Indigo se daba cuenta de que realmente existian areas de gran desacuerdo entre las de sacerdotisas y que, como sospechaba
En otras circunstancias, Indigo habria sentido una cierta simpatia por Uluye, ya que tenia la sensacion de que la actitud inflexible de la Suma Sacerdotisa derivaba de la inseguridad y soledad de las que a menudo son victimas los gobernantes absolutos. Pero, por mucho que lo intentaba, no conseguia sentir simpatia por la larguirucha mujer. Shalune, por mucho que su amistad pudiera tener una segunda intencion, presentaba al menos un rostro mas humano al mundo.
—?Como dijo Shalune que se llamaba esta ceremonia de la luna llena,
—Sssi —respondio la loba, lamiendose el hocico—; pero no se lo que significa.
—Alguna especie de rito de conmemoracion, quizas en honor a los muertos.
Indigo lo dijo como sin darle importancia, pero al mismo tiempo se vio obligada a contener un escalofrio interior. ?Que clase de mundo subterraneo u otro mundo era el reino de la Dama Ancestral? ?Poseia realmente el dominio sobre los espiritus de los difuntos? Las sacerdotisas no le habian explicado gran cosa sobre su religion, pero ella sabia que creian que la Dama Ancestral poseia el poder de otorgar regocijo o tormento en la otra vida. Regocijo o tormento... Un recuerdo viejo, muy viejo, se agito en la mente de Indigo, y con el vino un dolor sordo y punzante que con los anos se habia convertido en algo tan familiar para ella como sus propias facciones reflejadas en un espejo. Un nombre en sus pensamientos, un rostro en sus recuerdos: Fenran...
—?Indigo? ?Que sucede?
La muchacha intento disimular, no queriendo en ese momento compartir sus pensamientos ni siquiera con la loba pero, antes de que pudiera hablar, escucharon pisadas fue de la cueva y el sonido de varias voces. Agradecida por la interrupcion, Indigo dijo en voz alta que ya estaba lista para recibir visitas, y, cuando la cortina se hizo a un vio a Uluye en el umbral, con Shalune, Yima y otras mujeres detras de ella.
Indigo inclino la cabeza a modo de saludo ceremonioso a la Suma Sacerdotisa.
Habia decidido seguir el juego de Uluye; si no queria mostrarse mas flexible, entone Indigo seguiria su ejemplo.
—He terminado la comida —anuncio—. Podeis entrar todas.
Uluye penetro en la cueva a largas zancadas. A una orden suya, las dos sacerdotisas de menor categoria recogieron los cuencos de la muchacha y la loba y se los llevaron para lavarlos. Cuando se hubieron marchado, Uluye dijo:
—Tengo entendido que Shalune te ha explicado lo que se espera de ti en la ceremonia de esta noche.
—Asi es. —Indigo se sintio tentada de anadir: «lo es mas de lo que tu condescenderias a hacer», pero se me dio la lengua.
—Muy bien. —?Centelleo en ese momento una fugaz mirada hostil entre Uluye y Shalune? Era imposible asegurarlo...—. Se te conducira a la orilla del lago al atardecer. Por favor, no hables con nadie, y deja que te toque solo aquellos que llevemos ante ti.
—Gracias —respondio Indigo con un leve tono de mordaz en la voz—. Shalune ya me ha dado estas instrucciones.
Esta vez se produjo un inconfundible intercambio miradas; colera por parte de Uluye y autocomplacencia por parte de Shalune. Yima, que se encontraba entre la ellos, bajo la mirada rapidamente al suelo y se concentro en la contemplacion de sus pies.
Uluye fruncio el labio superior y volvio a dirigirse a Indigo.
—He traido tu tunica ceremonial. Vistete, por favor. No tenemos mucho tiempo antes de que se inicie el rito.
—Gracias —repitio, con mas amabilidad esta vez, y empezo a vestirse.
