado en algun momento del pasado, aunque ese recuerdo se le escapaba ahora. Mientras la presencia hablaba, supo tambien que su mente inconsciente absorbia el mensaje, aunque al nivel consciente ella no percibia el contenido del mensaje ni su significado. Pero no parecia tener importancia. Estaba tranquila; se sentia en paz. No le importaba dejar que este momento de calma se prolongara todo el tiempo que la presencia lo deseara.

No sabia cuanto tiempo habia transcurrido —si es que el tiempo era relevante en ese estado de ensonacion— antes de darse cuenta de que el insistente e inexpresivo mi mullo habia cesado. La presencia empezo a retirarse, y repente Indigo sintio una sensacion de frio tan Inter como si estuviera inmersa en un invierno polar. Intento abrir la boca para protestar, pero carecia de cuerpo, de presencia fisica, de medios con los que expresar su conmocion. Sintio que tiraban de ella, que la arrancaban del tranquilo corazon de la oscuridad para lanzarla contra discordante mundo exterior de luz y ruido, y, aunque intentaba luchar contra la traccion, estaba impotente. La oscuridad desaparecia cada vez mas deprisa, mas deprisa Entonces, justo antes de verse arrojada otra vez al mundo fisico, Indigo vio dos ojos que la contemplaban desde vacio que dejaba atras. Los ojos eran humanos, pero llenos del terrible conocimiento que trasciende las limitaciones humanas. Eran de un negro brillante, como estrellas negras, y alrededor de cada iris tenian una reluciente aureola plateada.

El mundo de las tinieblas expulso a Indigo, que grito de dolor y sorpresa cuando mente y cuerpo se fundieron de nuevo en una sola entidad, y la joven se encontro sentada muy erguida en el trono de arenisca bajo un cielo tormentoso iluminado por los relampagos. Unas figuras oscuras se acercaban corriendo hacia ella; intento levantarse pero perdio el control de las piernas, y habria caido del asiento de no haber sido por las manos que se extendieron para sujetarla. Algo siseaba a lo lejos como si fueran serpientes; escuchaba los ladridos de Grimya pero no podia verla. En ese momento, un rayo cegador centelle sobre sus cabezas, y el siseo que escuchaba como trasfondo se convirtio de improviso en un atronador rugido tiempo que los cielos se abrian y se iniciaba el diluvio.

Indigo lanzo una exclamacion ahogada y se tambaleo bajo el terrible aguacero. El pie le resbalo sobre la piedra humeda y perdio el equilibrio, produciendose un doloroso aranazo en la pierna con el trono al doblarsele las dulas. Voces agudas resonaron en sus oidos; mientras la mujeres intentaban ayudarla a incorporarse, la acometieron las nauseas y un delgado hilillo de liquido broto de su garganta para derramarse sobre el suelo de piedra. De pronto se sentia sin fuerzas para luchar. Se encontraba demasiado enferma y debil para oponerse a las manos —parecia haber cientos de manos— que la tocaban, tiraban de dia y la conducian. Ya no le importaba. Que hicieran lo que quisieran. Todo lo que queria era escapar. Lanzo un debil y sordo suspiro y se desplomo en sus brazos.

Las mujeres la bajaron por la escalera, traicioneramente resbaladiza ahora a

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causa de la lluvia, y la condujeron a la cueva que le servia de alojamiento. Grimya, que habia descendido el tramo de escalera bien sujeta por dos de las sacerdotisas mas fuertes, consiguio finalmente liberarse y se abalanzo sobre Shalune, a la que mordio cuando se . Cachaba para cubrir el cuerpo tiritante de Indigo con una manta. La mujer lanzo un juramento pero no permitio que las sacerdotisas golpearan a la loba en represalia. En lugar de ello, con una fuerza sorprendente, sujeto al furioso animal por el cogote hasta que este se tranquilizo lo suficiente para comprender que nadie pretendia hacer dano a Indigo; luego la solto y ordeno a las otras mujeres que abandonaran la cueva.

Indigo se daba cuenta de todo aquel alboroto pero se sentia demasiado agotada para abrir los ojos siquiera y ver lo que sucedia. Oyo como las mujeres se retiraban y escucho voces que le parecio que eran las de Shalune y Uluye discutiendo cerca de la entrada de la cueva. Tras un violento intercambio de palabras, Uluye se marcho, pero, antes de que terminara la discusion, la palabra «fiebre», que Indigo conocia bien, llego a los oidos de la joven en

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