Los tambores que llevaban dos horas lanzando su llamada a los fieles de los poblados callaron por fin, y una fanfarria de las grandes trompas anuncio la aparicion de la comitiva ceremonial en la escalera. Cuando emergieron a la llameante luz del ocaso, Indigo se quedo asombrada de ver cuantos habian respondido a la llamada de los tambores. La orilla estaba circundada de gente que se amontonaba en un circulo que rodeaba todo el lago, desde un extremo de la ciudadela al otro. A una orden de Uluye, las sacerdotisas guerreras situadas a la cabeza del desfile encendieron antorchas; las llamas iluminaron la escalera, y un potente grito surgio de la multitud de gargantas alli reunidas cuando los que esperaban abajo vieron la senal. La comitiva avanzo, precedida por las guerreras, con Uluye justo detras vestida con todas sus ropas de ceremonial, seguida de Indigo, a la que transportaban de forma aterradoramente precaria en una litera abierta. La muchacha cerro los ojos nada mas iniciarse el descenso, horrorizada
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por el balanceo de la litera y por el efecto del descomunal tocado en su sentido del equilibrio, y escucho la voz mental de
Indigo intento concentrarse en estas palabras tranquilizadoras y creer en ellas mientras continuaba su avance A mitad del descenso, los tambores volvieron a sonar, retumbando con un ritmo repetitivo, y la joven creyo escuchar, mezcladas con su estruendo, voces que gritaban ; vitoreaban. Por fin, alcanzaron el ultimo tramo de escalera, un trozo amplio que las condujo hasta el ruedo de arena roja situado entre el muro del farallon y el lago. Una pieza cuadrada y plana de algo mas de un metro de altura se alzaba en el centro de la meseta, y las porteadoras de la litera colocaron su carga sobre la roca, de modo que Indigo quedo entronizada por encima de las cabezas la muchedumbre, en un lugar desde el que podia observar todo lo que sucedia.
Era, penso mientras aspiraba con fuerza, una escena impresionante. El llameante sol se hundia por detras de le arboles, y la noche tropical empezaba a caer con sobrenatural rapidez. Ante ella, formando una hilera, se encontraban todas las sacerdotisas, con Uluye a solas delante; figura coronada era una imagen de pesadilla bajo el bamboleante resplandor de las antorchas. Alrededor del lago la congregacion observaba y aguardaba. Unos pocos, que ocupaban una posicion privilegiada en el extremo del redondel, quedaban iluminados por la luz de las antorchas, Indigo vio tension y temor reflejados en sus rostros.
De improviso las trompas lanzaron otra corta fanfarria y los tambores callaron. Un pajaro grito desde algun lugar en las profundidades del bosque, y luego, mientras los ultimos ecos se desvanecian, se hizo el silencio.
Uluye avanzo. Con los brazos cruzados sobre el peche se dirigio con dignidad hacia el lago y, sin una vacilacion penetro en el agua. Un murmullo lleno de ansiedad sur de entre los reunidos; un bebe gimoteo y fue silenciado al momento. Uluye siguio adelante, descendiendo por la inclinada orilla. El agua le cubrio los muslos, luego la cintura, los hombros. Entonces se detuvo, lanzo un grito agudo y se hundio bajo el agua de modo que solo el complicado tocado de su cabeza sobresalia por encima de superficie.
Los reunidos lanzaron una nueva exclamacion. Dos de las sacerdotisas guerreras dejaron sus lanzas en el suelo y avanzaron con silenciosa eficiencia hasta tomar posiciones a la orilla del lago. Todos los ojos estaban puestos en el tocado de Uluye, e Indigo empezo a contar el paso de los segundos. Estos pasaban y pasaban, y su pulso se acelero; sin duda nadie podia permanecer bajo el agua tanto tiempo sin subir a respirar. Intercambio una inquieta mirada con
De pronto las aguas del lago empezaron a agitarse, y Uluye hizo su aparicion.